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lunes, 25 de mayo de 2020

UN TRÁFICO ELEGANTE DE CUBANOS


UN TRÁFICO ELEGANTE DE CUBANOS





No podía evadir esa terrible tentación de observarle las piernas, aquellos movimientos suyos repartidos entre el acelerador del auto, freno y cloche, imponían su voluntad sobre mis ojos y procuraba ser discreto para no espantarla. Quizás ella lo hacía a propósito y para rematar, vestía esa mañana una falda bien corta que dejaba a la vista parte de esa carne provocadora cuando cambiaba de velocidad, frenaba o aceleraba. Su belleza natural, porque no abusaba de los cosméticos, la extraía de su tierra de origen. Era bien alta, algo anormal entre la gente de su país. El color canela de su piel armonizaba perfectamente con el negro azabache de su pelo lacio y largo hasta la cintura. La belleza de su rostro tampoco era muy común entre los suyos, ni entre su propia familia, mucho más cercanos a los mayas y bien atrasados. Ella era un fenómeno o excepción al que todos respetaban y obedecían como si se tratara de un general. Además de una inteligencia sobrenatural, era dominante e impositiva, una mujer a la que se podía admirar, desear y temer.

Yo le había alquilado un cuarto a una chilena con el fin de acercarme al área de mi trabajo, me salía mucho más barato a tener que rentar un apartamento para mí solo. La vieja poseía un apartamento de tres cuartos justo al lado de una de las entradas al Metro Côte Vertu, no lo utilizaba porque vivía un tardío romance con otro viejo como ella de origen italiano. De aquel apartamento, modestamente amueblado, solo mantenía ocupado un cuarto que estaba repleto de tarecos y otras porquerías. A dos o tres semanas de encontrarme instalado, la vieja le alquiló el otro cuarto a una vieja centroamericana, quien resultó ser la madre de María. No era su nombre, pero llamémosla así para evadir cualquier intento de demanda tan de moda. Luego de sus frecuentes visitas a la madre nos tomamos confianza y me fue contando a retazos su historia.

Según su boca, decidió un día abandonar a su desdichado país donde no había, ni hay aún, señales de esperanzas, progreso o esa palabrita que tanto nos han vendido a nosotros, futuro. Sin apenas dinero para comer durante una travesía bastante extensa, María fue quebrando fronteras hasta llegar a México. No faltaron las peleas para defender su honor o una posible violación. Batallas que fueran cómodamente vencidas, según me contara, y le creo, ella además de alta era muy fuerte y su gente, como dije con anterioridad, resultaban feos pigmeos a su lado.

En México trepó el techo de ese tren al que todos llaman “El Monstruo” y logró entrar ilegal a los Estados Unidos. Lo lógico hubiera sido que se estableciera de una vez en cualquiera de los estados de la unión, pero no fue así. Ya les dije que era muy inteligente, además de excelente calculadora, virtudes que además de sobresalientes, iban acompañadas de un natural bajo nivel de escolaridad, no porque ella me lo confesara, podía medirlo de acuerdo con las preguntas y temas que trataba conmigo. No le atrajo la idea de permanecer indocumentada por tiempo si definir y miró hacia el norte. Averiguó sobre todas las posibilidades que le ofrecía aquella tierra en estado casi virgen y fue construyendo mentalmente una historia mientras cruzaba estados para llegar a esa frontera. Me contó que, bañada en lágrimas, logró convencer al jurado sobre su estado de perseguida política violada en varias oportunidades por el ejército de su país, guerrillas y pandillas criminales. Aceptada como refugiada, protegida y ayudada por el estado, supo aprovechar el tiempo y se dedicó por entero al estudio de las lenguas usadas acá. María habla y escribe perfectamente en inglés y francés.

No paraba de hablar tratando de convencerme, yo casi lo estaba y le prestaba más atención a los cambios de velocidad, aceleraciones y frenado del auto. Nos desplazábamos en un Nissan del 93 comprado hacia apenas unos dos meses, tampoco comprendí las razones por las que lo eligiera de cambio mecánico, tuvo que ser por su exceso de adrenalina.

-¡Es un negocio redondo, Don Esteban! Deja que el hombre te explique con lujos de detalles, te estoy hablando de un millonario. Me repitió en dos o tres oportunidades durante la trayectoria.

-Ya veremos, no sé si me adapte fácilmente a vivir del dolor de nuestra gente. Le repetí también y se escuchó falso, estábamos hablando de dinero fácil y yo lo necesitaba con urgencia. Recuerdo que estaba trabajando en una fábrica de pastillas de frenos que era todo un infierno contaminante, estaba en contacto directo con asbestos.

-Debes situarte en tiempo y espacio, olvidar un poco esa carga de patriotismo que llevas contigo y solo servirá de obstáculo si deseas avanzar en este país.

-Yo lo sé, no creo que sea imposible convencerme a mí mismo.

¿La Patria? Yo nunca había trabajado para ella, lo había hecho muy duro para formar una familia, darles un techo y alimentarlos. ¡Mira, ahora! Cuando decidí abandonar ese infierno en el que nací, la puta Patria se apropió de todo lo que era mío, lo que había sudado. Resulta que mi apartamento no era mío, aunque había terminado de pagarlo, peor aún, los muebles que compré en el extranjero tampoco fueron propiedad de mi propiedad o de la de mi esposa o hijos. Acá me enteré de que le pertenecían a la Patria y ellos tuvieron que comenzar a pagarlos desde cero. La Patria, tan devoradora, se había quedado con la ropa dejada en el barco y tampoco le pagó mis vacaciones acumuladas a mi esposa. ¿El Pueblo? Tampoco me importaba, no creí ni creo en él y razones sobran. Pensaba mientras hacia un juicio de conciencia del que estaba seguro saldría absuelto, ella me observaba en silencio.

-Don Esteban, si usted no acepta ese trabajo lo hará otro y va a perder una gran oportunidad. Ya estamos llegando, piense bien la respuesta que le dará a ese hombre. Yo la escuchaba y lo había pensado muy bien.

Llegamos a un complejo de oficinas y todo indicaba que la secretaria de la recepción conocía muy bien a María. Nos llevó inmediatamente hasta una pequeña y modesta oficina que, dudé perteneciera a un millonario. Detrás del buro colgaba una foto del Papa Juan Pablo II junto a un hombre alto, algo grueso, rubio y pecoso. Insistí buscarlo en los archivos de mi memoria y no lo recordé, han sido muchos los famosos fotografiados junto a su santidad. Continué realizando una exploración visual dentro de aquel pequeño local mientras guardamos silencio.

-¡Buenos días! Nos saludó mientras con una mano sobre el hombro derecho de María, la premiaba con dos besos, uno en cada cachete como se usa por acá y en Europa, realmente era bien alto y fuerte.

-¡Hello, mister Lucien, Good morning! Le regaló de paso una de sus bien estudiadas sonrisas y giro su cuerpo en mi dirección. -¡Le presento a Don Esteban! El hombre me extendió su manaza y nos invitó a sentar nuevamente. Por un intercomunicador le solicitó a su secretaria tres cafés.

-Como le había manifestado en días pasados, Don Esteban lleva poco tiempo por acá y se encuentra bastante actualizado sobre la vida y funcionamiento del sistema en Cuba. Es la persona más indicada para trabajar con usted de acuerdo con sus exigencias. No se demoró mucho en hacer esta presentación, ella demostraba tener mucho más interés que el hombre en poner a funcionar aquella maquinaria de billetes.

-Espero que, si le explicaste bien del objetivo de esta empresa, ya Esteban haya aceptado y podemos pasar a las fases siguientes. Le respondió mientras fuimos interrumpidos por la secretaria con el café americano ordenado.

-Realmente tengo una idea aproximada, pero quisiera escuchar de usted con lujos de detalles el propósito de la misma. Hasta donde ella me ha explicado, debo manifestarle que me resulta atractiva.

-Voy a exponerte con brevedad de que se trata, es que tengo una cita con otra persona dentro de pocos minutos. En caso de que abrigues dudas, podemos encontrarnos cuando ustedes lo deseen.

-¡Yo estoy de acuerdo! Intervino ella.

-¡Claro! En caso de dudas regresaríamos sin falta.

-Esteban, quiero comenzar un negocio que puede resultar millonario si tenemos éxito. Los cubanos que viven en USA están pagando mucho dinero para poder viajar a la isla, no solo eso, tienen que hacerlo por mediación de la Cruz Roja Internacional y a través de terceros países como México y Canadá. Nosotros podemos reducir esos costos, los traemos a Canadá y desde aquí los embarcamos hacia la isla.

-¿Tiene ideas de cuánto dinero ellos están pagando por ese viaje? Le interrumpí para comprobar si tenía dominios del tema a tratar.

-Me han informado que entre los $5000 y $6000 dólares, ¿crees que sea cierto?

-No lo han engañado, ese es el precio aproximado del pasaje y trámites solamente. ¿Hasta dónde piensa reducirlo?

-He realizado algunos cálculos y creo que pidiendo unos $3000 dólares, una cifra atractiva comparada con las actuales, los ayudará mucho y nos reportará ganancias. Estoy convencido de que, si todo sale bien, las demandas por nuestros servicios crecerán rápidamente.

-No lo dudo, hay gente que lleva decenas de años sin visitar a sus familiares. ¿Cuál sería nuestras ganancias y participación en ese negocio?

-Por lo pronto y para que tengas una idea aproximada, porque debo cortar este encuentro de hoy por las razones mencionadas, ustedes ganaran $200 dólares por cada viajero que arribe a Montreal. En el caso de que esos clientes sean captados directamente por ustedes, pues en ese caso, se ganarían unos $500 dólares. ¿Qué les parece?

-Muy tentadora la oferta y le confirmo mi participación en el negocio. Creo que quedan pendientes varios puntos para el próximo encuentro, trataré de traerlos escritos.

-No hace falta reafirmarle mi disposición. Dijo ella y quedó concluido de esa manera este primer contacto. Nos despedimos con un apretón de manos y partimos.

-¿Qué te pareció? Fue su esperada pregunta mientras emprendíamos el regreso.

-Esta muy bueno ese negocio, me interesa. ¿Sabes una cosa?

-¿Qué cosa?

-Si pones en conocimiento de Rafael esta movida, puedes estar convencida de que el negocio se va a perder.

-¿Por qué dice eso, Don Esteban? Rafael parece muy buena persona.

-María, te repito, si lo conversas solamente con él, puedes estar segura de que vas a joder el negocio. Tú no eres cubana y no sabes de la pata que cojea nuestra gente. Me estaba refiriendo a Rafael Goicoechea, quien en esos tiempos compartía apartamento conmigo. Ya le había tendido varias trampas y estaba convencido de que trabajaba para la Inteligencia Cubana, pero tampoco podía decírselo con claridad a esta mujer. Ya había conocido a varios paisanos suyos y la traición formaba una parte importante de sus vidas.

-Si tú lo dices. Trató de sellar aquella conversación con esas pocas palabras y no me brindó seguridad alguna sobre su discreción. -Trata de anotar todas las dudas que tengas para plantearlas en la próxima reunión.

-No hay problemas, yo creo que debes solicitarle un rendez-vous para el próximo miércoles al mediodía. Finalizando el tema de aquel negocio y casi llegando a mi apartamento, comenzó a machucarme la mente una sola pregunta; ¿Cuál era el rol de esta mujer en ese negocio? No era cubana, no tenía vínculos con su comunidad en Miami, New Jersey, California, etc. ¿Cuál era su trabajo?

Esta vez no se vistió con minifaldas y me privó del placer de vacilarle las hermosas piernas. Mientras conducía su auto con esa mezcla de gracia y agresividad, yo le iba leyendo el cuestionario de preguntas que tenía lista para dispararle al millonario. Nos pasaron sin demoras a la conocida oficina, ya el hombre nos estaba esperando y el café estuvo listo en pocos minutos.

-Muy bien, supongamos que comiencen a aparecer clientes muy pronto. ¿Cómo logrará la autorización del gobierno para que puedan entrar a Cuba?

-Esa debe ser la labor más compleja de este trabajo y en eso me ayudará mucho las cualidades cautivadoras de María.

-¡Disculpe que lo interrumpa! Nunca debe manifestar que tiene contactos conmigo, yo soy una persona bien conocida por ellos en Montreal y supongo que en Cuba también. Esas cualidades de María son innegables, pero deben estar preparados para algo de mayor calibre. No olviden que tendrán contacto directo con los servicios de inteligencia cubanos y en eso ellos son muy buenos. En ese mundo no hay nada imposible, ellos son corruptos y sobornables, pero deben marchar a una velocidad prudente. Cuba está participando en el negocio del tráfico humano desde hace varios años, los más conocidos son los que mantiene con México y Panamá. No cabe la menor duda de que si un cubano sale de la isla por cualquier país, esto se debe al consentimiento y autorización del régimen. Este es un punto de partida válido para cualquier negociación con los individuos del Consulado Cubano. Yo le recomendaría que cualquier exploración en este campo, la inicie por su cabeza y evite negociar con testaferros.

-Yo conozco al Cónsul y ellos me conocen muy bien. Ya he traído a grupos de atletas de la isla a participar en encuentros con canadienses sin muchas dificultades.

-Esa es una buena ventaja, yo creo que debe ser el punto de partida. Invitarlo a recepciones, cenas, etc. y siempre llevar con usted a María como carnada, eso no falla. Eso sí, debe existir una constancia por escrito de la marcha de las negociaciones. No quiere esto decir que se les exija un contrato por el contrabando de personas, pero muy bien pueden intercambiar faxes en apariencias de contenido inocente y poco comprometedor. Ya saben que esos faxes conservan la dirección de su origen y es una prueba de que el negocio existió ante cualquier eventualidad. El hombre iba anotando cada idea que aportaba y de las que tal vez no había pensado.

-Esta parte de ese intercambio de comunicación lo voy a delegar en María, ella es buena para estos negocios. Ella sonrió y nunca pude comprender las razones en las que el rubio fundamentara lo manifestado.

-Muy bien, ¿cuál es nuestro papel una vez que el negocio comience a marchar?

-Cuando esto comience a funcionar como tengo pensado, les habilitaré una oficina en este complejo y van a trabajar como secretarios míos. En tu caso específico serás mi consejero particular.

-Van llegando los viajeros a Montreal, ¿qué hacemos con ellos?

-Yo pondré a tu disposición un miniván para recogerlos en el aeropuerto y conducirlos hasta un Motel previamente reservado para esos fines. Por esas razones necesito tenerte cerca.

-¿Cómo presentará ese negocio y que no levante sospechas ante las autoridades de la isla?

-La gente viajará como pertenecientes a una ONG, ya buscaré el nombre que le pondremos y si es necesario mandar a fabricar pullovers y gorras con un logo alegórico a la organización, lo haré.

-¿Y una vez en Cuba? Se supone que, si van de visita por una ONG, deban tener hospedaje en algún hotel, aunque no lo usen.

-Eso no es un gran problema, ya has visto las promociones para viajes turísticos a la isla. Si por unos $300 dólares les ofrecen una semana que incluye vuelo, hospedaje y desayuno incluido, nosotros podemos lograr algo parecido cuando vean un mercado que fluye con seguridad. Yo puedo negociar con la Villa Panamericana, está muy cerca de La Habana y no es caro, allí me he hospedado varias veces.

-¿Sabe una cosa?, creo que debe comenzar a solicitar la autorización de entrada de los marielitos.

-¿Por qué me sugieres eso?

-Porque pertenecen al último gran éxodo de cubanos, serán más de 120 000 personas que desde el 80 no visitan a su familia y es un mercado asegurado.

-Tienes razón, no es mala idea, voy a explorar en esa dirección. ¿Alguna otra pregunta?

-¡Por el momento, no! En la medida que vayan apareciendo las anotaré y se las traeré.

-Yo creo que ya es oportuno comenzar a hacer promoción de estos viajes entre los amigos y familiares. Dijo a modo de conclusión.

-Comenzamos a trabajar en esa dirección, no se preocupe. María no aportó nada, yo creo que estaba aprendiendo, ella tenía menos conocimientos que el canadiense, su principal labor seria explotar su belleza y poder para cautivar, pensé.

-¡Vuelvo a repetirte! Si le dices algo a Rafael, olvídate de este negocio, todo se ira a la mierda. Le dije una vez que arrancamos de regreso.

-¡Tranquilo, Don Esteban! No le diré nada.

Mientras el tiempo transcurría más lento de lo deseado, se avanzaba, se ganaba mucho terreno. La gente del consulado había mordido “en apariencias” y no se demoró el intercambio de faxes cada vez más comprometedores y donde se mencionaban cifras a cobrar en este lucrativo negocio del dolor. En varias oportunidades se los pedí a María para sacarles fotocopias y no lo aceptó, nunca comprendí esa actitud suya, tampoco me preocupé por eso.

-Les tengo una nueva idea que podemos agregar a este negocio. Fue la introducción del millonario a este nuevo encuentro y se detuvo, pausa siempre oportuna para dar tiempo al surgimiento de cualquier pregunta.

-Pues somos todo oídos. Le respondí invitándolo a continuar.

-Yo creo que una vez establecido el trafico de viajeros hacia la isla, podemos agregar la posibilidad de sacar gente de Cuba. Sería un trámite algo mas lento, pero indudablemente más lucrativo.

-¿De cuánto estamos hablando?

-Nunca menos de los $6000 dólares, la cifra que andan pagando por acá es de unos $10 000 por un matrimonio netamente comercial y sus trámites son muy lentos. No había espacio a las dudas, aquel hombre estaba bien informado del terreno que pisaba.

-¿Cuáles serían nuestras ganancias?

-En este caso se embolsarían $1000 dólares por cada cliente que consigan y un precio especial en caso que se tratara de familiares tuyos.

-Es bien atractiva la propuesta, ya tengo a mano un primer cliente.

-¿Tan rápido? Dijo ella para dar señales de estar viva, aunque hasta este punto no dejaba de ser un pez en tarima, tenia los ojos abiertos y no veía.

-Es que casualmente ayer me llamó desde California la madre de un amigo preguntando sobre esto mismo, esta desesperada por sacar a su hijo de la isla.

-No dudo que te aparezcan muchos mas con la cantidad de gente que conoces en Miami.

-¡Ojalá sea así! ¿Cuáles serian los gastos iniciales? Pregunté mientras giraba el rostro hacia el millonario.

-Yo creo que se deben solicitar unos $500 dólares de entrada por concepto de trámites y debe aclararse que, si el gobierno cubano niega la salida del país a cualquier cliente, no habrá devolución del dinero.

-Me parece correcto, además de los trámites formales, siempre debe tenerse dispuesta una parte de ese dinerito para los sobornos, que en estos tiempos no son tan elevados por el estado calamitoso de la economía.

-¡Hay algo más! Como han podido comprobar por el intercambio de faxes con el consulado, las negociaciones están a punto de cerrarse y debo viajar a La Habana la semana próxima para encontrarme allá con el Cónsul y dirigentes del gobierno. ¿Qué me aconsejas, Esteban?

-¡Va bien rápido el negocio! ¿Qué le aconsejaría? ¡Tome nota de todo lo que le voy a ir diciendo! Lo primero de todo lo que continuará, nunca acepte negociar con intermediarios, hágalo solamente con las personas que le recomiende el Cónsul. No hable absolutamente con nadie en su habitación sobre este tema u otro de menor importancia. Usted estará siendo filmado y grabado durante su permanencia en la isla. Ni se le ocurra llevar a una jinetera que sospeche sea menor de edad al hotel, será victima de un terrible chantaje del que no podrá escapar. No confíe en ninguno de los camareros o las mujeres que le hagan la habitación, todos son informantes de la seguridad del estado. No hable nada de interés político dentro del auto que alquile, tendrá micrófonos que lo grabarán desde que arranque y se monte en el vehículo… Hice una breve pausa para beber agua, oportunidad aprovechada por el millonario para lanzarme una pregunta. María continuaba como el pescado en tarima.

-¿Hay alguna forma de distinguir a un agente de la seguridad del ciudadano común?

-¡Por supuesto! Pululan en todos los hoteles y los puedes encontrar también en sus bares. Visten generalmente de jeans, guayaberas portando en sus bolsillos bolígrafos o tabacos, zapatos de producción extranjera. Usan espejuelos para el sol y portan un walky-talky que los hace sentirse importantes. Cuando veas a uno de esos personajes en un bar con el mismo trago durante horas, no dudes que está trabajando. Los de mayor jerarquía se mueven en autos Ladas con cristales ahumados, bien relucientes y llantas mas anchas que los observados en las calles habaneras. Puede tratarse también de mujeres, casi todas muy bellas y jóvenes, buena carnada en la que caen fácilmente los extranjeros.

-¡Muy buena toda esa información! Bueno, quiero informarles que viajaré a La Habana dentro de tres semanas y que María debe estar dispuesta para hacer ese viaje conmigo. ¿Tienes el pasaporte en regla?

-¡Si, lo tengo vigente! Solo debo cuadrar una licencia médica para justificar la ausencia en el trabajo. ¿Qué tiempo estaremos por la isla?

-Solo una semana, no hace falta mas tiempo para cerrar este negocio. Si no queda nada pendiente debo retirarme, tengo un compromiso de trabajo por cumplir. Nos retiramos con el acostumbrado apretón de manos y con la esperanza de comenzar muy pronto a ganar dinero fácil.

-¿Qué te parece la marcha del negocio? Me preguntó cuando emprendíamos el viaje de regreso.

-¡Quiera Dios que no se joda! Todo parece indicar que pronto nos entrará buena plata, tenías razón, si yo no lo hubiera aceptado, es tan tentador que cualquier loco lo agarraría.

-¡Te lo dije! Yo tengo buena vista para los negocios. Contestó ella y pronto acudieron a mi mente algunas preguntas que debía haberle hecho a inicios de involucrarme en esta aventura. ¿Cómo conoció a este millonario que le confió un negocio tan delicado como el que iniciaba? Luego desechaba la respuesta, ya la maquinaria estaba engrasada y poco me importaba si se lo había templado. -Necesito enviar una maleta con algunas cosas para mi familia y un poco de dinero. ¿podrás llevármelo?

-¡Puchica, Don Esteban! No tenías necesidad de preguntarlo.

-¡Ven acá, asere! ¿Cómo es ese tumbe donde involucraste a mi vieja para sacar a Luisito? ¡Fíjate, devuélvele la plata o te meto en candela! Fue una inesperada llamada sin justificación alguna.

-¡Mijo, yo quisiera que disculparas a mi hijo por las cosas que te dijo, él es muy impulsivo! Fue otra llamada recibida solo unos minutos más tarde.

-Mi vieja, yo lo lamento mucho por Luis y por usted. Si usted se fija en su estado de cuentas bancaria, ese cheque no lo he depositado esperando tener mas confianza en este negocio por arrancar. O sea, comprobará que no se lo han descontado. Mañana a primera hora se lo envío de regreso y dentro de unos minutos voy a llamar a Luis, yo no me ensucio las manos por tan poca cosa.

-Luisito, esta es la última llamada que te hago. Tu hermano se puso a comer pinga pensando que yo le había tumbado $500 dólares a tu mama. Mi hermano, yo no tengo necesidad de cagarme por tan poca cosa. Te deseo mucha suerte y ojalá puedas resolver la salida de Cuba de alguna manera.

-¿Qué esperamos? Le pregunté después de haber colocado mi maleta en el maletero de su auto.

-Estoy esperando por Rafael, pobrecito, se lo tuve que decir para que se buscara unos pesitos. Además, con la gente que él conoce por Miami aumentará rápido nuestra clientela.

-¡María, acabas de joder el negocio! ¡Te lo advertí bien claro, cojones! Tú no conoces ni pinga del terreno en el que te estas moviendo, ahí te dejo la maleta, no tengo por que acompañarte.

Varias horas mas tarde me llamó desde el aeropuerto para decirme que no pudo embarcar la maleta por exceso de equipaje. No me llamó para preguntarme si deseaba que pagara por las libras de la maleta y me sorprendió cuando me dijo que debía ir a buscarla a la oficina del millonario. Es muy probable que aquella maleta nunca haya salido de aquella oficina.

-¡Don Esteban, ni se imagina! Nadie fue a contactarnos en la semana que permanecimos en el hotel, creo que se jodió el negocio.

-¡Yo no creo, estoy convencido! El negocio no se jodió, lo jodiste tú al abrirte de patas con este individuo después de habértelo advertido en varias oportunidades.

-De verdad que siento una pen…..

-¡Mira, mejor vete a tomar por culo!

Solo unas pocas semanas mas tarde, el gobierno cubano abrió simultáneamente varias agencias de viajes en Miami. Digo “el gobierno cubano” porque todos los que viven en esa ciudad lo saben y callan, solo ellos tienen la autorización para realizar esos trámites con la oficina de intereses en Washington. Curiosamente, otro tiempo después, el gobierno cubano autorizó la entrada al país de los “marielitos”.


Es muy probable que esa haya sido la única acción de importancia realizada por Rafael Goicoechea en Montreal, solo que, de ser así, lo logró por la indiscreción y estupidez de esa mujer. Rafael no era un agente de interés, ni preparación técnica para realizar un trabajo de esa envergadura. Dudo que el Cónsul cubano le diera participación a un chivato de poca monta, como era él, en una operación de inteligencia.

Como quiera que haya sido, quedó demostrado que el gobierno cubano sí se involucra en negocios turbios como el del tráfico humano.

La Patria no aceptó mi desquite, no pude lucrar con su dolor. Tampoco volví a encontrarme con aquel milloneta bendecido por el Papa Juan Pablo II.



Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá
2020-05-25


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