UNA
CARTA PENDIENTE DE ENVÍO
Voy acercándome cada día
al final de esta larga y agotadora carrera que es la vida, mientras lo hago,
regreso sobre mis pasos y en un acto soberanamente masoquista, me detengo en
esos momentos amargos que una vez pretendieron mi renuncia infructuosamente. Es
aquí donde apareces tú y el recuerdo de haber enviado una carta a la isla,
donde intentaba darte a conocer entre los descendientes de esa familia que una
vez fue mía, iba dirigida a los sobrinos. Todo parece indicar que nunca llegó a
su destino, razón que me obliga a redactar esta antes de consumir el tiempo que
me resta.
Por simple curiosidad
viajo por Facebook hasta una página creada a tu nombre y la foto que muestras
no me confunde, no cabe la menor duda que eres tú. No has cambiado mucho, no me
refiero al aspecto físico, me enfoco en el mental, si es que alguna vez tuviste
mente, creo que no, sigues siendo el mismo estúpido. ¡Cuenta porquería
publicada! No hay nada que sea fruto de tus neuronas excluyendo dos obituarios,
felicitaciones por cumpleaños, solo consignas huecas, tan vacías como tu
cerebro. Muy patrióticas para ti, agriamente revolucionarias, rancias y fuera de tiempo, pura basura. No se puede negar que continúas siendo el mismo
miserable de siempre.
No he sabido como
encabezar la presente para darle forma de carta como normalmente se hace. No
eres “querido amigo o pariente”, tampoco “estimado” o “distinguido”. Nada se me
ocurre, ni un “a quien pueda interesar”, porque tal vez no le importe a nadie, quizás
me equivoque y les interese a muchos. Creo sea buen material para estudiar los
niveles de miseria humana a los que descendimos por tipos como tú, eso.
Mientras elaboraba
mentalmente estas líneas, acudía a mi mente aquel cuento de Álvarez Guedes del
que solo extraigo este fragmento por ajustarse al momento: “Mamá te perdona,
Papá también te perdona, hasta yo te perdono, pero por favor, dinos donde te
cagaste”. ¿Lo recuerdas? Te recomiendo trates de hacer memoria, porque yo voy a
recordarte donde te cagaste tantas veces.
¿Recuerdas donde nos
conocimos? No fue en casa de María Antonia como te gustaría leer, fue cuando
estuviste becado cerca del Acuario Nacional. Yo fui a verte con tu hermana, mi
novia en aquel momento. Ya para esa fecha donde eras un muchacho mantenido, yo había
pasado el Servicio Militar Obligatorio y me ganaba los frijoles trabajando muy
duro en la marina mercante como un simple timonel. No me queda claro cuando o
las razones por las que abandonaste la beca, no lo recuerdo.
¿Qué hiciste después de
abandonar la beca? No sé si continuaste estudiando, pero me viene a la mente esa
época tuya de “bailador de quinces”. ¿Te acuerdas? Debes recordarlo porque muchas
veces te presté ropita para que asistieras a esas fiestas, te hablo de aquellos
tiempos de los Kiko Plásticos. Bueno, continuabas siendo un mantenido muy
feliz, ¿y yo?, seguía ganándome los frijoles en la marina y guardando plata
honradamente para casarme con tu hermana.
Un día te llevaron para
el Servicio Militar Obligatorio y vaya suerte, caíste en el Comité Militar que
se encontraba en la calle Santa Catalina. Ibas a dormir diariamente a la casa
con la barriguita llena y me vienen a la mente todas aquellas peleas con tu mamá
cuando no te planchaba bien el uniforme. ¿Lo recuerdas? ¡Claro que debes
recordarlo! No espero que los demás lo hagan, ya se sabe la mala memoria que
tenemos algunos cubanos. Eres tan dichoso, porque no se puede negar esa gran
suerte que siempre te ha acompañado, que un día te seleccionan a pasar un curso
de computación en el INAV para después trabajar en el MINFAR. Una vez en la Meca
militar reenganchas y comienzas a recibir un salario. Dinero del que no
aportabas un centavo en la casa hasta un día, el día que me di cuentas de que
yo me quedaba sin plata para poder montarme en una guagua. Fue después de mi reclamación
que se te impuso una cuota y se te acabó ese periodo de chulo.
Por desgracia tuve que
vivir en la casa donde nacieron todos ustedes, digo por desgracia porque
trabajo tenía para aspirar a tener un hogar por muy modesto que fuera donde
albergar a mi naciente familia. Luego llegaste tú con tu novia y la vieja
siempre buscaba un rinconcito donde dar cobija a cada uno de sus hijos y luego
nietos. Esa vieja era una santa y la quise muchísimo, siempre le agradeceré ese
gesto suyo. De esa manera llegamos a sumar 21 personas, vivíamos en condiciones
infrahumanas, cola para cocinar, lavar, bañarse, cagar, comer en la mesa y
hasta para poder dormir. En esas condiciones decidí superarme y estudié como
nadie. Me levantaba a las cuatro de la mañana y partía para la escuela con un
traguito de café en el estómago. Logré finalizar de primer expediente gracias
al enorme sacrificio realizado.
Tuvo que ser en el
MINFAR donde te lavaron el cerebro hasta convertirte en el individuo fanático,
extremista y ciego que eres. ¡Claro, siempre acompañado de muy buena suerte!
Llegabas a la casa con tu estómago llenito y poco te importaba lo que se recibía
por la libreta de racionamiento. Todavía me acuerdo de aquella gran bronca con
la infeliz de tu mujer por comprarle malangas al viejo Alipio, yo no pude
contenerme e intervine en ella. ¿No lo recuerdas? Se te olvidó que le
prohibiste comprarle alimento para tus niñas porque Alipio era gusano. Como también
se te pudo olvidar que Alipio nos llevaba a cualquier hora de la madrugada al
hospital infantil con nuestros hijos. ¡Que memoria de mierda tienes! ¡Que bueno
y servicial era ese gusano odiado por ti!
¡Que afortunado fuiste
durante toda tu parásita vida! Te dieron un apartamento totalmente amueblado en
Plaza. Eso si es suerte en aquel desgraciado país, nunca cargaste un cubito de
arena para construir ese edificio, es que no sabías donde se encontraba. Mientras
tanto, este que escribe estas líneas se partía el alma levantándose a las
cuatro y media de la mañana para ir a trabajar en las Microbrigadas de Alamar.
Trabajaba 10 horas diarias de lunes a sábado y el domingo era “trabajo
voluntario”. ¡Oh! Solo me pagaban 44 horas semanales. Bueno, tu no sabes lo que
es trabajar, y encima, debía soportar tus alardes cuando ibas a comer a la Casa
Central de las FAR o comprabas cuatro mierdas en la tienda para ustedes
destinada. ¿Te acuerdas?
Antes de mudarte déjame refrescarte
la memoria sobre algo que mamá te perdono y hasta tus hermanos también te
perdonaron, yo no tengo esa capacidad para perdonar. ¿Te acuerdas cuando fueron
a buscar de madrugada a tu hermano para sacarlo por el Mariel? Una sola voz se
escuchó gritar en toda la cuadra y fue la tuya, no fue una nota de dolor. ¡Que
se vaya la escoria! Gritaste y tuvo que haber asombrado hasta al chofer de
aquella guagüita. ¡Haz memoria! A los homosexuales y delincuentes no se les hacía
acto de repudio, los buscaban de madrugada. Pasaron muchos años y aquel hermano
me manifestó una vez que eso no había sucedido, yo sé que te perdonó.
Lo odiabas tanto por su condición
de homosexual y no compartir tus rancias ideas revolucionarias, que cuando ese
gusano mandaba cosas para tus hijitas debían decirte que yo las había comprado
en el extranjero. ¿No lo recuerdas? Tu mamá y todos tus hermanos lo sabían,
ellos te han perdonado, yo no estoy capacitado para hacerlo.
-Casañas, necesito
hablar contigo. Me dijo una mañana el negro Arística en el edificio donde me
encontraba poniendo lozas de piso. Hacia varios años que no lo veía y me alegró,
viejo compañero de nuestra entrada a la marina mercante. Nos dimos un fuerte y
sincero apretón de manos.
-¡Dispara aquí mismo! Le
dije mientras lo saludaba.
-Prefiero hacerlo en
privado, vámonos fuera del edificio. Me sentí sorprendido por aquella
inesperada proposición suya y supuse que algo malo sucedía. Lo seguí mientras
bajaba y sus pasos se detuvieron en el costado del edificio que quedaba frente
al vivero de Alamar.
-¡Lee esto! Me extendió un
papel sin cruzar explicación alguna y una vez en mis manos no daba crédito a lo
allí escrito.
…El ciudadano Esteban
Casañas Lostal es un gusano que no colabora con las organizaciones
revolucionarias, no participa en las reuniones del CDR, no hace guardias y no
se oculta para manifestarse en contra de la revolución… Firmado Gloria,
secretaria de vigilancia del CDR y mi cuñado.
Un frío temblor recorrió
todo mi cuerpo, sabía perfectamente las consecuencias que podía traer una acusación
de esa índole. No solo corría el riesgo de perder el apartamento por el que tan
duro había trabajado después de construir tres edificios, estaba en juego mi
trabajo, profesión a la que había dedicado varios años de mi vida.
-¡Arística, no sé ni que
decirte! ¿Como obtuviste estas declaraciones? Tienes el futuro de mi familia y
el mío en tus manos.
-Me mandaron a hacerte
unas verificaciones por el partido y eso fue lo que obtuve. Estás en graves
problemas viviendo con un pariente así en la misma casa.
-Asere, lo que queda por
terminar el edificio es muy poco. Si le das curso a ese papel ya sabes lo que
me puede suceder. ¿Qué piensas hacer? Aquella pregunta se escuchó casi como una
súplica.
-¡Rómpelo! Pero fíjate bien
en lo que voy a decirte, yo sé que por tu mente corre en estos momentos la idea
de despingarlo por hijo de puta y te doy la razón. Si haces eso o cualquier tontería
en contra de ese tipo, no solo te botarán a ti de la marina, puedes estar
convencido de que yo te acompañaré
también en esa expulsión. Esto debe quedar entre nosotros y yo escribiré un
informe falso para que escapes. Mientras lo escuchaba fui rompiendo aquella
hoja en pedazos muy pequeños y luego me agaché para darle fuego. No sabía como
agradecerle a ese negro lo que acababa de hacer por mí, es que no sé si aun se
encuentre vivo, fue una de las pocas personas que tuvo mi destino en sus manos.
Nunca he podido
comprender la ceguera de este individuo, al cometer aquella delación contra mi
persona, no le pasó por la mente que no solo me condenaba a mí por mi ideología.
Fue tan frío y degenerado, que nunca pensó que perjudicaba de paso a su hermana
y sobrinos a continuar viviendo en las condiciones descritas. Puede darle las
gracias a ese negro y a su mamá por haber continuado tratándolo como si nada
hubiera sucedido.
-Voy a tratar de que me
manden en una misión para Angola. Me dijo un día en una de aquellas visitas que
le hice.
-¿Qué necesidad tienes tú
para ir a Angola?
-Para ver si de esa
manera me asignan un Fiat polaco.
-Yo no te lo recomiendo,
puede que te ganes ese auto de mierda o que te pongas un traje de palo y tu
familia no pueda velarte, tal y como les sucede a miles de cubanos. No sé si lo
convencí o simplemente no le dieron la oportunidad de ir.
Lo seguí tratando igual,
como si nada hubiera sucedido, es que realmente no soy una persona rencorosa o
pudo ser empujado por el cariño que le profesé a su madre. Hasta un día lo
toleré, ese día yo me encontraba en Canadá. Habían llegado mi esposa y mi hija
a este país, se encontraban estudiando francés cuando una mañana partieron a la
escuela y yo no trabajé. Sobre su cama, mi hija olvidó una carta que le había escrito
este tipo y la leí. No conforme con todo lo que me había hecho años atrás y les
he contado, aquellas líneas insistían en culparme por el paso que había dado y
condenado de alguna manera que hayan abandonado el país. No pude contenerme y
me senté a escribir una carta para que la compartieran entre todos sus
sobrinos. Es muy probable que aquella misiva nunca cumpliera su objetivo y me
obligara hoy a estas líneas un poco más amplia.
“Mamá te perdona, Papá también
te perdona, hasta tus hermanos y sobrinos te perdonan, agrego hoy. Si así lo
deseas interpretar, no he mencionado tu nombre y puedes considerarlo de alguna
manera como un perdón, pero yo no te perdono. Nunca lo haré porque revisando tu
página de Facebook, encuentro que eres la misma mierda de aquellos años. Una porquería
con suerte que nunca aportó nada útil a esa sociedad, porque tu vida ha sido
parásita y aun así, continúas defendiendo ciegamente a ese régimen degenerado
que ha obligado a varios de tus hermanos a abandonar el país.
Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canada
2020-12-08
xxxxxxx