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jueves, 8 de febrero de 2024

MEMORIAS DE UN SOLDADO CUBANO

 


MEMORIAS DE UN SOLDADO CUBANO




 

… Hoy siento yo bastante vergüenza por no haber hecho estas reflexiones mucho antes, pero, aunque no sea una excusa, bien me acuerdo de lo difícil que fue eso para mí. Admito mi grado de culpabilidad, y a estas alturas considero que, por mas que me condene, nunca será suficiente. No es que trate de buscarme excusas, pero mi fe en Fidel era tan ciega que, aun después de mi toma de conciencia, en sueños seguía creyendo en él. Fue muy duro para mí admitir que, después de que Fidel nos hiciera creer en cosas tan hermosas como lo justo de haber hecho la Revolución, el propio Fidel cayera en actos tan despreciables.

Lo que sí verdaderamente me duele es haber sido parte del atropello al que se ha sometido al pueblo cubano, y por eso hoy me siento totalmente arrepentido de haber seguido a un hombre de las ideas de Fidel…

 

Dariel Alarcón Ramírez.

(Benigno)

 

He preferido comenzar la presentación de este libro con estas interesantes notas dejadas por su autor, “Benigno”, excombatiente de la guerrilla del Che en Bolivia y uno de los poquísimos sobrevivientes. No cabe la menor duda de que el contenido se trata de un “Mea Culpa” donde, además de expresar su arrepentimiento, expone toda una relación de acontecimientos que forman parte de la desdichada historia de Cuba. Eventos unas veces conocidos por el pueblo y otros sospechados cuando no eran de dominio público.

 

Después de sacar a la luz esa parte oscura del corazón parido por una era, tiempo de traiciones, ejecuciones, despilfarros, exportación de ideas suicidas, ruinas, odios, miserias humanas, represiones, fanatismos abrazados a lealtades, destrucción moral de todo un pueblo. Aun al amparo de todas esas fatalidades hoy históricas, no existe un solo párrafo donde se mencione el carácter asesino y embajador del odio que fue Ernesto Guevara de la Serna (Alias el Che) por parte de este fiel admirador y seguidor. Le rinde honores a lo largo de este testimonio, y no solo ofrece constantes muestras de pleitesía al argentino, lo hace también con otros individuos cuyas manos no pudieron lavar la sangre por ellos provocadas en diferentes tierras, comenzando por la nuestra.



No pienso extenderme y será mejor que ustedes lleguen solos a sus propias conclusiones. Una vez recomendé un libro titulado: “Manual del perfecto idiota latinoamericano” Un ensayo escrito por Plinio Apuleyo Mendoza, Carlos Alberto Montaner y Álvaro Vargas Llosa, publicado en 1996. Sin embargo, como ha podido comprobarse, los resultados han sido catastróficos. El “idiota” obtuvo un título Honoris Causa que llevó al poder a otros imbéciles que muy bien los representa en este hemisferio y luego cruzó el Océano Atlántico.

 

Algo de mucho valor que nos regala Benigno en estas mordidas a su conciencia lo es, exponer ante la mirada lerda de la bestia que comparte esta parte de la tierra, cómo es que su admirado “Castro”, actúa para destruir a todos los movimientos guerrilleros que intentaron seguir el ejemplo de Cuba. Páginas de interés especial para todos esos cómplices mexicanos, bolivianos, venezolanos, nicas, etc., que, nunca escucharon las voces del pueblo cubano y con su complicidad han ayudado a asfixiarlo. La traición de la que fuera víctima coronel dominicano Francisco Alberto Caamaño Deñó, cuenta a partir de este testimonio con una versión mas acercada a la realidad. Encontrarán,  justo para complacer a unos cuantos millones de contagiados con esas macabras ideas “revolucionarias”, los pasos orientados por su demente guía espiritual o faraón cubano, buscando dar golpes de estados en diferentes países latinoamericanos. Dando origen a las campañas de desestabilización regidas hoy por el Foro de Sao Pablo, comandadas por narco gobernantes.

 

 

Por el camino ya habían quedado varios protagonistas importantes de la “revolución cubana” (con minúscula), Camilo primero y luego su admirado Che Guevara entre tantos, unas veces mencionados y otras no mucho. Mas tarde ese martirologio se vería aumentado con el apetito voraz de un individuo enajenado por su ego. Traiciones que no sentirían compasión por la vida de hombres que se dedicaron, como Benigno, a cumplir órdenes de su amado líder, basta mencionar a Ochoa, De la Guardia, Amado Padrón, José Abrahantes, etc.

 

Benigno destapa muchas páginas ignoradas por el pueblo cubano y entre las mas importantes se destacan, las dedicadas a la corrupción reinante con un descontrol económico total. Como lo fueron las correspondientes al Departamento América del ICAP, dirigida largo tiempo por Manuel Piñeiro Losada, el legendario Comandante Barbarroja (prototipo cubano de lo que fuera Joseph Fouché, el genio tenebroso de Francia) El guerrillero se encarga se encarga de sacar a la luz todo ese teje-maneje de grandes cantidades de dólares que, muchas veces fueran aportadas inclusive por movimientos izquierdistas del continente y, se desviaron en el trayecto hacia cuentas privadas de dirigentes cubanos.

 

Es mucho el contenido de este “Mea Culpa” escrito por un hombre que una vez, quizás tardíamente, descubrió haber sido traicionado. Sin embargo, no oculta su admiración por otros seres a los que considera personas de “honor” que ya no existen y, partieron sin tiempo a lavarse las manos embarradas de sangre o, cuando menos, parte de sus vidas se dedicaron a la complicidad y operación de una maquinaria destructora de hombres, pueblos, países, etc. Se arrepiente de haber participado en una revolución y desea hacer otra revolución, puede resultar un poco incomprendido o es emboscado por su delirio premortal, creyendo tal vez que su revolución mental se mantendría inmune a la corrupción y los crímenes existentes en las historias de esa ideología.

 

…Lo que sí verdaderamente me duele es haber sido parte del atropello al que se ha sometido al pueblo cubano, y por eso hoy me siento totalmente arrepentido de haber seguido a un hombre de las ideas de Fidel…

 

Yo lo comprendo, todo ser humano tiene derecho a equivocarse y luego reconocerlo, tiene derecho al perdón. No creo que le resultaría muy difícil obtenerlo en estos tiempos, el actual Papa Francisco puede darle el pasaporte y visa para entrar al otro cielo, al creado para descanso y festines donde agrupen toda esa gente que admiró en vida. Yo no poseo esos poderes, carezco de esa piedad necesaria para aliviar su dolor. Aún padezco los dolores sentidos por ese pueblo que fuera atropellado con su “revolucionaria” colaboración. Pueblo vejado, explotado, asesinado, humillado, hambreado, privado de su tierra y conducido como ovejas al estado de miseria actual. No quisiera extenderme más, el camino al perdón debe cumplir ciertos trámites migratorios, yo le exigiría responder un complejo cuestionario. El punto Nr.1 que le solicitaría, sería la presentación de un inventario con sus muertos en Cuba, África y Bolivia. Aun así, recomiendo encarecidamente la lectura de estos descargos de conciencia o Mea Culpa de un hombre que dejó de vivir un tiempo.

 

 

 

 

Esteban Casañas Lostal.

Montreal..Canada

2024-02-10

 

 

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martes, 26 de diciembre de 2023

¿PA'QUÉ SIRVEN LOS MUERTOS?

 

¿PA'QUÉ SIRVEN LOS MUERTOS?




El país era grande, diría que inmenso, corría de norte a sur consumiendo muchos paralelos. Se extendía desde el Río Grande a la Patagonia, continuando al Estrecho de Magallanes, donde se unen los dos océanos, más allá solo quedaban los hielos. Era muy hermoso, con muchas razas de diversos colores, tantos como los del arco iris y eran ricos, pero como no lo sabían ser, también eran terriblemente pobres.

 

En un lugar de este maravilloso país había un pueblo muy pequeño y de tan pequeño era, no valía la pena llamarlo pueblo. La gente no sabe cómo llegó hasta allí, ni quién fue el que lo fundó. Lo levantaron como se hacía en la época, nadie sabe en cual, tal y como hicieron en otros lados, muy a la antigua. Primero seleccionaron donde pondrían la plaza, allí se construyó el edificio del Cabildo y la iglesia que no podía faltar. Continuaron con la casa del Gobernador, el Palacio de los Capitanes y un frozen. En el centro de esta plaza sembraron una Ceiba que al pasar los años tenía más de un metro de diámetro y la usaba el historiador del país para darle vueltas a los turistas en un ridículo ritual. Había que verlos, giraban, giraban y giraban aquellos blancos estúpidos con sus caras de comemierdas, mientras las jineteras y pingueros se burlaban de ellos. El Cuartel de la Policía no lo levantaron allí, lo hicieron en uno de los extremos del pueblo. Dicen los más viejos, no me crean a mí por escribir esto, dijo el jefe una vez; “Los negros, si no la hacen a la entrada, lo hacen a la salida”. Otros hacían referencia a esta decisión de distinta manera y sonaba un poco más lejana, decían los güeritos que era por culpa de los indios; “Si no la cagaban a la entrada, lo hacían a la salida”. Bueno, como quiera que haya sido, el cuartel se construyó allí, aunque no se sabía cuál era el principio ni el final de aquel pequeño pueblo, si es que existía.

 

Como todo pueblecito, tenía su pequeña escuela, su taberna, algunos almacenes de víveres que siempre estaban desabastecidos y otras tiendas. La Casa de Socorros quedaba al lado del Cuartel Policial, ambos siempre estaban vacíos, allí nadie se enfermaba ni caía preso, más ocupado se encontraba siempre el cementerio, allí se moría con mucha facilidad.

 

Los domingos se llenaba la taberna, era raro el contraste en sus miserables vidas, la gente no tenía leche para los niños mientras el alcohol nunca faltaba. Creo que esto le convenía a los gobernantes o, mejor dicho, al único que mandaba allí, el dueño de todas las tierras del pueblo. Era propietario de sus personas, de la iglesia con el cura y los animales. Era el único con poderes para decidir cuándo se debía nacer o morir, cuándo, dónde y cómo hacer el amor, hasta putear. Solo él podía disponer del tiempo para descansar y hasta en qué momento ir a cagar a la letrina.

 

Este día las mujeres iban a misa, las que autorizó el patrón desde que el Papa le cambió al Cardenal, y éste le cambió al Obispo, y este le cambiara al Cura por otro que al jefe le gustara. El día que le cayera mal, hasta ese día rezaba la gente, así era el Patrón de dominante y caprichoso, hijoputa le decían bien bajito. Mientras las mujeres asistían al templo, los hombres se marchaban a la taberna. Allí gastaban lo que habían ganado en la semana, eran felices en sus estados de ebriedad. Alucinaban después del primer trago y se transformaban en valientes, hablaban, se quejaban, reían en medio de aquellos esporádicos orgasmos etílicos. Pasada sus borracheras comenzaban a culpar a los demás por todos los problemas que debían enfrentar, desconfiaban, sentían miedo por lo que pudieron haber dicho. Despues colaboraban como mansas ovejas, desfilaban, delataban y perdían la memoria.

 

Unos bebían chicha, ron, pulque, pisco, vino, cerveza, mezcal, aguardiente, había de todo, hasta Mojitos. Lo necesario para vivir en esos estados de elevación que produce el alcohol, así gastaban el día hasta que salían borrachos a golpear a sus patronas en la casa, solo borrachos se acordaban de que eran machos, solo borrachos.

 

El maestrico frecuentaba la taberna cuando tenía problemas, lo habían enviado desde el Cabildo a ese lejano pueblo de mierda y vivía enojado, deprimido, frustrado, siempre se sentaba solo en la barra acompañado por una botella. No miraba a nadie, solo al cantinero de vez en cuando para preguntarle algo, pregunta que siempre se contestaba tomándose su tiempo. Entre aquellas preguntas y respuestas, sus visitas a aquel tugurio se convirtieron en las tertulias favoritas del pueblo. Llegaron a ser tan famosas, que hasta el mismísimo Patrón asistía a ellas con frecuencia, creo que no se perdía una, él era el dueño de todo y tenía que conocer lo que se hablaba también en su feudo.

 

Mientras el maestrico estaba con la cabeza gacha, la gente se reía y disfrutaba de alguna ranchera puesta en la vitrola. Cuando la levantaba todos callaban, sabían que comenzaba el sermón de ese día, esto sucedía normalmente después de la media botella de ron tragada, el momento en el cual todo hombre es valiente, al menos en aquel pueblito lejano.

 

Levantó suavemente la frente y se acabó la música al instante. Tomó su cajetilla de cigarros y prendió uno de aquellos asquerosos Populares con el fuego que le brindó el camarero. Aquel humo apestaba, nadie podía creerlo, el tabaco de ese pueblo había sido motivo de orgullo. Hoy no se sabía a qué mierdas olían esas yerbas, tragó una bocanada que viajó desde sus pulmones a los calcañales, luego al culo y finalmente agotado, logra escapar en forma de esa repulsiva tos que siempre acompaña a los fumadores.

 

-¿Pa'qué sirven los muertos? Preguntó y el silencio fue rotundo, nadie se atrevía a contestar mientras él se tomaba su tiempo, nadie lo interrumpía.

 

-Pa'que llore la viuda...Pa'que lloren los hijos...Pa'que los amigos pasen mala noche... Se tomaba todas las pausas del mundo y ayudaba a bajarlas con un trago de ron. Solo la primera vez le picó la garganta y tosió. A la gente no le gustó mucho el tema seleccionado para el día y se escuchó el ruido que producen al moverse las sillas, intento que fue cortado bruscamente por el maestrico.

 

-Y pa'que el compadre trate de culearse a la comadre antes del entierro mismo... Esto lo dijo en un tono más alto y agresivo la gente volvió a sentarse. Él era el único que se daba el lujo de hacer la pausa que quisiera ante su auditorio, sabía del inmenso terror de aquellos parroquianos por los cuernos. Entró el mismísimo Patrón y tomó asiento en la mesa que siempre le tenían reservada. Nunca andaba solo, lo acompañaban unos veinte de sus secuaces. Otros quedaron afuera con las ametralladoras cargadas y a partir de ese momento nadie podía entrar o salir del bar.

 

-¿Pa'qué sirven los muertos?... ¿Se quedaron, pendejos?... ¿No les gusta que la mujer les ponga los cachos, o los tarros, o los cuernos, o como mierda le llamen? Que bastante confundido me tienen, cabrones... ¿De qué les vale, hombres?... Se supone que ya ustedes estaban muertos y muertos no duelen los cuernos. ¿Qué carajo puede sentir un muerto?... Los muertos sirven pa muchas cosas...Son una mina de dinero, yo diría que son una industria... El muerto sirve pa'que lo entierren y por eso le da trabajo al sepulturero, y al que fabrica la caja, al que corta la madera, al que hace la tela, al que vende las flores, al que fabrica los clavos y vende los martillos, al que administra el cementerio, y al de la funeraria, y al policía, al médico que hace la autopsia... ¿Pa'qué sirven los muertos?... Pa darle trabajo al chofer del carro fúnebre, y al que lo viste, y al que alimenta con petróleo al incinerador, y al buque que transporta el petróleo… Y al que fabrica las cajitas donde guardar las cenizas…

 

Todos escuchaban atentamente al maestrico, hasta el mismísimo Patrón dueño de todo no le quitaba la vista de la nuca. Nunca cambiaba de posición, ya la gente lo conocía y estaba acostumbrado a ello, por eso no decían que era mala educación hablarle a la gente de espalda.

 

-¿Pa'qué sirven los muertos?... Pa muchas cosas... Pa demostrar que el vivo era más rápido o que tenía más güevos... Pa muchas cosas... Todo el mundo gana con los muertos menos él... Tampoco ganan las Compañías de Seguro... Pero pa'que carajo les hablo de esto, ustedes no tienen asegurados ni los güevos que se les puso... El muerto sirve pa mentir, pa tergiversar sus pensamientos... ¿Quién ha visto a un muerto malo?... Si cuando despiden el entierro toditos son buenos, aunque hayan sido unos hijoputas, todos son buenos... A los malos, a los que fusilan de noche, nadie los despide porque los entierran de noche también... ¿Y el que se muere en el monte? Por lo menos sirve de comida pa los sopilotes... No es tan malo entonces... Ellos tienen derecho a la vida y aunque coman carroña tienen más vergüenza que nosotros... Porque la comida de sus sipotes la luchan y no están todo el día diciendo; ¡Mande, Patrón!, ¿Pa que soy bueno, Patrón?... Y si no se lo comen los sopilotes, sirven pa que aprendan los estudiantes de medicina...Y hasta sus huesos sirven pa los brujos... Pa muchas cosas sirven los muertos.................................Hubo una larga pausa.

 

-¿Pa'qué sirven los muertos ?... Pa que haya una cadena de más muertos, pa justificar que nazcan más y más muertos. Al que fabrica pistolas necesita que maten gente, y al que fabrica un cañón...Y el que fabrica un avión… A este le hacen falta cientos y miles de muertos... Sirven pa abonar a la tierra con todos ellos, pa que aumente el odio... Pa que llore un Presidente en una manifestación ante el pueblo y después se vaya a beber champan, riéndose de lo bobo que es el pueblo... Sirven pa que se reúnan muchos presidentes y que los apoye el Papa, que también es otro................... Larga pausa para darse un trago y encender otro cigarrillo.

 

-¿Pa'qué sirven los muertos?...Sirven pa la fábrica de mártires que tienen la izquierda... Y la derecha también... Pero casi siempre los muertos los ponen otros... los que no están en ninguno de estos lados... ni arriba.... ni abajo... ni en el centro... Al final son muertos bien muertos...

 

-¿Pa'qué sirven los muertos?... Sirven pa hacer política y dinero, mucho, pero mucho dinero… Vendiendo libros y si es bonito o fotogénico sirven para vender pulóveres, fotos y hasta discos con la voz del muerto... ¿A dónde carajo va ese dinero?............ Una pausa para tomarse un trago y prender otro cigarro. Ya el Patrón se encontraba molesto con la inusual tertulia del maestrico, la gente lo sabía y guardaba silencio.

 

 -¿Pa'qué sirven los muertos?... El Patrón hizo una señal y uno de sus testaferros le pegó un tiro en la nuca al maestrico. La última pregunta quedó colgada en el aire sin respuesta y todos los parroquianos fueron montados en un camión, incluyendo el cantinero, la taberna fue cerrada indefinidamente.

   

El cadáver del maestrico se encontraba expuesto en el centro de la plaza mayor escoltada por unidades del ejército, el pueblo desfilaba mansamente frente a su féretro. La viuda y los huérfanos se encontraban muy cerca del cadáver del maestrico, estaban elegantemente vestidos, como nunca se mostraron, aquellas ropas eran nuevas. Se podía afirmar que la viuda del maestrico se observaba algo alegre, quizás orgullosa de encontrarse entre gente tan especial. El Patrón le dirigió un discurso al pueblo entre lágrimas, les prometió que no descansaría hasta no hacer justicia por aquel horrendo crimen. “Cuando un pueblo humilde y viril llora, la injusticia tiembla”. Expresó para concluir el funeral y el pueblo aplaudió como idiotas durante media hora, durante una semana, durante un mes, durante un año, durante cuarenta años. Aplauden desde el mismo día en el que el maestrico fuera convertido en mártir y no se cansan de aplaudir.

 

 

              

Esteban Casañas Lostal.

Montreal..Canadá

10-08-1999

 

 

 

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domingo, 10 de septiembre de 2023

¿DÓNDE HAREMOS EL AMOR?

 

¿DÓNDE HAREMOS EL AMOR?




Somos una isla del Caribe bloqueada por una superpotencia, eso nos dicen desde que abrimos los ojos y es el motivo de nuestro primer llanto, es innecesaria aquella nalgadita usada para despertarnos, ya nacemos asustados. Saber que nos han parido en un país bloqueado nos hace gritar con mucha fuerza, la que ustedes no imaginan. Aquella despiadada situación impactó en la vida cotidiana de sus pobladores y fue así como un día, todas las posadas de esa minúscula isla amanecieron rodeadas de barcos, portaviones, tanques de guerras, cañones y una larga barricada integrada por batallones de hombres armados hasta los dientes. Su principal misión era impedir a toda costa que aquellos subdesarrollados y enfermizos nativos, hicieran “eso” que consume tantas neuronas y energías.

 

Bueno, debo detenerme para explicarles qué rayos era “eso” que aquellos invasores no querían que nosotros hiciéramos. Disculpen que regrese a un pasado algo lejano, resulta que una vez, siendo un niño sin maldad alguna, estaba en casa de mi abuelita viendo una película junto a mi primo Enrique por televisión y en una de esas oportunidades que la viejita llegó a la sala con algo de merienda, le llamó la atención que estuviéramos tan tranquilos. ¡Uffff! Entonces ella miró hacia la pantalla y vio a dos protagonistas de la película dándose un ardiente y amoroso beso. Mi abuela con mucha calma apagó el televisor y nos dijo; ¡Ustedes están muy pequeños para ver esas “cochinadas”! No sé si hasta aquí me comprendan, lo que quiero decir es que la gente iba a las posadas para hacer sus “cochinadas”. ¡Claro! De acuerdo con el criterio de mi santa e inmaculada abuela. ¡Que Dios la tenga en el cielo por lo buena y pura que era!

 

Las Posadas, se le llama así en Cuba a lo que en otros países se conoce como Moteles, en Chile se le llama Residencial, no sé si será lo mismo que el Hostal de España, etc. Lo cierto es que en Canadá y muchos otros países, estos Moteles se utilizan por el viajero para descansar cuando realizan largas travesías por carretera, incluso, muchos pasan el día con su familia en estos sitios con mucha naturalidad. ¡Debe ser así! No sé por cuál razón en Cuba, cuando se iba a una posada, tenía que ser exclusivamente para hacer esas cochinadas. Yo recuerdo que cuando no tenían tanta demanda y era más o menos fácil llegar a ellas, se hacía con la mayor discreción del mundo. Existieron mujeres que cuando salían en auto de esos sitios se cubrían el rostro con un periódico o un pañuelo, no deseaban que las identificaran. ¡Claro, tampoco somos tontos! Es muy seguro que estuvieran haciendo cochinadas ilegales. Bueno para el que no entienda, seguro le estaban pegando los tarros a su pareja.

 

¡Que mala se puso la cosa con esto del bloqueo! Parece que los empleados fueron captados por la CIA y te ponían todo tipo de obstáculos para que no pudieras acceder a ellas. Convertidos en enemigos del pueblo al servicio del imperialismo, se robaron las sábanas, toallas, fundas, almohadas, colchones, jaboncitos, ventiladores, teléfonos, vasos, ceniceros, bombillos y en algunas posadas hasta las propias camas. Estos enemigos del proletariado no permitieron tampoco la entrada de albañiles, electricistas, plomeros, ni carpinteros para realizar reparaciones. Fue así como al cabo de poco tiempo, las posadas se iban destruyendo y también desapareciendo de nuestra escenografía como lo hicieran aquellos Mar-Init y los Fruticuba orgullos de la revolución. Fueron muchas las víctimas caídas en aquellos despiadados combates y se producen los primeros mártires en esta cruenta batalla. Cayeron heroicamente las posadas de Santa Catalina y Vento, El Two Brothers del puerto, La Campiña, Terminal de Trenes, Los Chinos de Santiago de Cuba, El Mirador del Puerto y muchas otras infelices que, serán recordadas por la labor humanitaria desarrollada en nuestra isla. Estos señores imperialistas no saben cuántos óvulos fueron fecundados bajo sus techos. Bueno, lograr entrar a ellas no era fácil, fuera de ellas podía observarse largas colas de individuos desesperados por hacer cochinadas. Aquellas largas y angustiosas colas podían tomar horas y horas bajo un sol implacable o expuestos al frio, la lluvia, el hambre, la burla de transeúntes. Solo en ellas se transformaba el placer en martirio y sufrimientos, se te quitaban los deseos de hacer aquello. Te marchabas con una pesada carga de frustraciones, resentimientos y los testículos repletos de amarguras. Situación que, sufrida continuamente, podía romper aquella teoría expresada por el digno espía Felaifel. Dijo una vez el chivatiente; “Un comunista no se corrompía en ningún medio ambiente”. Se quedó algo corto en su definición, le faltó incluir a las posadas. Aquellos reducidos espacios podían transformar a un pacífico hombre en violento, al ateo en cristiano o al más comunista de ellos en gusano.

 

Al principio, aquellas infinitas y desesperantes colas se hacían con una discreción digna de admiración y respeto. Les contaba que a las muchachas les daba pena que otras personas la vieran saliendo de esos templos, poco a poco esta vergüenza iba desapareciendo fruto de la coincidencia. Fueron tantas las veces que la gente se encontraba en esos lugares con las mismas personas, que al final se entablaba una amistad inspirada en los mismos sufrimientos y esos sentimientos de solidaridad humana que nunca nos abandona. Las costumbres fueron cambiando y al cabo del tiempo la gente conversaba animadamente. Uno que otro llevaba una botellita de ron o aguardiente, un juego de cubiletes, unas barajas viejas y gastadas, finalmente se pasaba el tiempo en franca armonía. Las damas se ponían a chismear y alguna que no era muy social se entretenía en leer o tejiendo un par de medias con hilo de coser. Así se pasaban las tres, cuatro y más horas de espera. Eras un afortunado cuando te tocaba el turno para entrar al matadero y partías sonriente en medio de las despedidas a la gente que dejabas atrás.

 

Si era la primera vez que entrabas con esa chica, tenías que darte cierto aire de cabrón, debías demostrarle que eras graduado en la universidad de la calle y te la sabías todas. Antes de comenzar a sufrir cualquier tipo de calenturas, se imponía la obligación de revisar todo el territorio enemigo. No podía escapar un solo centímetro a la rigurosa inspección ocular de toda la habitación, primero con las luces encendidas y luego con ellas apagadas. Era necesario descubrir dónde el enemigo había practicado un hueco, se necesita un poco de aire detectivesco y aun así, después de chequear puertas y ventanas, nunca confiarse si de casualidad se disponía de un espejo en el cuarto o el baño. Absolutamente todos los espacios debían observarse desde distintos ángulos, luego y con aire victorioso, le mostrabas a tu hembra el orificio descubierto y la autorizabas a desnudarse.

 

Para disfrutar de esos menesteres tan cochinos según la escala de calificaciones de mi abuela, se requiere tener cierto sentido de lo que es la supervivencia y en este punto los marinos superamos al hombre común. Hay que planificar la escasa cuota de agua asignada para esa batalla, tener muy claro que una botellita de agua no alcanza para todas las cochinadas. Razón por la que se debe reservar para la batalla final, los expertos han arribado a la conclusión de que, el pueblo cubano de esos tiempos aprendió muy rápido a sobrevivir. En realidad, la gente aprendió tanto, que cuando se presentaban todos los factores imprescindibles para acudir a uno de aquellos mataderos, hablemos de dinero, la jeva, calzoncillos sanos y que ella no se encontrara transitando por sus mensualidades, se preparaban como si fueran a partir para la guerra. Muchos fueron los que llevaron agua, ron, cigarros, algo de comer y muchas veces la sábana.

 

Esas cochinadas podían muy bien representar la pérdida de peso debido al calor reinante en aquella isla y después de la primera vez, tumbados y casi asfixiados sobre aquello que llamaban cama, se disfrutaba de un bello espectáculo o exposición de pintura abstracta. El techo -ante la carencia de cualquier medio de entretenimiento- se mostraba como un mural de bellas artes que podía extenderse por las paredes. Sobraban aquellos carteles que competían con las pinturas prehistóricas descubiertas en cuevas o las mismas que se observaban en Nazca, solo que estas obras de arte criollo eran abundantes en faltas de ortografía y palabras obscenas. Nacía de esa manera una nueva manifestación del arte cochino correspondiente a los jóvenes que, un tiempo más tarde, se desplazaría por todo el país con aquellas pesadas bicicletas chinas con tremenda hambre. Aquel arte fue condenado a desaparecer un poco más tarde por la escasez de fósforos, debe reconocerse el ingenio y la creatividad de aquellos artistas anónimos, quienes sean probablemente los padres o abuelos de esos excelentes compositores y cantantes de reguetón actuales. Aquellas exposiciones mostradas en las posadas cubanas solo exigían un poco de imaginación, eran más fáciles de comprender que a cualquiera de los artistas mostrados en el Palacio de Bellas Artes. Ellos eran artistas nuestros que se inspiraron mientras enfrentaban esa cruel guerra anunciada y dedicaban unos minutos de su tiempo libre entre cochinadas. Realizaron sus promociones tal y como lo hiciera el CHORI por toda la ciudad, en cualquier posada podías encontrar carteles muy interesantes, aún recuerdo algunos de ellos que decían más o menos así: “Aquí estubo María Vollo de Palo”, “Tere la deboradora de Jesús María”, “Aquí durmió Pepe Manguera”, etc.

 

Puede que estuvieras disfrutando de un pequeño descanso o cargando las baterías para otro capítulo, cuando tu repentino sueño es interrumpido por los desesperados gritos de una dama que supones estén asesinando. Aquellos angustiosos gritos pueden ser sustituidos por los de una mujer muy exigente o ambiciosa, ella pide a viva voz que se la den toda. Hay otras que se acuerdan mucho de su mamá en ese preciso momento y sus gritos van cargados de amor por su progenitora; “Ay mamacita, ay mamacita”. Despiertas y deseas acudir en su ayuda, pero pronto recuerdas que es parte de lo que decía mi abuela.

Yo tenía un socio que vivía al lado de la posada Hotel Venus y el hombre estaba trabajando conmigo en las microbrigadas de Alamar, todos los días llegaba destruido a la brigada. Como él estaba recién casado, le aconsejé que tomara las cosas con calma. Me respondió que no podía evitarlo porque cuando se acostaba a dormir, sentía los gemidos de las mujeres en la posada vecina y esto lo excitaba mucho.

Me contó que un día, serían las doce de la noche, una mujer gritaba desesperadamente; ¡Ay papito, dámela!, ¡dámela, papito!, ¡coño, dámela! y así, continuó mientras subía el volumen de su voz. Él, enloquecido también por aquellos gritos, se asomó por la ventana y gritó:

-¡Acaba de dársela, hijo de puta! ¡A ver si esa cabrona nos deja dormir! Los demás vecinos que estaban pendientes de aquel palo se rieron con ganas y comenzaron a vociferar insultos, pero de la posada no respondieron.

 

El bloqueo era más intenso, cada vez quedaban menos posadas sobrevivientes de aquella guerra y la población había crecido, como crecían también sus deseos por hacer el amor o tener sexo, que se escucha más correcto. Las colas eran numerosas y largas, como infructuosas las esperas y un día de esos en que no adiviné nada, decidí abandonar la pelea. Recuerdo que cuando iba en la guagua tenía un libro en las manos y al leer su título nació una alocada idea, se titulaba "El llamado de la selva". ¿Selva, selva? ¡Coño, que en Cuba no hay selvas! Inmediatamente me acordé de que había un bosque, el bosque de La Habana. Muy excitado me bajé de aquella guagua para hacer combinación con otra. Que desilusión cuando llegamos, había un carro policía y una ambulancia, estaban cargando a una pareja. Ya me hacia la idea de que era Tarzán y llevaba a mi Juana de rama en rama, pero la cosa estaba mala allí también, regresé sobre mis pasos.

 

Ya me había encaprichado con aquella chamaca y me dirigí al malecón. Decían que era zona de tolerancia, no sabía que hacer el amor se llamaba también así. Caminé muchas cuadras, ¿quién hace esto cuando los autos pasan? Encontré un lugar donde la luz no me molestaba, quedaba detrás del Castillo de La Punta, solo que aquel lugar estaba lleno de gente desesperada como yo. No me quedó más remedio que renunciar, eran las seis de la mañana y ambos teníamos que estudiar. Años más tarde y como venganza por todas aquellas frustraciones, cada vez que entraba o salía del puerto de La Habana, alumbraba con una potente lámpara Aldis a las infelices parejas que acudían a ese mismo sitio para aliviar sus penas. No se imaginan ustedes las veces que me mentaron la madre aquellos cabrones por pasmarles el palo.

 

Después de esas situaciones que hoy recuerdo, la gente perdió mucho más la vergüenza y en esta nueva corriente yo me dejé arrastrar. Comenzó a ser normal hacer el amor donde quiera, no importaba si era en una guagua de viaje interprovincial. Si vas en tren es un poco más difícil porque te pueden robar el equipaje, pero si tienes a alguien que te lo cuide, sale con la chica a fumarte un cigarro entre los dos coches y déjate llevar por los baches de la línea, verás como te hacen gozar. No les hablo de los aviones por falta de experiencia, ni del cosmos donde debe ser muy especial hacerlo en estado de ingravidez. En barco tiene sus encantos cuando este comienza a cabecear, debe ser buen tratamiento para los que padezcan de eyaculación precoz, los sustos que se sufren te provocan cierta demora.

 

Esta horrible situación ha repercutido en el comportamiento del cubano ante la sociedad y su propia familia. Para comprender a cada generación se debe estudiar todos los sacrificios y sufrimientos a las que han sido expuestas. ¡No es para menos! Aquella generación que disfrutó de las posadas sin necesidad de hacer colas y cuando ellas disponían de teléfonos, radios, aire acondicionado o ventiladores, servicio de bebidas a las habitaciones, agua en las duchas, sabanas y toallas limpias, etc. Fue la puta y mal concebida generación, cuyos óvulos fueran fecundados en la paz reinante en esos lugares y luego, luego, los muy hijoputas se pusieron a caminar como comemierdas 62 kilómetros, colocaron chapitas en las puertas de sus casas que decían: “Esta es tu casa, Fidel” y gritaron ¡Paredón, Paredón, Paredón! ¿Armas para qué? ¡Dona dinero para comprar armas y aviones! No conformes aquellos grandísimos degenerados, les impusieron a sus hijos, muchos de ellos concebidos en aquellas posadas donde comenzaron a realizarse colas, todas aquellas malolientes ideas revolucionarias.

 

Es como si en aquellos locales, cada día más depauperados, carentes de productos para ofrecer al público, brillantes por su mal servicio, antihigiénicos y guaridas de ladrones, existiera un terrible virus que contagiaba a cada óvulo fecundado en sus colchones o volviera hijo de puta a millones de espermatozoides a la vez. De allí partieron miles de comemierdas a subir 5 veces el Pico Turquino sin preguntar para que servía aquella berracada, alfabetizaron, cortaron caña, recogieron café, fueron a combatir en Girón y estuvieron a punto de morir por la Crisis de los Misiles. Les prohibieron la pajarería y los más rebeldes fueron a parar en las célebres UMAP, muchos de ellos se vieron obligados a aparentar que eran hombres y se casaron, no solo eso, llegaron a tener hijos, muchos de ellos concebidos en esas sucias posadas. La historia de esa desgraciada generación se extiende hasta hoy, aquellos que sobrevivieron a todas las aventuras guerreristas de su jefe, hoy se están comiendo un cable. ¡Oh! Continúan colgándose en el pecho aquellas medallitas de aluminio y siguen siendo chivatos. Con ellos desaparecieron las posadas y no contaron con un lugar decente donde hacer el amor, vivieron y viven desorientados preguntándose constantemente; ¿Dónde haremos el amor? Las respuestas no dejan de ser las mismas desde hace décadas: ¡Harás el amor en la casa que fue de tus abuelos! ¡Harás el amor en los mismos colchones donde concibieron a tus padres y ellos a ti! ¡Harás el amor donde sea posible! Tus hijos nacerán maldecidos y resultará muy molesto soportar sus llantos cuando nacen. Ellos llegan a este mundo sabiendo las dificultades que enfrentarán, los espermatozoides de sus padres vivieron sobresaltados dentro de unos testículos que viajaron cientos de kilómetros subiendo y bajando en una bicicleta china.

 

Hoy, nadie nos comprende, no nos comprendemos nosotros mismos, no sabemos qué rayos somos ni a cuál especie pertenecemos. Le hemos roto todas las computadoras a Darwin y a la NASA, no puede aceptarse como humano a quien escapa de su jaula y desde su libertad defiende al verdugo que marcó su espalda con un látigo. No califica como pueblo el hambriento que le hace un nudo a su estómago y sale a desfilar en una plaza a favor de quien planifica su inanición. No es racional el individuo que anda casi descalzo y te pide tenis NIKE. No es normal que con tanta hambre padecida se le pare el pito a cierta especie y en lugar de averiguar dónde comer, te pregunte dónde coño hacer el amor. ¡Que se jodan! Es la primera y única maldición que acude a tu mente. ¡Que no coman y marchen! Si no tienes valor para desafiar estas horribles situaciones, entonces, mi hermano, no te queda más remedio que cantar “La Internacional” por pendejo. ¡Dichoso al que no se le pare! Gritarán los mas cobardes… ¡Que viva mi bandera, viva nuestra nación, viva la revolución!  

 

 

 

Esteban Casañas Lostal.

Montreal..Canadá

21 de febrero de 1999

 

 

 

 

Post Data.-

2023-09-10

 

-¿Los ves marchando?

 

-¡Siiiii!

 

-Les dan cinco huevos para pasar un mes y todavía se les para!

 

-¡No jodas!

 

-¡No te jodo, soy un mensajero!

 

-¿De otro planeta?

 

 


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viernes, 25 de agosto de 2023

DE SIBERIA A LAS TUNDRAS DE CANADÁ

 

DE SIBERIA A LAS TUNDRAS DE CANADÁ

 

Villa de Schefferville


 

La práctica de neo esclavitud desarrollada por el régimen de Castro data de varias décadas. Unas veces realizadas de manera independiente, y otras, en franca complicidad con sus socios extranjeros, actuales inversores dentro del territorio cubano y principales interesados ​​en mantener la parálisis política y social que se experimenta en la isla por más de cuatro décadas.

 

La exportación de esclavos cubanos durante la existencia del bloque comunista, fue realizada en esa dirección durante muchos años y de nadie fue un secreto. Para el manso cubano de a pie, esta no dejaba de ser una misión por cumplir en nombre del explotado “internacionalismo proletario”. Sin embargo, hubo jóvenes que se dieron cuenta del papel de esclavo que estaban desarrollando y llegaron a comentarlo. Pongamos como ejemplo aquellos muchachos que partieron como supuestos estudiantes a la desaparecida República Democrática Alemana y que una vez en aquel país, fueron destinados a laborar en factorías.

 

Entre ellos me encontré con varios que realizaban sus trabajos en una fábrica de ventanas, solo que en medio de sus desilusiones eran algo felices, eran unos esclavos contentos. Escapaban de los rigores de una libreta de abastecimiento, aprendían un idioma, y como era de esperar, luego de apretarse el cinturón hasta el último huequito, economizaban con un solo propósito, llevar una moto MZ para Cuba. Este detalle los ubicaba muy por encima de los niveles de vida de la población en general, condición que los convertía en superiores a sus vecinos. Esa actitud ha sido casi generalizada dentro de nuestra población hasta convertirse en una especie de nueva disciplina. La ostentación, hoy llamada especulación por casi toda nuestra población, es un arma utilizada por el cubano en esa competencia que existe entre vecinos por tratar de sobresalir allí, donde solo existen dos clases sociales a saber, los que ostentan el poder, y los que fueron condenados a la miseria.

 

Aquellos muchachos eran felices aun sabiendo que los explotaban, pero podían considerarse afortunados o “privilegiados”, como solían decirles a todos los seleccionados a cumplir esas extrañas misiones, máximo, cuando eran jóvenes arrancados de pequeños pueblos donde no existían esperanzas de progresar. Entonces, el cubano vio en esas salidas al exterior una posibilidad de prosperar en algo y distinguirse de sus compatriotas. Artículos tan simples como los efectos electrodomésticos, fueron signos distintivos dentro de esa comunidad que hace solo unos meses tuvo su primer contacto con “ollitas arroceras”. La tenencia de una moto donde sacar a pasear a la jevita, te elevaba una categoría muy superior.

 

De igual forma salieron cubanos a cortar madera en Siberia, no debe ser muy fácil para una persona habituada a vivir en los trópicos lograr adaptarse a las rigurosas condiciones climatológicas de aquella región rusa. Existía algo muy cierto en aquellos momentos, los alemanes “democráticos” no deseaban realizar muchos trabajos. Razones que empujó a su régimen a la importación de mano de obra barata, procedente generalmente de Asia, África y Cuba. Y les aclaro, nada de esto me lo contaron, yo pude compartir con aquellos seres en mis frecuentes viajes a ese país. Los rusos tampoco estaban interesados ​​en abandonar sus ciudades para dedicarse a las rudísimas labores que se desarrollaban en la Siberia.

 

Otras formas de explotación y exportación de esclavos cubanos se han experimentado durante esas cuatro décadas de “revolución”. Yo pertenecí a ese ejército laborioso y mal pagado, mientras el estado se embolsaba el fruto de mi sudor. Cobra límites inconcebibles ese trato que hoy se experimenta dentro de la isla con la anuencia del gobierno cubano y su complicidad con inescrupulosos capitalistas de varios países, donde la participación española es la más destacada. Los estilos aplicados son muy variados actualmente, hablemos de médicos cambiados por petróleo, profesionales de diferentes ramas contratados por salarios miserables, marinos alquilados a compañías extranjeras, artistas que viajan al exterior y reciben una dieta que no satisface las necesidades de un día, etc., y etc.

 

-Puro, ¿de qué parte de Cuba eres? ¡Me pones otro Mojito! ¿Cómo llegaste a Canadá? ¿Llevas mucho tiempo viviendo aquí? ¡Me pones otro Mojito! Corría uno de esos días donde no tienes muchos deseos de escuchar a nadie y menos aún ser sometido a ráfagas de preguntas, pero se debe ser muy paciente cuando tu trabajo está relacionado con el público. En una de esas vueltas por el interior de la barra detuve la mirada en su rostro y comprobé que era su primera visita al restaurante, no me resultó familiar desde que me pidiera el primer Mojito y se lo tomara como si se tratara de una limonada.

 

-No eres de por acá o llevas poco tiempo en Montreal, ¿verdad? Además, creo que debes beber un poco mas despacio para que no asustes al hígado.

 

-Realmente no soy de acá, viajar hasta aquí me ha costado un huevo y tienes razón con lo del consumo de los Mojitos, puede ser la ansiedad que padezco.

 

-No solo eso, llevas mas de una hora hablando sin parar y créeme, tienes suficiente poder para volver loco a cualquiera. ¡Bebe con calma y afloja un poco!

 

-¡Coño, Puro, no me pidas que calle! Llevo mas de un año sin poder hablar español y he llegado hasta aquí porque los encontré el Internet. Ustedes son el único negocio cubano que existe en esta ciudad y estaba loco por visitarlos.

 

-¿Cómo es eso de que llevas mas de un año sin poder hablar español? ¿Dónde rayos estas viviendo?

 

-¡Ni yo mismo lo sé! Creo que vivo en el culo del mundo, después de ese sitio no existe mas nada, está cercano a la Bahía de Hudson.

 

-¡Ño, primera vez que escucho a un cubano decir eso! ¿Cómo se te ocurrió meterte a esa vida, animal? Porque imagino no exista civilización en ese punto tan lejano. ¿En qué parte de Cuba vivías? 

 

-¡Puro, yo no soy tan berraco! ¿Cómo crees que voy a salir de la isla para plantar en medio de una tribu de indios salvajes? Yo soy de Santa Marta, un pueblecito cercano a Varadero.

 

-Yo sé donde queda Santa Marta, lo visité una vez que mi barco estuvo en Cárdenas, no me has dicho como fuiste a parar en ese punto. ¿Qué tienen que ver esos “indios salvajes” en tu drama? Aparte de todo, ¿cómo fue que llegaste hasta allí?

 

-¡Nada, pura casualidad! Resulta que luché mi jeva en la playa de Varadero como es usual y me casé con ella para escapar, ya sabes, como hace todo el mundo. Puro, la jeva es doctora, pero me ocultó que estaba haciendo una especie de servicio social en aquella tribu.

 

-¡Chama, la jeva tiene mas calle que tú! ¿Qué edad tiene?

 

-No es vieja, solo tiene veinticinco años.

 

-¡Ño, te jodio! De verdad que has pagado bien cara tu visa. Lo mas jodido de todo tu problema es que no puedes separarte de ella como han hecho una pila de chamas que visitan el restaurante. ¡Te jodiste, men! Cambiaron la ley y si la abandonas te pueden devolver a la isla.

 

-¡Ni que Dios lo quiera! Prefiero vivir con esos indios salvajes que regresar al infierno de donde salí.

 

-No me has aclarado la razón por la cual los tratas con cierto desprecio, como si fueran verdaderamente salvajes. ¿Cómo viven, dónde trabajan, cómo son tus relaciones con ellos?

 

-Viven en lo que fuera una mina de hierro que fue cerrada y les entregaron las casas a las tribus que vivían cercanas. No hay carreteras para llegar hasta ese sitio y en un caso de urgencia la ambulancia es una avioneta.

 

-¿En que trabajan?

 

-¡No pinchan, papá! Los que hacen algo solo se dedican a la pesca o la caza. El resto del tiempo se lo pasan bebiendo, fumando mariguana o cayéndole a golpes a las indias. ¡Para de contar! No hay donde pinchar y viven de los subsidios del gobierno.

 

-¡Ño, que Dios se apiade de ti! ¡Cojones, que mala suerte tú tienes! Ya te digo, eres el único cubano al que le ha sucedido eso. Por aquí pasó un negrito de las Minas de Matahambre que para escapar tuvo que casarse con un tronco de gorda que no imaginas y hasta ese momento había sido el precio mas caro pagado por una visa, pero tu caso lo ha superado. ¡Mira! Habla todo lo que te salga de los cojones para que sueltes todas esas palabras reprimidas durante más de un año.

 

-¡Puro, dame otro Mojito!

 

-¡Tranquilo, te voy a preparar un Mojón!

 

-Puro, ¿qué es eso?

 

-¡Un Mojito Triple! Esa ansiedad no se calma con esas limonaditas. Antes de irse le pregunté el nombre del pueblo donde se encontraba viviendo con los indios y me obligó a consultar en Wikipedia. El pueblo como tal existe y le otorgaron la calificación de ciudad hace muchos años. Es de suponer que con el paso de estos años aquel pueblecito se haya transformado o crecido.



 

La semana pasaba visitó el restaurante un hombre de origen Naskapi, la curiosidad condujo sus pasos hasta nuestro local en su viaje turístico a Montreal. Durante una amena conversación con aquel hombre, me hizo parte de la historia de su región de origen y me sentí cautivado al escuchar páginas de esa historia que corresponden a un inmenso país llamado Canadá y del cual me siento muy orgulloso de ser ciudadano. Viene de una pequeña villa llamada Schefferville y que se encuentra al borde del paralelo 55 norte. Me dijo que aquella villa correspondió a una antigua mina de hierro cerrada por el año 1982 definitivamente, luego de una gran recesión económica y la pérdida de interés por el hierro en el mercado mundial. Manifestó aquella persona que, como resultaba más costosa la demolición de todas las viviendas construidas por la compañía minera, las mismas fueron vendidas al gobierno por el precio de un dólar. Muchos se demolieron, pero otras fueron dejadas en pie y entregadas a indios Montañeses y Naskapis, cuyas reservas se encontraban en las proximidades.

 

La historia es muy larga y me desviaría del tema central, razón por la cual me limitaré a pequeños aspectos actuales, según me contará aquel hombre. El pasaje de ida y regreso hasta Montreal le costó $1 800 dólares, no pude contener mi exclamación de asombro, teniendo en cuenta el costo de un pasaje Montreal-Miami en su época más cara. No hay acceso por carretera, creo recordar que me dijo la existencia de un ferrocarril con viajes semanales hasta un punto que no me llega a la memoria. La ambulancia es un avión y en la villa existe un médico y una enfermera para prestar los primeros auxilios. La gente espera el vuelo que arriba con frutas frescas y verduras con mucha ansiedad cada semana. La gente se dedica generalmente a la pesca y caza del Caribú al no existir otras actividades productivas. En invierno, los termómetros bajan con facilidad los límites de 40 grados centígrados bajo cero, etc., etc. Y un millón de etcéteras que harían dificilísima la vida de cualquier persona nacida en los trópicos dentro de aquella región.

 

Cuando le pregunto el origen de su curiosidad por nuestro restaurante viniendo desde tan lejos, el hombre comenzó a relatarme una historia que nada tiene que ver con su región y descendencia, algo con lo cual él no simpatizaba. Dijo aquel indio que, desde hace un tiempo y del cual no me ofreció detalles precisos. En la zona se encuentran trabajando cuatro cubanos de la isla, al parecer, existen intensiones de reabrir nuevamente aquella anciana mina. Dice el hombre que aquellos cubanos trabajan diez horas diarias y que son verdaderamente laboriosos. Se dedican a barrenar en diferentes partes de la región para tomar muestras que luego son enviadas a un laboratorio. Al preguntarle por las razones de su desacuerdo, el hombre me dijo que él había realizado ese trabajo por un salario de $30.00 dólares la hora, y que a los cubanos los tienen trabajando todo ese tiempo por $15.00 dólares al día. Vale destacar que ellos no pagan renta ni alimentación, pero con el pago del salario justo, no resultaría difícil mantenerse por sus propios medios, cuando la renta en aquel lugar es más baja que en otras regiones de Canadá, aunque la alimentación resulta un poco. más cara. Escuchar aquella narración me hizo retroceder en el tiempo y solidarizarme con el indio sin que mediara solicitud de su parte. Creo que llegó al lugar indicado y en el momento justo.

 

Como ciudadano de este país desde hace quince años, conociendo que la discriminación está prohibida por la ley y que en este país no se toleran manifestaciones de esclavitud o neo esclavitud con sus ciudadanos. Conociendo que existen leyes que regulan la contratación de extranjeros para trabajar en este país, y sintiendo como propios, cualquier tipo de abuso que se cometa en contra de personas que desconocen lo anteriormente mencionado. Envío copia de este artículo a la Fundación Cubano Canadiense para que realice la denuncia de este hecho que atenta en contra de la dignidad humana y que se realiza dentro del territorio canadiense por parte de compañías de este país y el gobierno cubano.

 

Estoy plenamente convencido de que la reacción de esos compatriotas será negativa ante esta demanda, pero los que escapamos de un régimen esclavista, no podemos permitir que se practique la esclavitud en los territorios donde alcancemos nuestra libertad.

 

 

 

Esteban Casañas Lostal.

Montreal Canadá.

2006-09-18

 

 

 

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Síntesis biográfica del autor

CRONOLOGÍA DE UNA AVENTURA

                               CRONOLOGÍA DE UNA AVENTURA La vida para mí nunca ha dejado de ser una aventura, una extensa ...