¿QUÉ
PUEDO YO CANTARTE, COMANDANTE?
¡Nada! Respondería hoy alejado de aquella embriaguez,
el Comandante solo permitía que escucharan. Parece que no lo habías comprendido
o preferiste hacerte el tonto o entretenido, como tantos. Mucho mas grave, tus
notas musicales se inclinaron hacia el lugar equivocado de aquel teatro, no te
preocupes, fueron millones los que compartieron el mismo pecado.
Las palabras viajan mas lejos que las balas y
producen mas muertos. Aquellas por ti pronunciadas a principios de aquella
revolucionaria borrachera, continúan mutilando mentes de ambos bandos. Vivimos
en un mundo preñado de confundidos donde la maldad se impone, derriba almas
inocentes, desnuda lo perverso y lo cubre de inocencia. Cada día es más difícil
-solo para algunos- encontrar el sendero que nos conduzca a la verdad, no puede
omitirse que con tu pluma y pentagrama colaboraste mucho para llegar a este estado
de confusión. No sabemos si se trata del principio o el final de nuestras
existencias, porque el tiempo, el implacable, el que pasó, siempre una huella
triste nos dejó, cuando se han hecho cosas sin querer. El poeta eres tú, no es
él.
Visitemos el escenario de tus composiciones por un
segundo, ya lo dijiste una vez; “Pobre del cantor de nuestros días que no
arriesgue su cuerda por no arriesgar su vida”. Y lo arriesgaste todo sin
detenerte a pensar en la factura que te pasarían al final de tu existencia,
aplausos recibes de unos, condenas y acusaciones de otros. ¡No hay perdón,
querido Pablo! No existe en esa tierra donde hunden lanchas con niños o fusilan
a tres negritos para dar un escarmiento. Y pagarán su culpa los traidores, no
en el Santiago equivocado de tu himno, lo pagarán en el de las congas y la
corneta china.
Te están condenando por el pecado cometido por una
multitud, les creímos inocentemente a quienes compusieron todas sus odas al
tirano, arquitecto de la mentira. ¡Volvamos, querido Pablo! Regresemos a mi
juventud y la tuya. Siempre he desconfiado de los artistas e intelectuales y en
el caso nuestro sobran razones. ¿Quiénes compusieron todos esos himnos que le
sirvieron de alfombra roja a nuestro asesino? No fueron aquellos guajiritos
analfabetos que bajaron de la Sierra, ¡imposible! ¿Quiénes escribieron tantos
libros y acomodaron nuestra historia a su antojo? Tampoco fueron ellos, ya dije
que la mayoría eran analfabetos. ¿Quiénes filmaron tantos documentales,
películas, noticias manipuladas, novelas? ¿Quiénes escribieron tantas obras de
teatro? ¿Quiénes de verdad nos envenenaron desde niños? ¿Quiénes resucitaron un
racismo que permanecía dormido en una isla mestiza? Solo a una negra con
complejos se le ocurrirían aquellos culebrones cubanos donde obligatoriamente
debían aparecer en escena una blanca con un negro o una negra con un blanco.
¿Miento? ¿No se acuerdan de “El Viejo Espigón” y su autora Maité Vera? ¡Vamos,
vamos! Mi padre se casó con una negra antes de que llegaran estos bárbaros y
nunca lo discriminaron, no lo bajaron de una guagua con su mujer, no le
prohibieron entrar o lo expulsaron de un hotel u hospital. No se sientan
ofendidos por carecer de memoria, pero toda la culpa no debe cargarla solamente
Pablo.
Nos prohibieron la música extranjera, no toda,
existieron algunos privilegiados que nos llegaban desde afuera. Las rancheras
mexicanas tuvieron horarios fijos en la radio al igual que Los Cinco Latinos,
programas de música campesina en un país donde hasta los guajiros renunciaban a
su origen. Desde esos tiempos he guardado una pregunta; ¿Por qué Vicentico Valdés,
sí? Y… ¿Por qué Celia Cruz, no? Ambos eran cubanos y negros, la raza más útil para
sus manipulaciones. Los jóvenes se rebelaron contra esa imposición a su manera,
nada agresivos, solo vistiendo pantalones corte de tubo y luciendo melenas como
cabelleras, solo eso. Muchos fueron conducidos a los terribles campos de
concentración creados en 1965 y bautizados como U.M.A.P. (Unidades Militares de
Ayuda a la Producción) Allí, junto a los homosexuales, sacerdotes, seminaristas
y reclutas del S.M.O. (Servicio Militar Obligatorio) del primer llamado.
Querido Pablo, tú fuiste una de aquellas víctimas que purgaron penas en las
U.M.A.P., no preguntaré las razones de tu ingreso, no es relevante, basta saber
que perteneces a una de las categorías mencionadas.
Con la prohibición de la música extranjera
aparecieron varios ritmos musicales, aceptados unos y rechazados otros.
Mozambique, Pacá, Pilón, Dengue, tal vez olvidé alguno, demasiados para tan
corto período de tiempo y lejos de ser aplaudidos algunos, la juventud los
condenó. Es que los objetivos perseguidos tuvieron un resultado adverso,
aprendimos a odiar nuestra música solamente por un sentimiento de rebeldía
juvenil. Aquella manifestación de rebelión -casi generalizada- solo pudo ser
apagada varios años mas tarde por un músico venezolano llamado Oscar D'León. Es
muy probable que los más ácidos y furibundos opositores al régimen de La Habana
se nieguen a reconocerlo, pero solo a partir de esa fecha fue que la juventud
se acercó a los verdaderos valores de nuestra música.
Reinó un período de tiempo donde la mediocridad se
quiso vestir con lirismo y no pudo. Algunos músicos y cantantes lograron
acercarse un poco al gusto de la juventud, no fueron muchos tampoco. Entonces,
aparecieron ustedes con aquellas letras altisonantes que, no solo supo atrapar
a una juventud que vagaba desorientada, sirvió a los intereses del régimen para
manipularla, como sucedió y hoy te sacan de trapos sucios. Es que nadie, desde
los que hoy somos abuelos hasta sus nietos, pueden acabar de comprender una
sola cosa; ¿Cómo es posible, habiendo sido reo en aquellos campos de
concentración cubanos, que Pablo Milanés continuara prestando su pluma, pentagrama,
cuerdas y melodía a sus verdugos? No conforme, compusiste una canción de la que
extraigo estas palabras; “Pobre del cantor de nuestros días que no arriesgue su
cuerda por no arriesgar su vida”. ¿Era una invitación o aquel desafío impreso
por el régimen en nuestras almas? ¿Exigías como ellos una “confirmación
revolucionaria” tan temida por los nuestros? Querido Pablo, probablemente una
parte de tus detractores no te perdonen este romanticismo o poesía dedicada a
un régimen tan asesino como el cubano. No hay espacio a la inocencia en esos
tiempos e imagino, los jóvenes de aquellas fechas te condenen por esa traición,
porque otras palabras no existen para justificarla. La juventud se dejó
arrastrar por ustedes y los identificó como un género adaptado a sus intereses.
No era “La Nueva Trova” como pretenden venderla hoy, los muchachos de aquellos
tiempos, los melenuditos con pantalones “corte de tubo” que fueron llevados a
la U.M.A.P., los identificaban a ustedes como “La Canción Protesta”, las mismas
que coreaban una que otra vez en el monumento al Maine. ¿Cómo pudieron
continuar cantándole a quien había engañado a su pueblo? Esta pregunta va en
plural porque te uniste en buena yunta a quien perdió un unicornio cargando su
vergüenza y jamás lo ha encontrado.
La vida de Pablo es harta conocida por varias
generaciones y hoy puede completarse uniendo -como si se tratara de eslabones-
todos los artículos y ensayos aparecidos a raíz de su muerte. Amigos, conocidos,
admiradores, detractores, enemigos y otros con olfatos neutrales, se han
encargado de traer a la luz algunas páginas desconocidas del gran músico y
sibarita cubano. Su vida nunca tomó un sendero lineal, fue zigzagueante o
sinusoidal. Término medio si se observa meteorológicamente, muy tibio para las
temperaturas que reinaron en su tierra, así fuimos muchos de los que hoy
deseamos lavar nuestras penas con sus pecados. Bastante se ha especulado sobre
el alejamiento observado entre su línea editorial y la del gobierno. Se
justifica su salida de Cuba debido a su enfermedad y resulta inaceptable para
muchos. Tal vez sea la única prueba de ese rompimiento mencionado con el régimen,
solo en apariencias. La casta a la que perteneció Milanés no carece de
absolutamente nada en la isla y no son atendidos en los hospitales o mataderos
a donde debe acudir el pueblo. Solo en apariencias debe ser aquella ruptura,
cuando acepta brindar su último concierto en La Habana contando en la escenografía
con una foto del asmático asesino importado de Argentina, sus detractores
tienen la razón en este punto. El distanciamiento no fue total cuando desde el
oficialismo llegaron hipócritas condolencias, sus detractores vuelven a tener
la razón. Algo de lucidez ha mostrado los familiares cuando decidieron que sus
despojos descansaran en España, imagino como funcionaria el circo de La Habana,
con el de Madrid era suficiente.
Tres generaciones de cubanos han transitado por los
jardines del paraíso castristas y cada una de ellas trata de ocultar sus
responsabilidades como sociedad o individuo. Allí, donde nuestra participación no
fue directa o destructiva para los demás, se esconde nuestra complicidad y miedos.
Nosotros trasmitimos a las nuevas generaciones nuestros silencios y cobardías amparándonos
en una falsa protección hacia hijos o nietos. Este es un campo de análisis muy
amplio y puede afirmarse, sin temor a cometer errores, que aquellos cantos -equivocadamente
identificados de protestas- actuaron como las notas interpretadas por el
flautista de Hamelin y nos condujeron mansamente al barranco.
Ya mencioné que las palabras viajan más lejos que las
balas, tampoco es necesario que el tirador se encuentre vivo para apretar el
gatillo. Aquellas balas disparadas por Pablo Milanés y su yunta Silvio Rodríguez
desde los años sesenta, han mutilado a millones de mentes desde que fueran
disparadas y producidos miles de muertes en tres generaciones. En el caso
cubano debe distinguirse entre los intelectuales mercenarios cuyos ámbitos de
influencia se paga con pesos y los que cobran en dólares. Para los que han
cobrado en moneda nacional, el daño producido con sus obras se limita a once
millones de seres. Una parte de ellos, continúan sin superar las bacterias con
las que fueron infestados aun viviendo en el extranjero. Muchos de los que
residen en la isla, siguen defendiendo al látigo de sus verdugos sin comprender
muy bien por qué lo hacen. Las mentes de unos y otros fueron atrofiadas en
parte por las canciones, poemas, novelas, obras teatrales, etc., que no
lograron vencer los límites establecidos por el régimen o sus fronteras de
creatividad. Hoy podemos encontrarlos representados entre esos viejos cargando
sus estúpidas medallas los días festivos o entre los jóvenes sin historias que
forman un ejército de ciberclarias a quienes les suspendieron la leche a los
siete años.
El caso de Pablo Milanés y Silvio Rodríguez es mucho
mas complejo. Sus niveles de influencia fueron cobrados en dólares y el daño
producido alcanza a millones de perfectos idiotas letrinoamericanos. Sobran
ejemplos de esos bichos contaminados por los compositores cubanos en la
actualidad, no solo en este continente, España es una muestra de la acción depredadora
y destructiva de la influencia ejercida por estos dos cubanos. ¿Qué pudiéramos decir
de este enfermo continente? Todos esos idiotas que una u otra vez tararearon
las canciones de Pablo y Silvio, son los que han llevado al poder a
delincuentes en nuestros días. Obrador, Ortega, Evo, Pedro Rodríguez, El
Merluzo Boric, Cristina Kirchner, Lula, Correa, Chávez, Maduro, Petro y cuanta
mierda pasada o por venir es llevado al poder, lo ha logrado gracias al voto de
esos anormales influenciados por estos autores cubanos. Queda demostrado de esa
manera el daño que han producido a la humanidad y el que resta por producir.
Cuando te detienes a analizar estos puntos, resulta imposible concederles la absolución.
Tampoco quiero pecar de hipócrita o mentiroso, yo he
disfrutado con la música romántica de Pablo Milanés y conservo algunos CD de su
autoría. No es una novedad o ataque nostálgico, recuerdo que los últimos discos
de acetato que conservaba de ellos, se los regalé a mi gran amigo José Luís en
Bilbao. Escucho los CD esos días que me dedico a escribir algo sobre la isla,
la música posee esa magia de hacernos viajar con el tiempo y las canciones de
ellos me regresan al estercolero de país de donde escapé una vez.
…La vida no vale nada si ignoro que el asesino
cogió por otro camino y prepara otra celada
La vida no vale nada si se sorprende otro hermano
cuando supe de antemano lo que se le preparaba…
Querido Pablo, carezco de poderes para perdonarte y
apelo a Dios para que se apiade de tu alma.
Ya lo dijiste… La vida no vale nada.
Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá.
2022-11-29
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