Visitas recibidas en la Peña

miércoles, 29 de enero de 2020

CUANDO MUERE LA ESPERANZA


CUANDO MUERE LA ESPERANZA

         

Primero fue el gallo de Venancio, después sonó el despertador de Juanita. Ese gallo era más exacto que el Observatorio Nacional, Venancio no se había equivocado cuando lo trajo bien chiquito al solar, su olfato de guajiro no lo había engañado. Extendió el brazo hasta que sus dedos pudieron pulsar el botón y así parar aquel molesto timbre. Apenas había dormido y toda la noche estuvo dando vueltas en la cama. Unas veces molesta por los mosquitos, otras por la pitada de un barco o la de un remolcador, otras veces los trenes, la bulla nunca paraba.

No le quedó más remedio que levantarse y preparar el camino de los otros para un nuevo día. Los muchachos estaban rendidos aun y Pello con la cabeza tapada con una sábana sufriendo las disputas de miles de colores y huecos que no podían ocultar los ronquidos. Encendió el fogón de luz brillante mientras se le escapaba un vago bostezo, involuntariamente miró hacia afuera por las rendijas de las tablas. Sonó el despertador de Cuca y María puso Radio Reloj a todo volumen, como todos los días, para aquellos que no tenían despertador.

El solar cobraba vida entre sus muertos, niños que protestaban por tener que ir a la escuela, las primeras que salían de sus cuartos para ir a orinar. Corrían con las piernas apretadas para poder aguantar, y el gallo de Venancio que no paraba de cantar, como apurando a la gente para que se fueran a trabajar.

Juanita abrió la lata donde guardaba el café y lo observó con la precisión de un laboratorista, sabía que otra vez no le alcanzaría para terminar la semana, tendría que tostar y moler un poco de chicharos para engañar a los muchachos cuando les diera la leche. A Pello lo levantaba siempre con su buchito acabado de colar, él no se apuraba mucho, caminar de la casa al puerto solo le tomaba unos minutos. Allí trabajaba de bracero y fue el relevo de su padre, quien había comenzado de caballo (trabajaba con la tarjeta de otro, por una parte del salario), y su padre relevó a su abuelo y así hasta llegar a los esclavos, que es el origen de los negros.

Siempre vivió en ese solar, y cosa muy rara, su abuelo fue propietario del cuarto, que después pasó a manos de su padre, hasta que lo heredó Pello. Claro, su abuelo no lo compró, nunca tuvo dinero, se lo ganó de buena lid al propietario, quien era gallego y vicioso a las peleas de gallos. No era gran cosa, yo diría que casi nada, pero allí nació como todos los del solar. Allí vivían quien sabe desde cuándo, tal vez desde que La Habana saltó las barreras de La Muralla.

El solar era grande, tenía una hilera de diez cuartos a la derecha. El pasillo que tendría unos cuatro metros de ancho y otra hilera de diez cuartos a la izquierda. En el medio del pasillo se encontraban los servicios sanitarios, tres para las mujeres y dos para los hombres. Las duchas, cuyas puertas solo cubrían parte del cuerpo, estas no llegaban al piso ni tampoco al techo, como las que existieron en las tabernas del viejo oeste. Continuaban las bateas donde las mujeres lavaban y chismeaban del mundo entero.

El último cuarto a la derecha era el de Venancio, el guajiro había cercado la longitud de este y tenía una granja de pollos. De noche dormían encima de su techo y cuando las gallinas se recogían, Venancio retiraba la escalera y la amarraba con cadenas que pasaba por unos huecos que había hecho en las paredes de su cuarto, luego le ponía candado. El gallo dormía en una jaula cerca de su cama y él la cubría con unos sacos. La gente nunca pudo imaginar de donde sacaba tanta precisión cada mañana, lo mismo en verano que en invierno, aquel animal nunca fallaba.

Cuando el gallo se cansaba de cantar y el bullicio de la gente lo despertaba, Venancio se levantaba y lo soltaba en el patio, mientras colaba café. Después le llevaba un buchito a la gallega y al marido a la puerta de su casa. Aquel animal era el dueño del solar, los perros y gatos le temían por los picotazos, no había nadie que se acercara al área que tenía el guajiro para las gallinas. Eso solo se lo permitía a Juanita porque desde pichón, se acostumbró a comer de su mano cualquier migaja.

Pello se levantó y después de besar a sus hijos para que lo siguieran, fue a saludar a Ochún, la virgen que adoraran sus antepasados y entró a un bañito que él había levantado a huevos cuando nació la niña. Como ya el solar no tenía dueño, se agarró unos metros del pasillo y un día se apareció con un plomero. Cumplió lo que le prometiera a su mujer, su princesa no pondría el fondillo donde lo ponen las viejas, nadie lo imitó, como si tuvieran miedo a que el gallego regresara otra vez.

Ya la gente estaba levantada y los muchachos se acercaban al gallinero de Venancio. Comenzaba el espectáculo de todos los días antes de partir a la escuela, el guajiro zafaba la cadena y ponía la escalera para subir al techo. Abría la jaula de las gallinas y ellas, locas de alegría, bajaban hasta el pedacito de patio. Debajo las esperaba el gallo y en la medida que descendían se les iba montado. El coro de los niños, todos vistiendo el uniforme de su escuela gritaba; ¡Una!, ¡Dos!, ¡Tres! y así, la gente se iba enterando de la cantidad de gallinas que el gallo había pisado.

Jorgito, uno de los niños que asistía por primera vez al show, salió corriendo para donde estaba su madre.

 -¡Mami, Mami, ya pisó la primera ! 

- ¡Dichosas gallinas, porque el marido que tengo siempre cae out de fly al pitcher, o se poncha, pero nunca llego a tercera! Expresó a modo de protesta la gallega sin poder contenerse. El gallego, acostumbrado a las bromas de su mujer, nunca le contestaba. Las del solar disfrutaban con sus ocurrencias.

Después, todos los muchachos se marchaban contentos a la escuela, ese día el gallo había pisado cinco, entre ellos se hacían muchas apuestas. Pello se despidió de Juanita con un beso, eso lo hacían desde que eran novios y partía para el puerto, ella saldría un poco más tarde para la fábrica de tabacos.

Pello siempre esperaba al Narra, era su mejor socio, no porque tuvieran negocios, es que así hablan los cubanos cuando se refieren a un amigo. Bueno, hay distintas categorías de socios, de la misma forma que existen de hermanos. El Narra era hijo de chinos, de esos que salieron huyéndole al comunismo y aquí cayeron en una trampa. Con el poquito dinero que trajeron pusieron un puesto de fritas y como no daba para tanto, vivieron en el solar hasta que murieron después que el gobierno les intervino el negocio. Carajo, que es la misma historia de los gallegos de la cuartería, llegaron a Cuba con su boina y alpargatas, eso sí, con muchos deseos de triunfar y centavo a centavo, mucho sudor y mucho tizne, se hicieron de una carbonería. Un día del año 1968 su negocio se convirtió en explotador de la noche a la mañana y se lo intervinieron. ¡Coño, como si algún carbonero se hubiera vuelto rico!

Todos los días Pello y el Narra hacían el recorrido juntos hasta el puerto, el chino era chiquitico y el negro una jirafa. Nada los separaba pues desde niños vivieron las mismas desgracias y ahora más que socios eran compadres, la religión los amarraba.

Había alboroto ese día en el puerto, se esperaba la visita del comandante. Como decía la gente; el tipo estaba en todas y ahora la moda era "La cadena, puerto, transporte y la economía interna". Solo se hablaba de brigadas rojas, emulación, horarios de conciencia y no se sabe de cuantas mierdas más que nunca resolvieron el problema. El grave problema de los estómagos vacíos, los barcos parados, una economía bloqueada. De todo esto solo quedaban las cadenas. Ese día, al comandante se le ocurrió pedirles más sacrificios a los estibadores, pero hubo un loco, quizás un suicida o tal vez un enviado que no pudo permanecer en silencio.

-Comandante, todo está muy claro y los trabajadores estamos de acuerdo, pero el problema es que no se puede pinchar 10 horas con un pan con mantequilla y un vaso con líquido de frenos. El comandante le hizo una seña a uno de sus tracatanes para que tomara notas del caso, y al otro día, no al otro día sino a las pocas horas, apareció la merienda para los braceros. El tipo de las barbas tenía una varita mágica que aparecía y desaparecía todo a su antojo. A partir de esa fecha aparecieron las butifarras y el yogurt, nadie podía creérselo. ¡Coño, como resuelve el comandante! Decían todos, esto no se lo tragaba el negro.

-Narra, esto es pa'los bobos, estamos como los animalitos de los circos, cuando mueves la colita, el domador te da una golosina. La cosa no funciona así, en un país tenemos que pensar todos. El chino solo escuchaba con atención a su amigo, él era negro y bruto pero sus palabras tenían razón.

La brigada de ellos quedo vanguardia en ese tiempo y como premio les dieron una semana en la playa en casas alquiladas por el gobierno. Uno de esos días en que estaba en el portal junto a sus hijos, Pello vio que en la casa del frente parqueaba una ambulancia y que de su interior descargaban unas cajas de cerveza. Luego el chofer y su ayudante se sentaron en el portal y se tomaron solamente dos. Una hora más tarde se marcharon a continuar su servicio, nada era alarmante eso era lo cotidiano. Lo que parezca anormal en Cuba no lo es, da lo mismo transportar a un muerto en un camión de leche, que un cake de bodas en un carro con las coronas de un muerto.

Ese año Pello se ganó un televisor en la emulación, aportó no se sabe cuántas horas de trabajo voluntario, descargo no se sabe cuántos sacos en sus espaldas. En una de las asambleas de producción, lo propusieron para el Partido y Pello se negó, no porque no fuera cubano, simplemente él tenía su religión, era hijo de Ochún, adoraba a Obatalá, Yemayá, Changó, Orula y eso no cuadraba con la ideología de los militantes. Su rechazo no fue bien visto, y lo convirtieron de la noche a la mañana y sin saberlo en un desafecto, en un indiferente, en alguien que no cooperaba, y el Narra lo mismo, y el otro, y el otro. Había que cortar esa raíz que dañaba a la sociedad, se tenía que ser como ellos decían; "Dentro de la Revolución todo, fuera de la Revolución nada". A Pello le importaba tres pitos, él era hombre, de lo que antes se consideraba esa palabra y para él solo existían sus santos, su mujer y sus hijos, la gente del solar y el Narra.

Pello le pidió a Juanita que todos los días pusiera el televisor en el pasillo, deseaba que los niños vieran las Aventuras y las mujeres su Novela, lo demás no les interesaba. Por eso y muchas cosas la gente quería al negro y este a su gente. Allí todos lo respetaban y cuando había una bronca en la cuadra, al primero que procuraban era a él. Con su sola presencia todos se calmaban, bueno, eran aquellos tiempos donde reinaban los pantalones o los huevos en esos barrios donde la miseria o el más fuerte mandaba.




La gente del solar era magnifica, eran como una familia, todo salía de la batea donde las mujeres lavaban. Me acuerdo que el día del aniversario de bodas de los gallegos, quien sabe si los cincuenta o más, la bola se corrió de boca en boca y cada cual sabia sus obligaciones para dar una sorpresa en la que participaban desde el más niño hasta la más vieja. Ñico el farmacéutico se aparecía con dos galones de alcoholifán, Cundo con los plátanos burros para hacer los tostones, Venancio preparaba un sopón de gallinas, Chichi el congrí, Ofelia que trabajaba en una dulcería los pasteles de los niños, Mongo el bodeguero los refrescos y alguna caja de laguer. Paco se llevaba algunos pellejos del matadero para los chicharrones y de madrugada el chino siempre traía la sorpresa.

Unos sacaban sus mesas, otros los taburetes, los más pobres unos cajones y por supuesto, los negros los cueros. La cosa empezaba suave con el tocadiscos de Mercedes, ahora un bolerito de la Guillot, otro de Ñico Membiela, después Orlando Contreras y para que los gallegos fueran felices le ponían hasta un pasodoble de su tierra. Carajo, que la gente no se olvidaba de su música, aunque el gobierno la suprimiera. Cuando la cosa estaba caliente, la gallega que ya no lo era, le gritaba a todo el mundo.

-Caballeros, basta ya de tanta mierda y que suenen los tambores, coño, que esa es la música de esta tierra.

La gente estaba esperando la orden de arranque, suena el salidor, la tumba, el quinto, los timbales, las claves, y detrás de todos ellos, la voz inconfundible de una negra entonando un guaguancó. Entonada siempre con esas letras que solo conoce el pobre cuando se canta al dolor, a la infidelidad, a la tierra donde se nació. Le sigue el coro cuando arrancan las primeras piernas y los gallegos se sientan para ver bailar a blancos, mulatos y negras. Nadie sabe lo que se goza en las fiestas de los pobres, aquí no hace falta vestir de etiqueta para ver los más lindos culos moverse al ritmo de los tambores y vibrar hermosas tetas. Tetas sin ajustadores que parecen lanzas cubiertas por un baja y chupa solamente y nalgas que solo se cubren medio metro de tela.

Las horas pasan y el calor aumenta, sube la música y cuando todos piensan que termina, es cuando comienza la fiesta. De madrugada se aparece el Narra con un chivo degollado, y nadie dice nada, todos saben que es robado. Las más viejas sacan sus cuchillos afilados y en un abrir y cerrar de ojos el chilindrón está guisado. Aquí nadie llama a la policía porque no hay teléfonos, y aunque los hubiera, en los barrios de los pobres había pocos chivatos. Esa gente de uniformes les temía a los pobres, se podía hacer la bulla que uno quisiera y al que no le gustara se tenía que ir al carajo.

En contadas ocasiones había broncas y nunca eran con la gente del barrio. Casi siempre eran colados de otros solares a los que nadie había invitado. Ese mismo día el gallo de Venancio se quedaba ronco de tanto canto y no podía pisar a las gallinas y el perro de Tita se meaba dentro del cuarto. Ese era uno de los pocos días que los pobres dormían todo el día, uno de los pocos feriados. Así era la gente del solar, así era la gente de mi barrio, así era la gente de mi Cuba.

Los niños crecían, como lo hacían también las dificultades para vivir. La situación apretaba cada día más y la gente estaba ahí. Venancio seguía vendiendo huevos y una vez a la semana traía viandas del campo que revendía a buenos precios. Juanita se robaba las hojas de tabaco en la fábrica para cambiarla por leche. Pepito el queso de la pizzería lo cambiaba por jabón, Cheo se robaba la comida del hospital y la cambiaba por ron. Bebo el peletero se robaba los zapatos y los cambiaba por puercos en el campo para vender la carne en la ciudad.  Así, todos comenzamos a robar, y robar era tan natural como dormir, y robar no era un delito, más bien un mérito. Había gente criada a la antigua que no lo entendían así y decían que robar era eso, no tenía otro nombre. Chocaron contra un mal que se hizo general, una especie de epidemia de la que no han podido escapar, hasta que apestó ser honesto.

Pello pidió ir a la Microbrigadas para optar por una vivienda y salir del solar, su hija amenazaba convertirse en una señorita de la noche a la mañana. El Narra su hermano lo siguió y trabajaron duro durante meses, que rayos meses, durante años. Nadie sabe lo duro que es trabajar durante doce horas con el estómago vacío y después te hablen de trabajo voluntario. ¡Voluntario, mierda! Coño, todos saben que necesito una casa y por eso me joden. Eso lo hablaban diariamente el negro y el narra. Al final, Pello tenía más de tres mil horas de trabajo "voluntario", pero todavía había que discutir la casa.

Llegó el momento de la asamblea y como todos habían visto, el Pello había trabajado como un caballo. Entró confiado en que saldría con las llaves, pero estaba bien equivocado.

-Compañeros, de verdad lo sentimos mucho, el camarada Pello tiene tres mil quinientas horas de trabajo voluntario en la microbrigada, pero según lo establecido por el sistema de emulación, la casa se entrega por méritos laborales. Es decir, si el camarada fue propuesto para dirigente sindical, ese es un mérito. Si el camarada estudia actualmente, ese es otro mérito. Si el camarada ha realizado alguna misión Internacionalista, ese es otro mérito, etc, etc, etc. Expresó el Secretario del Sindicato.

-Eso lo que es una mariconá. Dijo el Narra

-Mire compañero, esas son orientaciones de nuestro Comandante en Jefe y nosotros debemos aplicarlas.

-Eso es una mariconá y el Jefe puede estar equivocado. ¿Como coño le pueden quitar una casa a una persona que se ha reventado trabajando durante años en la construcción, para dársela a un güevon que ni siquiera sabe dónde cojones queda el edificio?

Pello tocó al Narra por la pierna para que no hablara más y con la misma se levantó y se retiró de la asamblea. Durante el regreso al solar no intercambiaron palabra alguna. Cuando Juanita lo vio llegar, no le preguntó nada, ella lo conocía perfectamente. Sin comer bocado se acostó y con ese silencio se mantuvo durante muchos días. Cada mañana repetía el ritual de saludo a su virgen sagrada y nunca dejó de besar a sus hijos ni a Juanita antes de marchar al trabajo.

Al cabo de un tiempo, el gallo de Venancio cantó una madrugada a una hora que no era habitual y la gente se despertó, cuando comprobaron la hora siguieron durmiendo. En la mañana el gallo no paraba de cantar a la gallega le llamó la atención que el "huevero", como le decían a Venancio, no le llevara el café como todos los días. Salió al pasillo notó que la escalera estaba puesta al techo, la puerta de su casa medio abierta y el gallo cantando todavía. Mandó a su marido a ver qué pasaba y cuando entró, se encontró al guajiro muerto en el piso de una puñalada. A su lado una caja de tabacos vacía y un poco de menudo regada por el suelo. En el techo ya no había gallinas y él soltó al gallo, que como siempre, debajo de la escalera se paraba.

Pronto corrió la voz en el solar y luego en el barrio, hasta que llegó la policía. Llenaron unos formularios y preguntaron por la familia de Venancio, nadie la conocía. Solo sabían que el guajiro había llegado a La Habana cuando un desfile campesino y en la misma plaza, le dio una palmada en las ancas al animal y para el campo no volvió. Pasó mucha hambre en la capital hasta que un día se empató con Cuca, una mujer entrada en años que se había dedicado al negocio del cuerpo en el barrio de Jesús María, después ella murió y nunca tuvieron hijos.

La policía informó que después de un tiempo prudencial, si nadie reclamaba el cadáver lo mandaban a la escuela de medicina. A las pocas horas en Medicina Legal aparecieron primos, hermanos y hasta nietos del huevero. Había que ver la clase de entierro organizó la gente del barrio, todo el mundo estaba de duelo. Así era la gente de mi pueblo señores, antes de que se perdiera la vergüenza y no existieran tantos ladrones.

Luego vinieron esas cosas que llamaban misiones internacionalistas, las guerras. Hoy oías que había muerto fulano, después esperancejo, la gente iba perdiendo la alegría que siempre llevó en las venas. No sé si es porque dicen que barriga llena, corazón contento. La gente solo soñaba en comer y esto se convirtió en una pesadilla. Un día, Pello llegó de los muelles y encontró a Juanita en el piso sin conocimiento. Sin pensarlo dos veces la cargó y así en brazos la llevo varias cuadras hasta el policlínico. Cuando el médico la reconoció le dijo a Pello que estaba muy grave y que era necesario llevarla urgentemente a un hospital, solo que en ese momento no tenían ambulancia.

Juanita recobro el conocimiento por unos instantes y le preguntó por los niños a Pello, él le pidió que no hablara, comenzó a faltarle el aire. El médico le pidió que le diera respiración boca a boca hasta que trajeran el equipo de oxígeno y así hizo el negro.  Aquella operación Juanita la convirtió en un beso. Fue su despedida, pocos segundos después ella había muerto. Pello se dio cuenta y la siguió besando, y le vino a la mente la imagen de aquella ambulancia descargando cerveza en la playa, y cuantos infelices no habrían muerto en esos instantes como le había pasado a su mujer.

Su mejilla junto a la de ella, sus lágrimas corriendo por la cara de Juana en silencio, impotente, lleno de rabia, pasaba sus manos por su cabellera y sin darse cuenta descubrió unas canas. Vivía perdido en la vorágine de aquel terrible universo y no se había percatado del tiempo transcurrido, nada había cambiado en el solar. El médico trató de separarlo y Pello sacó un puñal, luego con voz ronca y cargada de dolor casi gritó; al que entre lo voy a matar, nadie entró. Todos lo respetaban y querían, fuera de la puerta los curiosos del barrio. Nada existía en su mente y todo lo resultaba borroso, permaneció inmóvil durante mucho tiempo al lado de su muerta, solo los hijos pudieron llevárselo a casa.

La gente del solar y los del barrio, llevaron con Pello a Juanita hasta su última morada y ese día volvió a cantar el gallo cuando nadie lo esperaba.

Ya el solar era otro y los muchachos que ayer lo fueron crecieron. No sonaban las tumbadoras, murieron los gallegos y la gente cambio de la noche a la mañana, hasta que un día Pello no pudo más y se lo dijo al Narra.

-¡Mi hermano, esto se acabó! Me largo pal carajo, lo poco que me queda de vida lo voy a emplear para abrirle camino a mis hijos allá fuera, aquí me mataron las esperanzas.

-Hacia rato estaba esperando me lo dijeras, mi hermano. No te vas solo, acuérdate que yo soy tu compadre en las malas y en las buenas.

Poco a poco, con mucho sacrificio prepararon una balsa en un monte cerca de una playa y cuando todo estuvo listo, Pello se sentó con sus hijos para explicarle su intención. Ellos no la aceptaron, le dijeron que no les importaba el peligro, pero que si él como padre les había dado la vida, era el único que tenía derecho a disponer de ella.

Partieron los cuatro con pocas provisiones, no había para tanto. Una parte las perdieron en un mal tiempo y nadie aparecía para rescatarlos. A los cinco días de encontrarse a la deriva, sin agua y alimentos, quedaron desfallecidos en el piso de la balsa, deshidratados. Pello le pasaba lo poco que tenia de saliva a la boca de sus hijos, hasta que aquel manantial de vida se agotara. Un día, el Narra comenzó a sufrir alucinaciones y de pronto se levantó como si nada, le dijo a Pello que iría por café que su madre había colado. Solo dio un paso, su amigo no tuvo fuerzas para impedírselo, le faltó la voz y lo vio caer al mar. Escuchó el seco chasquido que producen las dentelladas de los tiburones, el Narra no protestó, no pudo sentir nada. Al atardecer comenzó a apretar la marejada y en un esfuerzo sobrehumano, Pello tomó una cuerda y se amarro a sus hijos, mientras los besaba se dio cuenta que aun tenían lucidez. De sus ojos brotaron gruesas lágrimas tan saladas como el mar y en un esfuerzo sobrehumano besó los labios cuarteados de su hija. Ella lo premió con una leve mueca que pretendió fuera una sonrisa, le abrió los brazos que mantenía pegados junto a su flaco pechito y descubrió que entre ellos la niña llevaba a Ochún. El padre volvió a cerrarle aquellos frágiles y delgados bracitos con cuidado, mientras terminaba de acostarse entre los dos y los abrazaba hacia él para terminar de anudar la cuerda.

En la oscura e infernal noche, la fuerza del mar aumentó hasta volcar la balsa. Todos muy juntos y abrazados se perdían en las tinieblas de lo que pudo ser un sueño. Volvían a ser libres como Dios los trajo al mundo. Aquella ausencia de luz, su negrura, fue cambiando sus colores en la medida que descendían. Ante sus ojos, ahora muy abiertos, se dibujaba un celestial azul Prusia que muy pronto se transformó a un azul marino. Un azul cielo pudo descubrirlos y notaron que sus labios no estaban cuarteados, ni su piel quemada y que la mueca era una sonrisa verdadera. Detrás de un grupo de peces voladores viajaban ruiseñores con un hermoso canto, donde una vez hubo llanto nacía la alegría. Allí estaban todos, Juanita con su eterna sonrisa los besaba. El Narra, los chinos, Venancio, los gallegos, mucha gente que ya no era pobre, los del remolcador 13 de Marzo, los Hermanos al Rescate, los del Río Canímar, muchos balseros y toda esa gente que en estos años perecieron buscando un sueño nuevo. Un mar de esqueletos cubría como alfombra el lecho marino desde la isla hasta decenas de millas al norte.

En memoria de mi amigo Ramoncito, vecino de la Zona 1 de Alamar, quien, junto a un amigo, fuera devorado por los tiburones en presencia de su hijo, luego el mal tiempo regresó la balsa a Cuba y el muchacho llegó vivo. En memoria de todos los que perdieron la vida en ese intento.



Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá
1999-04-26


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viernes, 24 de enero de 2020

CONVERGENCIA EN MIAMI


CONVERGENCIA EN MIAMI





Aunque la historia de esta ciudad se remonta a miles de años antes de la conquista, con la demostrada presencia de indios Tequesta, no sobreviven testimonios arquitectónicos de esas épocas y posteriores que puedan servir de guía a cualquier visitante. Si se busca en Internet una guía de “lugares históricos” de Miami, comprobaran que es muy pobre y aislados entre si los sitios con relevancia.

Comienza a prosperar en el siglo XIX y no es hasta el siglo XX que adquiere cierta importancia impulsado por su posición estratégica durante la Segunda Guerra Mundial, donde su población aumentó hasta medio millón de personas. Puede afirmarse que anterior a esas fechas, Miami y gran parte del territorio de La Florida no dejaba de ser un paisaje salvaje y despoblado.

Con la llegada de Castro al poder unas millas al sur de la península, comienzan a inmigrar una gran cantidad de cubanos que escapaban de su régimen, aunque en tiempos anteriores ya existía presencia cubana en esa ciudad motivados por intereses económicos.

Creo haya sido esa la primera arribada masiva de isleños a ese territorio norteamericano, identificados como “batistianos” aunque no lo fueran y se tratara simplemente de seres que se negaban a vivir en un país primero identificado como “revolucionario” y luego como “socialista” hasta la aberración política y social de nuestros tiempos. Lo cierto es que, de aquella primera gran andanada, solo una ínfima parte estaba verdaderamente comprometida con el régimen de Batista, pero fue inteligentemente explotada esa calificación de “batistianos” para desacreditar al resto de sus compatriotas.

Después han ocurrido grandes éxodos y no hace falta mencionarlos, cada uno de ellos identificadas por acontecimientos históricos y, vale destacar, la calidad de sus integrantes. En la medida que transcurría el tiempo, más dañada arribaban a este país, digamos desde el punto de vista moral, cultural, social, política y económicamente.

Cada generación traía consigo una señal distintiva y aunque muchos se aferran a la idea de afirmar que, todos somos “cubanos” por nuestro lugar de origen, lo cierto es que no somos iguales, ni nos parecemos. Nos distinguimos unos de otros por las costumbres, ideas, lenguaje, conceptos, hábitos, aptitudes ante la vida, pasado, etc. Lo que origina pugnas generacionales y rechazos entre ellas aunque pretendamos ocultarlo.

Miami siempre fue un objetivo a destruir por la camarilla gobernante de La Habana y razones sobran. De este lado, apenas un millón de ovejas descarriadas ayudaron al progreso de una moderna ciudad. Mientras del otro, unos once millones de ovejas atrapadas bajo un férreo sistema, ha sido testigo y cuando no, autor de la destrucción de toda una nación. ¡Que no todos son culpables! Siempre debo aclarar que existen excepciones a esa regla, pero en menor o mayor cuantía, casi todos tenemos nuestra cuota de responsabilidad. No por gusto aquel gobierno no ha dejado de escatimar recursos para minar y destruir lo que ante los ojos del mundo puede representar una vergüenza.

Destruir a Miami moralmente, dividir a su exilio y derrotar a sus organizaciones políticas, ha tenido más prioridad e interés que resolver los problemas cotidianos del pueblo cubano aun hoy sin solución.

Aquí convergen por obra y gracia o, desgracia divina, todo tipo de cubano parido en la isla. Batistianos que apenas existen, burgueses, desafectos, combatientes revolucionarios, agentes del G2, funcionarios, cederistas, militantes comunistas, gusanos, delincuentes, chivatos, estudiantes, profesionales, ladrones, criminales, prostitutas, pingueros, gente buena, gente mala, regulares, cobardes, etc. O sea, nos encontramos unos en tierras amigas e irónicamente, muchos hijoputas eligieron la tierra del enemigo para vivir. Unas veces por voluntad propia y otras dirigidas.

El panorama de esa hermosa ciudad se enturbia cada vez más con la presencia de esa representación negativa de la sociedad cubana. Quienes esgrimen entre otras cosas, los derechos que concede la democracia y la libertad, algo contra lo cual ellos lucharon en la isla. Atacan sin esconderse al viejo e histórico exilio y gozan de la complicidad de los medios de difusión y prensa. Al paso que vamos, solo falta instaurar CDR en esta ciudad y convocar a las marchas del pueblo combatiente por la Calle 8.

Las luchas intestinas de Miami se enfocan generalmente entre las viejas generaciones y las nuevas que llegan a la ciudad. Escucharlos manifestarse en contra de los viejos y las razones que los trajeron a estas tierras, muy bien puede provocar la ira de cualquier ser humano con restos de dignidad. Sin embargo, no me gusta atacarlos y llego a sentir lástima por ellos.

Considero más bien que la mayor parte de responsabilidad en su proceder, hay que buscarlo en sus padres. Ellos actúan de esa manera tan rebelde, como rechazo a la herencia dejada por sus progenitores. ¿Sus padres? ¡Sí! Muchos de ellos se encuentran entre nosotros, llegaron a esta orilla cargando como principal equipaje sus miedos. Continúan siendo los mismos cobardes que levantaban las manos en las asambleas y mantienen sus silencios por temor a que no los dejen regresar a la isla. No se puede culpar del todo a una juventud desinformada y desorientada como la nuestra. Los padres pudieron hacer de su parte para salvarla y no lo hicieron. Apestan los constantes lloriqueos por una tierra que perdimos y no supimos defender. Hieden esos traumáticos llantos de nostalgia acompañados con fotos del Tocororo, la bandera o El Morro de La Habana. Perdimos a Cuba y estamos a punto de perder Miami. Miami digo y puede ser Madrid, Montreal o Toronto.



Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá.
2012-1-12


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domingo, 19 de enero de 2020

JESUS DIAZ, COMME ÇI COMME ÇA



JESUS DIAZ, COMME ÇI COMME ÇA





Mientras permanecemos pendientes o tal vez manipulados por los medios de prensa, quizás voluntariamente, atentos a cada capítulo de esa telenovela filmada entre Castro y su homólogo Chávez. Mientras se corren apuestas por la muerte, y ésta es recibida y celebrada con beneplácito. Mientras se desbordan todos los espacios de predicciones que provocan nuestro morbo, oraciones que causan risa, planes futuros que han sido escritos millones de veces, y para nuestro gozo, el supermán del Caribe va adquiriendo la imagen estrafalaria de un Don Quijote que ya no distingue entre molinos y ventiladores. En medio de nuestro entretenimiento, dejan caer una pequeña nota en varios espacios, que por ser de reducidísima dimensión, tiende a pasar inadvertida.


Resulta que hace unos días se ha celebrado el cuarenta aniversario de la revista El Caimán Barbudo, y Leopoldo Luís (alias Leo) autor del artículo que hace referencia al evento, expresa lo siguiente sin profundizar por razones que todos suponemos, pudo no estar autorizado para ello.


"..Hubo ausencias inevitables, como las de Jesús Díaz o Luis Rogelio Nogueras, que fueron recordadas; así como las de quienes, alejados por otros compromisos, no obstante, estuvieron todo el tiempo presentes en espíritu"...


Ni corto, ni perezoso, y recordando todas esas controversiales opiniones que abrigaron la supuesta muerte misteriosa del escritor cubano radicado en España. Impulsado tal vez por la curiosidad sobre las acusaciones que siempre pesaron sobre Jesús Díaz como agente encubierto del régimen de Castro, anduve hurgando por Internet en búsqueda de alguna información y creo que, el material más importante sobre esa controversial persona, es el artículo escrito por Servando González titulado; “El extraño encuentro de Jesús Díaz con la muerte”.




La información que ofrece Servando sobre la personalidad y faenas realizadas por Jesús Díaz durante gran parte de su vida activa como revolucionario “ortodoxo”, tradúzcase extremista. Nos muestra en esencia al ser que debió considerarse muy temido dentro del círculo social donde desarrollaba sus actividades. Considerado como uno de los mejores escritores exponentes de la línea de su partido, Díaz no pudo ocultar su desprecio hacia ese exilio que supo acogerlo, perdonarlo y hasta condecorarlo en Miami, su capital. 


Odio que toma sus mayores dimensiones en el filme “Lejanía”, donde explota casi despiadadamente un problema social producido por la revolución que tanto defendió. “Lejanía”, película donde se premia la forma y no el contenido, es un ataque y manipulación de situaciones y sentimientos encontrados entre los que se quedaron y los que una vez se fueron. Trabajados con excelente habilidad y buscando solo un fin, culpar al que abandonó su tierra dejando todo atrás, y como es de suponer, presentar al que se mantiene en su tierra como la víctima de todas las desgracias que se originaron luego de aquella partida.







Para Jesús Díaz solo existió ese evento que dividió a la familia cubana, y al parecer, nunca investigó profundamente en otros hechos que nada tuvieron que ver con el éxodo cubano hacia el norte. Nada que ver dentro de su obra por las largas ausencias del hogar, masivas peregrinaciones hacia el campo, misiones internacionalistas, hijos arrancados de sus raíces familiares desde muy jóvenes, etc. Nada de eso ayudó a destruir la familia cubana, solo la existencia de un exilio que se origina desde el inicio mismo de la llegada de Castro al poder. 


Una extensión asquerosa de “Lejanía” es producida años después con el filme “Miel para Ochún”, pero esta vez en caso inverso, y es el hijo quien regresa desde el exilio en busca de su madre, demonizando en todo momento a quien lo extrajo de su tierra, y explotando nuevamente un dolor que ya se extiende por cuarenta y siete años. Causas y efectos han sido papel sanitario para muchos de los autores cubanos, y Jesús Díaz no se encontraba excluido por muy excelente escritor que fuera.


Su obra no deja de ser condimentada con esa divisa, y aún después, cuando disfrutaba de su aterciopelado exilio, ese odio oculto lo traicionaba y sale a la luz en el libro titulado “Dime algo sobre Cuba”.


"........Pudo entender con exactitud, por experiencia propia, que Lenin sufría la impagable sensación de culpa del exilio. También él estaba empezando a sufrir aquella herida irrestañable. El olor de su madre, de su infancia y de su lengua habían quedado atrás para siempre, pero los suyos seguían allá, prisioneros de aquel mundo sin esperanzas, y frente a ellos se sentía un traidor....... (página 124)"..


De manera muy inteligente y sutil, Jesús Díaz vuelve a mandar su mensaje subliminal en contra del exilio cubano. El libro llega a mis manos enviado por una amiga desde España y exactamente el día 23 de Septiembre del 2000, escribo un comentario sobre su obra que difundo por muchos medios de Internet, incluyendo el foro de la página de Encuentro. Díaz fallece el 2 de Mayo del 2002.


Profundizar en todo lo que se ha escrito sobre este enigmático escritor cubano, harían interminable este comentario y regreso al pequeño párrafo, donde se menciona durante el homenaje realizado por los cuarenta años de existencia de la revista Caimán Barbudo.


..Hubo ausencias inevitables, como las de Jesús Díaz o Luis Rogelio Nogueras, que fueron recordadas; así como las de quienes, alejados por otros compromisos, no obstante, estuvieron todo el tiempo presentes en espíritu"...



Querido exilio.-

¿Existen dudas aún de que ese señor trabajaba para el gobierno cubano? ¿Creerían posible de que fuera mencionado en oportunidad de ese evento? Poco importa cuan simple haya sido. ¿Consideran que existe esa posibilidad luego que una persona haya sido calificada de “traidor a la patria”? Si la respuesta es positiva, usted nunca vivió en Cuba. Si la respuesta es positiva, preparen entonces otros homenajes dedicados a Norberto Fuentes, Eliseo Alberto, Rojas, Armengol y todos aquellos miembros de ese ejército invisible que, no ocultan su nostalgia y realizan sus labores proselitistas en esta orilla de la playa. Si la respuesta es positiva, no duden en abrirle los brazos desesperadamente a todos aquellos que una vez fueron nuestros látigos.



Esteban Casañas Lostal
Montreal..Canadá
2006-09-04


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El extraño encuentro de Jesús Díaz con la muerte

por Servando González

La repentina muerte de Jesús Díaz, un conocido escritor cubano en el exilio, ha desatado y seguirá desatando, una avalancha de artículos sobre su brillante carrera como escritor y editor. Pero hay un aspecto oculto de la vida de Jesús Díaz que no ha sido explorado todavía: su posible conexión con los servicios de inteligencia castristas. Este artículo explora esa conexión.

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Conocí a Jesús Díaz a comienzos de la década de los sesenta, cuando un común amigo me lo presentó en la biblioteca de la Escuela de Letras de la Universidad de La Habana, donde Jesús a la sazón enseñaba filosofía marxista. Recuerdo que Jesús traía en sus manos el manuscrito de un libro de cuentos que había enviado al concurso de la revista Casa de las Américas, y me dio a leer un par de ellos, que devoré en unos minutos en la propia biblioteca. Recuerdo haberle dicho que tenía un premio en las manos. Resultó que no me equivoqué: Los años duros fue uno de los libros galardonados.

Después nuestros caminos se apartaron (yo ya había tomado el camino del exilio interior), y dejé de verlo luciendo su inseparable boina verde olivo por la Universidad. Alguien me comentó que Jesús había sido tronado cuando Raúl Castro disolvió la revista Pensamiento Crítico, y Jesús fue a parar al limbo cubano. Años después me enteré de que andaba por el ICAIC (Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica) que, junto con la Casa de la Américas, eran los refugios de los intelectuales y artistas castristas que por avatares del destino habían sido defenestrados.
Para reivindicarse, Díaz se esforzó en el ICAIC en probar más allá de toda duda su ortodoxia fidelista. No sólo realizó cortometrajes, como el panfleto propagandístico 55 Hermanos sobre un grupo de jóvenes exiliados y descendientes de exiliados cubanos en su primer visita a Cuba, que muestran su amor por Fidel Castro y su obra, sino que también escribió guiones y realizó películas de argumento. Ese esfuerzo lo reivindicó a los ojos del castrismo.

Tal parece que los graves problemas sociales, éticos y morales, por no mencionar los políticos y económicos, que confrontó la nación debido a los desatinos de Fidel Castro no lograron conmover las profundas raíces castristas de Jesús Díaz. En 1982, un año después de los vergonzosos sucesos del Mariel --reedición tropical de la persecución a los judíos al inicio de la Alemania nazi-- Díaz gana el Premio IV Concurso de la Sección de Cine, Radio y Televisión de la UNEAC (Unión de Escritores y Artistas de Cuba), por la realización y el guión de Polvo Rojo. En 1986 su estrella todavía brilla reluciente, y obtiene una Primera Mención de Argumento en el I Festival de Cultura Cubana en Burdeos por Lejanía, considerada la primera película que aborda el tema de las relaciones entre cubanos de la Isla y el exilio --desde un punto de vista castrista, por supuesto.
¿Cuál era la posición política de Jesús Díaz mientras vivió en la Cuba castrista? Todo indica que era totalmente ortodoxa. En su libro Cuba, Jacobo Timerman lo califica de "Stalinista", así como de ser "el escritor que mejor expresa la línea del partido". Timerman no exagera. Según algunos que siguieron de cerca su carrera, cuando Jesús Díaz era director de la revista El Caimán Barbudo hostigaba a aquellos a quienes consideraba que no tenían como él una posición castrista ortodoxa (extremista).

En una carta abierta a Carlos Monsiváis publicada en la revista electrónica La Jiribilla el 30 de Junio del 2001, los redactores (léase "compañeros" de la inteligencia castrista), afirman que Díaz "Fue un perseguidor de homosexuales en los años sesenta, como bien lo saben los fundadores de Ediciones El Puente; se sumó a la campaña contra Paradiso en nombre de la 'moral revolucionaria'; y fue detractor de la persona y la obra de Reinaldo Arenas." Sin embargo, debido a un problema de amnesia selectiva, los "redactores" no mencionan que Jesús Díaz también fue Secretario del núcleo del partido "comunista" (el fidelista, no el PSP), en el ICAIC.

No es hasta 1991, dos años después de la farsa que condujo al asesinato legal de Arnaldo Ochoa y Tony de la Guardia, que Díaz descubre la luz y decide romper con el castrismo. Inicialmente se asila en Alemania, y en 1994 pasa a vivir permanentemente a España. Es allí donde funda en 1996 la revista Encuentro de la Cultura Cubana. En una reciente entrevista aparecida en la revista literaria Lateral (Barcelona, Abril del 2002, pp. 10-11), Díaz respondió a la pregunta "¿Por qué dejaste Cuba?" con estas palabras: "Estaba muy desencantado de la experiencia de la revolución. Todo aquello había terminado en una dictadura terrible, y yo me sentía muy en contra."

La mayoría de los exiliados que he conocido, particularmente los que en algún momento sintieron alguna simpatía por lo que creyeron era una revolución verdadera, cuentan que han pasado por un período más o menos largo en el que se han ido distanciando del régimen: el llamado "exilio interior". Pero la conversión de Díaz parece haber sido fulminante, pues hasta los últimos momentos brindó su apoyo al régimen castrista y se benefició de ello. Si, tal como aseguró a Lateral, estaba "muy desencantado" con el castrismo, no hay dudas de que lo supo ocultar muy eficazmente hasta el último momento.
Muchos aspectos de los motivos que, según él, lo condujeron al exilio son evidentemente sospechosos. Según las propias palabras de Díaz en la entrevista, lo que lo instó finalmente a exiliarse fue una carta escrita por el entonces Ministro de Cultura Armando Hart, en la que éste lo amenazaba de muerte, acusándolo, entre otras cosas de "Judas".
Al parecer Díaz olvidó mencionar algo muy importante: aunque en Cuba hay muchos títeres, hay un sólo titiritero. Armando Hart no se hubiera atrevido a escribir tal carta sin la autorización, o la orden expresa, de Fidel Castro. Y es aquí cuando la cosa se complica, porque, como todos sabemos, Fidel Castro nunca ha amenazado a nadie de muerte. Cuando quiere matar a alguien, simplemente lo mata, y se acabó.

Cuando Fidel era niño en la finca Manacas, allá en Birán, provincia de Oriente, observó que el matarife que iba a ultimar al cochino siempre llevaba el cuchillo escondido hasta el último momento en que le asestaba la puñalada. Casos como el de Frank País, Camilo Cienfuegos, o el más reciente de José Abrahantes, son buena prueba de que aprendió la lección. Fidel nunca le avisa a nadie con anticipación de que le va a asestar la puñalada trapera. De modo que Jesús Díaz sería el primer caso de un cubano al que un funcionario del gobierno castrista haya amenazado de muerte.
Si Jesús Díaz nunca hubiese estado relacionado con los servicios de inteligencia castristas, este estudio lo habría realizado tan sólo desde el punto de vista histórico, y ciertos aspectos oscuros de su vida no habrían pasado de ser más que eso: sospechas. Pero sus vínculos con la inteligencia castrista, como veremos a continuación, abren una legítima puerta para que haga este análisis desde el punto de vista de la inteligencia, la contrainteligencia y el espionaje, y en ese campo las cosas rara vez son lo que parecen ser.

Vista desde esa perspectiva, la amenazadora carta de Hart a la que Díaz se refiere pudiera tener otra explicación un poco más compleja. En contrainteligencia y espionaje existe un mecanismo que se conoce como "creación de bona fides", por el que un agente de inteligencia que ha sido destinado a penetrar al enemigo pasa por un proceso falso de rompimiento violento con sus verdaderos amigos. Este falso rompimiento es usado como excusa para luego pasarse a las filas de la oposición y constituye la prueba máxima de que el traidor es lo que dice ser. Ha habido casos extremos en los que agentes han sido apresados y hasta torturados por sus propios amigos, para de esa forma justificar su falso rompimiento con ellos. Esta explicación pudiera ser interpretada como una simple especulación de una mente paranoica -- aunque cierta dosis de paranoia es una condición necesaria para trabajar en contrainteligencia-- pero los hechos extraños sobre Díaz no terminan ahí.

Jesús Díaz estuvo involucrado con las visitas a Cuba de las brigadas Venceremos y Antonio Maceo casi desde el principio en que aquéllas comenzaron. Las brigadas Antonio Maceo y Venceremos fueron operaciones de penetración ideológica concebidas y ejecutadas por la inteligencia castrista para clavar una punta de lanza en el flanco del exilio cubano y en el de los propios Estados Unidos. El hecho de que Jesús Díaz haya sido encargado de "atender" a esos grupos de jóvenes despistados --futura cantera de revolucionarios radicales y propagadores de la ideología castrista-- indica que sus nexos con la inteligencia castrista eran bien fuertes. Para haber podido realizar estas funciones Jesús Díaz tiene por fuerza que haber sido un colaborador, un agente, o posiblemente un oficial encubierto de la inteligencia castrista. Cualquier cosa que haya sido, es evidente que gozaba de la total confianza de la inteligencia castrista.

Al parecer su trabajo ideológico con las brigadas fue eficaz, pues ciertos hechos parecen indicar que, años más tarde, Jesús Díaz fue seleccionado para jugar un papel clave en una operación de guerra psicológica (psy-op) de los servicios de inteligencia castristas. La ciencia de la psicopolítica, elemento esencial de lo que hoy se conoce como guerra psicológica, fue desarrollada por Lavrenti Beria, uno de los jefes de la KGB en tiempos de Stalin.

Es de todos conocido que los agentes de la inteligencia castrista han penetrado, casi sin excepciones, las organizaciones anticastristas en el exilio. El conocido caso de Juan Pablo Roque, el oficial de la inteligencia castrista que logró infiltrarse en Hermanos al Rescate, no constituye la excepción sino la regla. Pero estos agentes lograron infiltrarse gracias a que hacían gala de su anticomunismo furibundo y echaban espuma por la boca al hablar del castrocomunismo. Esto les abrió las puertas de esas organizaciones del exilio, las cuales nunca se han caracterizado por su perspicacia. Esta nueva operación de la inteligencia castrista era algo mucho más sutil, y requería agentes más refinados.
El objetivo principal de esta nueva operación, que he dado en llamar "Operación Encuentro", fue la neutralización política de los intelectuales y artistas cubanos no-castristas, tanto en el exilio como en Cuba, mediante la creación de lo que en inteligencia se conoce como un "agente de influencia". Aunque el término "agente de influencia" generalmente se aplica a personass, también puede aplicarse a organizaciones de todo tipo, incluyendo medios de comunicación masiva. Por ejemplo, hay pruebas de que la CIA ha penetrado la mayoría de los más importantes medios de comunicación en los Estados Unidos, incluyendo The New York Times, The Washington Post, CBS, CNN y otros. Es sabido que durante los años duros de la guerra fría, la CIA secretamente penetró y financió varias revistas culturales tales como Partisan Review, Kenyon Review, New Leader. Pero sin duda la más famosa, debido al escándalo que se armó cuando se descubrió la participación de la CIA en su creación y financiamiento, tenía un título muy singular: Encounter. Al parecer algunos "compañeros" de la inteligencia castrista no tienen mucha imaginación --o tienen un gran sentido del humor.
La Operación Encuentro se planeó alrededor del año 1990, y poco después entró en la fase operativa con el envío de intelectuales cubanos pro-castristas "exiliados" cuyo objetivo era infiltrarse en las comunidades cubanas en el exilio, principalmente en México, España y los Estados Unidos. No es coincidencia que, a partir de ese momento, un grupo de intelectuales identificados con el castrismo, Jesús Díaz entre ellos, haya tomado sorpresivamente el camino del "exilio". Su misión internacionalista era penetrar y confundir ideológicamente a los intelectuales cubanos del exilio verdadero.

No voy a mencionar en este trabajo los nombres de otros intelectuales involucrados en esta operación; ya habrá tiempo para ello. Baste decir que todo intelectual cubano que haya tomado el camino del exilio después de 1990, y que en un tiempo demasiado corto haya llegado a posiciones prominentes en el campo de la cultura o el arte en el país que los acogió, es sospechoso. Entre éstos, los que hayan recibido ayuda financiera de fundaciones norteamericanas tales como la Rockefeller, Ford, Carnegie, Mellon, o MacArthur, son todavía más sospechosos. El caso de Reinaldo Arenas es prueba suficiente de que los intelectuales cubanos en el exilio que mantienen una actitud vertical ante el castrismo, ni suben fácilmente, ni reciben ayuda financiera de las instituciones que he mencionado.
Un análisis de Encuentro y de su némesis La Jiribilla, que vaya más allá de lo superficial, indica que, aunque por diferentes vías, el mensaje subliminal de ambas publicaciones es básicamente el mismo: en la Cuba castrista los creadores tienen libertad de expresión. Encuentro publica trabajos de autores cubanos en Cuba, algunos de ellos críticos al castrismo. Jiribilla publica trabajos de autores cubanos como Virgilio Piñera y José Lezama Lima, que en vida no fueron pro-castristas, como prueba de que lo que se dice sobre la falta de libertad de expresión y libertad artística en Cuba es mentira.
La Jiribilla muestra todas las trazas de ser una operación de guerra psicológica de los servicios de contrainteligencia castristas. Hay que reconocer, sin embargo, que en ese sentido han hecho un buen trabajo. Pero Encuentro también muestra elementos que la hacen un poco sospechosa. En primer lugar, la primera impresión que uno tiene de Encuentro es que es un clone de Casa de la Américas. Tanto el formato como el diseño gráfico conectan a Encuentro en un plano subliminal con la revista que fue por muchos años el más efectivo vehículo de difusión ideológica del castrismo en el campo de la cultura.

Además se publicar trabajos no muy problemáticos de escritores anticastristas del exilio, Encuentro también publicó trabajos no muy anticastristas de escritores cubanos en Cuba. Entre ellos, en su número inicial, Encuentro, la revista que se jactaba de valorar más el arte y la literatura que la política, publicó un fragmento de una excelente obra de ficción de uno de los más renombrados escritores cubanos de estos tiempos (pp. 18-24). Su título: Fragmento del informe del Buró Político, presentado por Raúl Castro, y aprobado en el V Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, celebrado en La Habana el 23 de marzo de 1996 (sin comentario).
No sólo eso. Tanto los artículos que aparecen en Jiribilla como la mayoría de los de Encuentro han sido escritos usando un léxico especial, el tipo de jerga particular, el "discurso", que acuñó el castrismo y que se popularizó en Cuba y América Latina. Por ejemplo, en ambas publicaciones, el castrismo, esa mezcla de fascismo jesuítico escondido detrás de una falsa fachada comunista, casi siempre es tratado de "la revolución". Solamente confundidos ideológicos, tontos, o mal intencionados, son capaces de seguir empleando a estas alturas la frase "la revolución" para referirse al proceso más contrarrevolucionario y reaccionario que ha tenido lugar en América Latina. Este uso particular del lenguaje trabaja en un plano subliminal para contribuir a crear en el lector un estado de confusión ideológica.

O sea, que el apoliticismo de Encuentro resultó ser, en la práctica, politicismo comprometido con el régimen castrista. Lo que Casa de las Américas hizo abiertamente por muchos años Encuentro lo hacía ahora encubiertamente. Los tiempos habían cambiado, y los servicios de inteligencia castristas se adaptaban a las nuevas circunstancias.
Pero las conexiones de Encuentro con el castrismo van más allá de lo puramente formal o ideológico.
Una de las características de Encuentro ha sido su habilidad tanto para despolitizar al exilio político cubano como para obtener los fondos necesarios para su publicación. Contrariamente a la mayoría de las publicaciones literarias cubanas en el exilio, que han subsistido precariamente por unos años para finalmente desaparecer por falta de recursos (Mariel es un ejemplo que me viene a la mente), Encuentro siempre contó con fondos abundantes.

Cuando Jesús Díaz decidió lanzar Encuentro en la Red, la versión electrónica de la revista, la Fundación Ford aportó $250,000 dólares al proyecto. En la carta abierta a Monsiváis ya mencionada, los eficientes "compañeros" de la inteligencia castrista agazapados tras La Jiribilla acusan a Díaz de haber recibido fondos de "una fundación norteamericana" sin mencionar el nombre. Pero lo que mucha gente ignora es que la Fundación Ford, que fue la que aportó los fondos, como sus colegas, la Fundación Rockefeller y la Fundación Carnegie, abren sus abundantes faltriqueras a cuantos quieran publicar algo sobre las maravillas del castrismo, pero nunca han dado dinero alguno a una publicación de corte anticastrista. De modo que Jesús Díaz tuvo el honor no sólo de ser el único cubano al que el gobierno de Fidel Castro haya amenazado de muerte, sino también el único cubano exiliado supuestamente anticastrista al que la Fundación Ford le haya proporcionado fondos para subvencionar una publicación. Como dirían los personajes de La soprano calva de Ionesco: "Qué extraño", "y qué interesante", "y qué coincidencia."

Otra acusación que ha aparecido repetidamente en La Jiribilla es que Encuentro es una creación de la CIA en su lucha encubierta contra la "revolución" fidelista. Como todos conocemos, Fidel Castro ha acusado a la CIA de cuanto problema ocurre en Cuba, desde la escasez de guarapo hasta el desastre de la última zafra (y de todas las anteriores). Pero si prestamos más atención a lo que tanto Castro como la CIA hacen, que casi nunca coincide con lo que dicen, se hace evidente que la CIA ha sido siempre la mejor aliada del tirano. Por ejemplo, la CIA tuvo un papel importante en la traición a los invasores de Girón y a las guerrillas del Escambray, que trajo como consecuencia que Castro se consolidara en el poder. La CIA jugó un papel principal en la muerte del Ché Guevara, a quien Castro se había propuesto eliminar. Con todos sus satélites y aviones espías, la CIA se hizo de la vista gorda hasta que Castro ya había enviado más de 20,000 soldados a Angola donde, entre otras cosas, se dedicaron a proteger las refinerías de la Shell en Cabinda. De modo que no sería descabellado sospechar que la CIA haya estado detrás de Encuentro, pero no directamente, como dice La Jiribilla, sino indirectamente, a través de su amigo Fidel Castro. En el enrevesado mundo de la inteligencia, la contrainteligencia y el espionaje casi todo es posible --aunque no siempre probable. Si alguno de mis lectores piensa que exagero cuando afirmo que la CIA es la mejor aliada de Fidel Castro, le sugiero que le pregunte a Edén Pastora, a Orlando Bosh, o a Luis Posada Carriles, quienes por diferentes vías llegaron a conclusiones similares.

Independientemente de sus reconocidos méritos como escritor, la trayectoria política de Jesús Díaz muestra todas las características de un oportunismo de la peor especie. (Fue el propio Lenin quien dijo que bajo la piel de todo extremista se ocultaba un oportunista). Si algo tienen bien desarrollado los oportunistas es el olfato. Al parecer Díaz se olió que a Fidel Castro le quedaba poco, y decidió volverse un exiliado anticastrista de verdad, traicionar a sus compañeros de la inteligencia castrista, apropiarse de Encuentro y usarla para sus fines personales. A mediados del 2000 Encuentro da un viraje radical y comienza a politizarse aún más, pero ahora sí en contra del castrismo. Es interesante ver que las críticas verdaderamente virulentas de los órganos de desinformación castristas hacia Jesús Díaz comienzan precisamente por esa fecha. Es tan sólo a partir de esa época que la recién aparecida La Jiribilla comienza un ataque sistemático contra Jesús Díaz, cuyo plato fuerte consiste en la publicación de toda la bazofia pro-Castrista que Díaz publicó durante sus largos años de militancia combativa. Le sugiero a mis lectores que no visiten el sitio de La Jiribilla y lean lo que Díaz escribió, so pena de tener que salir corriendo al baño a vomitar.

Sin embargo, tal parece que en el momento crucial el fino olfato de oportunista político le falló a Jesús Díaz. En la entrevista de Lateral que mencioné anteriormente, Díaz pronunció sin saberlo lo que tal vez sería su epitafio: "Hay que trabajar como si Castro ya se hubiera muerto, hay que romper esa obsesión única y trabajar para un futuro que puede ser mañana".
Pero Fidel Castro no sólo aún no está muerto, sino que sigue siendo extremadamente peligroso y tiene largas manos asesinas. Tal vez pensando en asegurar su futuro político en la Cuba post- Castro, Díaz cometió el error de cambiar de lealtades, y pasó a atacar al castrismo en serio. Craso error. Díaz quiso bailar en casa del trompo, y eso es algo que Fidel Castro no perdona. Al ladrón de Birán no hay quien le robe. Como muchos que han menospreciado la capacidad de Castro para la maldad, tal vez Jesús Díaz haya pagado su error con la vida. Hace unos pocos días Díaz fue encontrado muerto en su lecho en su casa en Madrid, al parecer víctima de un ataque al corazón.

Es de todos conocido que Fidel Castro es un experto en las artes del asesinato político, tanto de sus enemigos como de sus amigos. (En mi libro The Secret Fidel Castro dedico todo un capítulo al estudio de esta malvada actividad castrista). Las largas manos del tirano, en su versión caribeña del "executive action", han alcanzado a muchos de sus enemigos fuera del país. Al principio los métodos eran burdos: el disparo por la espalda o la bomba en el automóvil. Ahora los métodos son más sutiles: desde lo colocación de un isótopo radioactivo en el asiento del auto, que en unos meses provoca el cáncer de la próstata, hasta la inoculación de varios tipos de enfermedades contagiosas.
A fines de la década de los cincuenta, la KGB desarrolló una tecnología, simple pero letal, para deshacerse de traidores y exiliados belicosos. El dispositivo consiste en un tubo delgado de metal, de unas seis pulgadas de largo, con un gatillo en el extremo cerrado. Dentro del tubo hay una cápsula de ácido prúsico (el componente principal del gas Zyklon B usado por los Nazis en las cámaras de gas), y un fulminante. El asesino, que con anterioridad ha tomado unas pastillas de antídoto, apunta el tubo a la cara de la víctima y oprime el gatillo. La pequeña explosión vaporiza el ácido, que es inhalado por la persona. La muerte ocurre en unos pocos segundos y el veneno se disuelve en unos minutos, sin dejar trazos que aparezcan en una autopsia. Los síntomas aparentes son los de un paro cardíaco. Conociendo la cercana colaboración que hubo entre los servicios de inteligencia soviéticos y castristas, no es desatinado conjeturar que la KGB haya entrenado a los cubanos en esta tecnología. Si las conclusiones a las que he llegado en este artículo son ciertas, no sería de extrañar que Jesús Díaz haya sido otra víctima más del asesino Fidel Castro.

Una objeción que pudiera hacerse a mi teoría es la siguiente: si Carlos Alberto Montaner o Guillermo Cabrera Infante, tan sólo por mencionar dos de los más conocidos, han siempre mantenido una postura mucho más activa y vertical ante el castrismo que Jesús Díaz, ¿por qué asesinar a Díaz y no a ellos? La respuesta es porque, a los ojos del tirano, Montaner y Cabrera Infante son tan sólo enemigos, en tanto que Díaz era un traidor. Esta conclusión se basa en que la propia KGB, que rara vez asesinó a oficiales de los servicios de inteligencia enemigos, siempre fue implacable en el castigo de quienes consideraba traidores. Asesinar al traidor no sólo proporciona el dulce placer de la venganza, sino que sirve de advertencia a posibles traidores. Un caso conocido es el de Julio Antonio Mella, un comunista pro-Moscú que decidió pasarse al trostkismo y fue asesinado en México por la NKVD siguiendo órdenes de Stalin.

Personalmente nunca tuve nada en contra, ni a favor, de Jesús Díaz. Cuando lo conocí, y en las pocas ocasiones que hablamos después, casi siempre en la Universidad de La Habana, recuerdo que era (o trataba de aparentar que era) el típico cubano hablador, simpático e inteligente. Recuerdo que había desarrollado lo que yo di en llamar "el estilo 'Cheo' de enseñar filosofía". Al percatarse de que hablar el idioma español correctamente había pasado en la Cuba castrista a ser un síntoma burgués, en sus clases universitarias Díaz explicaba los más abstrusos conceptos de la filosofía marxista hablando como un estibador de los muelles. Con el pasar de los años, después que se convirtió en "funcionario", me parece que perdió mucho de su frescura y simpatía inicial. Una foto que hallé en la internet hace unos días muestra casi al mismo Jesús Díaz que yo conocí en los años sesenta, pero su ceño ya se ha tornado hosco, como bien cabe a los funcionarios políticos castristas en ascenso.
La carrera literaria y política de Jesús Díaz nunca me interesó mucho. En definitiva la literatura no es mi campo, y lo único que conozco de su producción intelectual son sus excelentes cuentos de Los años duros y el bodrio cinematográfico 55 hermanos. Y lo considero un bodrio no porque sea un panfleto progagandístico --Leni Riefenstahl creó panfletos propagandísticos para los nazis que aún hoy se consideran obras de arte-- sino porque cuando vi este documental me pareció una melcocha sensiblera de la peor especie.

Pero no vamos a echarle toda la culpa al muerto, que en paz descanse. Como dice un dicho norteamericano, hacen falta dos para bailar un tango. El hecho de que uno de los más extremistas entre los intelectuales dogmáticos castristas haya pasado sin transición a dirigir una de las más importantes publicaciones del exilio cubano, dice mucho de la alta calidad de los servicios de inteligencia castristas. Dice mucho también de la inocencia y de la confusión ideológica que predominan entre los intelectuales en general y entre los intelectuales cubanos en el exilio en particular. En cuanto Encuentro tomó algún prestigio, la lista de sus colaboradores se hizo extraordinariamente larga. Lamentablemente, es muy probable que, sin proponérselo, con sus colaboraciones le hayan estado haciendo el juego al tirano. Nadie sabe para quien trabaja.
No obstante, el hecho de nadie sabe para quien trabaja funciona en ambos sentidos. La CIA no es el único servicio de inteligencia que planea algo, lo ejecuta, y los resultados son diametralmente opuestos de lo que esperaban. (Y no estoy pensando en la invasión de Playa Girón, cuyos resultados coincidieron exactamente con lo que planearon --como dije anteriormente, en el campo de la inteligencia y el espionaje las cosas rara vez son lo que parecen ser). Si bien hay indicios de que Encuentro fue una operación de desinformación de los servicios de inteligencia castristas, no es menos cierto que, tal vez por mantener la falsa fachada, la revista se vio forzada a abrir un espacio que muchos intelectuales cubanos, dentro y fuera de la Isla, aprovecharon para expresar sus ideas. Afortunadamente, es posible que con sus colaboraciones esos intelectuales hayan contribuído a sentar las bases para una Cuba democrática post-Castro.

En ningún momento ha pasado por mi mente que todos los autores que han colaborado con Encuentro, o que todos aquellos que han trabajado en su redacción, hayan sido agentes del castrismo. La mayoría son intelectuales honestos a quienes respeto, y algunos de ellos son mis amigos personales. Si mi teoría es cierta, es muy probable que tan sólo Jesús Díaz, y tal vez unos pocos de sus colaboradores más allegados, hayan sido parte del plan. De la misma forma, es casi seguro que muy pocas personas en el gobierno castrista conocen de la existencia de Operación Encuentro. Las operaciones de contrainteligencia se caracterizan por el más absoluto secreto, pues cualquier indiscreción puede comprometerlas. La compartimentación y la necesidad de saber (need to know) son aspectos esenciales de la profesión.

Como todo análisis de inteligencia y espionaje, este estudio se basa en conjeturas, por ahora imposibles de verificar, a las que se llega a partir de datos comprobados. Es posible que algún día, después de la vuelta a la normalidad en Cuba, aparezcan las pruebas documentales sobre éste y otros hechos similares. Si esto llegara a suceder, aunque sinceramente lo dudo, me imagino que muchos nos vamos a sorprender cuando sepamos de tantos nombres conocidos, tanto en las filas del anti-castrismo como en las del castrismo, que aparentaban ser una cosa y en realidad eran otra muy distinta.


FIN



Servando González

Servando González es un escritor y analista de inteligencia norteamericano nacido en Cuba. Entre sus libros se encuentran Historia herética de la revolución fidelista y The Secret Fidel Castro: Deconstructing the Symbol publicado a comienzos de este año. Ambos libros pueden ser adquiridos en el sitio de la casa editora, http://www.intelibooks.com.


Éste y otros excelentes artículos del mismo AUTOR aparecen en la REVISTA GUARACABUYA con dirección electrónica de:



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Síntesis biográfica del autor

CRONOLOGÍA DE UNA AVENTURA

                               CRONOLOGÍA DE UNA AVENTURA La vida para mí nunca ha dejado de ser una aventura, una extensa ...