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viernes, 25 de agosto de 2023

DE SIBERIA A LAS TUNDRAS DE CANADÁ

 

DE SIBERIA A LAS TUNDRAS DE CANADÁ

 

Villa de Schefferville


 

La práctica de neo esclavitud desarrollada por el régimen de Castro data de varias décadas. Unas veces realizadas de manera independiente, y otras, en franca complicidad con sus socios extranjeros, actuales inversores dentro del territorio cubano y principales interesados ​​en mantener la parálisis política y social que se experimenta en la isla por más de cuatro décadas.

 

La exportación de esclavos cubanos durante la existencia del bloque comunista, fue realizada en esa dirección durante muchos años y de nadie fue un secreto. Para el manso cubano de a pie, esta no dejaba de ser una misión por cumplir en nombre del explotado “internacionalismo proletario”. Sin embargo, hubo jóvenes que se dieron cuenta del papel de esclavo que estaban desarrollando y llegaron a comentarlo. Pongamos como ejemplo aquellos muchachos que partieron como supuestos estudiantes a la desaparecida República Democrática Alemana y que una vez en aquel país, fueron destinados a laborar en factorías.

 

Entre ellos me encontré con varios que realizaban sus trabajos en una fábrica de ventanas, solo que en medio de sus desilusiones eran algo felices, eran unos esclavos contentos. Escapaban de los rigores de una libreta de abastecimiento, aprendían un idioma, y como era de esperar, luego de apretarse el cinturón hasta el último huequito, economizaban con un solo propósito, llevar una moto MZ para Cuba. Este detalle los ubicaba muy por encima de los niveles de vida de la población en general, condición que los convertía en superiores a sus vecinos. Esa actitud ha sido casi generalizada dentro de nuestra población hasta convertirse en una especie de nueva disciplina. La ostentación, hoy llamada especulación por casi toda nuestra población, es un arma utilizada por el cubano en esa competencia que existe entre vecinos por tratar de sobresalir allí, donde solo existen dos clases sociales a saber, los que ostentan el poder, y los que fueron condenados a la miseria.

 

Aquellos muchachos eran felices aun sabiendo que los explotaban, pero podían considerarse afortunados o “privilegiados”, como solían decirles a todos los seleccionados a cumplir esas extrañas misiones, máximo, cuando eran jóvenes arrancados de pequeños pueblos donde no existían esperanzas de progresar. Entonces, el cubano vio en esas salidas al exterior una posibilidad de prosperar en algo y distinguirse de sus compatriotas. Artículos tan simples como los efectos electrodomésticos, fueron signos distintivos dentro de esa comunidad que hace solo unos meses tuvo su primer contacto con “ollitas arroceras”. La tenencia de una moto donde sacar a pasear a la jevita, te elevaba una categoría muy superior.

 

De igual forma salieron cubanos a cortar madera en Siberia, no debe ser muy fácil para una persona habituada a vivir en los trópicos lograr adaptarse a las rigurosas condiciones climatológicas de aquella región rusa. Existía algo muy cierto en aquellos momentos, los alemanes “democráticos” no deseaban realizar muchos trabajos. Razones que empujó a su régimen a la importación de mano de obra barata, procedente generalmente de Asia, África y Cuba. Y les aclaro, nada de esto me lo contaron, yo pude compartir con aquellos seres en mis frecuentes viajes a ese país. Los rusos tampoco estaban interesados ​​en abandonar sus ciudades para dedicarse a las rudísimas labores que se desarrollaban en la Siberia.

 

Otras formas de explotación y exportación de esclavos cubanos se han experimentado durante esas cuatro décadas de “revolución”. Yo pertenecí a ese ejército laborioso y mal pagado, mientras el estado se embolsaba el fruto de mi sudor. Cobra límites inconcebibles ese trato que hoy se experimenta dentro de la isla con la anuencia del gobierno cubano y su complicidad con inescrupulosos capitalistas de varios países, donde la participación española es la más destacada. Los estilos aplicados son muy variados actualmente, hablemos de médicos cambiados por petróleo, profesionales de diferentes ramas contratados por salarios miserables, marinos alquilados a compañías extranjeras, artistas que viajan al exterior y reciben una dieta que no satisface las necesidades de un día, etc., y etc.

 

-Puro, ¿de qué parte de Cuba eres? ¡Me pones otro Mojito! ¿Cómo llegaste a Canadá? ¿Llevas mucho tiempo viviendo aquí? ¡Me pones otro Mojito! Corría uno de esos días donde no tienes muchos deseos de escuchar a nadie y menos aún ser sometido a ráfagas de preguntas, pero se debe ser muy paciente cuando tu trabajo está relacionado con el público. En una de esas vueltas por el interior de la barra detuve la mirada en su rostro y comprobé que era su primera visita al restaurante, no me resultó familiar desde que me pidiera el primer Mojito y se lo tomara como si se tratara de una limonada.

 

-No eres de por acá o llevas poco tiempo en Montreal, ¿verdad? Además, creo que debes beber un poco mas despacio para que no asustes al hígado.

 

-Realmente no soy de acá, viajar hasta aquí me ha costado un huevo y tienes razón con lo del consumo de los Mojitos, puede ser la ansiedad que padezco.

 

-No solo eso, llevas mas de una hora hablando sin parar y créeme, tienes suficiente poder para volver loco a cualquiera. ¡Bebe con calma y afloja un poco!

 

-¡Coño, Puro, no me pidas que calle! Llevo mas de un año sin poder hablar español y he llegado hasta aquí porque los encontré el Internet. Ustedes son el único negocio cubano que existe en esta ciudad y estaba loco por visitarlos.

 

-¿Cómo es eso de que llevas mas de un año sin poder hablar español? ¿Dónde rayos estas viviendo?

 

-¡Ni yo mismo lo sé! Creo que vivo en el culo del mundo, después de ese sitio no existe mas nada, está cercano a la Bahía de Hudson.

 

-¡Ño, primera vez que escucho a un cubano decir eso! ¿Cómo se te ocurrió meterte a esa vida, animal? Porque imagino no exista civilización en ese punto tan lejano. ¿En qué parte de Cuba vivías? 

 

-¡Puro, yo no soy tan berraco! ¿Cómo crees que voy a salir de la isla para plantar en medio de una tribu de indios salvajes? Yo soy de Santa Marta, un pueblecito cercano a Varadero.

 

-Yo sé donde queda Santa Marta, lo visité una vez que mi barco estuvo en Cárdenas, no me has dicho como fuiste a parar en ese punto. ¿Qué tienen que ver esos “indios salvajes” en tu drama? Aparte de todo, ¿cómo fue que llegaste hasta allí?

 

-¡Nada, pura casualidad! Resulta que luché mi jeva en la playa de Varadero como es usual y me casé con ella para escapar, ya sabes, como hace todo el mundo. Puro, la jeva es doctora, pero me ocultó que estaba haciendo una especie de servicio social en aquella tribu.

 

-¡Chama, la jeva tiene mas calle que tú! ¿Qué edad tiene?

 

-No es vieja, solo tiene veinticinco años.

 

-¡Ño, te jodio! De verdad que has pagado bien cara tu visa. Lo mas jodido de todo tu problema es que no puedes separarte de ella como han hecho una pila de chamas que visitan el restaurante. ¡Te jodiste, men! Cambiaron la ley y si la abandonas te pueden devolver a la isla.

 

-¡Ni que Dios lo quiera! Prefiero vivir con esos indios salvajes que regresar al infierno de donde salí.

 

-No me has aclarado la razón por la cual los tratas con cierto desprecio, como si fueran verdaderamente salvajes. ¿Cómo viven, dónde trabajan, cómo son tus relaciones con ellos?

 

-Viven en lo que fuera una mina de hierro que fue cerrada y les entregaron las casas a las tribus que vivían cercanas. No hay carreteras para llegar hasta ese sitio y en un caso de urgencia la ambulancia es una avioneta.

 

-¿En que trabajan?

 

-¡No pinchan, papá! Los que hacen algo solo se dedican a la pesca o la caza. El resto del tiempo se lo pasan bebiendo, fumando mariguana o cayéndole a golpes a las indias. ¡Para de contar! No hay donde pinchar y viven de los subsidios del gobierno.

 

-¡Ño, que Dios se apiade de ti! ¡Cojones, que mala suerte tú tienes! Ya te digo, eres el único cubano al que le ha sucedido eso. Por aquí pasó un negrito de las Minas de Matahambre que para escapar tuvo que casarse con un tronco de gorda que no imaginas y hasta ese momento había sido el precio mas caro pagado por una visa, pero tu caso lo ha superado. ¡Mira! Habla todo lo que te salga de los cojones para que sueltes todas esas palabras reprimidas durante más de un año.

 

-¡Puro, dame otro Mojito!

 

-¡Tranquilo, te voy a preparar un Mojón!

 

-Puro, ¿qué es eso?

 

-¡Un Mojito Triple! Esa ansiedad no se calma con esas limonaditas. Antes de irse le pregunté el nombre del pueblo donde se encontraba viviendo con los indios y me obligó a consultar en Wikipedia. El pueblo como tal existe y le otorgaron la calificación de ciudad hace muchos años. Es de suponer que con el paso de estos años aquel pueblecito se haya transformado o crecido.



 

La semana pasaba visitó el restaurante un hombre de origen Naskapi, la curiosidad condujo sus pasos hasta nuestro local en su viaje turístico a Montreal. Durante una amena conversación con aquel hombre, me hizo parte de la historia de su región de origen y me sentí cautivado al escuchar páginas de esa historia que corresponden a un inmenso país llamado Canadá y del cual me siento muy orgulloso de ser ciudadano. Viene de una pequeña villa llamada Schefferville y que se encuentra al borde del paralelo 55 norte. Me dijo que aquella villa correspondió a una antigua mina de hierro cerrada por el año 1982 definitivamente, luego de una gran recesión económica y la pérdida de interés por el hierro en el mercado mundial. Manifestó aquella persona que, como resultaba más costosa la demolición de todas las viviendas construidas por la compañía minera, las mismas fueron vendidas al gobierno por el precio de un dólar. Muchos se demolieron, pero otras fueron dejadas en pie y entregadas a indios Montañeses y Naskapis, cuyas reservas se encontraban en las proximidades.

 

La historia es muy larga y me desviaría del tema central, razón por la cual me limitaré a pequeños aspectos actuales, según me contará aquel hombre. El pasaje de ida y regreso hasta Montreal le costó $1 800 dólares, no pude contener mi exclamación de asombro, teniendo en cuenta el costo de un pasaje Montreal-Miami en su época más cara. No hay acceso por carretera, creo recordar que me dijo la existencia de un ferrocarril con viajes semanales hasta un punto que no me llega a la memoria. La ambulancia es un avión y en la villa existe un médico y una enfermera para prestar los primeros auxilios. La gente espera el vuelo que arriba con frutas frescas y verduras con mucha ansiedad cada semana. La gente se dedica generalmente a la pesca y caza del Caribú al no existir otras actividades productivas. En invierno, los termómetros bajan con facilidad los límites de 40 grados centígrados bajo cero, etc., etc. Y un millón de etcéteras que harían dificilísima la vida de cualquier persona nacida en los trópicos dentro de aquella región.

 

Cuando le pregunto el origen de su curiosidad por nuestro restaurante viniendo desde tan lejos, el hombre comenzó a relatarme una historia que nada tiene que ver con su región y descendencia, algo con lo cual él no simpatizaba. Dijo aquel indio que, desde hace un tiempo y del cual no me ofreció detalles precisos. En la zona se encuentran trabajando cuatro cubanos de la isla, al parecer, existen intensiones de reabrir nuevamente aquella anciana mina. Dice el hombre que aquellos cubanos trabajan diez horas diarias y que son verdaderamente laboriosos. Se dedican a barrenar en diferentes partes de la región para tomar muestras que luego son enviadas a un laboratorio. Al preguntarle por las razones de su desacuerdo, el hombre me dijo que él había realizado ese trabajo por un salario de $30.00 dólares la hora, y que a los cubanos los tienen trabajando todo ese tiempo por $15.00 dólares al día. Vale destacar que ellos no pagan renta ni alimentación, pero con el pago del salario justo, no resultaría difícil mantenerse por sus propios medios, cuando la renta en aquel lugar es más baja que en otras regiones de Canadá, aunque la alimentación resulta un poco. más cara. Escuchar aquella narración me hizo retroceder en el tiempo y solidarizarme con el indio sin que mediara solicitud de su parte. Creo que llegó al lugar indicado y en el momento justo.

 

Como ciudadano de este país desde hace quince años, conociendo que la discriminación está prohibida por la ley y que en este país no se toleran manifestaciones de esclavitud o neo esclavitud con sus ciudadanos. Conociendo que existen leyes que regulan la contratación de extranjeros para trabajar en este país, y sintiendo como propios, cualquier tipo de abuso que se cometa en contra de personas que desconocen lo anteriormente mencionado. Envío copia de este artículo a la Fundación Cubano Canadiense para que realice la denuncia de este hecho que atenta en contra de la dignidad humana y que se realiza dentro del territorio canadiense por parte de compañías de este país y el gobierno cubano.

 

Estoy plenamente convencido de que la reacción de esos compatriotas será negativa ante esta demanda, pero los que escapamos de un régimen esclavista, no podemos permitir que se practique la esclavitud en los territorios donde alcancemos nuestra libertad.

 

 

 

Esteban Casañas Lostal.

Montreal Canadá.

2006-09-18

 

 

 

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