LA CERCA
Desde la ventana de mi pequeña oficina solo se alcanza ver al techo de la caseta de mi patio, un poco más allá, el tope de mi cerca y un
gran solar abandonado. Se encuentra asfaltado y fue el estacionamiento de un
almacén. De vez en cuando pasa una ardilla por los cables telefónicos, no me
atraen como los primeros años.
Paso varias horas sentado frente a la computadora, no
ordeno nada, leo. Una que otra vez, voy hasta la cocina y me mojo los labios
con un poco de café, luego enciendo un cigarro. No sé cómo se las arreglan para
coincidir en ese espacio de la casa, permanece al acecho de mis movimientos
como cualquier fiera y siempre con la misma pregunta, el mismo zarpazo.
-¿Te fijaste en el patio? Ya resulta cansona y las
respuestas surgen vagas, sin importancia.
-¿Qué tiene el patio ahora?
-Hay una ardilla.
-¿Y qué? Han habitado ardillas en todos los patios
donde hemos vivido, no le encuentro nada de particular.
-¿Te fijaste en el patio? La pregunta me llegó
mientras me preparaba un trago.
-¿Qué tiene el patio ahora?
-Hay una mofeta. Era inusual su presencia en pleno
día y detuve lo que estaba haciendo. Es un animal muy hermoso, pero la peste
que despedía superaba a todos los respirados en los peores lugares de la isla.
Me llamó la atención su visita y le dediqué varios minutos, luego, se asustó
con los ladridos de la perra del vecino y se marchó. Con mi trago en la mano
regresé a mi guarida y leo decenas de mensajes que llegan silenciosos. Algunos
de ellos me sugieren que escriba algo serio, como si esta vida fuera seria, no
puedo responderles a todos y muchas veces lo he explicado. Trataré de hacerlo,
procuraré encontrar un punto serio para tomarlo como partida. Lástima que la
meta sea un relajo y en la medida que avance en esa carrera, corrompa todo lo
que encuentre a mi paso. Seré correcto, políticamente correcto, sentimentalmente
correcto, laboralmente correcto, humanamente correcto. Llevo años prometiéndome
lo mismo y paso trabajo para encontrar el camino correcto, haré un esfuerzo que
pueda satisfacer todas esas demandas, miro a mi alrededor y encuentro un
paisaje desolador.
-¿Te fijaste en el patio? No se cansa de cazarme la
pelea, la imaginaba sentada en su computadora chateando o jugando al solitario.
-¿Qué tiene el patio ahora?
-Hay un animal que no conozco. Me acerqué a la puerta
y comprobé que era cierto lo que decía, llamé a mi nuera para que consultara un
libro de animales que ella tenía. La curiosidad la llevó hasta la puerta de su
cocina y le mostró el animal a nuestro nieto. El bicho permaneció largo tiempo
en nuestro patio y se entretuvo comiendo algunas de nuestras hierbas.
-¡Es un hurón! Escuchamos por teléfono.
-¿Un hurón? Pero está bien gordo, no se parece en
nada a los hurones del patio, éste está bien jamado. Era hermoso el animal y
luego de observarlo durante unos veinte minutos regresé nuevamente a mi cueva y
me sumergí en una ola inmensa de mensajes. Pasaban los lunes y nada cambiaba,
atardecía cada día más temprano, no cesaba de llover como cada otoño y los
patos se habían marchado. En algunos puntos de la ciudad, permanecían unas
descaradas gaviotas que no deseaban pescar ni mojarse, las pizzas se iban
convirtiendo en su plato preferido y no podía criticarlas. Nosotros, habíamos
cambiado el sol implacable de nuestra tierra por un cielo nublado, y la lluvia
violenta de las turbonadas por unos curiosos copos de nieve que se repiten,
molestan y apestan con su blancura y silencio.
-¿Te fijaste en el patio?
-¿Qué tiene el patio ahora?
-¡Fíjate bien en el patio!
-Ya me fijé, no hay ardillas, hurones, mofetas, mapaches,
no hay nada.
-Eres mal observador. Fijé la vista nuevamente sobre
aquel espacio y no descubrí nada anormal, me di por vencido y respondí con mi
silencio.
-¡No te marches! Fíjate que la cerca estaba antes dos
metros detrás de la caseta del patio. Comprobé que era cierto aquello que ella
me decía.
-¿Qué pasó? Le pregunté con indiferencia.
-Hoy llegaron unos topógrafos que midieron el terreno
y nos comunicaron que la propiedad estaba fuera de sus límites.
-Es muy probable que los viejitos que vendieron esta
casa se hayan fachado parte del territorio vecino.
-Pero no fueron los viejitos solos, fíjate que a los
vecinos les movieron sus cercas también. Miré hacia todos los patios próximos y
comprobé que era cierto.
-¿Piensan hacer algo en ese terreno?
-Por la calle que da al lado del río han colocado una
enorme valla, creo que van a construir condominios. No le pregunté nada, poco
me importó si se habían presentado documentos oficiales que justificaran ese
movimiento. Movieron la cerca y la colocaron de tal manera que, resultó casi
imposible percatarse de la reducción del espacio. Metros más, metros menos, no
nos vamos a asfixiar, regresé con mi trago a la guarida. La vida estaba
saturada de cercas, muchas de ellas cargadas de peligros e imposibles de
vencer.
Cuca me hizo un güiro en uno de aquellos viajes a Miami, me pidió que invitara a todas mis amistades y me rogó que no aportara nada. El gabinete de Cuca estaba soplao y no me cansé de celebrarlo, estaba fuera de liga. Después del recorrido interior, mi prima me llevó para el patio donde ya hacían acto de presencia algunos de los invitados. ¡Guau! Fue todo lo que pude decirle al ver las dimensiones de aquel patio, ella insistió en ofrecerme cada detalle y como es de suponer, no podrá escapar de sus explicaciones las cercas. La que quedaba a la derecha de su casa era doble, o sea, los antiguos propietarios, nadie supo explicar si los ocupantes de su casa o la aledaña levantaron una cerca paralela a la ya existente. Lo encontré estúpido y un gasto injustificado. Entre cada cerca existía un espacio de unos veinte centímetros, calculado a ojo de buen cubero. Muy al camino de entrada y entre las dos, existió la presencia muy curiosa de una mata de plátanos manzanos con un enorme racimo próximo a madurarse. Cuca tampoco reclamaba su propiedad ni los vecinos, la mata creció y parió en absoluta tranquilidad, y el racimo descansaba sobre ambas cercas sin que nadie lo molestara.
Dijo el hijo de Cuca que el güiro era un pulpari y no
le entendí muy bien, le pregunto qué carajo me había dicho y el chama me
explicó, es un fetecún que se hace en el suiminpul. ¡Ah! Interpretó que lo
había comprendido y se tiró a la piscina. Continuando el recorrido por el
patio, mi prima me mostró los árboles que habían sembrado, mango, mamey,
papaya, guayaba y nada de flores. Me llamó extraordinariamente la atención
aquella cerca del fondo de su patio. Una rama del árbol de su vecino penetraba
en su propiedad, pero lo hacía con una carga generosa de aguacates. Creo haber
contado unos veinte que, por el peso de aquellas enormes frutas, lo doblaban y
colocaban al alcance de cualquiera. Solo se encontraron separados del suelo por
un pie y medio, los ecobios que asistieron al guateque pueden dar fe de esto
que les digo. Esa noche me quedé a dormir en casa de Cuca y a la mañana
siguiente, encontramos el racimo de plátano cortado y junto a la puerta de
entrada a la cocina, ella lo cargó y puso junto a la puerta de la cocina de los
vecinos. Esa noche y antes de acostarnos, el racimo regresaba a la puerta de la
cocina de mi prima.
-Chica, por qué no dejan de comer tanta mierda.
-No te entiendo mi primo.
-¡Coño! Pica a la mitad el racimo y se lo pone en la
puerta del vecino, si continúan con esta berracá se van a madurar y nadie los
probará. Le resultó lógica y sostuvo mi proposición, al día siguiente no hubo
devolución. Finalizaron mis vacaciones por aquella provincia cubana y regresé a
este refrigerador grande donde los meses y años pasan volando y encerrado.
Siempre cuento los días de mi regreso a Miami, mi prima Cuca organizó otro
pulpari, había transcurrido exactamente un año.
-¡Oye! ¿Qué pasó con el gajo de aguacates que te caía
en el patio?
-Los vecinos lo cortaron.
-¡Lo cortaron! ¿Por qué?
-¡No sé mi primo! Un día llegué del trabajo y me
encontré con esa sorpresa.
-¿Y la mata había parido?
-Igualita que el año pasado.
-Coño, qué raro, ¿y de dónde son los vecinos?
-¿Los vecinos? Creo que son cubanos, eso imagino por
las voces que siento en su patio.
-¿Son batistianos?
-No lo sé, mi primo, ¿qué tiene que ver?
-¿Son de Camarioca, balseros, marielitos, del noventa
y cuatro?
-No sé, mi primo, ¿por qué lo preguntas?
-Nada, para calcular el grado del daño que tienen en
el alma, ¿habrá cubanos tan hijosputas?
-¿Tú crees?
-¿Podrás ser tan ingenua? Para proceder de esa manera
se debe ser un reverendísimo hijoputa, un egoísta en extremo, un cabrón
dirigente comunista.
-¿Tú crees, mi primo?
-¡Coño, vieja! ¿En qué planeta estás viviendo? Ese
comportamiento es anormal, no dudes que tengas de vecino a Julito el Pescador.
-¿Tú crees?
-¿Qué si lo creo? Sigue viviendo de ese lao, Miami es
un hervidero de esos hijosputas.
-¿Tú crees?
-Dale pal carajo por bruta.
El horario de los noticieros es inviolable, gracias a
Dios que a esa hora no transmiten novelitas. Le concedo el privilegio de
descansar media hora a la computadora y de paso refrescar las nalgas. Ella
inventa algo que hacer y cuando no lo encuentra se va para su computadora, su
mundo es el de la fea más bella y otras idioteces.
-Patético, escalofriante, increíble, electrizante… El
Presidente Bush ha firmado el proyecto de construcción de una cerca fronteriza
entre México y los Estados Unidos… Todo parece indicar que hoy es mi día de las
cercas y la inconfundible voz de Enrique Gratas me dispara del asiento. Este tipo
es el perfecto para trabajar en la televisión cubana, pienso, puede ocupar
aquel espacio que dejara vacío Manolo Ortega, posee su prototipo.
Pero llevan meses en su construcción, pienso, sigue
la noticia y proyectan las declaraciones de Don Vicente Fox. Bueno, ya le queda
muy poco de mandato, es un tipo muy ecuánime y educado, pero se comporta como
el avestruz, una pronunciada tendencia a esconder la cabeza y dejar el culo al
aire. ¡Oh! El nuevo Presidente hace declaraciones desde su visita en Canadá, dice,
no me crean. Dice que el muro de Berlín fue una ofensa para la humanidad.
¡Coño! Pero el mencionado muro dividía a un mismo país como el de Corea o Viet
Nam, ¿se habrá enterado, considera a los EU como territorio mexicano? Dicen y a
mí no me crean, dicen todos los que opinan sobre la construcción de esa cerca,
que la misma servirá para incrementar el éxodo de mexicanos hacia los EU, que
es una ofensa a las relaciones de buena vecindad, que es un gasto necesario.
¡Coño! No es que esté a favor o en contra de la
construcción de esa cerca, pero no abusen tanto. El problema no es que a los
yanquis les guste o no la quebradita, las tortillas o los tacos mexicanos.
¡Vamos, carajo! Que el problema es un poco más profundo y no todos los
televidentes son brutos y poseen el mismo grado de paciencia. Déjennos
descansar un poquito, que ni ustedes mismos son tan piadosos con los
inmigrantes que les llegan de Suramérica. Los americanos no son tontos a nada,
fíjense que el lío de la cerca comenzó con toda esa pachanga de López Obrador.
Hasta yo les hubiera construido una muralla superior
a la de China, los yanquis no son bobos, men. Obrador con toda su rabia llega a
la presidencia y adiós que tú conoces, se acabó el picante, el maíz pa'las
tortillas, se jodió el tequila, las cuerdas pa'las guitarras de los mariachis.
Se joden los toros pa'las corridas y hasta dejan encuera a la virgen de
Guadalupe. ¿Con esos truenos quién duerme? Yo, sin ser yanqui y conociendo de
cerca todos esos antecedentes, les juro que hubiera construido una cerca
metálica con electricidad incluida. ¡Miren! Pónganse pa'las cosas si sale
Danielito Ortega de Presidente, construyan una muralla en la frontera sur.
Además, no veo razones para tanta alarma, si
construyen esa cerca pueden desarrollar la industria de fabricación de
escaleras. ¿Se imaginan ustedes? México, primer productor mundial de escaleras.
Hasta ahora no se había escuchado hablar de eso, ¿o sí? Bueno, y si las
escaleras no les dieran buenos resultados, pueden sustituir los medios normalmente
utilizados en tierra para desarrollar una flotilla de lanchas rápidas, como están
haciendo los cubanos. Y por último, pueden desviar el curso de sus
emigraciones, ¿por qué no eligen como próximo destino La Habana?, ¿no dicen que
aquello es el paraíso?, ¿no hablan de “poderes populares” en Oaxaca? Entonces,
creo que se equivocaron de destino. ¡No es la yuma, camaradas mexicanos! El
futuro de ustedes está en Cuba, ¿hablamos del mismo producto?
-¿Te fijaste en el patio? Siempre la misma pregunta y
en el momento menos indicado.
-¿Qué tiene el patio ahora?
-Están con otra cerca.
-Y a mí, ¿qué rayos me importa?, que se metan por el
culo los aguacates.
La gente me pide que escriba en serio, lo dudo,
¿podrá existir seriedad allí donde los pueblos eligen Presidentes como Evo,
Chávez y nuevamente el ladrón de Daniel Ortega? ¿podrá hablarse de continente
serio algún día, picarse el racimo de plátanos en partes iguales?
Esteban Casañas Lostal.
Montreal Canadá.
2006-11-07
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