¡FELICIDADES,
ALEJANDRO!
(Cuento infantil para tiempos de guerra)
Nota del Autor.-
Alejandrito es un niño cubano que vive en la isla y
hoy cumple 7 añitos, yo quise felicitarlo y le envié esta cartica. Una de las
reinas de aquel palacio me contestó y solicitó que la publicara, me dijo: …“Creo
que valdría la pena que muchos lo leyeran, hay muchas reinas y principitos por
el mundo iguales a los del cuento, cada uno esperando desde algún lugar…
Querido Alejandro…
Cuentan antiguas leyendas que un día, apareció en el
horizonte una hermosa cigüeña con síntomas de cansancio. Iba acompañada por
delfines, peces voladores, golondrinas y ruiseñores. Volaba sin parar desde
hacía nueve siglos y llevaba colgando en su pico un bultito que deseaba dejar como
regalo. Recorrió varios universos y planetas muy lejanos, buscaba sin parar la
dirección correcta de su destino.
Cuando aquella preciosa cigüeña estuvo a punto de desmayarse
por su largo vuelo y peso del bultito, divisó un palacio. No muy segura de
haber encontrado la verdadera dirección, la cigüeña se posó dulcemente sobre su
techo. Allí permaneció tranquila durante un tiempo, observaba y escuchaba todos
los movimientos de sus moradores, pero puso más interés en sus sentimientos. Conmovida
por la paz y el amor que reinaba en aquel palacio, principado que envejecía por
el transcurso de los años, la cigüeña se sintió conmovida y una noche descendió
del techo hasta una de las puertas que daba a sus patios. Tiernamente colocó el
bultito junto a ella y con su largo pico dio varios toques para llamar la
atención de aquellos habitantes. Muy feliz por la misión que le habían
encomendado desde el cielo, la enorme ave batió sus alas y se perdió nuevamente
en el horizonte escoltada por sus amigos delfines, golondrinas, peces voladores
y ruiseñores.
Una de las doncellas tomó con cuidado el extraño
bultito encontrado junto a la puerta y alarmada llamó a todos los que
integraban la corte. Reinas, príncipes, lores, caballeros, hadas, doncellas y
toda la servidumbre del palacio, fueron invitados a compartir la alegría que se
impuso en el palacio cuando descubrieron a un niño muy hermoso que los premió
con una sonrisa. ¡Tenemos un nuevo Príncipe! Gritaron todos a la vez, mientras
cantaban y danzaban de felicidad. ¡La corona se ha salvado! Exclamó la reina
madre.
Las tierras de aquel principado empobrecieron y
muchas flores se secaron, se esfumaron colores que dan una bella tonalidad a la
vida. Entonces, una de aquellas reinas abandonó su palacio para garantizar el
futuro de sus príncipes. Cada año, ella llora de tristeza y sus lágrimas se van
convirtiendo en perlas que le devuelven la alegría. El recuerdo de sus
principitos le devuelve el valor que a veces flaquea cuando el crepúsculo
ocurre muy temprano. Ella se levanta con el sol y recorre el huerto que desde
hace varios años cultiva con amor. Tiene sembrado árboles de caramelos y
chocolates, piñatas de loros y elefantes, y un carrusel repleto de caballitos y
payasos. Cada mañana riega su huerto y espera, ella sabe que un día llegará el
principito que dejó en La Habana.
No sé si algún día lo comprenderás, pero una de tus
reinas sabe que solo lo escribí para ti.
Recíbelo con mucho cariño y te deseo un “Feliz
cumpleaños”.
Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá.
Diciembre 8 del 2007.
Post Data.-
Re: ¡Felicidades, Alejandro!
Dom Dic 09, 2007 7:35 pm
El principito y las reinas del palacio recibieron tu
regalo con una mezcla de emociones muy fuerte. Alejandro leyó varias veces tu
carta y puso una copia impresa entre sus regalos de cumpleaños mostrándola a
sus amiguitos..., en una pequeña reunión familiar en la tarde, hizo que su
madre leyera "el cuento que habían escrito para él". No tengo que
decirte que, a estas alturas, tu carta anda circulando por nuestra Habana, las
reinas que quedaron en el palacio se han encargado de ello. El principito es
muy feliz, porque él sabe que ese día va a llegar. Muchos son los que esperan,
para ellos también va a llegar ese día. Gracias otra vez,.........La reina
madre.
Y si tenéis por rey a un déspota, deberéis
destronarlo, pero comprobad que el trono que erigiera en vuestro interior ha
sido antes destruido.
Jalil Gibrán.
xxxxxxxx
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