¿POR QUÉ NO TE BEBES UNA TAZA DE CAFÉ?
Ese vicio u obsesión por
beberme una tacita de café en las mañanas no es accidental, fue una costumbre
que adquirí de los campesinos en las montañas de Baracoa en el año 1961. Tenía
yo once años cuando sucedió, me encontraba alfabetizando en las montañas del
cuartón Cerqueo y allí permanecí durante más de seis meses conviviendo con
ellos.
Mi contacto con ese
grano no se limitó exclusivamente a la deliciosa infusión, colaboré en su
recogida y a convertirlo en polvo con el uso de un pilón luego de tostarlo.
¡Claro! Para llegar a esa fase se requiere ponerlo a secar al sol y darle
vueltas diariamente. Resulta que una vez seco, el café destinado al consumo,
quizás de una semana, se sometía a una sesión de pilón para desprenderlo de su piel.
El campesino cubano cultivador de ese grano era muy selectivo para beberlo y
consumía exclusivamente el grano del café limpio. La manera de colarlo era muy
particular, la mujer de la casa ponía a hervir un recipiente de agua con azúcar
morena, mientras en un gran colador de tela depositaba el polvo del café. Una
vez hervida el agua, iba vertiendo su contenido en aquel colador y las primeras
coladas, las más fuertes, se les ofrecía a las personas mayores de la casa.
Continuaba vertiendo el agua caliente en el mismo colador y las coladas más
suaves o aguaditas serian destinadas a los niños, quienes lo consumían mojando
pedazos de pan en él o lo usaban para beberlo en sus desayunos, consistentes
casi siempre en un plato de viandas variadas con algún trozo de morcilla o
carne de cerdo. Cuando se tostaba o colaba café en cualquier bohío, su aroma se
dispersaba a gran distancia.
Estando becado en el año
1962, nos trasladaron a diferentes regiones de Oriente para participar de
manera permanente en la “Primera Zafra Cafetalera” de la revolución. Luego no
escuché mencionar a zafras posteriores e imagino haya sido la única donde se
empleó fuerza de trabajo masiva. Esa vez permanecimos todo el tiempo que duró
la zafra en el cuartón Margot de Mayarí Arriba. Nosotros debíamos comprar
nuestros alimentos con el fruto de nuestro trabajo. Una lata de aceite de unos
veinte litros era la unidad de medida adoptada en aquellos tiempos y se pagaba
a 0.50 centavos. Cada uno de nosotros recogía un promedio de tres latas y
media, los alimentos se compraban con el dinero recaudado en una semana. Es de
suponer que nunca vimos un solo centavo y esas compras las realizaba el
responsable del grupo. ¿Por qué les hago estas historias? Porque nuestra gente
padece de muy mala memoria y quienes la recuerdan prefieren mantenerse
callados. También para demostrarles que existe conocimientos y lo que continua
no es producto de la improvisación.
¿Por qué no te tomas una
taza de café? La respuesta es muy sencilla, porque desde hace décadas en Cuba
lo que se toma es agua de culo. Atrás quedaron aquellas imágenes de los autos y
guaguas detenidos frente a cualquier cafetería, choferes y pasajeros bajaban
para saborear una tacita de aquel adorado liquido por solo 3 centavos. Muchas
de aquellos pequeños negocios fueron muy famosos en toda La Habana y vale mencionar
a uno de ellos bien conocido, me refiero al “Café Raúl” de la calle 51 en
Marianao.
En Octubre de 1963 se
jodió el café para toda la isla, el huracán “Flora” destruyó gran parte de los
cultivos de ese grano en la región oriental del país. Desde esas fechas hasta
el presente, nunca más se recuperó la capacidad de satisfacer la demanda interna
de este producto. Yo sé que ustedes son inteligentes, así que pueden sacar
cuentas de los años transcurridos. Millones de chamas no lo vivieron y solo
tienen conocimiento de su fatal “Periodo Especial”. ¡Muchachones! Durante la
afectación producida por el Flora, las colas en las cafeterías eran
interminables. Bueno, ¿para qué contarles? ¡Sí se los voy a contar, coño! Pues
esas borras de las coladas pasadas no se botaban y volvían a colarlas
nuevamente. La gente pagaba por aquella agua con azúcar caliente para llevarse
algo al estómago. Les estoy hablando del año 1963, pero como les dije, sus
padres y abuelos perdieron la memoria entre marchas y consignas.
¡Coño! Ha sobrado tiempo
suficiente para que se recuperaran las pérdidas ocasionadas por el terrible
huracán, ¿no creen? ¡Claro! Si a esa natural recuperación, le sumamos los
cientos de miles de plantas de café “Caturra”, que fueran sembradas alrededor
de La Habana por aquella brillante idea del agrónomo mayor, el comandante “La
Piedra” en su “Cordón de La Habana”, el cubano estaría desde hace muchos años
bebiendo un café con vergüenza.
¿Por qué no te tomas una
taza de café? Porque lo que se bebe en la isla no lo es, eso es un líquido
insípido, incoloro e inodoro que sabe a rayos. Solo que el paladar del cubano
ya se ha adaptado al consumo de este producto de pésima calidad y puede
encontrarlo bueno. A mí me sucedió lo mismo con los cigarros Populares y un
tiempo después de estar viviendo del lado de acá, no resistía que encendieran
uno a mi lado, olía a la peor yerba del mundo.
Pues bien, te voy a
decir una o la principal razón por la que no consumes ese aromático grano
posiblemente desde que naciste. No te lo tomas porque desde hace décadas, el
gobierno cubano exporta ese café que es de buena calidad, no el mejor del mundo
como algunos tontos puedan pensar inflados por sus egos. Pues bien, ese café se
vende a varios países europeos y su mayor demanda venía de España e Islas
Canarias. ¿Cómo trataban de satisfacer la demanda interna? Muy simple,
compraban café de pésima calidad (cascarilla) en México y países africanos. No
conformes con el cambio de calidad entre uno y otro, aquella cascarilla de
porquería era mezclado con otros granos como el chícharo. Por esa razón cuando
lo cuelas en tu casa apenas huele a café y carece de su color verdadero. Los
otros días leía una nota reciente del gobierno cubano relacionado con su
déficit de producción y no abordaré ese tema, ya se conoce de la pata que
cojean todas esas cifras oficiales.
Les cuento que un día,
teniendo yo un restaurante, una cliente canadiense vino a visitarnos después de
pasar unas vacaciones en la isla y muy feliz me regala un paquete de café
“Serrano”. Delante de ella lo abrí y preparé una colada, solo puedo decirles
que se le cayó la cara de vergüenza. Le habían vendido un paquete de “borras”,
ese sí no soltó olor y menos aún color, la estafaron miserablemente. Una de
esas tantas veces que voy al mercado, veo que ofrecían café cubano marca
“Cubitas”, bien caro, costaba más de $6.00 dólares donde las demás ofertas
costaban un poco más de los $3,00 dólares. Quise correr el riesgo y me llevé
uno a la casa. ¿Qué les cuento? Solo duró la única colada que hice con él y
tuvo como destino el latón de la basura. Aquello no servía para nada, no se
habían superado aún. Otra amiga me regalo un cartucho como de una libra de café
“Arriero” y el resultado y destino fue similar.
-¡Mi primo! ¿Quieres que
te lleve café? Me dijo antes de salir de visita para acá.
-¡Mi Prima, ni se te
ocurra! tráeme mejor una botella de “Santero”, hace años que no tomo
aguardiente.
Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá.
2020-02-25
xxxxxxxxxxxxxxxx
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