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miércoles, 26 de febrero de 2020

¿POR QUÉ NO TE BEBES UNA TAZA DE CAFÉ?

¿POR QUÉ NO TE BEBES UNA TAZA DE CAFÉ?






Ese vicio u obsesión por beberme una tacita de café en las mañanas no es accidental, fue una costumbre que adquirí de los campesinos en las montañas de Baracoa en el año 1961. Tenía yo once años cuando sucedió, me encontraba alfabetizando en las montañas del cuartón Cerqueo y allí permanecí durante más de seis meses conviviendo con ellos.


Mi contacto con ese grano no se limitó exclusivamente a la deliciosa infusión, colaboré en su recogida y a convertirlo en polvo con el uso de un pilón luego de tostarlo. ¡Claro! Para llegar a esa fase se requiere ponerlo a secar al sol y darle vueltas diariamente. Resulta que una vez seco, el café destinado al consumo, quizás de una semana, se sometía a una sesión de pilón para desprenderlo de su piel. El campesino cubano cultivador de ese grano era muy selectivo para beberlo y consumía exclusivamente el grano del café limpio. La manera de colarlo era muy particular, la mujer de la casa ponía a hervir un recipiente de agua con azúcar morena, mientras en un gran colador de tela depositaba el polvo del café. Una vez hervida el agua, iba vertiendo su contenido en aquel colador y las primeras coladas, las más fuertes, se les ofrecía a las personas mayores de la casa. Continuaba vertiendo el agua caliente en el mismo colador y las coladas más suaves o aguaditas serian destinadas a los niños, quienes lo consumían mojando pedazos de pan en él o lo usaban para beberlo en sus desayunos, consistentes casi siempre en un plato de viandas variadas con algún trozo de morcilla o carne de cerdo. Cuando se tostaba o colaba café en cualquier bohío, su aroma se dispersaba a gran distancia.


Estando becado en el año 1962, nos trasladaron a diferentes regiones de Oriente para participar de manera permanente en la “Primera Zafra Cafetalera” de la revolución. Luego no escuché mencionar a zafras posteriores e imagino haya sido la única donde se empleó fuerza de trabajo masiva. Esa vez permanecimos todo el tiempo que duró la zafra en el cuartón Margot de Mayarí Arriba. Nosotros debíamos comprar nuestros alimentos con el fruto de nuestro trabajo. Una lata de aceite de unos veinte litros era la unidad de medida adoptada en aquellos tiempos y se pagaba a 0.50 centavos. Cada uno de nosotros recogía un promedio de tres latas y media, los alimentos se compraban con el dinero recaudado en una semana. Es de suponer que nunca vimos un solo centavo y esas compras las realizaba el responsable del grupo. ¿Por qué les hago estas historias? Porque nuestra gente padece de muy mala memoria y quienes la recuerdan prefieren mantenerse callados. También para demostrarles que existe conocimientos y lo que continua no es producto de la improvisación.


¿Por qué no te tomas una taza de café? La respuesta es muy sencilla, porque desde hace décadas en Cuba lo que se toma es agua de culo. Atrás quedaron aquellas imágenes de los autos y guaguas detenidos frente a cualquier cafetería, choferes y pasajeros bajaban para saborear una tacita de aquel adorado liquido por solo 3 centavos. Muchas de aquellos pequeños negocios fueron muy famosos en toda La Habana y vale mencionar a uno de ellos bien conocido, me refiero al “Café Raúl” de la calle 51 en Marianao.


En Octubre de 1963 se jodió el café para toda la isla, el huracán “Flora” destruyó gran parte de los cultivos de ese grano en la región oriental del país. Desde esas fechas hasta el presente, nunca más se recuperó la capacidad de satisfacer la demanda interna de este producto. Yo sé que ustedes son inteligentes, así que pueden sacar cuentas de los años transcurridos. Millones de chamas no lo vivieron y solo tienen conocimiento de su fatal “Periodo Especial”. ¡Muchachones! Durante la afectación producida por el Flora, las colas en las cafeterías eran interminables. Bueno, ¿para qué contarles? ¡Sí se los voy a contar, coño! Pues esas borras de las coladas pasadas no se botaban y volvían a colarlas nuevamente. La gente pagaba por aquella agua con azúcar caliente para llevarse algo al estómago. Les estoy hablando del año 1963, pero como les dije, sus padres y abuelos perdieron la memoria entre marchas y consignas.


¡Coño! Ha sobrado tiempo suficiente para que se recuperaran las pérdidas ocasionadas por el terrible huracán, ¿no creen? ¡Claro! Si a esa natural recuperación, le sumamos los cientos de miles de plantas de café “Caturra”, que fueran sembradas alrededor de La Habana por aquella brillante idea del agrónomo mayor, el comandante “La Piedra” en su “Cordón de La Habana”, el cubano estaría desde hace muchos años bebiendo un café con vergüenza.


¿Por qué no te tomas una taza de café? Porque lo que se bebe en la isla no lo es, eso es un líquido insípido, incoloro e inodoro que sabe a rayos. Solo que el paladar del cubano ya se ha adaptado al consumo de este producto de pésima calidad y puede encontrarlo bueno. A mí me sucedió lo mismo con los cigarros Populares y un tiempo después de estar viviendo del lado de acá, no resistía que encendieran uno a mi lado, olía a la peor yerba del mundo.


Pues bien, te voy a decir una o la principal razón por la que no consumes ese aromático grano posiblemente desde que naciste. No te lo tomas porque desde hace décadas, el gobierno cubano exporta ese café que es de buena calidad, no el mejor del mundo como algunos tontos puedan pensar inflados por sus egos. Pues bien, ese café se vende a varios países europeos y su mayor demanda venía de España e Islas Canarias. ¿Cómo trataban de satisfacer la demanda interna? Muy simple, compraban café de pésima calidad (cascarilla) en México y países africanos. No conformes con el cambio de calidad entre uno y otro, aquella cascarilla de porquería era mezclado con otros granos como el chícharo. Por esa razón cuando lo cuelas en tu casa apenas huele a café y carece de su color verdadero. Los otros días leía una nota reciente del gobierno cubano relacionado con su déficit de producción y no abordaré ese tema, ya se conoce de la pata que cojean todas esas cifras oficiales.


Les cuento que un día, teniendo yo un restaurante, una cliente canadiense vino a visitarnos después de pasar unas vacaciones en la isla y muy feliz me regala un paquete de café “Serrano”. Delante de ella lo abrí y preparé una colada, solo puedo decirles que se le cayó la cara de vergüenza. Le habían vendido un paquete de “borras”, ese sí no soltó olor y menos aún color, la estafaron miserablemente. Una de esas tantas veces que voy al mercado, veo que ofrecían café cubano marca “Cubitas”, bien caro, costaba más de $6.00 dólares donde las demás ofertas costaban un poco más de los $3,00 dólares. Quise correr el riesgo y me llevé uno a la casa. ¿Qué les cuento? Solo duró la única colada que hice con él y tuvo como destino el latón de la basura. Aquello no servía para nada, no se habían superado aún. Otra amiga me regalo un cartucho como de una libra de café “Arriero” y el resultado y destino fue similar.


-¡Mi primo! ¿Quieres que te lleve café? Me dijo antes de salir de visita para acá.


-¡Mi Prima, ni se te ocurra! tráeme mejor una botella de “Santero”, hace años que no tomo aguardiente.







Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá.
2020-02-25


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