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sábado, 16 de noviembre de 2019

MEMORIAS DE BOLLO MANSO (3). RADIO CASUALIDAD


MEMORIAS DE BOLLO MANSO (3)

RADIO CASUALIDAD




Antes que nos castraran, hablo de muchos años atrás, nos prohibieron escuchar música extranjera. Muy pronto, sin que nadie nos lo pidiera, adaptamos nuestros oídos a escucharla en un volumen muy bajo, casi imperceptible al humano. Era tanto el miedo, no se puede definir de otra manera, que llegamos a interpretar esa acción como una operación clandestina, una terrible violación a la ley o acto de rebeldía. Y así fue, muchos de aquellos chamas irían a parar a las UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción) Rimbombante nombre que escondía el verdadero significado de aquellos campos de concentración.


Pello el Afrokán con su “Mozambique”, Pacho Alonso con su “Pilón”, Juanito Márquez con su “Pacá”, y por si fuera poco, nos metieron también a Pérez Prado con su “Dengue”. Hicieron lo imposible por llenar el vacío producido con la condena oficial al Rock y todo lo que oliera a extranjero. De todos ellos solo tuvo buena aceptación el Mozambique y no por mucho tiempo. Nos agotaron hasta la saciedad, nos aburrieron hasta el infierno y nos enseñaron de paso a odiar nuestra música y a sus autores.


¿Quién pudiera acordarse de aquellos tiempos? Me refiero a los de nuestras castraciones. Aprendimos a viajar con aquellos viejos discos de acetato con la portada de Benny Moré, conteniendo realmente los últimos que existieron de Paul Anka, sus 15 para ser mas exacto y uno que otro de Elvis Presley. ¡Que tiempos aquellos!  ¡Que hijos de putas fueron los Beatles! Eso nos los hizo comprender Santiago Álvarez en un documental donde usando su música colocó de intérpretes a una banda de monos. ¿No lo recuerdan? Ya me responderán que no y los comprendo, continuamos con mala memoria y más castrados aun. Bueno, hay que agregar también las películas importadas, la mayoría de ellas terminaban con un inesperado конец que, nos dejaba un sabor amargo de lo siempre inconcluso.


Después llegaron otros desafíos, aunque no todos teníamos radios. No olviden que dejaron de importarse durante largo tiempo y los que aparecieron en el mercado por los años 70, se otorgaban por méritos laborales. Llegó con ellos una manera clandestina de “conspirar”, por llamar de alguna forma al empeño de muchos en buscar las noticias del mundo y las de Cuba que no daban “Radio Reloj” o el periódico “Granma”.


Veo películas de la Segunda Guerra Mundial y me coloco en los asientos de aquellos famosos espías de ambos bandos. ¡Para cagarse! Eso sí que se debía escuchar muy bajito, ya corrían tiempos donde cualquier pariente te podía delatar por ese acto “contrarrevolucionario”. Al cubano se le agudizó el oído y el olfato, pasaban por la puerta de tu casa y sabían que cocinabas. Mucho más peligroso resultaba si les llegaba el sonido de los temas usados por cualquier emisora enemiga. ¡Con la revolución todo, hasta los oídos, coño!


Yo consumía mucho de todo lo vedado o prohibido, recuerdo muy bien a La Voz de la Fundación Cubano Americana, claro la del viejo Mas Canosa, no la de su hijo Menos Canosa. La escuché con mucha frecuencia en La Habana, no tenía mucho alcance. La Voz del CID la llegué a sintonizar en el Mar del Norte, Báltico y Mediterráneo. Radio Martí, luego de su salida al aire, la pude captar hasta Hawái, más allá de esas distancias tenía que morir con la BBC, La Voz de los EU o Radio Exterior de España. Luego, esas acciones casi suicidas, se fueron extendiendo hasta la militancia del partido. Solo que ellos las escuchaban casualmente.


-Anoche escuche por la Voz de los Estados Unidos que ya han salido unos 90,000 cubanos por el Mariel. Manifesté un día encontrándome en la microbrigada de Alamar. Radio Reloj y el Granma situaban esas cifras muy por debajo, solo al final de cancelado ese éxodo, no les quedó mas remedio que ajustar sus cantidades a las ofrecidas por el enemigo.


-Casualmente anoche, mientras movía el dial del radio, sintonicé por error esa emisora cuando daban esa noticia. Me dijo un día uno de los militantes que trabajaba en la misma brigada y hoy debe estar militando en el infierno.


-Casualmente… Dijo un viejo en la cola del pollo.


-Casualmente… Dijo una mulata mientras esperaba la salida de su hijo de la escuela.


-Casualmente… Dijo un pasajero en una guagua.


-Casualmente… Dijo Fefa mientras hacia su guardia de CDR.


Al final de la historia esa voz se corrió y mucha gente bautizó a esas emisoras como “Radio Casualidad”. Casual nunca fueron nuestros miedos y que solo unos pocos lograran salvar sus güevos. Claro, la mayoría de esos güevones han pagado sus desafíos en una prisión. Hoy no, hoy pueden escuchar lo que les venga en ganas, andan con celulares y muchos “supositorios” al régimen, viajan constantemente al extranjero para darnos conferencias de como liberar a Cuba o solicitar se nos devuelvan los güevos.






Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canada
2019-11-16




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