MEMORIAS DE BOLLO MANSO
(3)
RADIO CASUALIDAD
Antes que nos castraran,
hablo de muchos años atrás, nos prohibieron escuchar música extranjera. Muy
pronto, sin que nadie nos lo pidiera, adaptamos nuestros oídos a escucharla en
un volumen muy bajo, casi imperceptible al humano. Era tanto el miedo, no se
puede definir de otra manera, que llegamos a interpretar esa acción como una operación clandestina, una terrible violación a la ley o acto de rebeldía. Y así fue,
muchos de aquellos chamas irían a parar a las UMAP (Unidades Militares de Ayuda
a la Producción) Rimbombante nombre que escondía el verdadero significado de
aquellos campos de concentración.
Pello el Afrokán con su “Mozambique”,
Pacho Alonso con su “Pilón”, Juanito Márquez con su “Pacá”, y por si fuera
poco, nos metieron también a Pérez Prado con su “Dengue”. Hicieron lo imposible
por llenar el vacío producido con la condena oficial al Rock y todo lo que
oliera a extranjero. De todos ellos solo tuvo buena aceptación el Mozambique y
no por mucho tiempo. Nos agotaron hasta la saciedad, nos aburrieron hasta el
infierno y nos enseñaron de paso a odiar nuestra música y a sus autores.
¿Quién pudiera acordarse
de aquellos tiempos? Me refiero a los de nuestras castraciones. Aprendimos a
viajar con aquellos viejos discos de acetato con la portada de Benny Moré,
conteniendo realmente los últimos que existieron de Paul Anka, sus 15 para ser
mas exacto y uno que otro de Elvis Presley. ¡Que tiempos aquellos! ¡Que hijos de putas fueron los Beatles! Eso
nos los hizo comprender Santiago Álvarez en un documental donde usando su música
colocó de intérpretes a una banda de monos. ¿No lo recuerdan? Ya me responderán
que no y los comprendo, continuamos con mala memoria y más castrados aun. Bueno,
hay que agregar también las películas importadas, la mayoría de ellas
terminaban con un inesperado конец que, nos dejaba un sabor amargo de lo
siempre inconcluso.
Después llegaron otros desafíos,
aunque no todos teníamos radios. No olviden que dejaron de importarse durante
largo tiempo y los que aparecieron en el mercado por los años 70, se otorgaban
por méritos laborales. Llegó con ellos una manera clandestina de “conspirar”,
por llamar de alguna forma al empeño de muchos en buscar las noticias del mundo
y las de Cuba que no daban “Radio Reloj” o el periódico “Granma”.
Veo películas de la Segunda
Guerra Mundial y me coloco en los asientos de aquellos famosos espías de ambos
bandos. ¡Para cagarse! Eso sí que se debía escuchar muy bajito, ya corrían tiempos
donde cualquier pariente te podía delatar por ese acto “contrarrevolucionario”.
Al cubano se le agudizó el oído y el olfato, pasaban por la puerta de tu casa y
sabían que cocinabas. Mucho más peligroso resultaba si les llegaba el sonido de
los temas usados por cualquier emisora enemiga. ¡Con la revolución todo, hasta
los oídos, coño!
Yo consumía mucho de
todo lo vedado o prohibido, recuerdo muy bien a La Voz de la Fundación Cubano
Americana, claro la del viejo Mas Canosa, no la de su hijo Menos Canosa. La
escuché con mucha frecuencia en La Habana, no tenía mucho alcance. La Voz del
CID la llegué a sintonizar en el Mar del Norte, Báltico y Mediterráneo. Radio Martí,
luego de su salida al aire, la pude captar hasta Hawái, más allá de esas
distancias tenía que morir con la BBC, La Voz de los EU o Radio Exterior de
España. Luego, esas acciones casi suicidas, se fueron extendiendo hasta la
militancia del partido. Solo que ellos las escuchaban casualmente.
-Anoche escuche por la
Voz de los Estados Unidos que ya han salido unos 90,000 cubanos por el Mariel. Manifesté
un día encontrándome en la microbrigada de Alamar. Radio Reloj y el Granma
situaban esas cifras muy por debajo, solo al final de cancelado ese éxodo, no
les quedó mas remedio que ajustar sus cantidades a las ofrecidas por el
enemigo.
-Casualmente anoche,
mientras movía el dial del radio, sintonicé por error esa emisora cuando daban
esa noticia. Me dijo un día uno de los militantes que trabajaba en la misma
brigada y hoy debe estar militando en el infierno.
-Casualmente… Dijo un
viejo en la cola del pollo.
-Casualmente… Dijo una
mulata mientras esperaba la salida de su hijo de la escuela.
-Casualmente… Dijo un
pasajero en una guagua.
-Casualmente… Dijo Fefa
mientras hacia su guardia de CDR.
Al final de la historia
esa voz se corrió y mucha gente bautizó a esas emisoras como “Radio Casualidad”.
Casual nunca fueron nuestros miedos y que solo unos pocos lograran salvar sus güevos.
Claro, la mayoría de esos güevones han pagado sus desafíos en una prisión. Hoy
no, hoy pueden escuchar lo que les venga en ganas, andan con celulares y muchos
“supositorios” al régimen, viajan constantemente al extranjero para darnos
conferencias de como liberar a Cuba o solicitar se nos devuelvan los güevos.
Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canada
2019-11-16
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