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jueves, 13 de junio de 2019

¿QUÉ ES UNA REVOLUCIÓN?


¿QUÉ ES UNA REVOLUCIÓN?






-No sé qué haces por acá. No le prestaba mucha atención entonces, el auto se deslizó unos siete metros luego de aplicar el freno a tope. Un ligero susto hizo que concentrara la mirada en los autos que esperaban por la luz verde en la avenida perpendicular. Por suerte, la mayoría de los conductores se toman unos segundos más antes de poner sus vehículos en marcha. Debía reducir la velocidad, cuarenta kilómetros por hora eran demasiados para las condiciones actuales. Hacía solo dos horas que estaba lloviendo hielo y todas las calles de la ciudad se convirtieron en una pista de patinaje, agravada la situación por la nieve caída dos días atrás. Ésta es la etapa más difícil del otoño, llueve, nieva, cae hielo. Luego, cuando las temperaturas descienden hasta saltar por debajo de los treinta, todo se torna normal y la gente se adapta a su vida de pingüino.

 
-¿Por acá? Pregunté después del sobresalto emocional, él se encontraba asustado también.

 
-Sí, por acá, con este frío, esa nieve, ese blanco aburrido que puede durar una eternidad. No me explico, si tienes tantos parientes en Miami… Fui acelerando lentamente y le corté la inspiración.

 
- ¿La nieve? ¿La mierda blanca de Álvarez Guedes? ¡Qué me agarre yo al sur del río Bravo! Ya te lo he dicho muchas veces. ¡De aquí pa’l polo, Antonio! Con las focas, osos y pingüinos. No quiero saber nada d’allá abajo. ¿Miami? Me gusta, me encanta ir de vacaciones todos los años, pero, ¿sabes una cosa?

 
-¿Qué?

 
-No resisto el calor, ya me he aclimatado, y no solo eso, mi mente ha evolucionado en todos estos años.

 
-¿Te imaginas al polo lleno de cubanos?

 
-¿Por qué de cubanos?

 
-No es de extrañar, ustedes andan regados por todos lados.

 
-No creo que me sigan muchos, el cubano no es amante del frío.

 
-Unos cuantos, no digo muchos, y que a uno de ellos se
 les ocurra hacer una revolución.

 
-Siempre tienes que caer en la misma mierda.

 
-Es que la admiro, Juan.

 
-¿Sabes una cosa? Si en el polo cayera tu comandante, entonces de verdad que se recalentaría la tierra. 

 
-¡No jodas, hombre!

 
-¿Qué no joda? ¡Mira, compadre! Yo no sé cómo se las arreglará, pero puedes estar seguro de que acaba con el hielo. Lo exportará como durofrío, en cubitos para preparar cubalibres, tratará de sembrar café caturra. ¡No sé! Pero estoy convencido de que no quedará esquimal con iglú, ni osos, ni focas, y las ballenas tendrán que cambiar su recorrido.

 
-Eso lo dices por despecho.

 
-¿Por despecho? Tú que hablas tanto de la revolución, ¿sabes lo que es una revolución?

 
-¡Pues claro! Eso tan grande que han hecho ustedes los cubanos.

 
-Esa no es la respuesta, ¿sabes verdaderamente qué es una revolución?

 
-Es el cambio o transformación de un sistema político o social que...

 
-¡Para, para, para! Eso es pa’los bobos, Antonio, eso es en los libritos.

 
-¿Y qué es entonces una revolución?

 
-Deberías haber comenzado por ahí, tú no sabes nada de lo que es eso. ¡Mira! No te lo voy a explicar filosóficamente porque tal vez no me entenderás. Yo soy parco para hablar de estas cosas y te lo voy a decir en pocas palabras. Una revolución es un bichito que todo lo convierte en mierda.

 
-No te creo, ¿tanto así?, ¿cómo harías tú una revolución?

 
-Eso no tiene ciencia, cualquier burro puede hacerla, mira en Venezuela. Ahora, quieres saber cómo yo la haría, muy sencillo. Es imprescindible tener un enemigo, eso no debe faltar. Si no lo tienes lo inventas, pero es necesario para culparlo de todo lo que viene detrás. Agarras al estibador y lo mandas a cortar caña, al posadero a sembrar café, al limpiabotas lo mandas de vaquero, total, da lo mismo un zapato que una ubre. A todos los viejos los vistes de milicianos, eso sí, camisa azul y pantalón verde olivo. Los pones a marchar incesantemente con una escopeta de palo, y pa'que sean más felices, los mandas a caminar 62 kilómetros, no preguntes para qué. 

 
Agarras a toas las viejas chismosas de cada cuadra y les dices que son presidentas de un CDR, ya verás que serán felices porque sus lenguas cumplen una función social. A las putas profesionales las envías a una escuela para integrarlas a la sociedad. Innegablemente es una obra muy bella, ellas trasmitirán esa enseñanza a las futuras generaciones y sus nietas serán putas muy ilustradas. 

 
A Perico lo bajas de la Sierra Maestra y lo pones a capitanear un barco, a Julio lo sacas de ese barco y lo mandas a sembrar malanga, si Julio te pregunta algo le dices que no es confiable. A Pedro el bodeguero le quitas su bodega, no importa si invirtió toda su vida en levantar el negocio, le dices al pueblo que el tipo era un explotador de la clase obrera No olvides castigarlo, mándalo a limpiar calles pa’que sepa que estamos en la dictadura del proletariado.

 
¡Los negros! ¡Coño! No se te pueden olvidar los negros. Ya tú sabes, discursos, muchos discursos hablando de la discriminación racial. Novelitas que tú conoces por la tiví, muchas novelitas donde aparezcan parejitas de blanquitas con negros, negritas con blancos y todo ese potaje donde demuestre que la discriminación ha sido eliminada gracias a la revolución. ¡Eso sí! No metas a muchos de ellos en el gobierno, nada, por si acaso. 

 
¡La liberación de la mujer! ¡No se te puede olvidar men! La mujer es un factor decisivo en esta lucha, hay que llenarle el coco y hacerla comprender que el hombre es su enemigo. ¡Abajo el machismo! Ni te imaginas sus efectos, los hombres limpiando las casas, haciendo los mandados, lavando la ropa, cocinando, cuidando los niños y hasta viendo novelitas. No falla, eso no falla, hay que liberar a las mujeres, que participen en reuniones, actividades, en misiones internacionalistas, es hora de que los hombres se encarguen de la casa. 

 
Mete preso a todos los homosexuales, no olvides que estás construyendo una revolución y que para hacerlo se requieren verocos. ¿Ministros? Claro que harán falta en ese proceso tan importante de la historia. ¡Cualquiera, men! Solo se hace necesario que sean serviles cumplidores de las órdenes y disposiciones que se generan, y que por supuesto, vienen del cielo y nadie debe discutir o analizar porque una revolución es algo celestial. 
 

¡Prohibido suspender! ¡Prohibido suspender en las escuelas! Es algo muy importante para cumplir las metas de producción, así mismo, como en una fábrica de chorizos. Ya verás como Ňiquito el dueño del puesto de fritas que estaba frente al cine, y que la revolución intervino por ser explotador de la clase obrera, me equivoco, Ňiquito entregó su establecimiento unos días antes de que lanzaras la ofensiva contra esos negocios particulares, bueno, el tipo logra graduarse de Ingeniero Agrónomo. El tipo te va a ser muy útil, llegará al campo y le dirá al guajiro; Le ofrecerán resistencia, ya sabes, los guajiros son tercos. Que si la tierra no sirve, que si no es la época, que si no estamos en cuarto menguante, etc. Ňiquito lo va a meter preso por contrarrevolucionario, le quitará la tierra, que no es mucha y se la dieron en la Reforma Agraria que tú inventaste. ¡Es más! Ňiquito es tan, pero tan confiable, que cambiará las fases de la luna para combatir a ese guajiro tan antisocial. ¡Prohibido suspender, coño!

 
- ¡Para, para! Me vas a volver loco, eso no es una revolución.

 
-¿Qué, no?, yo la viví y no he terminado de contarte.

 
-No te creo, ¿cuáles son los resultados?

 
-¡Muchos, Antonio!, la revolución genera infinidad de cambios. Los barcos tendrán que pagar millones de dólares por sobre estadía. Se necesitarán millones de cortadores de caña, no se podrá templar tranquilamente en una cama. Será imposible beber un buchito de café en el país, los niños tomarán leche hasta los siete años, desaparecerá la carne de la dieta popular, no habrá malanga ni tomates. El divorcio y la pegadera de tarros estarán a la altura del proceso que las genera. Socotrocos ocuparán ministerios de transporte y relaciones exteriores. Una prostituta será una mujer de éxito y todo será tan admirable que, la gente solo tendrá en la mente la forma de escapar, como escapé yo y todos los que andan por aquí. ¡Claro! No todos lo manifiestan abiertamente.

 
-Pero la gente está allí apoyando a su líder.

 
-¡Qué poco nos conoces! No hay carreteras Antonio, es una isla rodeada de tiburones.

 
-No te creo.

 
-Ni te obligo a ello, pero vamos a cambiar de geografía, olvida el polo. Trata de hacer una revolución en el desierto, estoy convencido de que se quedarán sin arena, acabarán con los camellos y que el Ramadám durará trescientos sesenta y cinco días del año. ¡Claro! Tendrá sus ventajas, no habrá tela para cubrir el rostro a las mujeres y quizás se vean obligadas a andar en minifaldas.

 
-Contigo no se puede discutir.

 
-Es que no estoy discutiendo, el grave problema es que no me puedes escuchar y te niegas a aprender de mis experiencias. Sin darnos cuenta estábamos a unos cincuenta metros de la entrada de su apartamento. -No creo pueda descender por esa loma tan pronunciada, debo dejarte en esta esquina y buscar una avenida más transitada donde hayan echado sal y arena.

 
-No te preocupes, yo puedo andar hasta la casa.

 
-Ten mucho cuidado, marcha sobre lo que quede de nieve, evita la acera.

 
-Muchas gracias y hasta mañana.

 
-Por nada y descansa, te deseo muchos éxitos cuando vayas a hacer una revolución. Por favor, avísame con tiempo, mantengo mi decisión de marchar al polo.

 
-Dale al carajo.

 
-¡No puedo, men! No me dan visa y debo conformarme con Miami.

 
-Chao. La palabra fue cortada por un fuerte tirón de puerta. Noventa y ocho, noventa y nueve, cien. Todos los días con el mismo conteo, allá, en el paraíso construido por su mente, mi conteo no hubiera llegado a veinte.




 
 

Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá 
2016-08-07





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