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viernes, 2 de junio de 2023

EL SON DE LA MONTAÑA

 

EL SON DE LA MONTAÑA


El autor de estas notas a la edad de 4 o 5 años. ¿Quién pudiera saberlo?


-Muchas veces quise dicirlo, pero a la gente de hoy in día no le gusta oírle a un viejo, too lo que hablamos es profecía, solo dicimos mierdas, recuerdos que a la gente no les interesa. Es como si estuviera rodeado de sordos, di toas formas yo hablo y pa callarme hay que darme un trancazo en la boca, na tengo que perder, soy un viejo, medio ciego, cagalitrozo, casi un estorbo, pero no soy mudo, ni sordo como muchos cabrones.

 

 Ese era el pan nuestro de cada día de Gumersindo, hoy viejo, jorobado por el peso de los años, pero más que eso, por el de los sufrimientos. Uno de aquellos pocos testigos de un tiempo algo lejano, de aquellos que han parecido siglos y se llevan en las espaldas y la conciencia, de esos que joroban y nunca se endereza.

 

¿Quién mejor que él? Nadie, ya quedan pocos de su generación, de aquellos que lo vivieron todo y cruzaron dos largas fronteras, las de dos siglos en medio de infructuosas esperas. Ya apestaba el pobre viejo, no podía ir hasta el río a bañarse y los pocos nietos que allí vivían, no le cargaban un cubo de agua. Cuando se cagaba, iba por el camino que tantas veces había recorrido y se demoraba años en llegar hasta aquellas limpias aguas, lavando la mierda y la ropa se gastaba medio día, y otro para volver a subir la loma ayudado por un improvisado bastón que él mismo se hizo, con un pedazo de guayabo.

 

Nadie sabe las veces que le había pedido al supremo le adelantara la fecha, pero parece que en el cielo también eran sordos, como si le hubieran ordenado que permaneciera en la tierra, porque allí harían falta testigos. Olvidado permanecía todo el tiempo encima de un taburete, recostado como siempre lo hizo, al lado de la puerta de entrada al bohío, el mismo que él levantara hacía mucho tiempo, antes del cual, nacieran sus hijos, mucho antes de que aparecieran esos nietos que hoy lo ignoraban, y allí, inclinado, permanecía muchas horas, días enteros, hasta que se sumaban en años y toda una vida, desde que le comenzaron a fallar muchos órganos del cuerpo.

Hablaba solo y lo acusaban de loco, hablaba y no paraba de hacerlo. Lo hacía con un pájaro que pasaba y sus ojos no podían distinguir, los adivinaba por la velocidad de sus vuelos. Con las vacas sueltas que hoy eran muy pocas, con los caballos que se aproximaban. A estos los adivinaba por el sonido de los cascos, nunca le importaba los jinetes que los cabalgaran, estos cambiaban de la noche a la mañana, no así el paso de las bestias, ni sus resoplidos. Eso lo aprendió con los años, y eso, no lo aprenden los guajiros de hoy, porque sus oídos están adaptados a otros sonidos, a las marchas, los discursos y a la radio.

 

Era un loco empedernido, el más viejo de los locos y ahora estorbaba. Digno de una risa hiriente de aquellos que no lo conocían, entre ellos de su propia familia, nacidos después que aquellos montes fueron tumbados a huevos y machetes, risa, nunca conoció algo tan humillante, pero el Señor era cabrón, allí lo tenía molestando y molestándose, cagándose de vez en cuando como castigo y realizando esos largos viajes.

 

- Mierda de campo, de haberlo sabío me hubiera ahorrao mucho trabajo, es como un castigo por lo que nunca hice, que el señor me perdone, pero esto no me lo merezco. Eso se decía todos los días antes del almuerzo, se lo repetía una y otra vez, hasta la santa hora en que se tiraba en la hamaca que le habían asignado, como si fuera un muñeco que todos trajinaban en la casa; ¡Qué malo es llegar a viejo! Siempre se decía (cuando hablaba para sus adentro), cuando evitaba que lo oyeran, para que no supieran que hablaba un viejo.

 

-Ya esto no es campo compay, esto es mierda, campo era otro, donde el guajiro amaba la tierra, aquello sí que era otra cosa, en too, las gentes eran diferentes. Lo mismo que las siembras, nojotros los guajiros nos sentíamos orgullosos de nuestras tumbas (pedazo de monte tumbado por un guajiro y sembrado), hoy día no hay na de eso, hasta los pocos metros de tierras que teníamos pa mantener la familia han desaparecío porque naide las atiende. Había que oírlo, nadie lo escuchaba, desgraciadamente en ese país, todos se quedaron sordos.

- ¿De qué sirve compay? ¿De qué han servío toas esas cosas que tanto anuncian? De na, porque si te fijas, no han servío de na, el campo está abandonao. ¿Antes? En esos tiempos era otra cosa, compay. El guajiro era orgulloso de serlo cuando de verdad lo era, nunca se avergonzó como ahora de su origen y la vida era otra, era dura, en todos los tiempos lo ha sido pero no tanto como hoy, donde el ser le pierde el amor a la tierra, esa, a la que nojotros le hemos arrancao de las entrañas toos los alimentos, y mira, han traío a toa esta gente que hoy no miran pa ningún lao.  Hablaba y nadie lo oía, solo los pájaros, por su lado corrían algunos niños, luego, después de los doce años no los volvería a ver o sencillamente escuchar sus pasos, desaparecían, como los otros que partieran mucho antes, esa era la vida ahora, todos escapaban.

 

-Mierda que se oye por ese aparato de pilas, decir que esa es música guajira, como si uno fuera comemierda, música era aquella, la de los guateques, ¡qué fiestas aquellas!, ¿quién se acordará de ellas? Solo los viejos, pero creo que quedamos muy pocos y nos tienen tirados a basura. Por cualquier motivo se armaba un guateque, no eran muchos en el año, un bautizo, algún cumpleaños, pero el más importante de toos era el de fin de la zafra, hablo de la del café, por supuesto. Siempre se hacía en casa de Silvano, era el que mejor tenía su bohío y se prestaba pa too eso, la gente colaboraba desde días anteriores a la fiesta, unos llevaban viandas, otros unas gallinas, un guanajo y no podía faltar el puerco, ese que solo sabe hacer un guajiro, en puya, relleno de congrí o sencillamente, así como lo hacen, cavando un gran hueco a la tierra y quemando muchos palos hasta que quedan las brasas. Palos de todo tipo, palos del monte que le dan un sabor diferente a las carnes y al final para rematar, muchas hojas de guayaba que producen un humo con un dulce aroma, y esta le penetra a la carne y le da un típico sabor, eso solo lo saben los guajiros, pero no los de ahora, ni los que viven a lado de las carreteras, el del monte digo yo, el de la Sierra.

 

Siempre se veía el correcorrre de las mujeres, de las jóvenes y las viejas. Hasta de las que estaban empollando y se les notaban pequeños bulticos debajo de los vestidos a la altura de sus pechos. Ellas también se calentaban, todas esperaban ilusionadas a que llegaran sus conocidos y vestían sus mejores faldas, bien blancas y estiradas con las planchas de carbón y que les llegaban casi hasta el tobillo. La cabellera larga, muy larga y negras casi siempre, brillantes, brillo que obtenían con el aceite de coco que se untaban, ligados con una colonia que olía a limón puro, creo que le decían mil ochocientos. No la recuerdo mucho, pero un gran pomazo costaba menos de un peso, ese era el perfume de los pobres, para sus pocas fiestas en el año. A alguna que a otra se le antojaba lucir ese día su mejor pañuelo de cabeza, tal vez el único, el que se usaba para las celebraciones, de colores muy chillones que contrastaban con la blancura de sus vestidos. Para caminar por el monte lo hacían con alpargatas, dentro de un jabuquito traían los zapatos de las festividades, los que usaban también cuando llegaban hasta el pueblo, todos eran bajitos, a ninguna se le hubiera ocurrío usarlo de tacones donde todos los pisos eran de tierra. Yo vide a muy pocas que se hubieran pintado las bembas, no lo hacían, porque decían los machos, que eso solo lo hacían las putas del pueblo, entonces esa voz se corrió por toa la comarca, desde hace quién sabe cuántos años.

 

Las mujeres se agrupaban en la cocina, allí chismeaban y daban una mano en los preparativos de la comida y cuando comenzaba a caer la tarde, que en los montes es muy temprano, iban llegando los hombres, unos lo hacían a caballo, mostrando una montura brillante, sus arreos adornados de distintas maneras y rematando sus botas unas hermosas espuelas. Otras familias llegaban a pie y se dirigían hasta el secadero de café que Silvano tenía en la parte trasera de su bohío, era la única porción del suelo en toa la comarca que era de cemento, la perfecta para los guateques que luego se hicieron muy famosos. Los hombres continuaban en el frente, donde habían amarrado sus caballos a lo largo de una gran tranca dispuesta para ellos, algunos animales estaban sudorosos por la larga travesía. Muchos gastaban horas en llegar, pero nadie se perdía aquella fiesta que solo tenía un período anual. Corcoveaban algunos animales, mientras sus dueños hablaban de las virtudes de ellos. En un pedazo de llano que había frente al bohío, se organizaban varias carreras y siempre se apostaba algo.

 

Los músicos se iban acomodando en sus puestos, una larga hilera de taburetes se colocaba a la orilla del secadero. Una mitad de él estaba ocupada por el café de la última recogida, la del ordeño, apilada en una gran loma de granos que anunciaba la zafra había sido buena, cubierta por pencas de yarey. Las mujeres seguían a estos y se acomodaban en los taburetes, mientras las de la casa y familia, ponía una gran mesa muy cerca de la pista, con muchos y variados manjares. Toos los platos apilados unos encima del otro y los cubiertos a un lao. La gente se serviría lo que se antojaba, así era esa fiesta desde hacía tiempos que no recuerdo. Toos los hombres, al oír a los músicos afinando sus instrumentos, sacaban de sus alforjas varias botellas de aguardiente y la ponían en aquella mesa, pa que bebiera el sediento, cualquiera que fuera, allí, na era de naide.

 

Sonaron las primeras notas de un Tres y al momento arrancaron todos los acompañantes, lo hizo las claves, las maracas hechas de guira y rellenas de peonías, el guayo, hermano de las maracas, pero hueco y rayado. Le siguieron las guitarras y una marimba de cajón, que lo mismo servía para hacer de contrabajo, que se usaba como instrumento de percusión, los guajiros no sabían mucho de las tumbadoras. Sonaba la música y se podía escuchar el eco de ella en las montañas, la primera pieza casi naide la bailaba. A los músicos eso no les preocupaba, luego la repetirían y si fuera necesario lo volverían a hacer hasta el cansancio, porque ese guateque duraba hasta el amanecer. Genaro era el campeón tocando el Laúd, unos minutos después de encontrarse el pequeño conjunto tocando, él brindaba sus primeros acordes, dándole a ese Son el nivel que muchos ignoraron. Una andanada de aplausos se ganó desde su apertura, entonces, todos los muchachos dejaron de joder frente a la casa y le prestaban atención a la música.

 

Los primeros números naide los bailaba, los guajiros eran así, cortos de palabras, parcos, tímidos para sus cosas, pero eso sí, muy bravos para las peleas, muy machos. Necesitaban tomarse de un solo palo la mitad de una botella de esos apestosos aguardientes, pa dejar en la parte vacía de ellas, parte de su vergüenza. Entonces, era cuando de verdad se envalentonaban y llegaban hasta la hilera donde estaban las muchachas y con mucho respeto le solicitaban una pieza. Ninguna se negaba, aprovechaban que la fiesta estaba empezando y eran los momentos más tranquilas de ella, tres o cuatro horas aparecerían los síntomas de la borrachera, algunas discusiones, gente a la que se le metía la cabeza dentro de un cubo de agua para refrescarle las entendederas, pero aun así, la música no paraba.

 

El guajiro sobrio es muy respetuoso, es que tenía que serlo, allí ninguna hembra andaba sola, venían con los padres, los hermanos y muchas vainas cargadas con sus machetes, que naide se quitaba pa bailar. Los hombres sacaban de su bolsillo trasero un pañuelo y lo sostenían en la mano derecha que pasaban por la cintura de su pareja. Se mantenían a medio metro de distancia y las miradas perdidas a otra parte, que no fuera el rostro de la muchacha ni la del hombre. Esos rostros eran vigilados por los padres y hermanos, también por otras comadres, como queriendo adivinar algún mensaje, porque los ojos hablan mucho más que las bocas, eso lo saben los guajiros. Separados por abismos bailaba la pareja, eran muy sencillos sus pasos, pa la izquierda y pa la derecha, eso era too, moviendo el brazo parriba y pabajo, sacándole agua al pozo, too el tiempo así, sacando agua y naa de mover las caderas ni el culo, eso es ahora que la gente lo mueve too sin vergüenza, sacando agua del pozo, en un baile que dura cien años, hasta secarlo como ha sucedido hoy. El guajiro bailaba serio, sudaba copiosamente, no era tanto por el calor del ambiente, más bien, era el fuego que lo quemaba dentro. El que produce el aguardiente, pero allí estaba, pa la derecha y pa la izquierda, mientras la vaina del machete le chocaba la pantorrilla en esos movimientos y le recordaba que era un macho. Mostraba con mucho orgullo su mango de nácar, luego, después de terminar la pieza, la acompañaba hasta su asiento e intercambiaba cumplidos con la familia, quienes se interesaban por la suerte de sus padres y animales.

 

El primer descanso de los músicos, se utilizaba por los presentes para atacar la mesa donde se hallaba expuesta la comida, el lechón era picado a golpe de machetes y cada cual se servía un buen trozo acompañada de viandas de too tipo. Se bajaba con unas deliciosas limonadas y cada cual se sentaba en sus mismos puestos. Las mujeres hablaban con disimulo de los hombres, mirándolos con el rabillo del ojo, los más jóvenes se iban para el frente del bohío donde cruzaban infinidad de jaranas, acompañadas de chiflidos y gritos que le dirigían a las montañas para decirles que estaban contentos, éstas, les respondían inmediatamente.

 

Casi siempre y después de la comida, comenzaba una parte importante del guateque, eran las “Controversias”. Dos o tres poetas improvisaban versos cantados o décimas, generalmente se iniciaban como simples retos entre ellos, para ver quien se distinguía más, pero en la medida que avanzaba el tiempo, aquellas décimas se hacían más provocativas y ofensivas, motivo por el cual había que tener mucho cuidado, porque no fueron pocas las que acabaron a trompadas limpias y algunas a machetazos. Esto ocurría con gente que llegaba de otras zonas y siempre sucedía eso, ante el celo de los guajiros que cuidaban sus palomas. No por estas razones se podía asegurar que la gente del campo fuera mala, todo lo contrario, eran bondadosas y generosas, muy solidarios con los que se encontraban jodíos, porque si de eso se hablara, cada cual había tenido sus experiencias. Hoy es diferente, es como si el guajiro se haya convertido en bandido y sinvergüenza que se aprovecha del mal de la gente.

 

En una de esas fiestas bravas fue que me robé a Rosario, lo había planeado desde mucho tiempo antes de las celebraciones por el fin de la zafra, me lo jugué el too por el too, pero me salí con las mías. Aquella hembra era el centro de la vista de toos los guajiros del cuartón, pero yo sabía que ella me pertenecía, fue muy difícil nuestra relación, solo cruces de miradas y un deseo que te rompe las entrañas. Too lo preparé muy bien y nada podía fallar, de suceder, me hubiera costado la cabeza. Nunca había observao tanta vigilancia sobre una mujer, las razones eran fuertes, pero a mí se me metió dentro de esta cabeza con mucha fuerza, por eso, me intrinqué en el monte, por donde naide pasaba y allí preparé una guarida donde acumulé alimentos, tal vez para soportar una semana sin salir a la vista de naide, pa que naide nos molestara, fue debajo de una yagruma, bien metío monte adentro, pero desde donde divisaba la guardarraya que salía de los Silvanos. Esperé con mucha paciencia, con toda la que existe en el mundo entero, hasta que la gente estaba contenta y había pasado la media noche, mucho tiempo para que el alcohol hiciera sus efectos, entonces, cuando el conjunto tocó uno de esos sones que siempre me gustó, uno suavecito de verdad, le dije, cuando le di la espalda a su familia que no paraba de mirarme los labios; Te espero detrás de la letrina dentro de un rato, solo parte cuando no me veas, no te preocupes por nada porque yo te estaré mirando.

 

Aquella hembra era de ley y ya era hora de que tuviera a su macho, dispué de la pieza me perdí, hice como el que va a servirse un trago y a naide le llamó la atención. En verdad que muchos estaban medios borrachos, entonces, por un costado del bohío penetré en la oscuridad y me dirigí hasta el fondo de la letrina. La peste a mierda me tenía molesto a los cinco minutos de estar allí, pero desde ese punto podía vigilar todos los movimientos de mi hembra, el tiempo pasaba y vi como dos muchachas se acercaron a la letrina, adentro había un candil encendido y ellas entraron al mismo tiempo. Yo podía observarlas por las rendijas y oír como salía disparado el chorro de meao por esa presión de haberlo aguantado varias horas, luego, cuando terminó la primera se sentó la segunda y el ruido fue similar. Hablaron dos o tres cosas de los muchachos y se largaron, Rosario continuaba con su madre, aquella vieja no le perdía ni pies ni pisadas y eso me encabronaba, no comprendía esa actitud de las viejas en querer conservar a las hijas como estatuas, comencé a ponerme nervioso en la medida que el tiempo pasaba. En cualquier momento a la vieja se le ocurría la brillante idea de pasar al interior de la casa y too se iba al carajo, estaba refrescando.

 

De pronto, me llené de esperanzas, vi como Rosario se levantaba de su taburete y con la mano hacía una señal en dirección a la letrina. Allí quedaban la vieja esperando, los músicos tocando y los hombres empinándose del pico de las botellas. Muy poca gente bailaba, todos llevaban el mismo ritmo, desde el lugar donde me encontraba parecían muñequitos, pa la derecha y pa la izquierda, pa la derecha y pa la izquierda, los brazos lo mismo, parriba y pabajo, parriba y pabajo, sacándole agua al pozo, hasta secarlo. A solo unos pasos de la puerta llamé a Rosario, ella se dirigió a la parte trasera por el lado contrario a donde yo estaba, no pude evitar darle un beso, uno muy largo que duró una eternidad, había sido el primero de cientos que cambiaríamos en vida, después la tomé firme de la mano y ella se dejó llevar. Yo tenía medido todos los pasos, cada maraña del monte me lo conocía al dedillo, cada piedra, cada hueco que existía en mi camino, por eso no nos caímos a pesar de la oscuridad y avanzábamos rápido, hasta que las notas de la música se oían lejanas, hasta que estas dejaron de sonar y solo se escuchaban gritos y chiflidos que la montaña contestaba. Solo un nombre retumbaba todo aquello y era el de mi amada, unos veinte minutos después de haber salido llegamos al pequeño ranchito, lo levanté con cuatro estacas y le puse techo para no mojarnos en caso de que lloviera, pero ese no era nuestro hogar definitivo, ese era el de nuestra Luna de Miel, el de dos fugitivos.

 

Nos acomodamos en un lugar de la maleza desde donde podíamos divisar la guardarraya, siguiendo a los gritos, vimos aparecer los mechones que la gente llevaba en las manos para alumbrarse el camino. Los gritos ahora los sentíamos más fuertes, casi a nuestro lado; ¡Chayoooo! Era respondido rápidamente por las montañas, nuestras cómplices. Volvían a gritar y las lomas les contestaban de nuevo, vimos andar a toda una caravana de luces por aquel camino, se detuvieron en el río y solo unas continuaron el ascenso de la montaña vecina, debieron ser los familiares, los verdaderos interesados en la guajira. El resto de aquellos mechones regresó por donde habían bajado, no querían que se aguara la fiesta por una hembra robada o escapada. Cuando pasaron otra vez cerca de nuestro observatorio, pudimos oír algunos comentarios, unos se reían, pero todos estaban intrigados. No sabían con quién se había escapado la muchacha, se encontraban confusos por los efectos del alcohol y por el alboroto que la vieja había formado a la entrada de la letrina. Como toos los hombres salieron rápido en busca de la pieza extraviada y en medio de la oscuridad, nadie supo quién era el que faltaba.

 

Dispué que desfiló la última lucecita, le tomé la mano nuevamente y la llevé hasta el ranchito. Yo había preparado una cama con cuatro estacas como patas clavadas en el suelo, el bastidor lo construí con las fibras tejidas de la corteza de majagua y de colchón usé sacos de yute rellenos de paja, pero siempre me traje una vieja sábana de la casa. No podía quejarme, la montaña es generosa con quienes la conocen, colgados del techo y metidos en sacos, tenía los aprovisionamientos para unos días y algunos trastos, debíamos esperar a que pasara la furia de sus padres y hermanos, un guajiro encabronao es peligroso, nunca comprendí por cual razón formaban todo ese espaviento, si allí en las montañas toas las hembras fueron robadas, hasta la madre de Rosario y la mía propia.

 

Nos tiramos sobre aquel lecho que olía a toas las yerbas del mundo fundidos en un beso, puedo asegurarles que en esos momentos no sabía cómo seguir adelante, juro por Dios y toos los Santos, que nunca me había acostao con una mujer. Desde muchacho resolvíamos las cosas como se hacían en el campo, unas veces nos íbamos un grupo para el río con una yegua y allí armábamos la cola detrás de ella, cada cual con la picha parada, sin pena alguna y entre risas, cada uno cumplía con su turno, toiticos nos veníamos dentro de la desgraciada y veíamos como a la cabrona se le salían las goticas de leche y nos reíamos sin vergüenza por lo que hacíamos, esa era nuestra vida. Los más osados y algo mayorcitos, se gastaban un peso con las putas del pueblo, cuando un peso valía algo, pero eso no era muy aconsejable porque algunos pescaron enfermedades. Por esa razón, era mejor metérsela a una yegua, nosotros las conocíamos y sabíamos que no estaban enfermas. Otras veces, vigilábamos cuando las muchachas se iban a lavar al río y nos escondíamos durante muchas horas, hasta que ellas se desnudaban para bañarse, entonces en silencio, nos botábamos una paja, luego abandonábamos los escondites y comentábamos sobre las tetas de Marita o la pendejera de Tomasa, así, hasta que nos enterábamos cuando volvían al río nuevamente.

 

Cuando ardíamos como tizones para asar puercos, nos fuimos desnudando sin ningún tipo de recato, a lo lejos volvió a escucharse la música y la majestuosidad del Laúd sobresaliendo por encima de todos los instrumentos. Por un instinto natural me coloqué encima de ella sin despegar los labios y sin saber cómo continuar, ambos nos encontrábamos desesperados por llegar a este momento, ella me ayudó y como un animal salvaje, hice lo que hacen todos los animales. Luego, entre gemidos y con ese agradable aliento chocándome en pleno rostro, me vino a la mente el baile, el movimiento de las manos parriba y pabajo, parriba y pabajo, solo que aquí no le sacaba agua al pozo, bailé el Son más sabroso que se puede bailar en las montañas, echándole hasta llenarlo.

 

Caímos muertos mientras amanecía, la música no paraba de sonar pero ya se había acabado el repertorio, repetían la primera, la segunda, la penúltima y sobresalían ahora los gritos que se producen en la borrachera. De nuestro acto solo fueron testigos las estrellas que se empinaban más altas que aquellas montañas, una de ellas debe ser ahora Rosario, quien no quiso que yo la acompañara, dejándome solo como testigo de todos estos cambios.

 

Así gastaba el día Gumersindo, hablando y hablando, para un público sordo y enano, recostado en su taburete, adivinando cuando pasaba un pájaro carpintero, tal vez un tocororo. De vez en cuando llegaba hasta él el viejo perro de la casa y se tiraba a su lado para tomar el sol de la mañana, cuando la sombra le tocaba la punta de las alas de su inseparable sombrero de yarey, sabía, que cuando ella llegara a las rodillas cantaría la guacaica. Entonces, Margarita llegaba del campo sofocada, lo hacía después de llevarle el almuerzo a los muchachos y le traía su plato de viandas, el que se comía en la misma posición. Luego caía con esa modorra o sopor que produce el estómago lleno en una agradable siesta, siempre con el sombrero cubriéndole la cara.

 

Ese día, la sombra tocó el sombrero y cantó la guacaica pero Margarita no llegaba, el viejo sintió un fuerte latigazo en el pecho y comprobó que la lengua se le entumecía, le faltaba el aire y no hizo nada por retenerlo. Se tiró el ala del sombrero sobre el rostro como hacía después del almuerzo, mientras de sus labios brotaba una feliz sonrisa, vio como su alma se separaba de aquel cuerpo cansado y enjuto, marcado en los últimos minutos de su larga vida, por esa felicidad que lo acompañó en sus largas jornadas dentro de esas montañas. Chayo lo tomó de la mano y partieron de nuevo, ahora era ella quien se lo robaba.

 

Margarita llegó como siempre con el plato en las manos y se asombró de verlo con el sombrero sobre el rostro, lo llamó con insistencia y el viejo nunca contestó, cuando levantó el sombrero, la felicidad reflejada en el rostro del viejo opacó su dolor. Llegaron muchos de todos los cuartones vecinos, de su generación quedaban pocos, pero se hicieron llevar para despedir a aquel amigo. Llegaron los de la generación siguiente, solo faltaron los nuevos, los que se dejaron arrastrar por las nuevas corrientes, esos no se enterarían de la muerte del viejo, no creo les importara mucho, menos aún le importaría a él. El funeral se hizo al estilo de sus tiempos, en el campo muy poco había cambiado, fueron muy leves el soplo de esos vientos que todo lo revolucionaron. La noche se alumbró de candiles y mechones que llegaban de distintas direcciones, muchas más que aquellas que los buscaron la noche del guateque cuando se robó a su hembra. Se preparó comida para todo el mundo y no faltaron las botellas de ron. En el cuarto lloraban las comadres, las hijas y las nueras, afuera, los hombres hablaban de sus bondades. Se cavó una fosa al lado de la de Rosario, muy juntas, como estuvieron toda la vida y cuando la rústica caja descansó en el fondo, el hijo de Genaro sonó el Laúd para entonar un Son, aquellas celestiales notas lloraron sin consuelo.

 

 

 

 

Esteban Casañas Lostal.

Montreal..Canadá

20-09-2000.

 

 

 

""CANTO POR UN AUSENTE""

 

 

¡Canta Trovador! ¡Trovador canta!


Un solo de tres como introducción, 

le siguen las maracas, 

entra las claves y el guayo, protesta el bongó, 

bailan las guitarras y el bajo, 

hace su reverencia el laúd, 

bajan de tono cuando oyen la voz del cantante.

 

Canto a mi cielo, nublado o despejado,

celeste, añil, prusia, negro o gris, unas veces estrellado,

canto al lucero del alba, a mi sol ardiente, canto a la luna,

a la luna del poeta, a la del desvelado enamorado,

canto a ese cielo apacible y tierno,

bruto, fiero y temible cuando está enojado.

 

¡Canta Trovador! ¡Trovador canta!

Canto a la tierra que me vio nacer,

a sus valles, ríos, y a sus montañas,

le canto al zunzún y al Turquino,

a mis sabanas con sus cañaverales,

al surco y la guardarraya, al dulce olor de los Centrales.

Canto a las hermosas mujeres, a la madre, la esposa, a la amiga,

a la hermana, a la buena hembra, a la trabajadora, 

a la jinetera, a la artista y a la viuda que llora, 

canto a la maestra, a la blanca, a la negra, a la mulata.

 

¡Canta Trovador! ¡Trovador canta!

Canto a mi comida, lo hago por el lechón, la yuca, el boniato, 

el arroz con frijol, el ajiaco y la harina. 

Le canto a mi Son y a mis palmas, 

también a la Mariposa nuestra flor, 

al ron y al tabaco, al café sin mezclarlo

 y al hermoso Tocororo por su color............

 

...................... Silencio .... .............

 

¡Canta Trovadora! ¡Trovador canta!

No puedo, ya he terminado,

¿no oyeron que pararon las maracas?

Y al mar, ¿por qué al mar no le cantas?

Porque algo se me quiere salir del pecho,

se me traba la garganta y no tengo inspiración.

No importa Trovador, yo te doy el pie de amigo,

tal vez así regrese la musa de tu arte,

pero canta, cántale al mar por favor.

Aquí van mis palabras, en desorden, sin hilarvarlas; profundo, negro, violento, Changó, tumba, sediento, inanición, niños, balsas, olas, viejos, Orula, lanchas, detonación, crimen, escualos, Yemayá, estrecho, jóvenes, mujeres, alucinación embestida, desaliento, Ochún, futuro, sueños, recuerdos, colisión, quemaduras, pánico, gritos, súplicas, deshidratación, disparos, avión, frío, lluvia, espejismo, vómitos, traición , violencia, sacrificio, Obatalá, esperanza, hambre, desesperación, ilusiones, miedo, silencio, delfines, mareos, revolución.

 

¡Canta Trovador! ¡Trovador canta!

Canta en rima, en décimas, en prosa, desafinado,

aunque pierdas la voz y sea tu último canto,

cántale al mar y a nuestros muertos, a los asesinados,

para que se entere el cómplice y sordo mundo

para que sepan que no están olvidados y tienen voz,

para que tiemblen los verdugos y los generales.

 

¡Canta, canta sin parar Trovador!

Suena el laúd, la guitarra y el tres,

lloran las maracas, el guayo, las claves y el bongó,

se oyen del trovador las mejores tonadas,

palabras que nunca serán olvidadas,

para que no tengan que cantarse mañana.

 

 

 

Esteban Casañas Lostal

Montreal, Canadá

02/10/2001

 

 

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domingo, 14 de mayo de 2023

¡MI VIEJA, CARÁ!


¡MI VIEJA, CARÁ! 

Mi madre Gloria Lostal Carmona y mi padrastro Pedro Prats Salazar



Siempre que llega esta fecha me acuerdo mucho de mi vieja, ¡mi vieja, cará!. Me viene a la mente su última carta preñada con faltas de ortografía, la pobre, le dio el tifus cuando niña y no continuó su escuela. Creo más bien que fue por culpa de su padre, él tenía preferencias con otras de sus hermanas, cabrón el viejo, pienso, porque para un padre todos deben ser iguales.

¡Mi vieja, cará! ¿Dónde estarán sus huecitos? Solo me interesa por curiosidad, tal vez para ponerle una simple flor o para sentarme junto a ella un ratico y conversar como hacíamos antes. Siempre se me escapan unas lagrimitas los días como hoy, 
¡pero, ná!, me tomo un traguito y sigo pa’lante. Hablo con ella unos minutos y me devuelve la alegría. Me llega y persigue su última carta, permítanme escribirles aunque sea un pedacito, no con el propósito de atormentarlos con esta mezcla de tristeza y alegría, solo para que vean como era mi vieja.

… Mijo, me alegro mucho que te hallas quedado, no importa si no puedo volber a berte, prefiero que sea asi antes de que te encuentres en las condiciones de tu hermano. Si supieras, nos dieron cuatro latas de sardinas y una botella de ron para selebrar el fin de año. Mijo, yo las tenía guardadas para llebarselas a el, pero tenia mucha ambre y me comi una. Como te quedaste alla fuera al pobre se lo llevaron para Jaguey, debes imaginarte el trabajo que pasamos para ir a berlo. Aguanta y no se te ocurra regresal, si no puedo berte no impolta, lo importante es que eres libre como siempre soñaste…

¡Mi vieja cará! Sencilla, humilde, bruta… ¡Pero qué clase de corazón señores! Ná, el de toda buena madre. Recuerdo como me esperaba al regreso de cada viaje allá en Luyanó, mi vieja era exagerada para algunas cosas. Cuando yo entraba a la casa me tomaba de la mano y me llevaba hasta el baño, ya sabía para qué era. Me mostraba con orgullo toda la bañadera llena de botellas de cerveza sumergidas en el hielo. Así éramos nosotros mientras mi vieja vivía, mientras mi hermano no cayó preso, mientras yo no lo visité en aquella horrible prisión y me avergoncé por él y los cientos de muchachos que allí se pudrían, mientras que a otro hermano no le envenenaron la mente con las putas ideas que solo dividen a las familias. Me imagino lo que deba haber sufrido mi viejita con el final de esta historia, un hijo por el exilio, uno preso por intentar escapar del paraíso, y uno cabrón que apoyaba todo eso, mierda deben haber sido los últimos instantes de su vida.


En ese palomar rosado vivió mi madre, allí pase una temporada. Se encuentra en la esquina de las calles Reforma y Herrera en Luyanó, Habana


¡Mi vieja cará! Qué clase de carácter tan noble, eso sí, no la jodas mucho porque se le salía todo lo de congo y carabalí. A mi vieja le gustaba darse sus tragos entre nosotros y de vez en cuando agarraba sus buenas notas. ¡Qué les cuento! La vieja disfrutaba y era muy feliz, cocinaba como ninguna. Bueno, miren que han pasado años desde que yo me fui, pues desde esa fecha no he podido comerme unos frijoles negros como los que hacía mi vieja, era especial.

Como les decía, agarraba sus notas y se ponía de lo más cómica, nosotros disfrutábamos de sus discusiones con mi padrastro, un tipo buena gente que se le murió en sus brazos. Pues en una de esas curdas a mi padrastro le dio por meter trovas de Orula, Changó, Eleguá y no sé cuantos santos más. ¡Qué les cuento! A mi vieja le dio su nota por irle a la contraria a mi padrastro ese día, ¿y qué creen que hizo? Fue pal cuarto, al rincón donde el viejo tenía su Eleguá, y a Francisco sentado de lo más monono en un taburetico, y a María Merced, una negrita de lo más bonita sentada en otro. Pues llegó hasta ese rincón y los agarró a todos y los lanzó escaleras abajo. Ni les cuento como terminó aquella fiesta, solo les digo que el lechero a la mañana siguiente no quiso subir y dejó el litro detrás de la puerta, el tipo era santero también o al menos le metía a la burumba.

Ya estaba navegando y en uno de esos regresos me digo, ahora me doy un buen bañito, me tomo una cervecita y luego a coger cajita de cumpleaños. Me tranco en el cuarto, pongo el radio para que la gente no se lleve el pase y ya, resuelto el problema hasta que llegue la noche. Todo eso pensaba mientras me quitaba la camisa, y que no es cuento, la cerveza era sagrada en mi casa los días que yo arribaba, bueno, por suerte existía todavía.

-¡Coño vieja! ¿Qué rayos es esto? Pude escuchar como todos se reían, hasta mi mujer que no me había dicho nada. La bañadera estaba repleta de jicoteas vivas y un par de iguanas se disputaban un rincón detrás del bidet.

-¡No le hagas nada! Son mansitos. Me respondió la vieja en tono de jodedera, ya se había tomado par de cervezas y ustedes no se pueden imaginar lo alegre que se ponía.

-¡Oye! ¡Oye! ¿Cómo me voy a bañar en medio de este zoológico?

-Bueno, sale para acomodarlos, pobrecitos, son tan buenos, hasta me conocen ya.

-¡Coño, vieja! ¿A quién se le ha ocurrido esto? Le dije al salir y ver que todos seguían vacilándome.

-Son cosas de tu hermano Ernesto, mijo. Ya sabes como es él, pobrecito, está luchando.

-¡Qué luchando, ni luchando! Lo que está es acabando con esos animales.

-Está luchando, mijo. Gracias a esos animalitos está reuniendo para casarse.

-Yo creo que todos ustedes se están volviendo locos, ¿cómo es eso de reunir para casarse?

-¡Nada, mijo! Los mata y luego los diseca, los marinos rusos pagan muy bien por ellos.

-¡Oye! ¿Y desde cuando está metido en esta rumba?

-Hace meses, fíjate si ya se le cuela al negocio que la iguana que está encima del televisor la disecó él. Me acerqué al bicho y estaba muy bonito.

-¡Oye! Pero esto huele a mierda, como si estuviera podrido.

Cuando Ernesto llegó me dijo que se le había olvidado sacarle la masa a la cola, dos días después hubo que botar al animal en la basura porque la peste era irresistible. Tiempos después la casa de mi vieja se llenaba de caracoles exóticos, corales negros y animales de todo tipo.

¡Mi vieja, cará! Se me borró la tristeza de las primeras líneas, era tremenda, bueno, lo es, porque solo mueren los que se olvidan. Mi viejita era especial, me cuenta un hermano cuando llamé a la funeraria donde la estaban velando, que solo unos minutos antes de morir y estando en terapia intensiva, mi vieja recobró el conocimiento y le dijo: ¿Cuál es el número que tiene mi cama? Mi hermano le respondió que el 17. ¡Vete a jugarlo en la bolita, va a salir! Mi hermano no quiso dejarla sola un instante y el número salió.

¡Mi vieja, cará! ¿Dónde estarán tus huesos? Solo para ponerle una florcita o quizás para conversar un poco. Pero no importa, tú mejor que nadie sabes que en las condiciones actuales no regreso y a cada rato conversamos algo sobre tus nietos y biznietos. Me tomo un trago por ti y otro día nos veremos.


¡Quiéranlas mientras se encuentren vivas! Ese es su mejor premio.






Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá.
2003-11-05


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domingo, 7 de mayo de 2023

LA LIBERTAD

 

LA LIBERTAD





La libertad es poco y mucho, tal vez alguna cosa,
quizás una palabra, un signo, puede ser un nombre,
el de una artista muy famosa, el de una yegua de carreras,
de las que salen disparadas, cuando suena un tiro o le clavan las espuelas.

La libertad es tanto y tan poco, un himno, un puente, una estatua,
puede ser un mito, un sueño, el vuelo de una gaviota,
una insignificante migaja, como ir gratis a la escuela,
a veces es una limosna que nos conceden sus dueños,
sean militares, golpistas, dictadores, hombres fuertes.

Libertad le damos los pueblos a los Presidentes,
que difícil es mencionar este nombre, al sur de este continente.
Es una puta trasnochada y un chulo que no trabaja,
medio gramo de Coca que te eleva al Himalaya,
sin ella, la vida es poca cosa, luego, te envuelve y esclaviza,
cuando quieres bajar no sabes, pereces, te embarras.

Libertad es la brisa, el rayo, el trueno y el río que se pierde en el mar,
es la sonrisa de un niño, es tanto y tan poco, es mucho más que amar,
no es la que dicen los libritos, en cada pueblo es diferente,
muy pequeña para el indio y el guajiro, una choza, un bohío.

La libertad no es mercancía, sin embargo, se compra y se vende,
así andan estos tiempos, se nace con ella, se hereda, se pierde, se lucha,
la libertad no se mendiga, ni se acepta a medias, debe ser total.
Unos nacen ricos y libres, otros nacen pobres y siervos,
es como un juego de azar, donde la suerte no siempre es buena,
se llega a esta tierra pagando las deudas de sus padres,
que en una partida perdieran, para éstos, la libertad es solo penas.

La libertad es poca cosa para muchos, marchas, consignas, gritos, medallas,
para otros eso no basta, es reír, andar, hablar, sentir, gritar, pensar, orar,
libre soy si te llevo de la mano a donde yo entro,
para mostrarte con orgullo mi suelo, lo que construyeron mis padres, mi pueblo.
¿Cómo puedes creer que soy libre? ¿No comprendes que no puedo entrar?
¿No entiendes que vale menos el decoro que tu dinero?

Libertad digo y no quiero condolerte, la libertad supongo, sea más que esto,
me humilla tu lástima, me duele vivir de la caridad, con estos brazos y este cuerpo,
tu silencio me hiere, tu complicidad me mata, tu indiferencia me envenena el alma,
libertad digo y no me llames hermano, menos aún compañero,
no me brindes la mano que saluda y abraza al enemigo de mi pueblo.

La libertad debe ser una fortuna perdida, es probable que en un naufragio,
no por gusto la andan buscando, de noche, de día, a través de los años,
gente que nunca ha parado y desean vivirla,
debe ser algo grande, como un sueño infantil para que nadie renuncie a ella,
tiene que ser inmensa, para que mueran tantos seres humanos,
para que el mar se trague a niños y mujeres, hombres y ancianos,
sin que nada frene sus intentos por conseguirla.

Libertad digo y no es una palabra cualquiera,
si la tienes, a medias o entera, apártate de nuestro camino,
deseamos encontrarla de alguna manera.





                                  
Esteban Casañas Lostal
Montreal..Canadá
2000-08-02




Poema mención en el concurso literario de Arkansas Tech University presidido por el escritor Hinojosa, ganador de varios premios Casa de las Américas.


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jueves, 27 de abril de 2023

¿PATRIA?

 

¿PATRIA?



¿Patria? 

¿Patria? No entiendo lo que dices, 
¿Patria donde se nace, se muere o se vive preso? 
¿Patria de tiranos, de caudillos, dictadores, esbirros? 
¿Patria con amos, con dueños, con Partidos propietarios? 
 Tu concepto está equivocado. 

¿Patria por hospitales? 
¿Qué me priven de la voz? ¿Qué me brinden rostro falso? 
 Prefiero estar enfermo, cóbrenlo, destrúyanlo. 

¿Patria por escuelas? 
¿Qué me limiten el pensamiento? 
¿Para que yo no pueda ser yo? 
¿Para aprender otro lenguaje y no el de mis sentimientos? 
 Prefiero la libertad del analfabeto. 

¿Patria que vende a sus hijas? 
 Vaginas que se lavan, heridas que no cierran. 
 Miserable el padre que se alimenta de este sueldo, 
 y todavía hay que llamarlo compañero. 

¿Patria que envía a sus hijos a morir en otro suelo? 
¿Patria que tiene dividido a su pueblo? 
 Pobres padres, infelices hijos, lástima de pueblo. 

 Patria que destruyen, quienes dicen que son buenos, 
 quienes venden por mezquinos, cada centímetro de tu suelo. 
¿Patria la que me aparta, porque no soy extranjero? 
 Vergüenza debe sentir el Peso, el hombre, el obrero. 

 Patria que paga con jabitas a sus siervos, 
 como pagaban a los indios con espejos. 
¿Patria el escudo, el himno, las consignas y las marchas? 
 Esa es la Patria de los patrioteros, 

 Mi Patria es otra, donde pueda hablar, gritar, reír, pensar, andar, 
 donde me oigan, me vean, me entiendan y nadie me detenga, 
 y si no la tengo, poco me importa, al menos no tengo dueño. 

¿Patria dices que es esto? 
 Maldita la Patria que te ha parido, 
 mi Patria es mejor, será el mar, donde vuelen libres las gaviotas, 
 donde viva sin miedo, rodeado de la tranquilidad de mis muertos. 



Esteban Casañas Lostal.
Montreal, Canadá 
6-4-2000.


Poema mención en el concurso literario de Arkansas Tech University presidido por el escritor Hinojosa, ganador de varios premios Casa de las Américas.


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miércoles, 5 de abril de 2023

EL CONDÓN DE LA HABANA.

 

EL CONDÓN DE LA HABANA.



La gente anda entretenida con la muerte y resurrección del viejo potranco de La Habana, ya comienzan los preparativos para el funeral en la mente de todos. Cada grupo, dos a saber, lo celebrará de manera diferente. Los de allá, sofocados por las invasiones de imágenes y discursos retrospectivos que los mantendrán ocupadísimos durante varios meses, hasta que comience a apestar y aburrir el muerto. Los de acá, calentando el cuero de los tambores para celebrar esa conga que partirá desde el restaurante Versailles y recorrerá varios continentes. ¿Han disfrutado alguna vez de un funeral tan variopinto? Cheo arrollando por toda la calle 8 y Teté, la del comité, secándose los mocos en la plaza con un pañuelito que le enviara su sobrina desde Miami.

 

Aburrido el panorama de los rumores y especulaciones desde hace exactamente un año, y la noticia no acaba de llegar, coño. No me distraigo en lo mismo con lo mismo y me dedico a buscar cosas importantes sobre las que pueda decir algo, joder un poco. Veo la entrevista a la nuera del potranco en Polos Opuestos, despotrica a la suegra, que vieja más hija de …. Aquí freno para que no continúen diciendo que si soy soez, vulgar, chusma. ¡Carajo! Miren que hizo sufrir a la pobre muchachita. Y yo que pensaba que el Punto Cero era un lugar sagrado, el palacio del Faraón. Aquello es un solar con escolta, que si Dalia le mete a la burumba, que si los chamas compran en el mercado negro, que si sonaron unos balazos por Santa Fe por culpa de unos tarros y uno de los chamas salió en calzoncillos pa la calle. Y Pérez Roque empujando a su fiñe para que le cantara al caballo mientras el potranco se dormía y dejaba caer un hilo de baba que le corría por la charretera de comandante en todo, ¡qué chicharrón!, por eso es ministrico. ¡Ño! Y pensar que desde esa madriguera se gobierna el destino de once millones de infelices, cambio y fuera.

 

¡Miren! Me encuentro con una noticia verdaderamente sorprendente, Cuba comienza a producir condones. Bueno, no es para tanto, pienso. La India está pasando un hambre de truco y tienen la bomba atómica, pienso nuevamente. Busco información sobre ese evento y aparece algo muy singular, dice un artículo que aparece por ahí: “Condones cubanos enfrentan el bloqueo”. Ahora sí me detengo, no estamos hablando de un condón común y corriente, debe ser un preservativo con altas dosis de patriotismo.

 

Teniendo en cuenta los éxitos logrados con aquellas croquetas Apolo XI que se te pegaban en el cielo de la boca, y su posterior versión terrorista, me refiero a las croquetas explosivas, no debe condenarse a la indiferencia algo que pudiera incidir directamente en el crecimiento de la población cubana. ¿Por qué negar los méritos a quienes se sacrifican por el bienestar de la patria? Ubre Blanca fue un manantial de leche que no pudo resolver con su sacrificada existencia la demanda de ese producto en nuestro país, pero existió, aunque fugazmente y pudo retratarse junto al vejete, hasta tiene un monumento, eso me han dicho, el que no tuvo Kid Chocolate.

 

Ya aparecieron nuevos cargos dirigentes con el lanzamiento del condón cubano, ¡oigan esto!, Luís Enrique Bueno Marrero es el coordinador nacional de la línea condón. Melania Domínguez es la especialista del mercado de condones de Matanzas, provincia donde se lanzó al mercado. No se explican las razones por las cuales se seleccionó la mencionada provincia, pero debe suponerse sea por su proximidad a Varadero, meca de jineteras y pingueros a nivel nacional. Luego y conociendo los defectos y virtudes de los cubanos en la isla, continuarán apareciendo otros dirigentes provinciales, regionales y municipales que conformen el nuevo ejército y dé lugar a la aparición de otro organismo gubernamental, el Ministerio Cubano del Condón.

 

Dice la noticia que, ya cuentan con 15 millones de unidades (condones) y que en Diciembre habrán 9.5 millones de condones más. Habría que tener a mano las estadísticas de la población cubana para separar mujeres, hombres, niños y ancianos, y luego repartir esas cifras entre los cubanos promiscuos para tener una idea de cuántas veces al año se puede pegar tarros. Dice otra nota que, por su imagen y colorido, el condón cubano está siendo bien aceptado por la población en Matanzas. No lo dudo, debe ser el mejor condón del mundo, porque todo lo que salga de allá lo es y siempre resulta exitoso. Recordemos aquella pobre gallinita que puso el huevo más grande del mundo, y que no fue por cesárea, como comentaron los gusanos del lado de acá para restarle méritos por haber sido una gallinita revolucionaria. Bueno, dijeron después que se murió desflecada, corrió la misma suerte que Ubre Blanca y Rosafé. Imagino un condón con sombrerito de yarey para darle más colorido criollo y con algunas consignas en su estuche para satisfacer a morbosos idiotas que visitan la isla frecuentemente.



Pero, no hay buena noticia que escape de un “pero” en la isla. Dice un cable que el pasado Diciembre, comenzaron a escasear los condones que llegaban desde USA. Como es de suponer, su importación fue suspendida por culpa del bloqueo, y como es de suponer también, solo en USA se producen condones. Pues en ocho meses, ellos lograron montar esa fábrica sin antecedentes en nuestro país, es un tiempo récord si se consideran todas las vicisitudes que sufre cada proyecto cubano, tengan en cuenta que medio siglo no ha sido suficiente para lograr una regular alimentación. Sin embargo, no cuentan los obstáculos que encontrará el infeliz preservativo antes de acomodarse en un pene cubano. No por el momento, porque como decimos nosotros, escobita nueva barre bien, pero dejemos que pasen unos meses, solo unos meses. Por culpa de un apagón se jodió la mezcla de látex para la producción de ese día, semana, y quizás mes. Juventud Rebelde anunciará los días de su distribución por municipios, luego se justificará la ausencia del producto por falta de transporte, combustible. La policía económica detectará delitos por malversación, desviación de recursos y aparecerán los primeros sancionados por culpa de un condón. Muchos productos se echarán a perder por falta de un almacenamiento adecuado y caerán en desgracia algunos dirigentes. Entonces, y como siempre ha sucedido, la producción no alcanzará para tantos templones, y por supuesto, el condón engrosará la larga lista del mercado negro. Habrá que realizar algunos cambios en las leyes del país y muchos serán condenados por el delito de receptación, ¿se imaginan a los policías palestinos revisando las carteras o sugiriendo que te saques el pito en busca de un condón? Ya veremos, ya veremos cómo se repite la historia.

 

Pero no solamente produce alegría la aparición de un nuevo producto en el mercado cubano, el pueblo debe encontrarse algo afligido, no es lo mismo, no es lo mismo. Tan acostumbrados como estaban a cada discursito de la momia, donde les explicara todo lo que descubrían en pleno siglo veinte y veintiuno. Resulta casi imposible desprenderse de su fantasma y eso lo demuestran en cada entrevista realizada con las masas que vemos por la CNN. Es que el vejete en los últimos años daba muestras de una paciencia que impacientaba, no es fácil dispararse un discurso de varias horas para explicar cómo carajo se utiliza una ollita de arroz eléctrica, cuando muchas tribus de caníbales cocinaban las carnes de sus víctimas en ella. ¿Se imaginan al viejo potranco explicando por televisión cómo abrir el envase del condón y colocárselo en el pene? Puede que para muchos resulte algo divertido, pero son situaciones extremadamente serias para tirarlas a relajo. ¡Ah! No sin dejar de insistir en que el rabo debe estar parado, es que el pueblo cubano es tan inocente y su líder tan avispado. Por eso estamos como estamos, ya lo dijo Polo Montañez. De verdad, es lamentable que el viejo de mierda se encuentre enfermo y no nos brinde cuando menos una de sus sabias reflexiones. Hablando en plata, dicen que Maradona le pegó los tarros al viejo y anda de luna de miel con Chávez. Hay que dejarse de boberías, el varo es el varo.

 

Y como les decía al principio, ¿no han manifestado que la población cubana no crecía y se consideraba entre las más viejas del continente? Pues ya verán cómo crece la población con el uso de ese condón. Y hay que estar atentos, no solo nacerán niños indeseados, crecerá también el índice de criminalidad. Deja que a un blanco le salga un fiñe mulato y al negro le salga rubio de ojos azules. Deja que la calidad del producto comience a deteriorarse por culpa de las asambleas en horarios de trabajo o las marchas combativas, yo les voy a hacer otro cuento. No se apuren, no se apuren, todo tendrá que coger su ritmo, condones por la libreta a partir de los doce años, condones para vanguardias, condones para dirigentes (estos serán lubricados), condones washandwear para cumplir misiones, condones para pizas, condones para pisados, condones para cumpleaños, condones futuristas, bautizados, trabajados por babalawos, con micrófonos y cámaras incluidas para trabajos de inteligencia, condones por cajas de cigarros. Ya veremos, ya veremos.

 

Mientras tanto, antes de que se me olvide, yo esperaba que le pusieran uno de aquellos nombrecitos que siempre utilizaron, condones Girón, Taínos, Cañero, Patria o Muerte, etc. Pero no, parece que ya se van capitalizando, dicen que los condones se llaman Vigor. ¿Irónico el nombrecito? Hay que ser vigoroso para levantarse y no desayunar, ir para el trabajo en bicicleta, sonarte tantas horas engañando al estómago, regresar de nuevo en la bici y encontrarte con un plato de comida a medias, y encima de eso, lograr que se te pare para colocarte uno de esos condones que saben enfrentar al bloqueo. Hay cosas que no se comprenden muy bien, es una pena que el comandante se encuentre enfermo, él pudiera explicarlo.

 

 

 

 

 

Esteban Casañas Lostal.

Montreal..Canadá.

2007-08-20

 

 

 

Y si tenéis por rey a un déspota, deberéis destronarlo, pero comprobad que el trono que erigiera en vuestro interior ha sido antes destruido.

Jalil Gibrán.



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Síntesis biográfica del autor

CRONOLOGÍA DE UNA AVENTURA

                               CRONOLOGÍA DE UNA AVENTURA La vida para mí nunca ha dejado de ser una aventura, una extensa ...