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lunes, 17 de mayo de 2021

MEMORIAS DE “BOLLO MANSO” (8) Los calzoncillos “Matapasiones”


MEMORIAS DE “BOLLO MANSO” (8)

Los calzoncillos “Matapasiones” 





-¡Apaga la luz! ¿Cuántas veces no habremos escuchado esa solicitud, reclamo u orden en aquellos tiempos? Poco importa el escenario, pudo ser en una de aquellas mugrientas posadas o dentro de una casa. Nadie quería ver, nadie quería que te vieran. ¿Cuál era el misterio que deseaban mantener oculto tantos jóvenes de aquellos tiempos? Veo la foto que elegí para ilustrar este tema, la de esos viejos cagalitrozos muy felices y orgullosos por las toneladas de medallas que cargan. ¿Cuál es el mérito de esos viejos, los de esa generación traicionada, frustrada, fracasada y hoy cómplice de aquella pesadilla, esta pesadilla? No sé, solo se me ocurre pensar que se han pasado la vida comiendo medallas y cagando medallas. Me apuro en rescatar estas memorias antes de que el tiempo se nos acabe. 

Fue muy frecuente escuchar a mujeres bellas casi suplicarte que apagaras la luz, divas capaces de satisfacer cualquier deseo sexual, hermosas muchachas que hoy son abuelitas, las que han logrado sobrevivir a estos recuerdos.

La robolución de esos viejos no necesitó mucho tiempo para llevarnos hasta una situación de mendicidad lastimera, muy pronto nos convirtieron en mendigos de cuerpo y alma. ¿El secreto de las luces apagadas y el sexo en penumbras? Una vez lo descubrí cuando apagué la luz y ella, muy confiada en esa privacidad impuesta comenzó a desvestirse, entonces la traicioné y la encendí nuevamente. Los colores de la vergüenza le dibujaron el alma y trató de explicarme lo que yo imaginaba. Le devolví la tranquilidad cuando comencé a bajarme el pantalón y ante sus ojos apareció un calzoncillo “matapasiones”. Su delito era muy grave, aquella diosa de veintiún años tenía puesto un calzoncillo verde olivo igual a los que yo usara en el Servicio Militar Obligatorio. ¿Por qué?

Bueno, les estoy hablando de la década de los sesenta, digamos que posterior al sesenta y cinco. Se desaparecieron del mercado los blúmeres de mujer por esa magia siempre demostrada en la isla, y ellas, muy astutas o inteligentes, invadieron las ofertas de los calzoncillos “atléticos” hasta agotarlos. ¡Eso, si! Todas te decían lo mismo, tengo un blúmer bueno que solo uso para asistir a las consultas médicas. Tampoco llegué a comprender la relación que pudo existir entre una simple gripe y esa prenda interior. ¡Había que confiar en su palabra si te gustaba o la querías! Les comento que una de aquellas protagonistas es actualmente una abuelita muy feliz y se encuentra en mi lista de amistades.

¡Claro que hubo sobrevivientes a esa pandemia robolucionaria! No imagino a ninguna de las mujeres de esa pandilla en el poder pasando por esta situación, sus hijos no dejaron de tomar leche a los siete años. Bueno, escaparon también las abuelitas de las actuales jineteras, ellas se dedicaron a la misma profesión y se vendieron por un blumercito, un jaboncito o cualquier otra chuchería.

Ante la falta de calzoncillos por las razones expuestas, nuestras costureras, siempre tan creativas, comenzaron a producir los “matapasiones” en gran escala. Los hacían con la tela destinada a la confección de sábanas, pero no todo fue color de gloria en esa producción que, luego fuera condenada en el año 1968 con la “Ofensiva Revolucionaria”. ¡Imaginen, imaginen mucho! Porque para referirse a esas situaciones unas veces dramáticas, ridículas, patéticas y cómicas a pesar de sus miserias, debes pensar que ese nombre no le caía de gratis. Muy bien, el calzoncillo era elaborado con tela de sabanas, se me olvidaba, había que plancharlos y algunas madres cubanas, muy cuidadosas en las apariencias de sus hijos, los almidonaban. Solo que esa no era la razón que les diera su aire de comicidad o ridículo. ¿No pensaron en el hilo para coserlo y los botones? ¡Aquí era donde se complicaba el negocio! Imaginen un calzoncillo blanco cocido con hilos azules, negros o rojos, y para rematar, pónganle dos botones de cualquier color y tamaño. ¡Coño! Era para rematarle el gusto o deseos a cualquier muchacha, era el preciso instante donde se morían muchas pasiones y se sufría esa vergüenza que no muestran esos viejos de mierda cargando esas medallitas.

El problema de la escasés de hilo tampoco era accidental, no había medias de hombre en el mercado y muchas mujeres las tejían con ese hilo que se necesitaba para coser los calzoncillos. Tejían, tejían, tejían en las guaguas, las colas, esperando el turno médico, dentro de las posadas, escuchando una novela, tejían como nadie había hecho en esa isla. Los diseños eran bonitos y variados, luego y para rematar, debías mantenerlas arriba con el uso de una liga. 

Fueron tiempos muy duros que los jóvenes no conocieron y los viejos han olvidado en durante esa dura lucha por sobrevivir. Tiempos donde se confeccionaron trajes con tela de mezclilla, camisas o “guapitas” con telas de sábanas combinadas con otra de guinga y me faltan los zapatos. Si hay seres que se merecen un lugar de respeto en nuestra historia de miserias, ese sitio les pertenece a los zapateros. Estos artistas anónimos transformaron botas de trabajo en botines con tacón “hollywod”, solo hubo unas a las que nunca pudieron transformar por ser indomables, las botas rusas. ¿Los demás? El que no tuviera $30 o $40 pesos para pagarle a esos zapateros, esos infelices tuvieron que calzar aquellos “Kiko plásticos”, unas verdaderas ollas de presión cuando el sol se colocaba encima de nuestras cabezas.

¿Una solución temporaria de aquellos tiempos? Los jóvenes se casaban para comprar las pocas porquerías que les vendían con una tarjeta del Palacio de los Matrimonios, entre el ajuar proletario, la bebida, cake y croquetas, estaban comprendidos dos blúmeres de mujer y dos calzoncillos atléticos. Pocos meses mas tarde se divorciaban y un tiempo más tarde se volvían a casar.

Veo la foto que elegí para ilustrar este tema y no acabo de comprender a esos viejos de mierda, no solo a ellos. ¿Hay quien pueda sentirse orgulloso de toda esta porquería? ¡Si, si los hay!

 

 

Esteban Casañas Lostal.

Montreal..Canadá.

2021-05-17

 

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sábado, 8 de mayo de 2021

CHICHI

 CHICHI



Vista del deteriorado edificio donde viví en Alamar, el apartamento de Chichi es el de la puerta negra en el segundo piso.

CHICHI


Cuando me bajé del taxi y vi el balcón que quedaba justamente encima del mío lleno de negritos, no puedo negar que se me pusieron los pelos de punta. Nunca imaginé que cupieran tantos negros en aquel reducido espacio, yo fui jefe de obras en la construcción de aquellos edificios y recuerdo que medían entre 62 ó 67 cm por 2.88 m. Con el encabronamiento no me detuve a contar, era una turba de ellos. Todos sonrientes y con buena dentadura, porque eso sí, para buscar dentaduras bonitas hay que fijarse en la de los negros.

Todo era cuestión de predisposición, antes de salir de viaje, sabía que la hermana del secretario del partido de la microbrigada se mudaría para ese apartamento. Me cayó mal de gratis, solo por ser la hermana de aquel tipo tan descarado y vago, el gallo por el cual estuve a punto de perderlo todo, apartamento y pincha, que es mucho decir en Cuba. Todo esto, después de haber construido tres edificios para quedarme con un apartamento que nunca sería mío. Grande era mi desesperación en aquellos momentos, juré por todos los santos existentes y por inventar, que si yo no lograba una vivienda para mis hijos lo mataba, así como lo oyen.

Entré a mi casa sin saludar a nadie, ellos no se dieron cuenta de mi descortesía tampoco, no me conocían. En aquel negativo estado anímico por la presencia de tanta gente en ese balcón, seres de color negativo cuando deseas asociar todo lo malo con lo negro. Me vino a la mente la existencia de tambores, y cuando hay tambores, existen santos, y cuando hay santos negros, existen bembés y no sé cuántas mierdas para condenarlos, todas esas ideas me llegaron a la mente en fracciones de segundos.

Mi mujer me dijo que en realidad solo vivían nueve de ellos en el apartamento, todos los demás se encontraban de visitas. ¡Claro! Visitas que se repetían semanalmente y llegaban a sumar cerca de los veinte. Hoy y a casi doce años de separación, no me explico cómo se las arreglaban para dormir.

Continué viajando y en la medida que lo hacía me iba acostumbrando a la presencia de aquellos negros. En el balcón siempre me encontraba a la más vieja, la mamá de Chichi acompañada del viejo. Casi siempre en horas de la mañana, porque en la tarde el sol daba de frente al edificio. La vieja siempre me dedicaba un piropo en un lenguaje entrecortado por una anciana parálisis, me causaba gracia y hasta el viejo se reía. Poco a poco aprendí a llamarla abuela y ella se divertía. Comenzó entre nosotros una extraña complicidad de cariño y era raro el día en el cual yo pasara por debajo de ellos sin que nos dijéramos algo. Nunca existió ese día, hubo mucha magia entre nosotros, pudo ser santería, pienso.

Se me había olvidado presentarles a Chichi, es que siempre me distraigo cuando se me afloja la lengua o el teclado, un error imperdonable que los impacienta. Bueno, Chichi es una negrita que ocupa algo de mis sentimientos, negrita digo y no lo interpreten en tono despectivo. ¡Negrita, bien!, porque no es una negra, solo levanta unas cinco cuartas del piso. Chichi no es una negra linda, nunca lo fue, me atrevo a decir que se burló de la barrera de los quince, es como si siempre hubiera sido vieja, pero de una vejez eterna. Es de esas personas que no debe agradecer nada a la naturaleza, no posee culo para presumir como algunas negras, ni tanto para facilitar el trabajo de algún enfermero a la hora de inyectarla, ni el necesario para permanecer tanto tiempo sentada, tal vez por esta razón siempre la vi de pie. Chichi es canillúa como casi todas las negras originales, claro, careciendo de ese culo de puya que las hace famosa. Bueno, ya les expliqué que era lisa como una tablita de planchar. Tenía poquito pelo, esto lo menciono en el lugar de decir “pasa” para no ofender a ningún negro, era entonces peloncita. Bien flaca, no creo que se aproximara nunca a las cien libras, hablemos entonces de huesos, de una osamenta bien negra, como el azabache, como el ébano, solo es una suposición, creo que nunca lo vi en Cuba, solo en una canción. No pudiera decirles tampoco que mi negrita fuera tan prieta como el Coral Negro, éste existe a más de cincuenta brazas de profundidad y solo es accesible a los turistas. Mi negra es única y al alcance de todos nosotros, digo, de la gente del edificio y también el barrio. Una especie de escultura deforme y adaptada a nuestras exigencias que también eran pobres. Chichi era nuestra Venus de Alamar, esculpida en asfalto caliente y que conserva su forma cuando se vuelve a enfriar.

Nunca la vi elegante, tampoco creo hayan existido razones para ello, ¡pero, coño!, ¿ni una sola vez en el año, o en los años que fui su vecino? Ausente estuvieron los motivos, siempre la observé igualita, como el día anterior, como la semana pasada, el mes, el año, el quinquenio. Con un trapito sobre la cabeza que cubrieran sus escasas pasitas, haciendo el ridículo papel protagónico de un pañuelo. Como si uno fuera comemierda y no lo supiera. Con la misma sayita o su relevo, gran especialista en hacer la “palomita”. Como hicimos todos nosotros, pienso, lo olvidamos cuando tenemos cuatro trapos.

Chichi no era una gente culta, nunca la vi con un periódico en las manos, tal vez sí, era para que el viejo lo leyera en horas de la mañana, cuando gastaba ese maravilloso tiempo en el balcón, antes de que el sol cruzara el zenit del edificio. No era un tiempo gastado, ni una inversión malograda, luego se cortarían las hojas y se usarían como papel sanitario.

Siempre me atacó la duda y en medio de mis tiempos de sobriedad me preguntaba, debo aclarar que solo ocurría esto a la hora de dormir. Me ponía a dividir dos cuartos y medio entre tanta gente, yo mismo los ubicaba mentalmente. En uno de los relativamente grandes cuartos, era de suponer que pernoctaran Chichi y su marido Carlos, no hay discusión. Nos queda entonces un cuarto similar al de Chichi y otro muy pequeñito, donde solo cabe una cama camera, sin closet para guardar la ropa ni nada por el estilo. No podemos meter en ese cajoncito a las tres hembras de mi negrita. ¡Ah! Creo que se me ha olvidado algo, decirles que con todo lo feíta y descojonadita que era Chichi, ella había encontrado marido y que el tipo era blanco. ¡Caballeros! Hay que respetar a la brujería. Pues de ese matrimonio salieron tres hembras, dos de ellas mellizas y un varón al que todos conocemos por “Nano”, mudito y jodedor, muy cariñoso y servicial. Yo sé que la cuenta no les debe cuadrar a ustedes, solo he mencionado a ocho. Por si no le bastara con su prole, mi negrita trajo a vivir con ella a un sobrino. Un negrito que es diferente a los mencionados, la candela, como decimos nosotros los cubanos, le llaman Roly.

En el cuarto chiquitico ubicamos a los viejos, total, a esa edad uno se acomoda donde quiera, ya no tenemos musiquita en la cintura y no hacen ruido los bastidores. En el cuarto similar al de Chichi metemos a las tres hermanitas y cerramos la puerta para que no las jodan los varones. ¿Nano y el primo? A ellos les armamos unas columbinas en medio de la sala, ese era el ruido que sentía todas las noches. ¿Y las visitas los fines de semana? Esa gente a jugar piso porque no hay cama pa tanta gente y a roncar felices para irse al día siguiente a la playa.

Dicen los ingenuos que Carlos Lage es el genio de la economía cubana, que el tipo es un cerebro, que si patatín y patatán. ¡Qué comemierdas son todos los que expresan eso! Cerebro de verdad en economía es mi negrita Chichi, saquemos un poco de cuentas para que me entiendan. Ella era conserje de la escuela primaria que queda a una cuadra del edificio. Antes de irme se llamaba N. Kruvskaya, creo que se escribe así, bueno, la jeva de Lenin. Su salario por limpiar era de $85 pesos al mes, el retiro de su padre como panadero andaba por los $65 mensuales. El mejor de todos los salarios era el de su marido Carlos como plomero, andaba por los $200. Si sumamos todas las entradas obtendremos la astronómica cifra de $350 pesos mensuales. Cantidad que, dividida entre 9 bocas con su correspondiente conducto al estómago, obligada a llenar como mínimo tres veces al día, nos dará la astronómica cifra per cápita mensual de $38.08 aproximadamente. ¡Señores! Para vivir con esa plata en Cuba hay que ser un verdadero mago, ¿qué carajo sabe Lage de esto? Descuenten alquiler, electricidad, agua, viajes del marido al trabajo, pagos de Sindicato, del CDR y la Federación de Mujeres, verán que no es mucho lo que queda para comer.

Bueno, si se pudiera comer solamente y andar en cuero por la calle, todo sería un poco más soportable. Pensemos y luego calculemos, las niñas necesitan un blumersito para protegerles el bollito de los parásitos que nos llegan con el agua de la cisterna. Tal vez tengan anticuerpos por su constante contacto con la naturaleza. ¡Ohhhh! También hay que protegerlas de las malignas miradas de los jamoneros, como son mulaticas, se distinguen los colores entre la piel y los vellos. Ese lujo de andar sin blúmer se lo podía dar Chichi que era bien negra y todo salía del color de un apagón. Que dilema a la hora de comprar blúmeres a las niñas y aquella libreta de los cupones con una sola opción. O sea, si comprabas blúmer no podías comprar ajustador, y si comprabas ajustador a lo mejor no podías comprar medias. Así, hasta que la vida se enmarañaba por esas cosas tan extravagantes del “socialismo”. Podía resultar que al comprar el blúmer perdías el derecho a un bombillo, solo es una suposición.

Era allí donde mi negrita lucía la franela, superinteligente la Chichi a la hora de tomar decisiones tan importantes de su vida. En fracciones de segundo y ante la cara molesta de la empleada en la tienda y la impaciencia de la gente en la cola, porque eso sí, no hay un puto empleado de tiendas en la isla que sea verdaderamente amable. Es como si ellos te estuvieran haciendo un favor y no fuera ese su trabajo. Bueno, la Chichi observaba los pro y contras antes de que le arrancaran ese importante cupón de la libreta, cualquier error no se podía sanar hasta el año siguiente, y tal vez, cuando te dieran la nueva libreta, no había blúmer para las niñas. En fin, más fácil le sale un nuevo rabo a una lagartija.




Si no le compro el blúmer, los jamoneros se darán gusto, ya le están saliendo pendejitos a la mayorcita, pensaba. Puede sentarse también en el asiento de un cine donde hayan soltado un lechazo y caer preñada, volvía a pensar. ¿Cine? ¿Con qué plata? ¿Y si anda sin blúmer y cae con el periodo, cómo se coloca el kotecito? ¿Y si se echa noviecito? Porque antes nos demorábamos un poco, pero ahora, ahora se les calienta rápido el bollito y viene el cabroncito a querer tocárselo así de jamón. ¡Nada, tengo que comprarlo! ¿Cuántos le toca a la niña? Dos por un año, ¿dos?, bueno, uno para andar diariamente y el otro para cuando tenga que llevarla al médico. Que lo usen para ir a la escuela y antes de acostarse que lo laven, total, como duermen solitas en su cuarto muy bien pueden dormir sin blúmer, les pongo un pantaloncito de pijama y no se nota nada. ¿Cuánto cuesta cada blúmer? ¡Dooooos pesos! Vamos a ver, dos blúmer para la vieja, que en definitiva ya puede andar sin ellos, muy bien puedo venderlos o cambiarlos por arroz. ¡Mira que comen, cojones! Dos para mí, uso el que tengo de reserva para el médico y guardo uno de los nuevos. ¡Y seis para las niñas! Seis, ocho y dos de la vieja diez, por dos. ¡Veinte pesos! Coño, solo me quedan 65 del salario. ¡Los compro! La dependienta se los envuelve de mala gana en papel de cartucho y parte con su comitiva para la casa.

Toc, toc, toc, tocan a la puerta de mi casa. Mira a ver si Elena no va a usar la luz brillante de la libreta.

Toc, toc, toc, tocan a la puerta de mi casa. Elena, mi mamá que si tienes un poquito de azúcar.

Toc, toc, toc, tocan a la puerta de mi casa. Mi papá que si tienes un cigarro que le prestes.

Toc, toc, toc, tocan a la puerta de mi casa. Elena, tienes una latica de arroz.

Toc, toc, toc, tocan a la puerta de mi casa y yo estoy abriendo una botella de Coronilla. Llévale este vaso a tu mamá, si, llévale esta colada de café.

Toc, toc, toc, toc, toc, toc.

Mi negra es una artista en economía y tal vez no tenga sexto grado, suerte que estaba la leche por la libre, bueno, no tanto tiempo, pero existió. No se puede dividir un litro entre nueve bocas, hay que comprar dos y aun así servirla en vasos chiquitos. Vamos a ver, un vasito para la vieja porque se puede desmayar antes de la hora del almuerzo, ¿almuerzo?, ¿qué carajo cocino? Un vasito para Carlos, no es fácil trabajar con el estómago vacío, un vasito para el viejo, el pobre, se lo merece tanto por todas las madrugadas que trabajó como panadero, un vasito para mí porque me tengo que echar ahora la limpieza de toda esa puta escuela, y un vasito para cada muchacho ahora que están en el desarrollo. ¿Un peso cada litro? ¿Sesenta al mes? ¿Limpiar piso solo para el desayuno? Porque no se olvidarán del pan, que gracias a Dios está por la libre y es nuestra salvación. Toc, toc, toc.

¿Y el baño? ¡Qué puto país más caluroso! Aunque uno no quiera hay que bañarse, y hacerlo también antes de acostarse si quieres dormir tranquilo, y el relojito del agua camina desesperado. Tengo que hablar con Carlos para que lo invierta a mitad del mes, antes de que pase el inspector, los niños gastan mucho jabon y no puede ser, y hay que comprar el periódico para limpiarnos, pero uno solo no alcanza. ¡Vamos a ver! Diez por treinta, es igual a tres pesos. Y como se demoran dentro del baño, voy a tener que ponerles horarios y límites. ¡Vamos a ver! Quince minutos para bañarse si lo multiplicamos por nueve que somos, deben ser dos horas con veinte minutos, no está mala la idea. Pero no creo que se cumpla, tampoco puedo ponerles tiempo cronometrado para hacer caca, ¿en qué tiempo cagarían? El viejo con sus estreñimientos se pasa de los diez minutos, y las niñas son terribles, eso sí, les enseñé que tienen que lavarse, pa eso les puse un jarrito de aluminio encima de la taza. ¿Y Nano? Miren que se demora este cabrón, debe estarse haciendo pajas. No puedo resolver nada, mejor desvío mi atención para cosas importantes.

- ¡CHICHI, LLEGÓ EL POLLO AL MERCADO! A correr coño que hoy es día de fiesta. Le llegó su turno en la cola, bien grandes que eran los pollos de Brasil. El tipo coloca dos en la pesa y los observa, con el dedo mueve ese hierro de la balanza que a todos nos roba. Un poco pa la derecha, se pasó, otro poco pa la izquierda, ya. Saca a uno de los pollos y lo coloca en una mesa, levanta el hacha y le corta un ala, lo coloca nuevamente en la pesa. Vuelve a colocarlo sobre la mesa y levanta la afilada hacha para mutilarle el otra ala y Chichi lo mira con tristeza, uno de los pollos es manco. Lo tira nuevamente con desprecio sobre la pesa y mueve el cabrón contrapeso ante el sufrimiento de mi negra. Agarra el otro pollo con saña y lo tira sobre la mesa mutiladora, de un tajazo le arranca un ala y lo lanza como una pelota de básquet sobre la pesa. Ahora el carnicero no puede ocultar su empingue, tanto trabajo de tirar sobre la mesa y la pesa, de levantar el hacha y cortar, no estaba contemplado en sus planes. Le cercena la otra ala y Chichi vio cómo se llevaba un pedacito de pechuga, solo un pedacito, eso era muy importante en su vida. Volvió a pesarlo y no conforme con eso, el carnicero lo coloca nuevamente en la mesa de operaciones buscando de donde arrancar tal vez un cuarto de onza, ya el pollo estaba redondo como una pelota. Lo giró como un trompo varias veces hasta que levantó nuevamente el hacha y le cortó el culo. Satisfecho con su obra lo envuelve en papel de cartucho y Chichi lo coloca en su jaba de yute, la que siempre colgaba de su hombro izquierdo, puede que mi negrita sea zurda.

-¡Qué hijo de la gran puta es ese carnicero! Cuatro alas y un culito, lo necesario para una sopa y este maricón se las arrancó. Si yo tuviera buen cuerpo se hubiera hecho el bobo, quizás no se los corta al pollo de Amelia. ¡Claro!, ella es mulatica, joven, y tiene un culo para respetar. 

-Bueno, ahora a sacar cuenta para ver hasta cuando podemos comer de esos dos pollos. ¡Vamos a ver! Dos pollos divididos entre nueve bocas, creo que no me resulta muy bien esta división, vuelvo de nuevo, dos pollos entre nueve bocas. ¡Cojones! Pero los pollos siempre se cortaron en cuartos o a la mitad, no hay pollos con tres patas, no cuadra la matemática y para más desgracia el hijoputa carnicero, porque con las alitas podía hacer una sopa o engañar al viejo. Total, se pasa el día en el balcón, o al mismo Nano, él no va a la escuela y anda de vagabundo en todas las guaguas del paradero. No me rompo la cabeza, corto el pollo como salga, no importa al que le toque el culo restante con un pedazo de pescuezo. ¡Coño! Este cuchillo de mierda no tiene filo y ya no hay amoladores.

Toc, toc, toc. Tocan a la puerta de la casa. -Mi mamá que si tienes un cuchillo que le prestes.

-¿Y ahora? ¿Cómo logro que este pollo me dure nueve días hasta que llegue el nuevo envío? No es fácil, coño. Como único, haciendo sopa todos los días para engañarles el estómago. ¿Sopa?, ¿y qué carajo le echo?, es complicarme la vida también. Con los deseos tan grandes que tengo de comerme frito la mitad de uno de ellos, un buen arroz con pollo, fricasé con algunas papas, ¿Papas?

Toc, toc, toc. Tocan a la puerta de mi casa. ¿Tienes alguna papita que te sobre?

Toc, toc, toc. Tocan a la puerta de mi casa. ¿Por casualidad tienes un poquito de orégano?

Toc, toc, toc. Tocan a la puerta de mi casa. -Aquí tienes el cuchillo, muchas gracias. ¿No tendrás un poquito de vinagre o un limón para adobar el pollo?

-¡CHICHI, LLEGÓ PICADILLO DE PESCAO! 

-¡Coño! Pero tengo que limpiar en la escuela, déjame ver cómo escapo. Limpio el baño de las hembras y marco en la cola. ¡Cojones! Estas madres no enseñan a sus hijitas a botar el kotecito en la lata que les puse. Corro pa la cola y marco, regreso a limpiar el baño de los varones. ¡Cojones! A buena hora se rompe el motor de la cisterna, de nuevo a cargar agua, y como cagan estos degenerados, es cuando más cagan y se mean fuera del inodoro. ¡Mierda! Me apuro y voy para la cola, ya debo estar cerca. ¡Qué bueno! Tres cajitas de picadillo, por lo menos voy tirando. Pongo unos frijoles a cocinar y le digo al viejo que los vigile, voy a limpiar los pasillos.

Reunión relámpago con todos los trabajadores del centro, menos mal que no me agarraron fuera de base. 

-¡Compañeros! Pasado mañana viene una delegación de Nicaragua a visitar la escuela, hace falta la colaboración de todos para mostrarla limpias. 

–Todo muy bien, pero no hay una escoba con vergüenza, no tenemos detergente, no hay frazada para trapear, y el motor del agua se encuentra roto. Manifestó la pobre negra. 

-¡Hace falta que colaboren!

-Mierda de visitas, ahora tengo que traer las cosas de mi casa, hasta un poco de luz brillante para echarle al agua, pa que agarre un poco de brillo el piso, y estos niños como cagan.

Mi negra nunca fue importante, bueno, sí. Solo los días de visitas a la escuela, ella era algo así como un ministro de guerra, aplicaba todas las tácticas posibles para atacar a la suciedad. ¡Corre, coño! Ya los frijoles deben estar blandos y a veces el viejo se duerme en el balcón.

¡Asamblea para repartir cupones de televisor! -Yo propongo a Chichi, es una compañera ejemplar en su trabajo, muy sacrificada y que trata de mantener limpia esta escuela a pesar de la escasez motivada por el bloqueo americano. Aplausos.

-Sí, pero la compañera Chichi no participa en los trabajos voluntarios, no hace guardia en el centro, ni participa de los círculos de estudio. 

-Se jodió el televisor, las niñas que lo vean por las ventanas de los vecinos, ellas tienen muy buena vista.

Solo una vez la vi con cuatro tragos arriba sentada en la escalera de mi casa, estaba radiante de felicidad mientras bebía con Muma de un vasito. A saber que rayos estarían bebiendo, porque Muma tenía uno de los mejores carburadores del barrio, asimilaba cualquier combustible. Las vi muy felices, ¿felicidad?, las maravillas que logra el alcohol. ¿Qué estarían celebrando? Yo me alegré por ellas y siempre les dije algo.

Mi negrita era de las pocas personas que me daba un beso al llegar de viaje, era de esa gente que se alegraba con sinceridad de mi llegada y yo siempre le decía algún disparate. Al rato le mandaba un vasito con un poco de ron.
Ella descubrió una de mis debilidades y en ese tiempo que fuimos vecinos me atacaba por ese flanco. Cada vez que iba a casa de su hermana en San Miguel del Padrón, Chichi me traía uno o dos aguacates y bajaba personalmente a dármelos, con esa sonrisa tan franca que siempre me regaló, yo la premiaba con algún disparate y ella gozaba de mis locuras.

Hubo algo que me llamó mucho la atención cuando comencé a conocerlos, vivían en una pobreza extrema. Ustedes saben que en Cuba solo hay dos clases sociales, los de arriba y los de abajo, pero esta última se subdivide en los menos jodidos, los jodidos y los descojonados. Mi negra era la última de esa cola, era muy limpia y en su trato encontré toda la dignidad y vergüenza del mundo. Al principio de mudarse para el edificio algunos marinos y miembros del partido, no dejaban que sus hijos se relacionaran con los de la negrita. Yo me di cuenta de ello enseguida y aquello me jodió mucho, aquellas niñas podían ser ejemplos para otros que tuvieran cuatro trapos, siempre los recuerdo con mucho cariño.

En días pasados hablé con un amigo mío en Cuba y me dijo esto; ¡La Chichi se nos va, está muy jodida! Aquella noticia recorrió cada rincón de mi alma porque a pesar del tiempo transcurrido desde mi ausencia, yo la sigo queriendo como a una hermana. Siempre que compro un aguacate la tengo más presente que nunca y la menciono, me llamó mucho la atención la forma de darme mi amigo la noticia. Chichi era de él también, es patrimonio de los vecinos, es propiedad de nuestro barrio, mi negra le pertenece a cada centímetro de acera desde la escuela al edificio, del edificio al mercado, del edificio al Golfito, de la escuela al mercadito de la zona 1, del edificio al policlínico. A su paso reían todos los vecinos, los muchachos de la escuela, la gente de la cola y hasta las Adelfas de los jardines. Ella nos alegraba con su voz media ronca, porque ni eso le dio la naturaleza, eso sí, tiene algo que deba ser la envidia de muchos, un corazón que no le cabe en el pecho, porque eso es ella, un corazón que anda por donde quiera.


Me propuse hacer estas líneas para que la conocieran, Chichi dejará de ser desconocida para siempre, se las presento y viajará en mi segundo libro. Lo haré porque es el mejor tributo que puedo rendirle a una hermana, a la más negra y fea de mis hermanas, pero a la mejor amiga y tierna madre que he conocido en mi vida. Mi negra formará parte de ese ejército reclutado en cada página de mis libros, la de la gente olvidada por escritores importantes, yo no lo soy, pero un día viajará con el tiempo en estas hojas, que no son otra cosa que escamas de mi cuerpo. Ya sé que se reirá al leer esta historia, se acordará de aquel blanquito prejuiciado que hizo más bulla en el edificio que todos los tambores reunidos por los negros. Solo deseo que le hagan llegar este mensaje.


Querida Chichi.-

Si ves que se va apagando la luz no temas, dicen los que se han muerto, que se viaja por un largo y oscuro túnel donde al final hay una luz. Me imagino que ese túnel de los cubanos sea tan sucio como el de La Habana en sus buenos tiempos.

No temas, me cuentan que allí donde se encuentra la luz está San Pedro, es muy probable que por lo buena que has sido te envíen para el cielo. Atención y esto es muy importante, tienes la opción de quedarte como ánima vagabunda, eso se lo debes solicitar. Te recomiendo que selecciones esta opción, no creo en el cielo dispuesto para los cubanos, puede ser una extensión de nuestro espacio en la bóveda celeste, por eso te digo que no es confiable. Allí podremos encontrar las mismas mierdas de la tierra, ponte a darle güiro entonces, ¿quieres volver a estar limpiando en la escuela?, ¿la misma jodedera de las colas?, ¿los baños llenos de mierda?

No seas boba. ¡Vámonos de ánimas vagabundas! ¡De vagos, cojones, que ya trabajamos mucho en esta tierra! ¡Pásale la luz a Muma, ¡Pello, Luisito el borracho, Floro, Baby, Cuqui, Alberto y a toda la gente del barrio! Si partes antes que yo, espérame con una botella de aguardiente en el malecón. El muro será nuevo, ya habrá sido encofrado con los huesos de miles de jineteras y pingueros, muchachos que se vieron obligados a vender sus cuerpos para sobrevivir. No te preocupes, será el mismo lugar romántico y bohemio de otros años. El agua será más cristalina que nunca, fue purificada con las lágrimas de nuestra gente, regresarán las aves y los peces. Sobrarán en nuestros parques las flores y el odio desaparecerá de todas las mentes. Nadie nos molestará mientras nos bajamos unos rifles de aguardiente.


Tu hermano que no te olvida.



Esteban Casañas Lostal.
Montreal.. Canadá 
2003-06-22 


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jueves, 6 de mayo de 2021


El RECLUTA 51


 

“El Recluta 51” es un libro testimonio concebido por el pintor cubano Luis Vega, quien, empujado por una necesidad imperiosa, trata de deslastrar un viejo e insoportable peso cargado sobre su conciencia durante medio siglo. Deja a un lado sus pinceles y paleta en esa pausa necesaria y, sin percatarse apenas, comienza a pintar también en la pantalla de su ordenador todo aquel horrible paisaje vivido y conservado en su memoria. Porque eso es verdaderamente lo que hace Luis en este libro, pintarnos una vida saturada de angustias, privaciones y penas, con sus mejores colores. Alejado de toda influencia maligna en su pasado y corrientes actuales, no existe una sola línea de esta obra, donde el odio logre vencer la nobleza de aquel espigado joven arrebatado de su seno familiar el 17 de Abril de 1964.

Con un estilo muy particular, trata de darle vida, quizás a fantasmas, porque varios de sus compañeros de infortunio se han marchado para siempre, y lo logra. A través de pequeñas viñetas, enviadas como tarjetas postales, atrapa a cada uno de aquellos muchachos con los que compartiera durante esos infinitos tres años de cautiverio. Lo hace mostrando los mejores colores que nos brinda el amor, y al implacable verdugo de nuestros desvelos, le brinda el espacio que merecieron dentro de su memoria, sin odios, deseos de venganzas o cualquiera de aquellos castigos que le aplicaron siendo un muchacho.

Por una u otra razón de la que no se le puede pedir explicación, porque es un derecho de cada autor a expresarse libremente, Luis elige utilizar seudónimos o nombres falsos en sus personajes, lo comprendo, corren tiempos de sorpresas. Sin embargo, hubiera sido un bello homenaje a todos aquellos jóvenes que, sufrieron esos tres años de abusos, vejaciones y humillaciones en su compañía y hoy no están con nosotros. Son pocos los testimonios publicados por las víctimas de aquel temprano y horrible abuso cometido en 1964 contra la juventud cubana, el Primer llamado al SMO (Servicio Militar Obligatorio) El suyo, además de ser un valioso testimonio, no deja de ser un hermoso homenaje a todos aquellos muchachos, solo que sin un destinatario definido.

En algunos pasajes de su obra, Luis es capaz de arrancarte una sonrisa donde solo existió dolor y puede interpretarse como una parodia cuando no lo es. Todos conocemos la capacidad suigéneris del cubano a la hora de burlarse de sus propios sufrimientos. Pueden aparecer escenas surrealistas, absurdas, imposibles de considerarlas ciertas, pero así mismo, con esa aberrante fantasía, ha transcurrido la vida en Cuba durante estos sesenta y dos años.

Muchas cosas se le escaparon con la premura por darle nacimiento a esta criatura y daría motivos para publicar un segundo tomo, incluso mas amplio que el presente. Temas que traten con profundidad el castigo inmerecido que recibimos por el único delito de ser jóvenes y haber nacido antes del 1959. Cuando se llega al final de su lectura, simplemente nos quedamos con esa hambre insatisfecha por saber más. Bueno, para el que no estuvo a su lado o desconoce cuál fue la suerte corrida por esos muchachos condenados a ganar $7.00 pesos mensuales. Si crueles fueron el único teniente llamado Daniel y el único sargento de apellido Soto en aquella Unidad de solo sesenta reclutas, mucho mas malvados y despreciables fueron algunos de los reclutas que realizaron funciones de jefes de pelotón, oficiales de guardia, político, etc. Se requiere haberlo vivido para hacer mención de las miserias humanas que brotan cuando se otorga una onza de poder al hombre. Ya lo dije con anterioridad, el libro de Luis va de amor y las veces que se independiza de su yo en todas las narraciones, lo hace generalmente para dedicarle algunas líneas a quienes sufrieron junto a el y no a quienes le provocaron dolor.

Convencido estoy de que, si aquella ley se impuso para educarnos “revolucionariamente” y convertirnos en la primera generación del “hombre nuevo”, la cosecha obtenida tuvo resultados negativos. Nosotros fuimos los primeros en saborear la crueldad de aquellos verdugos y fieles testigos del crimen silencioso que se estaba cometiendo con la complacencia, complicidad y silencio de todo un pueblo.

Luis pudo escapar a las tareas de esclavos que realizamos en esos tres años y lo logró gracias al gran talento que mostró desde esa temprana edad por la pintura, yo soy uno de los testigos que puede reafirmar lo que escribió en esos pasajes. En nuestra Unidad pintó una hermosa valla, lo hizo también en el Circulo Social de la Granja Menelao Mora y otro mural a la entrada de la base aérea de Baracoa. Sus cuadros también fueron hermosos y aquellos pinceles lo convirtió en una moneda de cambio por otros servicios.

Por azares de la vida o caprichos de la mente humana, hace solo unos días escribí su nombre en el buscador de Google. Aparecieron varios Luis Vega, pero no todos eran pintores como él. encontré que había escrito este libro y lo encargué inmediatamente por Amazon, yo sabia que me iba a identificar con él, pero nunca imaginé que me dedicara dos de sus viñetas con el seudónimo de “Cabañita”, ya pueden imaginar la alegría experimentada. Continué mi búsqueda y encuentro su galería con un número de celular disponible. Llamé y no obtuve respuesta, le dejé un mensaje y unas horas más tarde estábamos enredados en una larga conversación, la normal para tratar de recuperar cincuenta y cuatro años de ausencia.

 

…Cabañita, en las noches de guardia se perdía montado a caballo, con solo un saco de yute por montura y una soga por freno. Yo lo cuidaba como un padre, y disfrutaba verlo galopar con aquel aire de libertad que se reflejaba en su rostro…

(Viñeta titulada “La Guardia a Caballo)

 

¡Muchas gracias, Luis! Es grato leer que te dediquen palabras de afecto o cariño como estas, aunque haya transcurrido medio siglo de aquellas cabalgatas nocturnas.

Amigos, solo me queda invitarlos a disfrutar de esta acuarela llevada a un libro con el testimonio de lo que un día fuimos y nunca dejamos de ser, aquellos jóvenes. Pueden adquirirlo por Amazon.




 

Esteban Casañas Lostal.

Montreal..Canadá.

2021-05-06

 

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domingo, 11 de abril de 2021

¿LE ORAS A CACHITA EN LA IGLESIA "NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE" EN MONTREAL?

 

¿LE ORAS A CACHITA EN LA IGLESIA "NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE" EN MONTREAL?



Voy a contarte una pequeña historia que tal ves no conozcan quienes hoy administran la “Misión Católica de Montreal Nuestra Señora de Guadalupe”, conocida por muchos como “Misión Latinoamericana” también. Les aclaro que esta historia va dirigida principalmente a los cubanos que viven en esta ciudad y acuden con frecuencia a esa iglesia. Sirva de paso a los demás hermanos latinoamericanos que acuden a ese templo sagrado, donde se encuentran representaciones de las patronas de todos nuestros países.

Un día de principios de los años 90, no recuerdo exactamente de dónde vino la invitación, un pequeño grupo de marinos cubanos acordamos encontrarnos en esa casa de Dios. Hablo de un grupo de hombres que cargaban consigo la pesada carga de sus frustraciones, dolores por separarse de sus familias sin esperanzas a un nuevo encuentro. Ateos por imposición del sistema dominante en nuestra tierra, donde creer en Dios, Jehová, Ochun y todos los santos o ángeles que habitan el divino universo, no solo eran un pecado, fue condenado por las decisiones de un hombre o grupo de ellos, aunque hoy quieran o pretendan borrarlo de nuestra memoria histórica, lograron convertirnos en fervientes o cobardes ateos. Nuestras mochilas estaban viciadas con todos los miedos que habitan el mundo, desconfianzas, vicios propios de aventureros sin destinos definidos, odios y desprecios infundados, prejuicios inculcados y esa vasta ignorancia sobre lo que significa libertad, la que te permite reclamar tus derechos. Llegamos con almas de esclavos, no todos, pero sí, muchos.

Allí nos abrió las puertas una monjita cubana, creo que su nombre era Sor María Teresa, una dulce y amorosa mujer que supo inmediatamente regresarme a los años de mi infancia. Era tan buena, que el régimen cubano le prohibió la entrada a su tierra en ocasión de la visita del Papa Juan Pablo II a la isla. Alegaron, según me comentó con tristeza, la consideraron agente de la CIA. En seguida se solidarizó con nosotros y se hizo eco de nuestras penas, sentimiento suyo que hizo extensivo al párroco de aquellos tiempos, un español que gastó muchas horas con nosotros y se preocupaba por nuestra situación, ambos han muerto y deben encontrarse en el reino del Señor.

Bueno, no les voy a hacer tan extensa esta historia, el grupo de marinos fue creciendo y un día decidimos organizarnos para ayudarnos y protegernos nosotros mismos. Propósito o tarea algo difícil de lograr en ese campo dominado por el miedo, al menos lo intentamos. La organización recibió el nombre de “Hermanos del Mar” y se definía como lo que hoy llaman una ONG sin afiliación política alguna. ¿Es que podrá existir alguna organización con raíces cubanas ajenas a la influencia política? Si usted responde afirmativamente, pertenece a ese grupo de cobardes que nosotros acogimos y ayudamos.

En fin, mientras crecíamos y asistíamos a las misas de esa iglesia, sentimos pena por Cachita y nosotros mismos. Todos los países allí representados contaban con su virgencita o patrón, menos nosotros. Los cubanos debíamos conformarnos con un poster descolorido y viejo de nuestra patrona, éramos el único caso entre tantos países de este continente allí representados.

En la misma medida que crecíamos como grupo influyente, no solo en Montreal, comenzamos a ser conocidos en la isla, así mismo se iba desarrollando nuestra autodestrucción, solo en apariencias. Inmediatamente nos enviaron a sus agentes con una tarea bien definida, acabar con nosotros. No era una labor tan difícil donde impera el miedo y los hombres olvidan vestir sus pantalones. Ante lo que se avecinaba, conversé con la madre María Teresa y le pedí que consultara con el párroco para traer una representación mas bella de nuestra patrona que aquel poster descolorido. El sacerdote estuvo de acuerdo con mi propuesta e inmediatamente le encargué a mi cuñado Manuel Menéndez Chirino, quien reside en New Jersey, la compra de una Virgen de la Caridad del Cobre. Le envié lo poco que quedaba de nuestros fondos, unos $250.00 dólares americanos que debían cubrir los gastos de compra y envío por UPS a la sede de la mencionada iglesia.

 


Una vez la virgen en la iglesia “Nuestra Señora de Guadalupe” y bendecida por el Párroco español, se me concedió el privilegio de ofrecer un discurso “religioso” el día 8 de Septiembre de 1995. Aquel discurso debía ser supervisado por la monjita cubana y recuerdo que fueron unas tres ocasiones en las que me recomendó editarlo. Cualquier tontería era objeto de censura, claro, palabras que se alejaran del evangelio o sentido netamente católico de la ocasión. ¿Cómo podía dejar de mencionar a los balseros muertos en el Estrecho de La Florida, los presos políticos o a nosotros mismos como desterrados? La monja no me dejó otra opción que mentirle, le di una copia fiel del discurso que ella deseaba escuchar y llevé otro oculto en el bolsillo de mi traje con las palabras que deseaba expresar.

Ese día la iglesia estaba plenamente concurrida en sus dos pisos, yo calculo la asistencia de mas de mil personas. Pude vencer mis miedos escénicos y con toda la serenidad del mundo leí el discurso que no esperaba la monja ante la sonrisa del párroco. Los que asistieron ese día, recordarán que transcurrieron varios minutos de aplausos antes de que nuestra Cachita se paseara por el largo pasillo de aquella iglesia.

Queridos amigos, fue a partir de ese día que los cubanos contamos con esa pequeña y hermosa representación de la Virgen de la Caridad del Cobre en la sede de la “Misión Latinoamericana” de Montreal. Cuando usted vaya a orarle a Cachita en esa iglesia, le pido una sola estrofa de sus oraciones por aquellos infelices marinos que arribaron a este país con sus miedos y que hoy ya no están. Quizás un dólar aportado por ellos, sin saberlo, ayudó a que esa virgen se encuentre entre todas las patronas de este continente. Y si no es mucho pedir, oren también para que todos los jóvenes que hoy viven en Canadá se despojen de los miedos inculcados nosotros, sus padres. Oren para que podamos lavar nuestra vergüenza. ¡Amen!

 

 

Esteban Casañas Lostal.

Montreal..Canadá.

2021-04-11

 

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lunes, 15 de marzo de 2021

 

MEMORIAS DE “BOLLO MANSO” (7) EL TELEFONITO.

 




Las curdas tienen diferentes tipos de manifestaciones en el ser humano y esta teoría se plica a la mayor parte del planeta. Borrachos vi en casi todos los países que visité, no solo los vi, embriagado compartí con muchos de ellos como si se tratara de viejos amigos. Ese es tal vez uno de los encantos que tiene el alcohol, te convierte en una persona muy sociable si no lo eres y poco importa el idioma. Fueron escasos los países donde no choqué con un curda por razones obvias, la China de Mao, la Corea del viejo Kim y luego la de su hijo Kim y quizás sea así en la de su nieto Kim ahora. Tampoco los vi en Viet Nam cuando la guerra ni en los países musulmanes, deben suponer las razones.

Las reacciones son distintas en cada ser humano, ya he mencionado como les daba a algunos socios con los que navegué y bebí. Los hubo que eran borrachos sanguinarios, violentos, conflictivos. No fueron muy frecuente esta gente tan extraña que el alcohol les pedía sangre y formaban una bronca donde quiera. Hubo otros a los que una buena nota les despertaba ese amor oculto por la música, yo mismo podía clasificarme en este grupo tan selecto, pero ese amor tan sublime por las melodías podía provocar sus contratiempos también. Recuerdo a ese socio que se declaró dueño de una vitrola en una Piloto de Cienfuegos, los estibadores querían matarlo. La música, la música, qué alivio para el alma, pude haber pensado en una de aquellas notas, sin darme cuenta de que molestaba a otros tan borrachos como yo. Así me sucedió en un bar español de Amberes, disfrutando buena ráfaga de cervezas, descubro el número titulado “América” de Nino Bravo y cuando lo había puesto unas diez veces se pudo escuchar la amenazante voz de un gallego entre todos los parroquianos. ¡Joder, cubano! ¡Ni una puta América más! Pagué una ronda a los presentes a modo de disculpa y mi nota cambio de tema. ¡Uf! En Tampico fue mucho peor, la curda me dio por el numero “Sombras” de Javier Solís hasta que le pelé los huevos a todos los delincuentes allí reunidos. Luisito “El Curda”, vecino de mi edificio y compañero en aquella aventura, me sacó rápidamente del bar cuando olió que había peligro. Una vez escribí de otro socio al que su nota le daba diferente, era suigéneris, distinto a la media del borracho común. El tipo paraba un taxi y le pedía al chofer que acelerara cuando era posible, no he visto a un borracho tan enfermo a la velocidad como él. Yo me cagaba, no era para menos, conociendo todos los problemas mecánicos de aquellas cafeteras y que andaban con gomas recapadas, mis miedos eran justificados.

Mis curdas eran muy pacíficas, yo la disfrutaba mucho, no tenía sentido estar gastando plata para luego sufrir. Bueno, la peor de todas ya se la comenté, ese encarne con la música y encasquillarme en un solo disco, pero no fue mi principal manifestación. Realmente me gustaba beber teniendo cerca una cama y cuando llegaba al límite de alcohol soportable, me tiraba hasta el momento de matar el ratón. Se me olvidaba, hubo algunas borracheras donde el cerebro me pedía un telefonito, esta era algo complicada en aquellos tiempos. ¿Dónde encontrar un puto teléfono que sirviera en toda la ciudad? Era algo similar a la necesidad de orinar, baños y teléfonos compartían la misma suerte. Pues un día encontré uno a la salida del Hotel Riviera y creo haya sido la última vez que lo usé en medio de una borrachera. ¿Qué les cuento? En lo que esperaban por un taxi, me aparté del grupo y le di un timbrazo a Concha, hacia solo unas semanas que se le había muerto el padre.                -¡Concha, alegrándome de tus sentimientos! Fue el disparate que le dije antes de que mi esposa me colgara el teléfono. Al día siguiente me hicieron el cuento y moría de la vergüenza sentida. Pasados unos meses ella fue a visitarme para decirme que lo comprendía y me disculpaba. Ese día rompí mis relaciones sentimentales con los telefonitos.

¿Un teléfono? Hoy los veo con celulares y hasta con conexión a Internet, me alegro mucho por ellos. En nuestros tiempos era prácticamente una odisea poseerlos, los tenían los mas viejos, “clientes históricos” que los heredaron de sus padres y abuelos. Después, todo se complicó y era una tarea de héroes tener uno de aquellos aparaticos. Las solicitudes de instalación atendían a una escala de valores que no todas las personas podían vencer y se priorizaban las de carácter político. Unos cuantos profesionales eran beneficiados en esa demanda, no todos. Privilegios se les concedían a todos los dirigentes partidistas, funcionarios importantes, militares de alto rango, segurosos y un paquete importante de sus queriditas. Sin embargo, existíamos personas que por el carácter de nuestras funciones debíamos estar localizados y nunca atendieron nuestras solicitudes. Como solución a situaciones de emergencias, yo optaba por llevarme a casa un waly-talky en tiempos de huracanes para escuchar las orientaciones de la Empresa. Había una manera muy escasa de lograr la instalación de una línea, la bolsa negra, pero no siempre contaban con “pares” disponibles, así decían ellos. Frente a mi apartamento vivía un viejo tuerto ya retirado, muy chivato él, quien sin mucha dificultad disfrutó el privilegio de tener uno de esos aparaticos.

El cubano siempre está inventando la manera de aliviar un poco su vida en aquella granja con forma de isla, se pasaban cables entre apartamentos dividiendo el pago de la mensualidad, etc. Quienes tenían un teléfono en su casa, eran prácticamente esclavos del barrio. No es fácil recibir llamadas a deshoras y tener que avisarle al vecino por tratarse de una llamada de urgencia. Llegó el momento en que esos números privados eran conocidos por el barrio entero y los ofrecíamos a parientes y amigos como si fueran nuestros. -¡Solo llama si es urgente! Les decíamos, pero dentro de nuestras urgencias estaban comprendidas las fiestas, descargas o comelatas cuando aún se podía.

Debajo del edificio B1 de Alamar en la Zona 5, existió un teléfono que nunca paraba, era raro el día que no tenia una colita esperando para hablar. Bueno, la situación mejoró en esas colas cuando regularon las llamadas a solo tres minutos de duración. Me alegré muchísimo porque ya saben cómo somos, algo desconsiderados, mucho mas cuando se trata de un nuevo ligue. ¡Y no reclames! Porque con mucha tranquilidad te mandaban al carajo. Bueno, los familiares en La Habana de los vecinos que vivían en los edificios cercanos lo usaban para llamarlos. Deben imaginar a cualquier parroquiano sorprendido por una de esas llamadas de carácter siempre urgente, vociferando el nombre de una persona entre los tantos edificios cercanos.

Nada, recorrías toda La Habana y era un milagro encontrar uno que estuviera funcionando. Los vandalizaban, no los atendían, muchas veces estaban tupidos con aquellos medios de aluminio o simplemente no funcionaban y ya. ¿Qué le podía importar a un dirigente? ¡Nada! Era tan difícil hacer una llamada como orinar, comer, aliviarse del calor, bañarse, ver una televisión con vergüenza, ir a un restaurante, montar en una guagua. Era tan difícil vivir en aquel puto país, que vale la pena recordar todas estas situaciones de porquería para refrescarles la mala memoria a muchos estúpidos que no se acuerdan de ellas. Hoy los muchachos tienen celulares, pero no todos tienen dinero para cargarlos, al menos saben que los tienen, nosotros, no. Bueno, un día del 1992 tuve al fin un teléfono muy inteligente, no me exigieron militancia alguna para instalarlo, solo era un poco caro el servicio. Estuve varios meses sin tener a quien llamar.

 

Esteban Casañas Lostal.

Montreal..Canadá.

2021-03-15

 

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lunes, 8 de marzo de 2021

CARAVANA “PATRIA Y VIDA” DE MONTREAL-CANADA.

 

CARAVANA “PATRIA Y VIDA” DE MONTREAL-CANADA.



 

Me encontré con unos pocos conocidos de la vieja guardia, no creo superaran la cantidad de cinco. Entre ellos se destacaba Máximo Morales, el hombre que me recibió cuando llegué a esta ciudad el 15 de Nov. de 1991. No fui una excepción o especie de privilegiado, la cola de personas ayudadas por él y otros buenos compatriotas seria muy larga, unos con buena memoria y agradecidos, otros, carentes de esas virtudes humanas.

-¿Te acuerdas de nuestros tiempos? Nunca logramos sumar más de 15 personas.

-¡Claro que me acuerdo! ¡Cuántos intentos fallidos! Estos jóvenes han ido perdiendo el miedo y ya somos bastantes.

-Máximo, estoy asombrado, no esperaba encontrar que asistiera tanta gente. ¡Cierto! Estos chamas no se andan con las pendejadas de nuestra generación, ellos saben a qué se atienen.

-¡Coño, vale la pena apoyar lo que están haciendo. Nos separamos y continuamos saludando a conocidos, ya estábamos a punto de partir.

Esta caravana, las anteriores y otras actividades, fue organizada por el Grupo de Cubanos Canadienses por una Cuba Democrática. Vale la pena hacer un paréntesis en ellos, es un grupo organizado y dirigido por jóvenes. Tienen poder de convocatoria, son influyentes y cuentan, además de los medios tecnológicos de la época, poseen a su alcance a una nueva generación tallada con una madera distinta a las anteriores. Ellos saben a qué se están enfrentando y lo hacen despojados de los miedos o justificaciones de quienes los antecedieron, posiblemente muchos de sus familiares. Aquel silencio impuesto durante tantos años ha sido roto, no cuenta la abuelita que vive en la isla, la sobrinita que cumplirá sus 15, y en el peor de los casos, la jovencita por merendarse en cualquiera de sus playas o ciudades. Estos chamacos son distintos a nosotros y debemos cederles el paso, no solo eso, apoyarlos en sus nobles empeños como nunca hicieron con nosotros.

Montreal siempre ha sido una guarida o refugio de izquierdistas, comunistas y cómplices de aquella tiranía castrista. Durante décadas impusieron ese silencio hoy roto por este grupo de jóvenes y deben estar temblando sus siervos, espías, infiltrados entre nosotros, jineteras y pingueros que mueven el culito al son que les pone la embajada. Queda mucho por delante, y lo mas importante, hacerles comprender a los ingenuos canadienses que Cuba no son solo sus playas, un Mojito o compartir la cama con una muchachita desesperada. Cuba es un pueblo que sufre una tiranía que ya cumplió 62 años. Luego, nos queda también defender esas libertades disfrutada en esta tierra multicultural.

La caravana terminó su recorrido en la sede de Radio Canadá, arribamos a ese punto protegidos por la policía, contrario a lo que sucede en la tierra donde nacimos. Allí, Máximo Morales dijo unas cortas palabras donde felicitó la asistencia y apoyo de tantos jóvenes, sin saberlo, habló por los dos y por tantos otros que una vez tuvimos las mismas intenciones. Cuando puse el video del recorrido filmado con mi celular, Máximo me dejó un mensajito.

Maximo Morales Fernandez · 1:46

-Vaya Castaña, nos vimos y tamos vivitos y activos.

¡Claro que lo estamos y estaremos! Cuando pasamos frente al consulado cubano no pude reprimir ese grito que me salió del alma. ¡ABAJO LOS COMUNISTAS HIJOS DE PUTAS!

 


Esteban Casañas Lostal.

Montreal..Canadá.

2021-03-08

 

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domingo, 28 de febrero de 2021

¡PATRIA Y VIDA! EL ÚLTIMO COMBATE.

 

¡PATRIA Y VIDA! EL ÚLTIMO COMBATE.

 



¿No le provocó ronchas esa canción al régimen cubano? ¿No sacó inmediatamente a todos sus perros más fieles y rabiosos para combatirla? ¿No atacó con saña y odio a cada uno de sus intérpretes? ¿No ha sido esa canción aceptada inmediatamente por una gran parte del pueblo cubano como si se tratara de un himno? ¿No ha sido adoptada por miles de cubanos en la diáspora? ¿Entonces? No comprendo muy bien el origen de esta nueva batalla entre cubanos, otra más.

Todo el veneno destilado por el régimen usando cuanto medio de difusión existe es comprensible, están obligados a aferrarse a esa vieja, enferma y obsoleta consigna de “Patria o Muerte” para mantenerse en el poder. Consigna que no ha reportado beneficio alguno a nuestra nación, solo muertes en todos los sentidos que pueda utilizarse esa palabra. Se destacan muchas críticas ridículas e inoportunas a la hora de desmontar el mensaje que envía esta obra de carácter popular. Salen a la palestra los “Loros” del oficialismo para descalificarla culturalmente y algunos de ellos, como Silvio Rodríguez, se hacen eco de lo escrito por otro imbécil capaz de vincular su origen a Donald Trump, hay que ver. No creo que la canción haya sido compuesta para competir en festival alguno, surge como una necesidad y logra ocupar un vacío terrible, encuentra eco entre la gente más desesperada, los “marginales”, palabrita muy explotada actualmente en la isla.

Bueno, nada es sorprendente en cuanto a las reacciones del régimen, incluyamos en esos ataques las acusaciones de “jineteros” o “negros” usados con profundo sentido despectivo o discriminatorio. ¿Marginales, jineteros, negros? Peor aún, los acusan de plagio al usar una consigna creada por el Cenicero en Jefe. ¡Perfecto!

Si la canción ha provocado todas esas reacciones tan virulentas, y muchas más, no entiendo muy bien los ataques realizados desde este y otros lados del mar. Acusaciones que entrañan de paso otros sentimientos de rechazo, unas veces guardando sus razones, y otras, cargadas de sentimientos que para nada ayudan a la causa cubana, tan difícil de definir. Ataques de descréditos personales en contra de los autores, muchas veces acompañadas de trapitos sucios sobre lo que una vez hicieron o dijeron, no logran convencer a todos por igual. Críticas que cuando las lees, coinciden en cada letra escrita con la posición de la tiranía cubana. Tanta es la coincidencia entre los cultos del exilio y los culturosos de la isla, que nos dejan ese sabor amargo sin desprenderse nunca de nuestras mentes. ¡Que jodido estamos! Perdón, que jodidos están quienes con sus manifestaciones tienen un punto de encuentro con sus verdugos.

¡Vamos a ver! Gente que cometieron errores muchos más graves que los de esos cantantes, nos los presentaron como vedettes televisivas en los canales de Miami ante el silencio o complacencia de quienes se mantenían frente a la pequeña pantalla. Agentes de órganos represivos que eran pagados por decir cosas sin importancia, escoltas de Fidel, viceministros, directores y hasta Rafael del Pino, quien un día se refirió a Raúl Castro como “compañero”. ¡No jodan! ¿Tan graves han sido los pecados de esos negros? ¿Imperdonables? ¿Y ustedes, nunca dijeron que querían ser como el Che, no asistieron a círculos de estudios, trabajos voluntarios, etc? ¡Oh, si, pero se cansaron! Ellos también y tienen derecho a rectificar o equivocarse nuevamente como cualquier ser humano.

Hasta nuestros días, gran parte de la intelectualidad y artistas cubanos, si no se han comportado como cómplices de ese sistema, eligieron mantener silencio ante lo sucedido en nuestra tierra, que es mas o menos lo mismo. ¿Por qué no puede aceptarse a quien renuncia del camino equivocado? No solo eso, ¿Por qué alzar la voz para desacreditarlos o destruir un solo intento positivo de ellos? Cuando hacemos un recorrido por toda la colección de ataques de las que han sido víctimas esos muchachos, encontramos escurridizos síntomas de envidias y egos alterados. ¡Sí! Puede tratarse de un tema netamente comercial, muy oportuno. ¿No lo fue el Unicornio Azul o Yolanda en su tiempo? Con esos y otros himnos, estos culturosos cubanos hicieron bastante plata, vendieron muchas

esperanzas y “Patria o Muerte” que ya no cuadran, estos negros no cobraran tanto como esos viejos disfrazados de patriotas. ¡Sí! Ellos se han destacado como reguetoneros que hicieron mover muchos culitos de adentro y afuera, pero hoy han compuesto un numerito bastante molesto que puede mover cerebros. ¿No tiene sus méritos?

Salvo las pocas excepciones que existen dentro de nuestro complicado arcoíris, les preguntaría a muchos de los que participan en esta batalla por un reguetón. ¿Qué hiciste, que haces, que harás? Lo que pudiste haber hecho es un mérito que te acompañará hasta la muerte, tampoco es una carta de crédito que puedas usar a tu antojo para desacreditar a nadie. Lo que haces es lo que cuenta, ¿y lo que harás?, Nostradamus está muerto y no se encargó de iluminarnos sobre tu futuro.

¿Lo cierto? Existe una cantera donde la masa aun es de barro y puede adquirir formas, ¿Dónde se encuentra el líder que necesitan? ¿Viajando, dando conferencias televisivas, cobrando? Cuando ellos aparezcan y sean capaces de movilizar a tanta gente u opiniones, entonces, estaremos muy cerca de ser libres. Mientras tanto, los jóvenes, con sus propios estilos y errores, están buscando la forma de quitarse los grilletes y si aparece una canción que los hace libres el tiempo que ella dure, bienvenida sean esas canciones y las que se encuentren componiendo. Nosotros, los viejos, no la tuvimos y los verdaderos opositores, muy pocos, tuvieron que purgar largas condenas, abandonados, silenciosos, solos, sin apoyo. ¡Claro que sí! ¡LIBERTAD Y VIDA!  

 

 

Esteban Casañas Lostal.

Montreal..Canadá

2021-02-28

 

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Síntesis biográfica del autor

CRONOLOGÍA DE UNA AVENTURA

                               CRONOLOGÍA DE UNA AVENTURA La vida para mí nunca ha dejado de ser una aventura, una extensa ...