Visitas recibidas en la Peña

viernes, 23 de septiembre de 2022

COLOMBIA, PENA AJENA.

 

COLOMBIA, PENA AJENA.




Vuelvo a repasar aquel magnífico ensayo escrito en 1996 por tres escritores latinoamericanos llamados Plinio Apuleyo, Carlos Alberto Montaner y Vargas Llosa. El libro en cuestión lleva el título de “Manual del perfecto idiota latinoamericano” y lo releo por segunda vez tratando de encontrar dónde se equivocaron. Creo que mantiene vigencia a la cual debería agregarse algunas agravantes, el idiota ha evolucionado para mal en los 26 años transcurridos. No solo se ha visto más idiotizada la existencia de aquel “perfecto idiota”, incluso, el mismo pensamiento liberal de aquellos tiempos se encuentra infestado con las ideas que ellos mismos expusieron en su obra en la actualidad. Espero que muy pronto sea creado el “Premio Nobel a la Imbecilidad”, y con el perdón de una mitad de la población colombiana, ese honorable galardón lo lleven a su país para ser sumado a los otros premios Nobel ya ganados, se lo merecen.

 

Aquellos argumentos usados por una gran parte del pueblo venezolano cuando Chávez asumió el poder y que aun rebotan en nuestros oídos; ¡Nosotros no somos Cuba!, son inválidos en el caso que hoy comienza a afectar gravemente a los colombianos. Ellos no son Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Perú, Argentina, Chile, España, Canadá o los propios Estados Unidos. En estos tiempos hasta el título del libro merece ser cambiado, ya no se trata del “Perfecto Idiota Latinoamericano”, muy bien merece ser reconocido el ámbito “Panamericano” alcanzado por la estupidez humana. Bien pudiera llamarse ahora “Manual del perfecto idiota Panamericano”.

 

Los colombianos no necesitaban referencias o evidencias para comprender el peligro que los acechaban, ellos le ofrecieron refugio a más de dos millones de sus vecinos venezolanos. La selva de Darién, paso elegido por miles de desesperados de otras naciones, entre ellas la cubana, se ha convertido también en sepultura de muchos desafortunados. Disfrutando de esa libertad de prensa y expresión aun sobreviviente, los colombianos han estado informados de las desgracias producidas en todos los países donde se ha impuesto la ideología de corte comunista. Fueron testigos de la caída del muro de Berlín y de muy poco les ha servido, no lograron comprender absolutamente nada. Luego, esa metamorfosis sufrida por la izquierda letrinoamericana durante su invento del “Socialismo del Siglo XXI”, devenidas en descaradas alianzas con criminales narcotraficantes, corriente de la cual pudiera considerarse a Colombia como cuartel de varios asesinos, tampoco logró convencerlos de que no se puede estar mimando a criminales.

 

El eje de ese mal se materializa con la traición de Santos siendo presidente y lo hiciera acreedor de un “Nobel de la Paz”, premio prostituido desde hace varios años por quienes lo conceden. “Negociaciones de Paz” realizadas en la capital del terrorismo latinoamericano, organizadores de ese evento, aplaudido por la izquierda internacional con el apoyo de una prensa traidora y manipuladora. Los resultados fueron los esperados, criminales, violadores, narcotraficantes, terroristas, secuestradores y cuanto asesino se agrupe en esa especie inhumana, fueron bendecidos con asientos dentro del congreso colombiano, exonerados de sus crímenes, casi beatificados, mientras militares y policías que lucharon contra ellos eran convertidos en monstruos, los enemigos del pueblo. ¡Uffff! Se necesita escribir muchas páginas para refrescarles la memoria a esa mitad de todo un pueblo. ¿Qué pasó? Nos preguntamos todos. ¡Se equivocaron, eligieron el mal peor! Concedámosle el derecho de la duda, vivimos en un continente enfermo de caudillos, patriarcas, tiranos, corruptos, traidores, machos alfa, etc., pero tuvieron a su alcance dos males por elegir y se equivocaron, el precio que deberán pagar les resultará carísimo.

 

El nuevo inquilino de La Casa de Nariño no necesita presentación, todos lo conocen perfectamente, saben de su origen y camaradas. Después de su ridícula comedia de presentación montada con el sable de Bolívar -que muy bien pudo tratarse de una imitación    Made in China- agotadora puesta en escena utilizando al mismo actor del que se sirvieran Chávez y Maduro, corre a una velocidad inesperada, solo dispone de cuatro años para destruir lo poco bueno que aún queda en este continente. Esperemos que más tarde la Primera Dama convoque a un Congreso de Mujeres Colombianas y utilice un blúmer de Manuela Saenz a modo de sable. Se escucharán consignas, aplausos, toques de tambores y cañonazos en ese ambiente preñado de furor patriótico, sucederá, porque la idiotez humana es tan infinita como el universo.

 

No se hizo de rogar, pocas horas después de asumir la batuta del gobierno, se negó a condenar al despreciable Daniel Ortega por las atrocidades que comete en Nicaragua. ¿Qué esperaban? Pisa profundamente el acelerador y comienza a aplicar el mismo modus operandi de sus colegas izquierdistas. Otra comedia parecida a la de Chávez, Correa y repetida cientos de veces por Castro, la pantomima de un atentado donde nadie sale herido. Lanza -como el caudillo venezolano- a sus tropas de delincuentes motorizados para sembrar el terror entre la población civil. Enfrenta a negros contra indígenas, campesinos contra los legítimos propietarios de sus tierras. Convoca a brujos, chamanes, santeros, delincuentes, y los mezcla buscando la bendición de su mandato. Se apura mucho en desmantelar a la oficialidad de alto rango militar y policial como hicieran sus vecinos, la sociedad queda indefensa. Nombra ministros incompetentes, detalle muy importante cuando se pretenda destruir a cualquier país. La vicepresidenta debe ser negra, útil para hacerle sentir a los de su raza que se encuentran representados en el gobierno de los pobres y para enfrentarlos con los blancos, eso no falla. Nombra a una ministra de minas que no sabe dónde se encuentra parada, un canciller que está suspenso en geografía al mencionar que la frontera con Venezuela tiene más de dos millones de kilómetros.

 

En pocas semanas crecen los crímenes y atentados contra la policía, nacen propuestas económicas tan estúpidas como esos títeres que la presentan. A Petro le urge normalizar sus relaciones con el Capo venezolano y es capaz de nombrar a un tipo con antecedentes criminales como garante de unas “negociaciones de paz” entre un estado que se presenta abiertamente delincuente y sus subordinados en la selva. Reina el caos y se impone la anarquía en todo el país. Se invaden propiedades y no existe una protección gubernamental, es que son precisamente ellos quienes lo alimentan.

 

Es demasiado lo que ha sucedido en Colombia en el transcurso de solo dos meses de la llegada de ese delincuente al poder, ¿era realmente eso lo que deseaba para su país esa mitad de colombianos que llevaron al poder a esta manga de bandoleros? La respuesta deben buscarla entre ustedes y espero que sientan vergüenza, si es que acaso les queda un átomo de ella. Todo ese escenario es la antesala de lo que se les viene encima, esperemos otras pantomimas de golpes de estados como los protagonizados por Chávez, Correa y Evo Morales, servirá de justificación perfecta para proponer un cambio a la “Constitución” o, la prostitución de esta, para perpetuarse en el poder como hicieron sus homólogos. ¿Era eso lo que deseaba esa mitad de colombianos que eligieron a esta porquería?

 

No sé si pudieron sentir vergüenza ante lo que algunos idiotas profesionales consideran como “discurso” y, no deja de ser una de las peores defecaciones producidas a nivel universal en esa letrina identificada como ONU. Porque, queridos colombianos, por esa tribuna han desfilado los peores exponentes de cuanta mafia o mierda existe en el mundo, pero Petro ha sido el ejemplar más execrable de todos. Solicitar descaradamente la liberación de la cocaína en ese foro, nos dice claramente la dirección de donde llegan los disparos. ¿Era esto lo que deseaba esa mitad de los colombianos? Porque si la respuesta es positiva, ustedes como pueblo están muy, pero muy dañados.

 

Después de la abundancia de evidencias y ejemplos sobre los fracasos experimentados en las naciones donde aplicaron la nefasta ideología que representa el delincuente elegido por ustedes, ¿pueden ser tan ingenuos y pensar que ustedes serán exitosos? Se requiere ser algo más que un “perfecto idiota latinoamericano” y no encuentro el calificativo disponible para ustedes. Naciones mucho más ricas que Colombia han terminado en la ruina y ustedes no deben viajar tan lejos para saberlo. Su país nunca ha sido tan rico como lo fuera Venezuela o Argentina, por solo citarles dos ejemplos, porque si nos remontáramos unos años atrás, ustedes tampoco fueron la chancleta de lo que fuera Cuba antes de 1959.

 

Ustedes no escucharon, tampoco lo hicieron todos esos países sumidos en su ruina cuando fueron advertidos. Cada pueblo es dueño de elegir su destino y el que ustedes prefirieron no es nada halagador. No tengo derecho a inmiscuirme en los asuntos internos de ningún país, lo cual no significa que me reprima o autocensure, no renunciaré a mi derecho a la libre expresión. Si hablo o escribo alarmado por todo lo que sucede en su tierra, lo hago porque tengo muchos amigos colombianos en la ciudad donde vivo. Solo me resta hacerles una recomendación, traten de asfaltar los senderos que fueran usados por miles de emigrantes en la selva de Darién, lo van a necesitar.

 

 

 

 

Esteban Casañas Lostal.

Montreal..Canadá.

2022-09-23

 

 

 

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jueves, 8 de septiembre de 2022

EDUARDITO YA SE FUE.

 

 EDUARDITO YA SE FUE.


De izq. a derecha Eduardito, Luisito, yo y Sandra en Miami Enero 2022
 

-¡Hola mi primo! ¿Cómo estás? No tenía remota idea de quién me hablaba, el identificador del teléfono me decía que la llamada había llegado desde New York y yo no sabia de la existencia de primo alguno en esa ciudad. ¿Quién era realmente, como había obtenido mi número de teléfono? Fueron las preguntas que acudieron inmediatamente a mi mente, muy bien pudiera tratarse de una máquina, como llamamos los cubanos comúnmente a una tomadera de pelos.

 

-¡Oye! ¿Quién eres tú? Escuché su risa, sabía que había logrado su objetivo, sorprenderme.

 

-¡Coño, man! Soy tu primo Eduardito, el hijo de Chepa. Continuó riéndose con esa mezcla de alegría y nerviosismo. Entonces, devorando fracciones de segundos, mi mente fue recorriendo la prole de su mamá hasta que lo encontré en Buena Vista. Miré el rostro de cada uno de ellos y di con el suyo, era aun un chamaco y yo estaba en el Servicio Militar Obligatorio, transcurría la segunda mitad de los sesenta, yo contaría con quince años.


Der. a Izq. Mi padre, yo, mi madre, Isabel, Chepa, Miguelito de bebe y Yolandita


-¡Coño, ya me acuerdo de ti! Imagínate, han pasado muchos años desde la última vez que nos vimos. Todavía recuerdo aquel apartamentico donde una vez me quedé a dormir, había salido con un grupo de muchachos a los que se sumó tu hermana Isabel y como la acompañé hasta tu casa de madrugada, tu mamá encontró un hueco donde reposar mis huesos, ¿qué pudiera decirte de tu vieja que no sepas? Entonces pasamos largos o interminables minutos hablando de ella y ese fragmento de mi infancia que le pertenecía. -¿Cómo está la vieja? Ni te imaginas el hambre que me mató de niño, ¡qué clase de corazón!, tenía que ser grande para compartir su miseria con la nuestra. No solo ella, pudiera decirte lo mismo de Alberto y Lidia, Mercedita siempre me invitaba a comer puré de papas, creo sea el mas delicioso que recuerdo haber comido en toda mi vida, ahora me viene a la mente el día de su boda. Tampoco puedo olvidar a Georgina, ella también supo llenar mi pancita. ¿Te acuerdas de Rosa la jamaicana? Después de pasarnos el día mataperreando por esas veredas de tierra a las que llamaban calles en El Moro, no sé por qué, siempre culminábamos en su casa, una de las mejores. Ella sacaba una fuente de pan viejo con cualquier cosa, mangos frescos de su árbol, y allí merendábamos, tú no habías nacido aun, Sandrita tampoco y menos Lucía, las conocí también en Buena Vista. ¿Cómo está la vieja?

 

-¡Coño, primo, tienes tremenda memoria!...

 

-¿Qué si la tengo? Creo que ustedes vivían por la calle 15 muy cerca de 70 o algo así, era por esa zona…

 

-La vieja está bien, con sus achaques, ya sabes, los años no pasan por gusto.

 

-¡Cuánto me alegro! Imagino los trabajos y sacrificios enfrentados para criar a esa prole, se merece toda la felicidad del mundo. No es porque sea tu mamá, yo creo que gracias a ella y a los que he mencionado, lograron borrar esa etapa miserable de mi infancia. Hubo días en los que ella me dormía en su regazo y otras veces esa labor la realizaban tu hermana Isabel o Reglita. Ambas eran unas adolescentes y les gustaba hacer el rol de mamá. ¿Qué haces? No quiero agobiarte con tanta historia vieja.

 

-Aquí, lo mismo que todos, trabajando como un caballo para guardar alguna platica y darme un saltico al caimán. Nada, casado como cualquier ser viviente y jodiendo, no se puede perder la alegría de vivir. Años más tarde me enteré por Xiomarita que Eduardito tenía sus limitaciones, cojeaba de una pierna, defecto que nunca pudo privarlo de esa felicidad y energía positiva que radiaba a su paso.


 Izq. a Der. Carlitos, Eduardito, Xiomara, Albertico, Sandra, yo, Luisito y su pareja. Enero del 2022


-¿Has sabido algo de tu hermana Reglita? Ella era gemela con Isabel y de un parecido asombroso.

 

-Se esfumó, nadie sabe de ella, ha sido la ovejita negra o la bala perdida de la familia. Cuando lo expresó me llegaron sus palabras sin la alegría mostrada durante todo el diálogo.

 

-Yo tuve la oportunidad de verla y compartir varias veces con ella. Fue a esperarme al aeropuerto de Miami en mi primer viaje a esa ciudad, creo que por el año 94 o 96, no puedo precisar con exactitud. Ella visitaba mucho a mi prima Sonia, mi abuela estaba viva y era la madrina de Reglita, después desapareció sin que nadie conociera la razón.

 

-Considérate un afortunado, fuiste uno de los últimos en verla y compartir con ella. Al escucharlo decidí hacer un giro brusco en la conversación para evadir todo tipo de baches dominados por la tristeza. Aquel timbrazo suyo tuvo una duración que superó la hora y solo fue interrumpida por la voz de su mujer llamándolo a cenar. Eduardito logró borrar de un tirón todo el espacio donde se puedan almacenar la historia transcurrida en más de treinta años.

 

Aquellas llamadas fueron mas frecuentes y fluidas, nunca faltó ese coño tan folclórico y necesario entre nosotros los cubanos. Desde el primer día hubo una química perfecta, éramos dos seres imperfectos que nos complacíamos en distribuir alegría, felicidad, amor y amistad. Dos seres que, aunque marcados por un horrible fatalismo, nos negábamos a mostrar nuestras cicatrices. Así nos mantuvimos en contacto durante meses y no quedó nadie por acudir a nuestros recuerdos. Cada uno de nuestros primos ocupó un sitio muy importante en nuestras conversaciones, Albertico, Felo, Jorge, la tropa de Chepa, Nancy, Manolito, Xiomarita, Luisito, las jimaguas, Esmeralda, Lucía. Les dedicábamos mas tiempo a la generación anterior, seres con virtudes y defectos. Creo que, de todos ellos, mi padre fue el peor ejemplar parido en aquella manada. Luego, aquel reencuentro con cada uno de ellos en esta orilla me devolvió algo perdido durante décadas, no solo el cariño que nos profesáramos siendo niños. Nadie puede imaginar la alegría que produjo aquella vez que me llamaran como “Papúm” en Miami, ese apodo había nacido en Mantilla y me lo gané como premio por haber sido hijo de “Papo”. Bueno, dentro de esa tropa existían primos que no sabían mi nombre, Eduardito se hallaba entre ellos.

 

De Izq. a Der. El hijo de Lucía, Eduardito, Luisito, yo, mi hija Elenita, Sandra, la hija de Sandra y sus dos pequeñas. Tres generaciones de primos.


Hubo una larga pausa y cuando preguntaba por él nadie sabia responderme. Ese silencio duró hasta que apareció por Miami y coincidimos en casa de Xiomarita, Eduardito estaba viviendo en un efficiency que nuestra prima tenía construido al fondo de su casa. Estuvo trabajando, se mudó, hablamos y luego se perdió nuevamente. No sé si fue la nostalgia por New York o la reconciliación con su mujer, el loco renunció al calor tropical y al cubaneo para regresar al frío e intenso tráfico de la capital del mundo. Otra pausa y vuelve a desaparecer, se cansó del tráfico, su mujer y la mierda blanca de New York, aparece nuevamente en Miami.

 

Mientras otros permanecen indiferentes o ciegos a las demandas de trabajadores, Eduardito siempre encontraba la manera de ganarse la vida y ser independiente. Meses van y vienen mientras se mueve de un sitio a otro hasta que logra formalizar sus nuevas relaciones, se casa. Las comunicaciones fueron periódicas y se detenían en nuestras vidas, nos reíamos, bromeábamos, coños van y vienen de norte a sur y viceversa. Tuvimos buena química, creo que excelente para no habernos criado juntos. Es que realmente esa felicidad siempre ha sido la diana en cada encuentro con esa rama de mis primos paternos. Lo asombroso de todo esto es que, somos la segunda generación y nos consideramos casi hermanos, primos carnales fueron nuestros padres, pero nosotros los superamos en la distribución de amor. La cosa no cuajó y ese matrimonio se diluyó, se esfumó, desapareció.

 

El pasado mes de diciembre del 2021 decidí esperar el año en Miami y me contagie con el Covid estando vacunado, caí en desgracia al quinto día de arribar a esa ciudad, es probable que lo haya pescado en el avión o aeropuerto. Una vez superado el tiempo de convalecencia, fui a visitar a Eduardito y a mi prima Sandrita, su hermana. Vivian en la casa de la hija de Sandra y su esposo, quienes ya tenían dos niñitas, es de suponer que la hija de Sandra perteneciera a la tercera generación y a su vez las niñas de ella a la cuarta. Bueno, parece que ese amor destilado entre nosotros viene con nuestros genes y es muy contagioso. Yo no veía a Sandra desde el mismo tiempo que a Eduardito y el encuentro con ellos fue maravilloso, ese día acudió también el hijo de Lucia. Acordamos reunirnos una vez más, y créanme, fue una velada inolvidable, allí estábamos todos los primos de Mantilla menos uno, Jorge nunca asistió a los encuentros anteriores. Eduardito hizo gala de todas sus dotes de jodedor en un ambiente donde todos lo éramos, tampoco me quedé atrás. El primo ya andaba algo jodido de salud, y aun así, continuaba trabajando. Nos fajamos a ronasos entre ráfagas de risas, tamalitos, chicharrones, croquetas, pinchitos de queso con aceituna y jamón, mas todo eso que ponen en las fiestas de Miami. ¡Qué gran encuentro!


Yo con mi prima Lucía y Leo su esposo el día de mi cumple en Niagara Falls el 6 de Sep del 2020

 

El día 6 fue mi cumpleaños, lo pasé muy tranquilo, disfrutaba todos los mensajes de cariño enviados por decenas de amigos. Ayer día 7 me llamó Lucía desde Mantilla para decirme que Eduardito estaba en fase terminal de su vida, yo no sabia absolutamente nada. En la videollamada no cesaba de llorar y por poco me contagia, ya estoy viejo y sentimental. Me contó del reciente viaje de Eduardito a Cuba y su regreso casi inmediato a Miami por su estado de salud. Imagino lo hiciera para despedirse de los suyos, allá le quedan Yolandita y sobrinos, entre ellos Lucia que es la mayor. Terminando de hablar con ella llamé a Sandrita y encontré un panorama similar, me hablaba entre lágrimas.

 

-Primo, estamos en el hospital esperando el desenlace. Se cumplió su voluntad, él dejó por escrito que no trataran de revivirlo y que lo desconectaran de cualquier aparato.

 

-Mi prima, yo sé que se escuchará fuerte lo que te diré, por ahí debemos pasar todos y si esa fue su voluntad, lo mejor que pudieron hacer fue cumplirla. De nada sirve mantenerlo conectado, no lograrán devolverlo a la vida y solo prolongarán su agonía. Quiera Dios que le ahorre sufrimientos y su calvario sea lo mas corto posible. Merece descansar en paz, yo quiero lo mismo para mí. Ahora se requiere ser fuerte y no permitir que muera, solo lograremos mantenerlo vivo entre nosotros recordándolo como fuera en vida. Recibí lagrimas como respuesta.

 

Temprano en la noche me avisó Lucía desde Mantilla y luego Sandra desde Miami; “Ya Eduardito se fue”, yo soy fuerte, pero comienzo a flaquear, con la vejez la coraza se ablanda. Claro que sentí su partida, hoy debe estar sonando sus coños en el cielo, si no es que aun se encuentra como ánima vagabunda detrás de alguna falda. ¡Coño, mi hermano! Hasta para las despedidas eres bueno, esperaste a que pasara el día de mi cumpleaños. Ahora me resultará imposible olvidar el día que decidiste decirnos “hasta luego”. ¡Nos vemos, brother!

 

 

Tu primo.




Esteban Casañas Lostal. (Papúm)

Montreal..Canadá.

2022-09-08

 

 

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jueves, 25 de agosto de 2022

EMBORI…La delación no es oficio de hombres…

 

EMBORI




 

…La delación no es oficio de hombres…

 

-¿Tú perteneciste a la Marina Mercante Cubana? Me preguntó esa noche casi transcurrido un segundo de ser presentado por su ekobio aquí en Montreal. Tuvo que haber sido durante uno de esos exquisitos y cortos veranos que disfrutáramos en esta ciudad cuando la tierra no se había calentado. Su ekobio me miró y yo lo miré, esperaba ansioso por mi respuesta.

 

-¡Sí, yo estuve navegando durante 24 años en la Marina Mercante Cubana! Le contesté sin preámbulos, no me encontraba muy dispuesto a satisfacer todo ese cuestionario que nos impusimos los cubanos de aquella época. ¿De dónde eres? ¿Cómo llegaste hasta aquí? ¿Cuántos años llevas viviendo en el exilio? ¿Has regresado a Cuba?

 

-Te lo pregunto porque yo tengo un ekobio en mi juego que ha pertenecido a la marina por muchos años. Entonces me tomé una breve pausa, ya estaba espantado de sorpresas. Algo había disparado mis alarmas desde hacía unos años, el tiempo de ausencia a nuestra tierra afectaba mucho nuestra memoria. No solo eso, no ha sido lo mismo conocer a un individuo en tierra y luego sembrarlo a bordo de nuestras naves. Ni su propia familia han conocido verdaderamente a sus parientes, una cosa es con viola y la otra con violín.

 

-¿Y cuál es tu juego? Le pregunté a secas, yo sabía perfectamente que no estábamos hablando de voleibol.

 

-¡Coño, el mismo que practicamos mi ambia y yo! Somos abakuá, como el ekobio que navegó por muchos años en la marina mercante. Lo dijo con esa sobrecarga de orgullo por la cual sentí todo el respeto del mundo.

 

-¿Cómo se llama tu ekobio? Preferí no dilatar mucho aquella presentación.

 

-¡Gerónimo! Lo pronunció con esa jactancia propia de nosotros -imagino yo- la oportuna entre ambias culiñanes o ekobios del mismo juego sin distinguir las bases. ¡Ño, me subió algo así anormal por la mente y estuve a punto de explotar! Que tampoco era tan anormal como ahora pienso en este verano donde la temperatura no ha subido tanto. Su ekobio -el que nos presentó- escuchaba aquel breve intercambio sin ocultar aquella sonrisa “monalísica”, expresión del que se siente felizmente acompañado por uno de su equipo. Me detuve unos segundos que parecieron siglos antes de brindarle una respuesta que pudiera inquietar o molestar a ambos. ¿Cómo decirle a esta persona que su socio era un “singao” detestado por cientos de marinos?

 

-¡Mira, mi hermano, no te voy a mentir! El ekobio que nos había presentado, detuvo su contemplación hacia el fondillo de una hermosa mulata que se nos atravesó en la acera. -¡No está en mí! Si te miento me engaño a mí mismo y eso es algo que no me gusta practicar.

 

-¡Coño, suelta lo que sepas! Aquellas palabras escaparon con un vibrato anormal y delataron cierto nerviosismo en la garganta donde fuera pronunciada.

 

-¡Sin preámbulos! Tu ekobio, socio, ambia culiñan, hermano, integrante de tu plante o juego, fue tremendo hijo de la gran puta y singao en la Marina Mercante Cubana. Se produjo un gran silencio cuando pronuncié aquellas palabras y el ekobio de la presentación me observaba sin poder ocultar su asombro. El visitante de aquel verano apacible no pudo sobreponerse y prefirió mantenerse callado.

 

-¡Coño, asere, esas son palabras muy fuertes! ¿Por qué dices eso de mi ekobio? Preguntó el visitante varios minutos más tarde, los que necesitó para organizar una frase.

 

-No sé, me parece, imagino, supongo, ese juego tuyo debe ser de las grandes ligas. No sé mucho de esto, pero he vivido en una pila de barrios donde abundan abakuás y de otras religiones africanas.

 

-Tiene, tiene sus exigencias, no cualquiera puede ser abakuá.

 

Para ser hombre no hay que ser abakuá, pero, para ser

 abakuá hay que ser hombre…

 

-Ya te digo, yo no sé mucho de eso y siempre han estado envueltos en cierto secretismo, que por supuesto, aplaudo. ¡Claro! Desde hace muchos años esos secretos son a voces y desde hace muchísimos años atrás, yo no encuentro a aquellos viejos abakuás que se distinguían por su respeto hacia los demás. Comenzaron a formar parte de ese juego muchos ambientozos, títeres, guapos baratos y chamacos que alardeaban ser de tu juego, verdaderos individuos problemáticos. Nada que ver con aquellos hombres callados y muy reservados que inspiraban el respeto de sus prójimos.

 

-Aun así, no me has dicho por qué mi ekobio es un singao.

 

-Muy sencillo, tengo entendido que en ese juego el embori era despreciado. Es que no se necesita ser abakuá para despreciar a un chivato y te aseguro, él caminó a mucha gente en la marina mercante cubana.

 

-Bueno, bueno, primero hay que estudiar el prisma con que se mire.

 

-¿Qué me quieres decir con eso?

 

-Que todo depende del grado de responsabilidad que se tenga ante la sociedad, es como…

 

-¡Pérate, pérate! Yo no soy tan bruto… Lo interrumpí bruscamente cuando observé el curso que tomaría su explicación. -No me dirás que, si el abakuá es militante del partido o dirigente, está justificada su chivatería en el nombre de la patria o la revolución. Coño, eso es lo que menos esperaba escuchar y te digo algo, no me asombra que una gran parte de ustedes y otros que pertenecen a diferentes religiones, credos, sectas, hermandades o juegos, utilicen la misma justificación. ¡No jodas! Embori es embori sin importar el santo que profese. ¡Los han penetrado hasta los cojones!

 

“Embori” es un vocablo de origen bantú (efik) que

 significa `chivo´.

 

-¡Déjame explicarte algo!...

 

-Compadre, no creo que debas explicarme nada. Ahorra tus palabras para que convenzas a cualquier tonto, no a mí. Volví interrumpirlo, acudió a mi mente aquel desafortunado pasaje de mi vida donde me pidieron la cabeza en una reunión y todos los militantes del partido alzaron la mano para disparar la guillotina. Cuando me acerqué a varios de ellos, apelaron al mismo recurso de este abakuá, como se trataba de una decisión partidista yo no comprendía. No me equivocaba en lo que le decía, todas las religiones que se practican en la isla han sido penetradas por el régimen, no ha escapado nadie. Hoy suelo escuchar con mucha frecuencia a personas alegando que sus prácticas religiosas son “apolíticas”, seres que sufrieron mucha discriminación, humillación y acoso por parte de ese régimen por una sola razón, todos los que hoy se declaran apolíticos, estuvieron siempre en el colimador de agentes represores, quienes siempre los consideraron a ellos un problema político inaceptable en la sociedad que estaban construyendo. Nadie escapó, ni los homosexuales hoy agrupados alrededor de Mariela Castro, la hija de uno de los peores represores paridos en Cuba. -¡Compadre, el chivato es chivato en cualquier juego o velorio!

 

-Bueno, se ve que no quieres comprender y así no vamos a entendernos…

 

-Yo no tengo que entender nada, esa explicación que pudieras darme, úsala mejor con chamas de las nuevas generaciones, no conmigo. Sin apenas despedirnos nos separamos envueltos en el silencio del ekobio que nos había presentado, ellos marcharon rumbo al sur de la ciudad, quizás buscando alguna discoteca. Yo me sumergí en las profundidades de la tierra para tomar el Metro que me llevara a casa.

 

Coincidimos en otras oportunidades que visitó Montreal y no tocamos aquel desagradable tema. Me pidió entrada a la lista de amistades y lo acepté, luego pude comprobar que era una persona de sentimientos anticastrista o anticomunista. No logro comprender su actitud y la de algunos compatriotas ante ese dilema que les impuso el régimen y no saben elegir. El sentido común es inválido en esos casos y la ceguera se impone por ignorancia, miedo o fanatismo. Cuando acudes a la opinión de esas personas, la confusión que presentan es profunda y tratan de justificar lo inaceptable. En muchos o la mayoría de los casos, la “chivatería” es justificada o confundida con un deber patriótico, aceptada allí donde siempre fue considerada una falta o pecado, un atentado contra la “hombría” de la que tan orgullosos vivieran la mayoría de aquellos hombres. ¡Ojo! Pueden existir excepciones.

 

Lo cierto es que hace poco publiqué un trabajo que fuera escrito hace unos años y en él le dedico unas estrofas a ese ekobio. Parece que el hombre se disgustó y me eliminó de su lista de amistades, claro, solamente cibernética. No ha sido una acción que logre desvelarme o incomodarme, me resulta indiferente. Sin embargo, me ha obligado a buscar y leer sobre su juego, lo que antes era un secreto hoy no lo es. No borraré nada de lo escrito, su ambia culiñán fue un reverendo hijo de puta en la flota y yo no pienso cambiar absolutamente nada de la historia que ellos crearon a su paso para complacer a nadie. Muy sencillo, no pueden existir “Emboris” fuera de juego o con inmunidad patriótica. El chiva es chiva jugando en el juego que le dé la gana.

 




 

Esteban Casañas Lostal.

Montreal..Canadá.

2022-08-25

 

 

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martes, 14 de junio de 2022

CORREOS DE CUBA, NIDO DE LADRONES AMPARADOS POR EL ESTADO.

 

Hacemos comunicación transparente, inclusiva, democrática y

 participativa. (Buen chiste)

 

 

Atención a la Población GECC 9 junio, 2022 a las 10:39 AM

odalys, cuando los envíos no figuran en el Sistema Integrado Postal, significa que no han sido recepcionados por Correos de Cuba, por lo que es necesario conocer la numeración del contenedor o guía aérea a la que pertenecen para verificar la entrada al país.

 

 

Hay que llevar horchata como sangre en las venas para poder permanecer pasivo cuando lees las respuestas que les brindan a los clientes en la página de Correos de Cuba. Esta que he copiado como introducción a las notas que escribo, es solo una de las típicas ofrecida en esa desdichada página. Hay que ser demasiado inmoral o descarado para responderle así a una persona que ha pagado por un servicio en el país donde radica, servicios que en la mayoría de los casos brillan por su excelencia y mueren cuando arriban a Cuba por cualquier vía.

 

¡Vamos a ver! Con mucha suerte de poder burlar todas las emboscadas que se le presentan a cualquier paquete que arribe a esa isla, emboscadas que consisten en pérdidas parciales por robo, pérdida total por robo, desviación del paquete hacia otra provincia, demoras incalculables en el proceso de entrega, mal servicio, maltrato, etc. Hay que sumarle las tarifas leoninas y abusivas que se les imponen a esos paquetes que contienen ayudas a familiares enfermos o hambrientos. Tarifas que duplican el costo de su contenido mas el costo de envío. Hay que ser demasiado carnero para permanecer callado ante tanto atropello.

 

Un paquete arriba a Cuba en una fecha determinada y una vez pisado el suelo de esa pista o cualquiera de sus puertos, puede demorarse 15 días, 20 días, 30 días, mes y medio, medio año, etc. y la operadora te dará la misma respuesta; “Si no aparece en el rastreador es porque no lo ha recibido “Correos de Cuba”. Perfecto, ustedes no lo han recibido, ¿Dónde coño está el paquete? Ninguna paquetería o correos se entrega en aeropuertos o puertos sin la firma de un documento que acredite ser recibido. Vuelvo a preguntar; ¿Dónde coño están esos paquetes que ustedes no han recibido? Esa es la respuesta que deben darle a los clientes, tanto a los de Cuba, como a los que han corrido con esos gasto carísimos y abusivos por la parte cubana. Para nadie es un secreto que cuando se le hace un envío a un enfermo, minusválido o anciano retirado, se le debe mandar también la plata para que le pueda pagar al correo por su pésimo servicio.

 

Hacemos comunicación transparente, inclusiva, democrática y participativa.

 

Hay que ser demasiado inmoral y descarado para usar esas palabras como presentación o introductorias a su vergonzosa página. No tienen comunicación transparente y son selectivos para publicar cualquier demanda que se les haga. No son inclusivos porque convencido estoy, cuando se le hace una pregunta o demanda, me corto la cabeza que van por información del demandante y lo excluyen. ¡No jodan que “democrática”! Ese es el peor chiste que se puede leer en estos años. Esta página es una verdadera vergüenza, sitio donde se pueden nutrir escritores de historias de ficción o terror, una muestra de toda la ineficiencia, inmoralidad y descontrol que existe dentro de una entidad controlada por el Estado.

 

Es hora de que todos los cubanos con residencia en el exterior les escriban a sus oficinas de correos y les exijan una revisión de todos los protocolos firmados en el Convenio Postal Universal con Correos de Cuba. No se puede permanecer indiferente ante tanto atropello realizado por esta gentuza en contra de clientes que han pagado por un servicio, y peor aún, en contra de ese pueblo indefenso que sufre carencias de alimentos y medicinas.

 

Hace solo unos minutos que una persona minusválida ha llamado preguntando por un paquete que espera y arribó a La Habana el día 2 de Junio. La respuesta de “Atención al Cliente” ha sido que; “Tuviera paciencia porque ese trámite podía demorar unos 45 días”. El envío de ese paquete ha sido pagado como “Express” por vía aérea en Canada y el correo de este país garantiza que será enviado en un plazo de 6 a 10 días. En este caso lo enviaron a Cuba el día 2 de Junio y desde entonces no aparece recepcionado por nadie. Sacando cuentas, hoy lleva 12 días en la isla sin ser entregado (aparentemente) a Correos de Cuba. De acuerdo con la información brindada por el servicio de Atención al Cliente, se debe esperar con paciencia por otros 45 días (si no se lo roban) para un tiempo total de 57 días desde que arribó a La Habana. Luego hay que ver cuantas órdenes, banderitas y otras mierdas reparten a los “vanguardias” de esta entidad estatal.

 

 

PATENTE DE CORSO.

 

Yanel Capdesuñer Acosta 10 junio, 2022 a las 3:14 PM

Hola. Necesito saber sobre el paquete EE972397325MX enviado desde México hace 100 días hoy y que el 13 de abril salió desde la última oficina de México y aún no se tiene noticias del mismo aquí en Cuba.

 

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Atención a la Población GECC 10 junio, 2022 a las 3:38 PM

Yanel Capdesuñer Acosta, le hacemos saber que la reclamación corresponde hacerla en origen donde se contrató y pagó por el servicio. El Convenio Postal Universal dicta que, los envíos pertenecen al remitente hasta tanto no lleguen a manos del destinatario y cualquier inconformidad con el servicio la reclamación debe ser dirigida a la agencia contratada.

 

¡“Osease”! Envías un paquete para Cuba, se lo roban y debes reclamar en el lugar donde lo expediste. Esto no deja de ser una verdadera “Patente de Corso” donde, además de recargarle las pérdidas a compañías de correos que trabajaron bien, autorizas de facto el robo en Cuba y le ofreces inmunidad al ladrón. ¿Esto que coño es, una empresa de correos estatal o una compañía operada por ladrones? Yo considero que ha llegado la hora de escribirles a las oficinas de correos que operan con Cuba, no hay razón para que ellas asuman los gastos por el hurto de las mercancías que depositan en las manos de esta inmoral empresa cubana. ¡Llénate de valor una vez en la vida y reclama tus derechos!

 

 

Post Data.- ¡Oh, se me olvidaba! Le sugiero a la persona que funciona como apaga fuegos en esta página de Facebook, no me envíe número de teléfono de persona alguna con influencias o no en el funcionamiento de ese inmoral organismo gubernamental. Yo no estoy pidiendo un favor, yo he pagado por un servicio y se cuáles son mis derechos.


Me consta que sobreviven algunas personas honestas en este giro y no deben pagar por el bandidaje de sus compañeros de trabajo. Para ellos mis respetos.

 

 

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lunes, 6 de junio de 2022

EL MAETRICO SE CAGÓ. DE LAS MEMORIAS DE UN ALFABETIZADOR.

 

EL MAETRICO SE CAGÓ

DE LAS MEMORIAS DE UN ALFABETIZADOR.




 

Haber salido de la Beneficencia y no detenerme hasta llegar a Baracoa-Oriente con solo once años, habla un poco de esa alma aventurera que me acompañó durante casi toda la vida. Fue un largo vuelo como el experimentado por todas las aves cuando les abren la jaula, nació entonces esa ansia de libertad que cargo en el alma. No volé solo, lo hice acompañado de un pequeño grupo de “benéficos” y yo era el menor de todos. Puede que años más tarde Nino Bravo nos dedicara aquella canción titulada “Libre” o nos apropiamos de ella con antelación.

 

Aquella aventura comenzó en la playa de Varadero donde permanecimos unas dos semanas. Luego y una vez uniformados como alfabetizadores, cargando con un farol, una mochila repleta de tarecos y manuales adoctrinadores, recorreríamos casi toda la longitud de la isla a bordo de una guagua escolar de aquellos tiempos. Aquel viaje nos tomó varios días con escalas en Santiago de Cuba y luego Guantánamo. El trayecto hasta Baracoa lo realizamos en un camión ruso de aquellos llamados “Búfalo”, animal que consumía casi todo el ancho de “La Farola”, un camino de tierra y única vía para acceder a la primera capital de Cuba. Todos sentimos miedo cuando aquel mastodonte con síntomas de asfixia tocaba con sus gomas el borde de los precipicios sin protección que existían.

 

Baracoa estaba casi aislada del mundo, no les llegaban las señales de televisión y los pocos vehículos que se atrevían a desafiar aquella montaña fueron los camiones, jeeps y uno que otro auto bien fuerte. El pequeño aeropuerto quedaba inutilizado cuando el río Miel o el Sabanilla se desbordaba, no recuerdo cuál de ellos era el que le pasaba más próximo. Llegamos de noche, muy agotados, tensos, mojados por la lluvia pescada en el camino y muertos de hambre. Nos ubicaron en una vieja construcción cercana al centro del pueblo al que le dieron el nombre de “campamento”, no recuerdo si nos ofrecieron algo de alimento.

 

A la mañana siguiente y sin mucha demora fuimos distribuidos por zonas rurales. El pequeño grupo de benéficos estábamos destinados al Cuartón Cerqueo en Minas de Cabacú y nuestro jefe inmediato sería el maestro voluntario Reunerio Cuellar. Años más tarde me encontraría con él en la calle San Lázaro y me invitó a un café junto a su esposa, fue un excelente muchacho, porque en esa época era muy joven también. El jefe de todos los brigadistas ubicados en Baracoa fue un blanco medio afeminado al que todos llamaban “El Checo”, es muy probable que haya estudiado algo en aquel país, bueno, tuvo que ser de muy corta duración porque solo llevábamos dos años de pesadilla al ritmo de las congas organizadas por la O.R.I.  Al año siguiente volví a coincidir con El Checo, esta vez era el director de la escuela secundaria básica Rubén Martínez Villena donde yo estudié.

 

Nos montaron en un camión militar marca Zil y partimos en dirección a la salida del pueblo, pudimos darnos cuenta porque pasamos nuevamente y en dirección contraria el viejo puente que cruzaba el rio Miel. Una vez superado el caserío de Cabacú, el camión se desvió hacia un pedraplén apenas visible desde la carretera. Venciendo una tupida floresta durante varias horas de recorrido, donde se cruzaba con frecuencia el mismo río, arribamos a un punto conocido como “El Riíto”. Allí acampamos y nos dieron comida, amarramos nuestras hamacas y esperamos al día siguiente para emprender nuestra marcha por las montañas, ese era el último punto llano que encontraríamos en nuestro camino.

 

Después del desayuno y cargadas nuestras mochilas, emprendimos nuestra escalada hacia lo desconocido. “El Pinalón” fue brusco con nosotros, una montaña dura de vencer por niños criados bajo la tutela de dulces monjas en la capital, no recuerdo cuantas horas gastamos en ese ascenso casi empujados por Reunerio. Uno que venía en el grupo y no pertenecía a la Beneficencia se rajó a mitad de la montaña y regresó solo, mis hermanos de escuela permanecían pendientes a cada uno de mis pasos, nunca se me hubiera ocurrido rajarme contando con tanta protección. Una vez en la cima de aquella montaña, Reunerio nos pidió que miráramos a nuestras espaldas, muy lejos de nosotros, podíamos divisar al mar rompiendo esa monotonía verde y cautivante que nos acompañaría durante unos seis meses, descansamos unos treinta minutos y por la ladera de “El Pinalón” descenderían nuestros faroles, nos libramos de ese lastre sin importarnos su valor de uso. Durante toda la marcha fuimos sorprendidos por una flora y fauna fascinante, se abría ante nuestros ojos un mundo maravilloso y virgen, aves que nunca imaginamos existieran, cuyos cantos eran sinfonías escuchadas solamente en el paraíso. Los manantiales brotaban majaderos en nuestro camino y solo necesitábamos acercar nuestros labios para beber un agua más pura que la bendecida en la iglesia de nuestra escuela. Llegamos a la primera casa de Cerqueo siendo de noche, muy cansados y hambrientos, Reunerio decidió dejarme en aquella casa para no someterme a más sacrificios, era la de un guajiro llamado Ramon. allí relevaría a una muchacha brigadista, iban a retirar a las que se encontraban en la zona por considerarla muy hostil para ellas. Pero bueno, no me voy a recrear en datos de aquella historia para terminar hablando de mierda, porque de eso se trata este tema, nadie va al baño a cagar flores.

 

Me destinaron primero a la casa de Ramón Ramírez, creo que así se llamaba aquel guajiro criador de gallos finos. Un día que me agarró de mala leche uno de sus hijos, el que fuera contemporáneo conmigo, nos fuimos a las manos. El cabrón de Ramón en lugar de separarnos se dedicó a achuchar a su hijo como si se tratara de un gallo, era vicioso a las apuestas el desgraciado viejo. Aquel guajirito por poco me despetronca, gracias a Dios su mujer apareció para separarnos cuando yo llevaba toda la desventaja del mundo. Fue tal el encabronamiento agarrado que guardé mis pocas pertenencias en la mochila y sin explicaciones me fui al carajo. Reunerio me comprendió y decidió ubicarme en la casa de Eusebio Rodríguez, un noble canario con amplia descendencia de la que solo había logrado un varón de mi edad.

 

En ese humilde bohío me sentía en familia, allí fui un hijo más para el matrimonio y un nuevo hermano para sus hijos. Los muchachos encontraban divertido contar con un maestrico tan joven, más bien un niño menor que algunas de las chicas. Fue tanta la confianza depositada en mí, que yo podía pasar al cuarto donde dormían cuando acababan de levantarse y sorprendía a alguna de ellas en blúmer y ajustadorcito, porque hablando en plata, solo una de ellas tenía los senos bien desarrollados y estaba a punto de contraer matrimonio al estilo montuno de aquella época. El novio construía el bohío donde viviría con su pareja y una vez finalizado se robaba a la novia cualquier noche. Venía la fase del insulto sufrido por quienes confiaron en el novio, la promesa siempre incumplida de una merecida venganza, agredirlo y etcétera. La sangre nunca llegaba al río y la realidad era que el novio había aliviado la sobrecarga de su suegro restándole un estomago por alimentar. Me dejaban pasar al cuarto mientras ellas estaban en paños menores, porque yo era un niño sano acabado de salir de una escuela católica, absolutamente ninguna idea maliciosa corrió por mi mente en aquellos momentos.

 

Después del abundante desayuno, casi siempre constituido por un plato de viandas con algún trozo de morcilla o masita de cerdo, el varón y yo nos íbamos a las montañas de cacería. Regresábamos a la hora del almuerzo cargados de pájaros de cualquier especie o jaibas que cazábamos debajo de las palmas. Si acaso salíamos antes de las cinco de la tarde, era para bañarnos en el río Minas. Las clases se las daba una vez terminada la cena con la ayuda de un mechón y no era todos los días, existieron muchas fallas cuando el viejo manifestaba estar agotado por sus labores de siembra en el monte. Imagino que los esfuerzos físicos para esa faena en la montaña dupliquen a la requerida en el llano y Eusebio era el único hombre para atender su cafetal, siembras de cacao y las de viandas, además de alimentar a sus animales.

 

El bohío era grande, solo que su distribución resultaba algo caprichosa. Todo el que pasaba por el camino real hacia el pueblo o en sentido contrario, lo primero que veía era la cocina. Era una construcción aislada del bohío a unos tres metros de distancia, muy fácil de identificarla porque en los horarios de comidas se veía escapar humo de tonalidad azulada entre las pencas de guano que cubrían su techo. Es de suponer que sus paredes estaban construidas con tablas de palmas y carecía de puertas, no existía nada por robar. Continuando a la cocina y en casi perfecta alineación con ella se encontraba el amplio bohío, cuya sala tenía una puerta para comunicarse con la cocina, por donde transitábamos todos a las horas mencionadas por nuestro plato, el que consumían los menores manteniéndolo en sus manos. La única mesita existente, fabricada con tablas de palma también, estaba destinada al padre, la madre, la hija mayor a punto de casarse y yo en mi calidad de maestro, aparte de la mesita, habían unos cinco taburetes como únicos muebles.

 

La sala era bastante grande y contaba además con dos puertas laterales y una en la posición opuesta a la de la cocina que daba acceso al único cuarto, bien amplio, pero donde dormían todos. No imagino la hora elegida por los padres para tener sus relaciones sexuales estando rodeados de un vejigo y tres vejigas. Por suerte para ellos, ya la mayor se había casado y la siguiente se encontraba en proceso de hacerlo. La vieja se encontraba en avanzado estado de embarazo y la hija mayor también. Un mes y medio antes de mi partida parió la hija y dos semanas más tarde lo hizo su madre, o sea, el sobrino sería mayor que la tía. Los partos se realizaron en aquel cuarto con la asistencia de una comadrona, noches de horribles gritos y nerviosismo que los padres trataban de calmar con el peor de los aguardientes por ellos fabricados. Allí no hubo Baby Shower y la pobre canastilla se limitó a escasos culeritos confeccionados con telas baratas por las mujeres de la casa.

 

Aquel cuarto poseía otra puerta que daba a lo que sería el fondo del bohío y dispuesta para acudir a la letrina que se encontraba separada a unos diez metros de la casa. Lugar al que solo acudí una sola vez y pasé tremendo susto al encontrar dentro de ella a un jubo, una especie de culebrita que existe en Cuba. Después del espanto experimentado hacía mis necesidades en el monte donde no me vieran las chamacas, ya había aprendido a usar hojas de plantas para limpiarme, solo debía cuidarme de que las gallinas y gallos no me picaran el culo mientras hacía mis necesidades, eran amantes de la mierda los muy hijoputas.

 

El lugar que me asignaron para dormir fue una esquina de aquella amplia sala, existían unas tablas que se unían de una pared a otra en una especie de cartabón, no tuvo uso hasta mi llegada en que la convertí en un librero. Allí ocuparon su sitio los manuales del alfabetizador, libretas y varios libros que cargué para leer. Con esa edad yo era un buen y selecto lector, no fue accidental, fui dirigido inteligentemente desde pequeño por el hábil bibliotecario de la Beneficencia. Solo que a la cosecha de grandes y famosos autores recomendaos para mi edad, debí sumar libros con paisajes y nombres extraños. La fortaleza del Brest, Chapaiev, La carretera de Volokolams, Así se templó el acero y Un hombre de verdad, fueron algunos de los títulos que nos regalaron en Varadero, pura penetración comunista. Mi hamaca era colgada diariamente en esa esquina y recogida cada mañana, siempre debajo del ficticio librero que, además, servía de trampolín a las ratas. Bajaban desde sus nichos en el caballete del techo hasta el librero, saltaban a mi hamaca y luego al suelo. Eso me obligaba a dormir con la cabeza tapada por temor a ser mordido.

 

Todas las puertas del bohío, excepto la que daba acceso al cuarto, se cerraban con unas enormes yaguas que Eusebio fijaba con unos palos atravesados, Quedaban tan firmes que resultaba imposible quitarlas con facilidad, gran obstáculo cuando me entraban deseos de orinar a medianoche. La urgencia y la imposibilidad de salir, no solo por la obstrucción de aquellas yaguas, debo agregar el miedo que sentía con solo imaginar de hacerlo, me obligaban a orinar por cualquiera de sus rendijas disponibles. Siempre variaba para no dar oportunidad a que la acumulación de orine produjera peste, muchas veces borrada por las frecuentes lluvias. Unas veces orinaba por la puerta que existía en dirección a la cocina y otras las repartía entre las puertas laterales.

 

Ya les dije que en la casa se mantenían viviendo tres de las hijas de Eusebio y que la mayorcita se encontraba en capilla ardiente para escapar con su novio. Le seguía Lucia, una trigueñita más o menos contemporánea conmigo y que no disimulaba mucho en estar enamorada de mí. Yo no le hacía caso, mi vida se había resumido en cazar pájaros y buscar jaibas con el único varón de la casa. Me queda por mencionar a la más pequeña y no recuerdo su nombre, es una lástima, si se encuentra viva debe ser una viejita simpática y jodedora. Pues aquella cabrona guajirita resultó ser mi verdugo dentro de aquella familia, no existió minuto alguno en que dejara de joderme de mil maneras diferentes, no me dejaba respirar y era preferible andar por el monte con su hermano.

 

No sé qué me pasó uno de aquellos días y tampoco recuerdo que fue lo que comí. De madrugada fui despertado por un fuerte dolor de estómago y vencí mis miedos para salir a evacuar, solo que no pude desarmar aquella trampa tendida por Eusebio diariamente y en medio de aquel forcejeo me cagué. No tienen ustedes la más remota idea de las dimensiones de aquella cagazón y lo apestosa que era. En medio de la oscuridad me quité el pantalón y el calzoncillo, me limpié como pude y enrollé aquellas prendas en el rincón debajo de mi hamaca. Realmente no pude dormir el resto de la noche y aunque tapado, dejé la nariz afuera por la peste que tenía. No sabía qué era peor, porque apestaba con la misma intensidad con la nariz tapada que descubierta. encomendé mi alma a Dios y le pedía fervientemente que no fuera la más pequeña de la casa la primera en salir del cuarto.

 

-¡MAMÁ, QUE PETE A MIERDA! Coño, ese grito le salió más alto que nunca a esa cabrona y traté de hacerme el sordo.

 

-¡MAMÁ, EL MAETRICO SE CAGÓ! ¡QUE PETE A MIERDA, COÑO! No pude continuar fingiendo, el único que dormía en la sala era yo, no vivía otro maetrico en aquella casa. Bueno, comenzaron a salir las cabezas del cuarto y muy avergonzado metí todos los trapos cagados, la hamaca y mi frazada en la mochila, partí en dirección al río para lavarlo todo.

 

Regresé unas dos horas más tarde cargando mi mochila con todos aquellos trapos mojados, pesaban un mundo y le sume otro poquito de ropa seca, no era mucha. No me aventuré a guardar los libros junto a ellas para que no se mojaran, decidí abandonarlos aquella mañana. Partí solo y hambriento en dirección al pueblo de Baracoa, cada cierto tramo de montaña recorrida debía parar a tomar un descanso y aprovechaba para tender la ropa sobre la maleza, deseaba que se fuera secando y me aliviara el peso. Iba todo el tiempo pensando en la justificación que daría al Checo sobre mi presencia en el pueblo y mi decisión de no retornar a Cerqueo. No le diría que me había cagado, eso se correría por todo el pueblo y sería el blanco de todas las burlas habidas y por inventar, pensaba, pensaba, no dejaba de hacerlo. Creo que en la tercera parada sentí el relinchar de un caballo y pude identificar a Eusebio. Su imagen se fue agrandando poco a poco hasta adquirir su dimensión verdadera, tomó unos minutos en acercarse porque en las montañas no se corren los caballos.

 

-¿Pa dónde va usté, Compay? Ya les dije que era de origen canario y nunca le escuché acento español alguno, era un guajiro más en aquellas lomas.

-¿Yo? Pal pueblo, ¿Pa dónde más?

-Pues creo que no vas pa ningún lao, yo soy responsable de su vida y tiene que regresar conmigo.

-¡No jodas! ¿No viste la burla de tus hijas por haberme cagado?

-Hombre, cualquiera se caga una vez en su vida, si no es por miedo puede ser por una mala digestión. Ya yo hablé con mis hijas y nadie se va a burlar de usted, se lo aseguro.

-Eres el padre y parece que no conoces a la más pequeña de todas.

-¡Mira! Estamos perdiendo tiempo, recoge tus cosas y sube al caballo, si yo tengo que bajar, te aseguro que subirás a planazos. No fue tanto el temor a los planazos como los llamados de mis tripas las que me hicieron cambiar de actitud, tenía un hambre terrible.

 

La vieja me puso un enorme plato de comida en la mesita y traté de concentrarme en cada trozo de vianda que iba devorando. Intenté por todos los medios de evitar las miradas de las muchachas, ellas estaban sentadas en la sala y podía sentir sus ojos clavados en mi nuca. A los pocos minutos la curiosidad supo vencer todos mis temores y en lo que bebía un poco de agua, mi rostro giró involuntariamente hasta chocar de frente con los de ellas. Lucía me regaló una leve sonrisa muy parecida a la de la Mona Lisa, parecía estar más apenada que yo en aquel instante, tal vez por las burlas que le dedicaran sus hermanas por ese amor silente y ahora embarrado de mierda que sentía hacia mí. La mayor de ellas me regaló una sonrisa más amplia injertada con algo de burla, solo me faltaba la más pequeña, mi verdugo. Cuando la miré no pudo contener la risa y me dijo ¡CAGÓN! Sin temer a la represión de su padre. Lo dijo con tanta gracia que no pude evitar reírme, la sala se vino abajo.

-¡Ustedes, déjense de burlas y vayan a tenderle la ropa al maetrico en la cerca! No supe diferenciar entre la burla o el regaño, ellas agarraron mi mochila y partieron.

 

Nuestra salida de aquellas montañas fue precipitada y adelantada a la fecha que se había anunciado. Una mañana llegó Reunerio y me dio un prototipo de carta que los campesinos de aquella casa debían escribir. Era una especie de agradecimiento a Fidel Castro por su alfabetización, ya había cumplido los doce años y continuaba siendo muy inocente. La acepté y se las puse de tarea a quienes les impartí clases, les dije que debían copiarla sin desperdiciar ninguna de sus letras. Pasarían muchos años para acabar de comprender que aquella carta era parte de un fraude y culto a la personalidad. Ninguno de ellos estaba debidamente alfabetizado, solo la más pequeña leía y escribía correctamente porque asistía a la escuelita donde Reunerio daba clases, siempre y cuando el río no estuviera crecido. Fuera del bohío Reunerio me explicó que aquella inesperada salida se debía a que en la zona estaban operando alzados y que ya habían amenazado a un brigadista. No recuerdo si el cabecilla de ellos fue Menoyo, puede que sí. Me dijo también que el trayecto sería más largo de lo normal, llevaba lloviendo desde hacía cuatro días y no se podía cruzar el río Miel en dirección a Baracoa. Me abrazó y nos despedimos para volver a encontrarnos varios años después.

 

Vinieron por mí esa tarde, el grupo aun era pequeño, estaba integrado por tres guajiros de las milicias serranas armados de pepechá, dos brigadistas mas a los que solo conocía de vista y mi amigo Nemesio Echevarría, el benéfico. La despedida fue muy triste y corrieron lágrimas. La vieja me dio un cartucho con unos trozos de pan de maíz para el viaje y una moneda de veinticinco centavos que me tenía guardada. El último en abrazarme fue el noble de Eusebio, lo hizo como si perdiera a un hijo. Partí con la cara humedecida por los mocos de Lucía y la más pequeña, los perdí de vista en un recodo del camino. Un poco más arriba de aquella montaña logré ver el techo humeante de la cocina y ese fue mi último recuerdo de aquella humilde y linda familia. Fuimos recorriendo cada una de las casas del Cuartón hasta que se nos unieron todos los brigadistas, otra vez nos reunimos los benéficos y no parábamos de hablar. Esponda, Horacio y dos hermanos que todavía continuaban meándose de noche y nos lo hicieron saber los guajiros donde alfabetizaron. No parábamos de hablar y reírnos sin escuchar el pedido de silencio frecuente de los milicianos. Nos demoramos cuatro días en llegar a Baracoa, arribamos al poblado de Sabanilla extenuados y logramos abordar un camión que nos llevara hasta el pueblo. Una vez allí y en lo que fuera el punto de control de los alfabetizadores, nos pagaron $60.00 pesos, toda una fortuna para esos tiempos. Nuestra partida hacia Guantánamo se produjo varios días mas tarde, los necesarios para agrupar a la totalidad de los brigadistas.

 

Unas dos semanas posteriores a mi salida de Baracoa, veía en la televisión al grueso de aquella tropa juvenil desfilando por la Plaza José Martí. Entonaron un himno creado para la ocasión; ♫ Somos las brigadas Conrado Benítez, somos la vanguardia de la revolución, con el libro en alto cumplimos una meta: llevar a toda Cuba la alfabetización. ♫ Decía una de sus estrofas.

 

Una década y media mas tarde vi con asombro y enojo la película “El Brigadista”. Me encabroné al observar la exageración y manipulación empleada en la fabricación de un superbrigadista muy distante de la realidad. Película donde se emplea un lenguaje politizado dentro del campesinado y los jóvenes brigadistas casi desconocido para esa época. Fue real el entusiasmo de una gran parte de la juventud en la participación de esa nueva aventura, la primera de ellas destinadas a la división de la familia cubana. Jóvenes que partían gustosos y escapaban del dominio paternal para disfrutar de una especie de libertad o libertinaje antes desconocido. Nadie incluyó en las estadísticas la cantidad de embarazos fabricados entre cartillas, abortos producidos, etc. ¡Bienvenido sea el amor libre! Gritarían muchos jóvenes alejados de la tutela de sus padres, pero no existía ese lenguaje excesivamente politizado y manipulador que presenta el film. Menos aun puede concebirse ese nivel de autoridad de un fiñe con solo 15 años dentro de la comunidad campesina en la que estuvo destinado y, donde la mayor parte de las veces aparecía vistiendo un uniforme implacablemente limpio y planchado. Solo aceptaran tranquilamente esta versión exagerada del “superbrigadista”, quienes no participaron en la campaña de alfabetización.

 

Una década después de aquella campaña por Baracoa, estudiaba para oficial de la marina mercante cubana en la playa de Jaimanitas y allí tuve muy presente a la pequeña guajirita que me dedicara aquel horrible grito anunciando que me había cagado. Los habaneros hemos tenido el defecto de comernos la “R” cuando hablamos, desconozco si ha sido superado en la jerigonza que se habla actualmente en la isla. Para nosotros los habaneros el “Carbón” no dejaba de ser “Cagbón. Los orientales, en cambio, pronuncian bien la “R”, pero tampoco eran perfectos cuando hablaban, ellos metían la “S” donde no iba o simplemente la omitían, tampoco se si lo habrán superado. Un compañero de estudios de origen oriental de apellido Regueifeiros, fallecido en un terrible accidente a bordo de un barco libio, cuando se dirigía al grupo solía decir; “Etos compañero”, expresión que regresándola al año 1961, resultaba muy parecida al grito de aquella inolvidable guajirita; ¡Que pete a mierda! ¡Mamá, el maetrico se cagó!

 

 

 

Esteban Casañas Lostal.

Montreal..Canadá.

2022-06-06

 

 

 

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Síntesis biográfica del autor

CRONOLOGÍA DE UNA AVENTURA

                               CRONOLOGÍA DE UNA AVENTURA La vida para mí nunca ha dejado de ser una aventura, una extensa ...