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lunes, 15 de febrero de 2021

MEMORIAS DE “BOLLO MANSO” (6) EL TARRÚ

 

MEMORIAS DE “BOLLO MANSO” (6)

EL TARRÚ



 

Ayer celebramos el Dia de San Valentín y nadie hace referencia a ese personaje tan popular que forma parte de nuestro folclor. Sin “Tarrú” no puede existir un Dia de los Enamorados perfecto y es mi propósito rescatarlos de ese inmerecido ostracismo al que van siendo condenados.

Dicen los más expertos, quizás a modo de consuelo, que nadie es Tarrú mientras no se entere. Lo cierto es que la gente del barrio, los compañeros del trabajo, los socios y hasta parientes cercanos, no creyeron mucho en esa justificación y los condenaban sin compasión.

El Tarrú fue un individuo social de interés político en Bollo Manso y vale la pena traerles estos recuerdos conociendo la mala memoria que posee ese pueblo. Corrían tiempos muy duros que exigían una permanente “confirmación revolucionaria”, luchábamos contra un enemigo poderoso y nuestra sociedad, mas aun sus organizaciones políticas, debían proyectar una imagen ajena a cualquier tipo de impureza. Aspirar a la militancia de la UJC y el PCC no era un escalafón dispuesto al alcance de cualquiera. El partido y la juventud solo aceptaban a hombres inmaculados, impolutos, de una castidad moral impecable, háblese de un hombre virgen. Y de esa manera los camaradas del pececé y la ujotacé convirtieron en un delito político gravísimo a la “mariconería” y el “tarro”. ¡Ojo! En esos tiempos no se usaban palabras edulcoradas para referirse a los “maricones”, potenciales enemigos de la revolución. Las palabras homosexual y gays son de origen capitalistas y entrañaban un profundo sentimiento de desviación ideológica, maricón y basta, así les llamaban ellos. Esos no podían ingresar al partido, se les negaban muchos trabajos, escuelas, fueron encarcelados y en el peor de los casos expulsados del país. El “Tarrú” no pudo escapar a esa corriente puritana impuesta para ingresar a esas organizaciones, no se concebía a un militante que sufriera esos síntomas de debilidad.

Los tiempos fueron cambiando y las necesidades del momento flexibilizaron aquellas demandas impuestas en una sociedad netamente machista. Pudo influenciar aquella famosa lucha por la “liberación de la mujer” o la presencia de militantes "maricones" en esas organizaciones con una vieja y gloriosa historia revolucionaria, individuos que no podían ser expulsados por problemas en sus culitos. De esa manera escaparon también los “Tarruos” y se dejaba en el pasado, fácil de borrar de las memorias colectivas, aquellas vergonzosas y humillantes asambleas donde fueron destruidos tantos hombres.

No es cuento, vi a hombres que no habían solicitado su ingreso a esas organizaciones sufriendo despiadados ataques, porque en las investigaciones partidistas se descubrió infidelidad por parte de su pareja. Unos se defendían a capa y espada, otros eran mas pasivos y aceptaban su condición renunciando automáticamente a su ingreso en el pececé o ujotacé. Los mas pendejos se sometieron a esa especie de harakiri conocida como “autocritica”.

Se logró la “liberación de la mujer” y el tarro anulado como delito político. Nació entonces un tipo de Tarrú muy complaciente y revolucionario, el que se quedaba cuidando la casa e hijos mientras su pareja partía a cumplir misiones orientadas durante varios días. Luego, la máxima revelación del Tarrú perfecto vino con las Misiones Internacionalistas. No voy a entrar en detalles para no ofender a hijos y nietos actuales. Vale destacar que, en los cambios experimentados a través de su historia, el Tarrú sufrió cierta degeneración a partir del célebre “Periodo Especial”. Aparece en esos tiempos el que acepta y propone a su pareja venderse a extranjeros en su lucha por sobrevivir.

Bueno, nadie pudo escapar a esta nueva corriente sociopolítica, menos aun nosotros los marinos. Se impuso aquel famoso refrán bien conformista que rezaba; “Un marino sin tarros es como un jardín sin flor”. Lo cierto es que no hacia falta estar navegando para sufrir este flagelo nacional, hubo hombres tan entregados a las constantes tareas orientadas por su comandante, hombres muy bien estudiados que se conocían la vida y milagros de Marx, Engels, Lenin o Castro, pero no conocían a Manolito el bodeguero, aquel cabrón que le gozaba a su pareja mientras ellos andaban comiendo tanta mierda.

No quiero extenderme mucho, solo recordarles que el Tarrú no puede olvidarse el Día de San Valentín, fue víctima de una flecha equivocada de Cupido. ¡Oh! Si luego era feliz formando parte de ese trío amoroso, ese era su problema y no le pertenecía a ninguna organización juzgarlo. Ellos también tuvieron su refrán; “Es mejor comer bueno entre dos que mierda uno solo”.

 

Decían viejos expertos que los tarros mas dolorosos eran los que se sufrían siendo novios.

 

 

Esteban Casañas Lostal.

Montreal..Canadá.

2021-02-15

 

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