DEJEN
A NUESTROS MUCHACHOS ANDAR.
Valdría la pena refrescarles las memorias a todos esos expertos analistas políticos, historiadores, periodistas empíricos, comentaristas, líderes de grants y turistas políticos que, la caída del régimen de Nicolás Ceausescu, uno de los mas crueles del antiguo campo socialista, fue acelerada precisamente con la participación de un grupo de jóvenes.
Los rumanos estaban tan desarmados como el pueblo cubano y solo poseían algo en común, la desesperación por la vida miserable que llevaban, el agotamiento que sufrían por tanta represión y esos deseos manifiestos de ser libres.
Muchos se atreven a alzar la voz o mover sus teclados para criticar a los jóvenes que han atraído el interés de millones de seres en el mundo. Que falta de vergüenza, dignidad y valor muestran los que así proceden. ¿Qué pudieran enseñarles a esos muchachos? Poca cosa, quizás nuestros miedos, silencios, complicidad y cobardía de las generaciones que los antecedieron. ¡Claro! Distinguidas luminarias y rancios patrioteros, existen muchas excepciones, solo que ya se encuentran fuera de sus tiempos.
¿Dónde se encuentran esos fosforescentes líderes que nos presentan periódicamente por la teve? Los muchachos andan solos y dominados por la espontaneidad. Pero es que así mismo marcharon los jóvenes rumanos, sin líderes o cabezas que lograran callarlos, no guiarlos. ¿Los líderes? En lo suyo, muchas entrevistas, conferencias, viajes ahora limitados por la pandemia y premios acompañados de una alcancía.
Nada de eso ha funcionado hasta ahora, solo hubo una explosión similar cuando el maleconazo y murió por falta de líderes. Los tiempos han cambiado y los muchachos están cansados de ese discurso repetido por sus abuelos y padres. Ellos quieren algo mas que un bono para comprar una bicicleta, un televisor o una lavadora, tarecos con los que muy bien compraron el silencio de sus padres.
Dejen a los muchachos
andar, caerán algunos en el intento, eso sucedió también en Rumania y otras
partes del mundo. Ellos lo saben y corren el riesgo antes de continuar viviendo
la miseria moral de sus padres y abuelos. Si alguno cae, se escuchará la potente
voz de sus madres, y cuando eso suceda, es probable que los hombres recuperen
el oído y se palpen debajo de los pantalones. Tal vez así se acuerden que
nacieron machos, lo mismo sucedió en Rumania. Ellos no estaban armados, los
cubanos tampoco. No los detengan, no los desanimen esgrimiendo teorías que solo
se acercan a la ciencia ficción. Ellos tienen derecho a ser libres y no vivir
como nosotros, sus padres o abuelos, escondidos detrás de nuestros silencios
por cobardes. Ya lo dije, existen excepciones.
Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canada.
2020-11-28
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