FELIZ CUMPLEAÑOS,
MIMÍ.
¡Como pasa el tiempo! Es
implacable y no perdona, acabas de llegar a los 42 y yo burlé la frontera de
los 70.
Me enteré de tu
nacimiento después de una semana, ya lo he contado en otra parte, fue cuando me
desgastaba en Angola. Al partir de la isla eras solo un vientre inflamado y no
se sabía si eras varón o hembra. Solo existía el método que usaban las viejas
para saberlo, el de la tijera y el cuchillo, pero antes de mi partida no habían
sometido a tu madre a ese experimento.
Te conocí con más de
siete meses de nacida, recuerdo que, en uno de esos instantes de aquel
encuentro, tu madre te pidió que le dieras un beso a papá y se lo diste a una
foto mía que tenias pegada en la cabecera de la cunita. Después todo llegó muy fácil,
no es que existiera química o el llamado de la sangre, es que siempre has sido así
de sociable y confianzuda, tal y como es la preciosa nieta que me regalaste.
Tu infancia no fue lo
que yo hubiera deseado, vivimos momentos muy amargos y luego llegaron los felices,
aquellos por los que trabajé tanto. No recuerdo haber mendigado un plato de
comida para ustedes, ropa que ponerse o, que alguien colocara una sola piedra
para construir el apartamento que les dejé al partir. Si te han contado algo
diferente es mentira, todo salió de las manos y cuerpo de este “monstruo” de
padre que tienes. Los amargos no fueron propósitos míos y no vale la pena
recordarlos. No es sencillo vivir hacinándose en un apartamento compartido por
21 personas en igualdad de condiciones. Creo que los mayores lo sufrimos
doblemente, el dolor apenas tiene espacio en la mente de un niño.
Luego llegaron momentos
mejores y pudimos vivir como seres humanos, tampoco tienes idea de su precio y
los que lo saben han preferido callarlo. Si estoy muy convencido de que esa
parte de la infancia fue muy superior a la que ha correspondido a millones de
cubanos, también pagado al costo de múltiples sacrificios. El más caro de todos
es haber estado ausente de tu vida durante mucho tiempo, ese era precisamente el
precio por pagar, todo en la vida tiene su valor. Ese fue el que ustedes
pagaron por esa parte de la infancia envidiable para muchos, yo también lo sentí
en el alma.
Parece que la vida nos
ha condenado a estar separados, hace muchos años que andamos por latitudes
distantes y poco han importado fechas o celebraciones. Aunque me duela, no te
apenes y vive la vida que te regalé una vez, ya yo viví la mía.
Tú no me elegiste padre
y llegaste hasta mí de manera fortuita. No nos elegimos, no existe esa posibilidad
y menos aun la de devolver un producto en apariencias defectuoso. Sin embargo,
se acepta con mucho amor y así los he aceptado a todos ustedes, no te quepa la
menor duda.
Cada día que pasa me
acerco más al final de mi recorrido en este leve paseo que es la vida, hay que
ser realista. Me voy y te dejo la carga de llevar mi apellido, te aseguro que
no es una condena. Yo lo heredé en circunstancias más penosas y no me
arrepiento. Te aseguro que, al pasar un tiempo de mi despedida definitiva, aparecerán
virtudes borradas y comenzarás a sentir cierto orgullo, lo que no pude lograr
yo.
Habrás escuchado muchas
veces que he sido un monstruo y que hice cosas mal, es cierto. Escucharás mas
tarde sobre lo bueno que hice, se demorará algo, estoy convencido de que esas
palabras surgirán de personas que no conoces. Creo que ese será el instante
exacto para que me juzgues, hazlo, no te detengas hasta llegar a la verdad.
Bueno, hoy es un día para
celebrar y no deseo mancharlo con notas tristes. Disfruta mucho tu cumple y
vive la vida como lo deseas, es muy tuya, yo solo te la regalé. ¡Ah! Me hizo
inmensamente feliz esa hermosa y traviesa nieta que oportunamente me diste, solo
quisiera disfrutarla un poquito más de tiempo si Dios lo permite. ¡Nunca odies,
vive con amor!
Muchas felicidades en
estos 42 años y millones de besos pendientes.
Te ama..
Tu papá.
Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá
2020-01-18
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