¿PA'QUÉ SIRVEN LOS MUERTOS?
El país era grande, diría que inmenso, corría de
norte a sur consumiendo muchos paralelos. Se extendía desde el Río Grande a la
Patagonia, continuando al Estrecho de Magallanes, donde se unen los dos
océanos, más allá solo quedaban los hielos. Era muy hermoso, con muchas razas
de diversos colores, tantos como los del arco iris y eran ricos, pero como no
lo sabían ser, también eran terriblemente pobres.
En un lugar de este maravilloso país había un pueblo
muy pequeño y de tan pequeño era, no valía la pena llamarlo pueblo. La gente no
sabe cómo llegó hasta allí, ni quién fue el que lo fundó.
Lo levantaron como se hacía en la época, nadie sabe en cual, tal y como
hicieron en otros lados, muy a la antigua. Primero seleccionaron donde pondrían
la plaza, allí se construyó el edificio del Cabildo y la iglesia que no podía
faltar. Continuaron con la casa del Gobernador, el Palacio de los Capitanes y un
frozen. En el centro de esta plaza sembraron una Ceiba que al pasar los años tenía
más de un metro de diámetro y la usaba el historiador del país para darle
vueltas a los turistas en un ridículo ritual. Había que verlos, giraban,
giraban y giraban aquellos blancos estúpidos con sus caras de comemierdas,
mientras las jineteras y pingueros se burlaban de ellos. El Cuartel de la
Policía no lo levantaron allí, lo hicieron en uno de los extremos del pueblo.
Dicen los más viejos, no me crean a mí por escribir esto, dijo el jefe una vez;
“Los negros, si no la hacen a la entrada, lo hacen a la salida”. Otros hacían
referencia a esta decisión de distinta manera y sonaba un poco más lejana, decían
los güeritos que era por culpa de los indios; “Si no la cagaban a la entrada,
lo hacían a la salida”. Bueno, como quiera que haya sido, el cuartel se construyó
allí, aunque no se sabía cuál era el principio ni el final de aquel pequeño
pueblo, si es que existía.
Como todo pueblecito, tenía su pequeña escuela, su
taberna, algunos almacenes de víveres que siempre estaban desabastecidos y
otras tiendas. La Casa de Socorros quedaba al lado del Cuartel Policial, ambos
siempre estaban vacíos, allí nadie se enfermaba ni caía preso, más ocupado se
encontraba siempre el cementerio, allí se moría con mucha facilidad.
Los domingos se llenaba la taberna, era raro el
contraste en sus miserables vidas, la gente no tenía leche para los niños mientras
el alcohol
nunca faltaba. Creo que esto le convenía a los gobernantes o, mejor dicho, al
único que mandaba allí, el dueño de todas las tierras del pueblo. Era propietario
de sus personas, de la iglesia con el cura y los animales. Era el único con
poderes para decidir cuándo se debía nacer o morir, cuándo,
dónde
y cómo
hacer el amor, hasta putear. Solo él podía disponer del tiempo para descansar y
hasta en qué momento ir a cagar a la letrina.
Este día las mujeres iban a misa, las que autorizó
el patrón desde que el Papa le cambió al Cardenal, y éste
le cambió
al Obispo, y este le cambiara al Cura por otro que al jefe le gustara. El día
que le cayera mal, hasta ese día rezaba la gente, así era el Patrón de
dominante y caprichoso, hijoputa le decían bien bajito. Mientras las mujeres
asistían al templo, los hombres se marchaban a la taberna. Allí gastaban lo que
habían ganado en la semana, eran felices en sus estados de ebriedad. Alucinaban
después del primer trago y se transformaban en valientes, hablaban, se
quejaban, reían en medio de aquellos esporádicos orgasmos etílicos. Pasada sus
borracheras comenzaban a culpar a los demás por todos los problemas que debían
enfrentar, desconfiaban, sentían miedo por lo que pudieron haber dicho. Despues
colaboraban como mansas ovejas, desfilaban, delataban y perdían la memoria.
Unos bebían chicha, ron, pulque, pisco, vino,
cerveza, mezcal, aguardiente, había de todo, hasta Mojitos. Lo necesario para
vivir en esos estados de elevación que produce el alcohol, así gastaban el día
hasta que salían borrachos a golpear a sus patronas en la casa, solo borrachos
se acordaban de que eran machos, solo borrachos.
El maestrico frecuentaba la taberna cuando tenía
problemas, lo habían enviado desde el Cabildo a ese lejano pueblo de mierda y vivía
enojado, deprimido, frustrado, siempre se sentaba solo en la barra acompañado
por una botella. No miraba a nadie, solo al cantinero de vez en cuando para
preguntarle algo, pregunta que siempre se contestaba tomándose su tiempo. Entre
aquellas preguntas y respuestas, sus visitas a aquel tugurio se convirtieron en
las tertulias favoritas del pueblo. Llegaron a ser tan famosas, que hasta el
mismísimo Patrón asistía a ellas con frecuencia, creo que no se perdía una, él
era el dueño de todo y tenía que conocer lo que se hablaba también en su feudo.
Mientras el maestrico estaba con la cabeza gacha, la
gente se reía y disfrutaba de alguna ranchera puesta en la vitrola. Cuando la levantaba
todos callaban, sabían que comenzaba el sermón de ese día, esto sucedía
normalmente después de la media botella de ron tragada, el momento en el cual
todo hombre es valiente, al menos en aquel pueblito lejano.
Levantó suavemente la frente y
se acabó la música al instante. Tomó su cajetilla de
cigarros y prendió uno de aquellos asquerosos Populares con el fuego que le
brindó
el camarero. Aquel humo apestaba, nadie podía creerlo, el tabaco de ese pueblo
había sido motivo de orgullo. Hoy no se sabía a qué mierdas olían esas yerbas,
tragó
una bocanada que viajó desde sus pulmones a los calcañales, luego al culo y
finalmente agotado, logra escapar en forma de esa repulsiva tos que siempre
acompaña a los fumadores.
-¿Pa'qué
sirven los muertos? Preguntó y el silencio fue rotundo, nadie se atrevía a
contestar mientras él se tomaba su tiempo, nadie lo interrumpía.
-Pa'que llore la viuda...Pa'que
lloren los hijos...Pa'que los amigos pasen mala noche... Se tomaba todas
las pausas del mundo y ayudaba a bajarlas con un trago de ron. Solo la primera
vez le picó
la garganta y tosió. A la gente no le gustó mucho el tema
seleccionado para el día y se escuchó el ruido que producen al moverse las
sillas, intento que fue cortado bruscamente por el maestrico.
-Y pa'que el compadre trate de
culearse a la comadre antes del entierro mismo... Esto lo dijo en un tono más
alto y agresivo la gente volvió a sentarse. Él era el único que se daba el lujo
de hacer la pausa que quisiera ante su auditorio, sabía del inmenso terror de
aquellos parroquianos por los cuernos. Entró el mismísimo Patrón y
tomó
asiento en la mesa que siempre le tenían reservada. Nunca andaba solo, lo
acompañaban unos veinte de sus secuaces. Otros quedaron afuera con las
ametralladoras cargadas y a partir de ese momento nadie podía entrar o salir del
bar.
-¿Pa'qué
sirven los muertos?... ¿Se quedaron, pendejos?... ¿No les gusta que la mujer
les ponga los cachos, o los tarros, o los cuernos, o como mierda le llamen? Que
bastante confundido me tienen, cabrones... ¿De qué les vale, hombres?... Se
supone que ya ustedes estaban muertos y muertos no duelen los cuernos. ¿Qué
carajo puede sentir un muerto?... Los muertos sirven pa muchas cosas...Son una
mina de dinero, yo diría que son una industria... El muerto sirve pa'que
lo entierren y por eso le da trabajo al sepulturero, y al que fabrica la caja,
al que corta la madera, al que hace la tela, al que vende las flores, al que
fabrica los clavos y vende los martillos, al que administra el cementerio, y al
de la funeraria, y al policía, al médico que hace la autopsia... ¿Pa'qué sirven
los muertos?... Pa darle trabajo al chofer del carro fúnebre, y al que lo
viste, y al que alimenta con petróleo al incinerador, y al buque que transporta
el petróleo… Y al que fabrica las cajitas donde guardar las cenizas…
Todos escuchaban atentamente al maestrico, hasta el
mismísimo Patrón dueño de todo no le quitaba la vista de la nuca. Nunca
cambiaba de posición, ya la gente lo conocía y estaba acostumbrado a ello, por
eso no decían que era mala educación hablarle a la gente de espalda.
-¿Pa'qué
sirven los muertos?... Pa muchas cosas... Pa demostrar que el vivo era más
rápido o que tenía más güevos... Pa muchas cosas... Todo el mundo gana con los
muertos menos él...
Tampoco ganan las Compañías de Seguro... Pero pa'que carajo les hablo de
esto, ustedes no tienen asegurados ni los güevos que se les puso... El
muerto sirve pa mentir, pa tergiversar sus pensamientos... ¿Quién ha visto a un
muerto malo?... Si cuando despiden el entierro toditos son buenos, aunque hayan
sido unos hijoputas, todos son buenos... A los malos, a los que fusilan de
noche, nadie los despide porque los entierran de noche también... ¿Y el que se
muere en el monte? Por lo menos sirve de comida pa los sopilotes... No es tan malo
entonces... Ellos tienen derecho a la vida y aunque coman carroña tienen más
vergüenza que nosotros... Porque la comida de sus sipotes la luchan y no están
todo el día diciendo; ¡Mande, Patrón!, ¿Pa que soy bueno, Patrón?... Y si no se
lo comen los sopilotes, sirven pa que aprendan los estudiantes de medicina...Y
hasta sus huesos sirven pa los brujos... Pa muchas cosas sirven los muertos.................................Hubo
una larga pausa.
-¿Pa'qué
sirven los muertos ?... Pa que haya una cadena de más muertos, pa justificar
que nazcan más y más muertos. Al que fabrica pistolas necesita que maten gente,
y al que fabrica un cañón...Y el que fabrica un avión… A este le hacen falta
cientos y miles de muertos... Sirven pa abonar a la tierra con todos ellos, pa
que aumente el odio... Pa que llore un Presidente en una manifestación ante el
pueblo y después se vaya a beber champan, riéndose de lo bobo que es el pueblo...
Sirven pa que se reúnan muchos presidentes y que los apoye el Papa, que también
es otro................... Larga pausa para darse un trago y encender otro
cigarrillo.
-¿Pa'qué
sirven los muertos?...Sirven pa la fábrica de mártires que tienen la
izquierda... Y la derecha también... Pero casi siempre los muertos los ponen
otros... los que no están en ninguno de estos lados... ni arriba.... ni
abajo... ni en el centro... Al final son muertos bien muertos...
-¿Pa'qué
sirven los muertos?... Sirven pa hacer política y dinero, mucho, pero mucho
dinero… Vendiendo libros y si es bonito o fotogénico sirven para vender pulóveres,
fotos y hasta discos con la voz del muerto... ¿A dónde
carajo va ese dinero?............ Una pausa para tomarse un trago y prender
otro cigarro. Ya el Patrón se encontraba molesto con la inusual tertulia del
maestrico, la gente lo sabía y guardaba silencio.
-¿Pa'qué
sirven los muertos?... El Patrón hizo una señal y uno de sus testaferros le pegó
un tiro en la nuca al maestrico. La última pregunta quedó colgada en el aire
sin respuesta y todos los parroquianos fueron montados en un camión, incluyendo
el cantinero, la taberna fue cerrada indefinidamente.
El cadáver del maestrico se encontraba expuesto en el
centro de la plaza mayor escoltada por unidades del ejército, el pueblo
desfilaba mansamente frente a su féretro. La viuda y los huérfanos se
encontraban muy cerca del cadáver del maestrico, estaban elegantemente
vestidos, como nunca se mostraron, aquellas ropas eran nuevas. Se podía afirmar
que la viuda del maestrico se observaba algo alegre, quizás orgullosa de
encontrarse entre gente tan especial. El Patrón le dirigió un discurso al
pueblo entre lágrimas, les prometió que no descansaría hasta no hacer justicia
por aquel horrendo crimen. “Cuando un pueblo humilde y viril llora, la
injusticia tiembla”. Expresó para concluir el
funeral y el pueblo aplaudió como idiotas durante media hora, durante una semana,
durante un mes, durante un año, durante cuarenta años. Aplauden desde el mismo día
en el que el maestrico fuera convertido en mártir y no se cansan de aplaudir.
Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá
10-08-1999
xxxxxxxxxx
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