CUBA, EL COSTO DE SU REVOLUCION.
(DOBLE MORAL)
Las cámaras fotográficas de un turista solo podrán captar la imagen exterior de cualquier de cualquier cubano cuando viaja a la isla. Para nosotros mismos comenzó a resultar enigmático poder descifrar la verdadera personalidad de nuestros amigos, vecinos, compañeros de trabajo y hasta la de nuestra propia familia. La desconfianza fue una de las mejores armas utilizadas por el régimen y con el tiempo se hizo más difícil poder creerles o confiar en ellos. No ha sido una situación accidental esa transformación experimentada por los nacionales que afectó y mantiene vigencia en todos los estratos de nuestra sociedad. Los primeros en aplicar la doble moralidad, lo hicieron respondiendo a mecanismos de auto defensa para poder sobrevivir.
Marginados todos aquellos que se enfrentaran a los
lineamientos impuestos por el sistema imperante, sus vecinos se dieron cuenta
muy pronto que debían cambiar toda actitud de rebeldía por una más complaciente
que no los privara de aquellos “privilegios”, ofrecidos por la sociedad a
cambio de obediencia y por último, un servilismo solo observado en países con
regímenes represivos como los de Corea del Norte, China, Albania, Rumanía con
mayor gravedad y todos los pertenecientes al desaparecido campo socialista. Es
necesario destacar que, los errores cometidos por los padres pueden ser muy bien
pagados por sus hijos, quienes a la hora de optar por una buena carrera o
escuela, se tienen en consideración la afiliación política de su familia. Nada
de eso puede ser captado por una cámara y pocos se atreven a manifestarlo en
público.
Si sumamos a ello el grado de miseria al que fuera
sometido nuestro país y su explotación con fines políticos, comprenderemos
algunas de las razones que justifican el “supuesto” apoyo de las masas al
régimen. Mencionemos que algunos artículos de primera necesidad, han sido
distribuidos de acuerdo a una escala de méritos laborales impuestas por el
sindicato gubernamental. La necesidad del hombre y su familia nunca se ha
tenido en consideración, lo mismo ocurre con la distribución de las viviendas.
Razones sobran entonces para que el hombre asista a manifestaciones, trabajos
voluntarios, guardias, reuniones, etc., toda vez que esos puntos se cuentan
como “méritos” utilizados para optar por cualquiera de aquellos artículos de
primera necesidad.
El hombre asiste y el gobierno sabe perfectamente que
en la mayoría de los casos esas asistencias se producen en contra de su
voluntad. El hombre asiste y sonríe ante las cámaras y ante el partido. El
partido sabe perfectamente que es una expresión hipócrita, la cámara solo capta
la imagen. El partido lo sabe porque una gran mayoría de sus militantes
muestran un rostro falso, ese partido se extiende desde sus más bajos niveles
hasta la cumbre, donde la hipocresía adquiere valores superiores al que se
manifiesta entre la gente del pueblo.
Pasan los años y las dos morales pueden vivir
armoniosamente en el mismo cuerpo, conviven con mucha naturalidad y se toleran.
Con el tiempo se arraiga y forma parte de la cultura de ese pueblo. Una cara
para la calle y la otra en la intimidad de su familia, ¡ojo!, la verdadera no
siempre se muestra al traspasar el umbral de la casa, ya he mencionado que la
desconfianza pudo penetrar muy bien en nuestros hogares. La delación de
parientes era una acción ejemplarizante que muy bien podía ocupar un espacio en
la prensa, novelas, programas policíacos, etc. Se estimulaba la chivatería y de
paso se sembraba el terror en el seno del hogar, nos encontramos ante un
mecanismo diabólico que pocos extranjeros podrán comprender si no los han
experimentado. El cubano siempre ríe, manifestarán los visitantes, pero nunca
podrán conocer que se encierra en su interior y siempre se justificará
cualquier sonrisa por el carácter alegre de la gente en la isla.
Los homosexuales pertenecieron a las víctimas más
destacadas de esa maquinaria que, hoy pretenden ocultar o borrar ante supuestas
defensas mostradas hacia ellos por parte de la hijita de Raúl Castro.
Desgraciadamente fueron miles los que sufrieron la homofobia dirigida por el
estado, ser homosexual en aquellos tiempos era sinónimo de
contrarrevolucionario. Muchos de aquellos seres se vieron obligados a contraer
matrimonio y utilizar como arma la doble moral para poder sobrevivir o gozar de
los supuestos beneficios que les ofrecía la dictadura del proletariado.
La doble moral viaja más allá de las fronteras
cubanas y adquiere límites enajenantes en los tiempos actuales. Presionados por
el chantaje de no dejarlos regresar a su país, una parte de esa población que
emigró buscando nuevos horizontes en otras tierras, es capaz de aplaudir, sonreír
y asistir a las actividades que organizan sus verdugos en el exterior. No se
pueden hacer predicciones sobre un futuro cercano ni a largo plazo sobre el
destino de la isla, mientras nuestra sociedad no vea el desfile de varias
generaciones de cubanos que se purifiquen y no sean obligadas a actuar con
hipocresía para poder sobrevivir.
Mientras exista el hombre que pueda sonreír por algo
que detesta y aplaudir a quienes verdaderamente odian. Mientras ese hombre no
goce las garantías que ofrece una verdadera libertad, nos encontramos arando en
el mar. No es una tarea que se pueda resolver con un cambio inmediato hacia la
democracia, tomará varios años lavar las mentes de los cubanos para obtener al
hombre sincero que siempre fuimos, el que solo puede vivir con el rostro que
observa frente a su espejo. La falsedad del hombre nuevo ha sido otro de los
precios pagados por los cubanos en esa loca aventura llamada “revolución”.
La Nueva Prensa Libre.
Montreal..Canadá
Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá.
2008-07-07
Y si tenéis por rey a un déspota, deberéis
destronarlo, pero comprobad que el trono que erigiera en vuestro interior ha
sido antes destruido.
Jalil Gibrán.
xxxxxxxxxx
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