SOR TIRANA
Su educación había sido exquisitamente diseñada por sus tías maternas, cada tarde, las notas del piano viajaban entre las hojas del frondoso flamboyán sembrado intencionalmente a diez metros del portal. Se sumergían entre las olas de aire fresco que corrían luego que el sol venciera el cenit y continuara su cansado viaje en busca de reposo. Franqueado aquel obstáculo que se vestía cada año de un plumaje rojo anaranjado, cada nota volaba rasante al suelo y acariciaba con dulzura una alfombra de gardenias, claveles y rosas que se extendía hasta la verja de entrada que nunca se cerraba. Las pausas de aquellas melodías eran interrumpidas por las risas de la niña, el vuelo de sus bucles que respondían al pedido de aquellos Alisios, y los tintines de los cubitos de hielo que se servían en cada vaso de una ritual limonada. ¡No te ensucies la bata! Casi gritaba una de ellas, lo hacían a diario y coincidían con el canto de un arriero caprichoso que se posaba a la misma hora en el árbol.
¡Ese, no!, era la palabra más escuchada en sus oídos infantiles, una limitación incomprensible de movimientos, gestos, pasos, sueños, pensamientos. Un no constante que siempre la condenaba a la inmovilidad física y atrofiaba su mente. Después del caprichoso piano continuaron las letras, las oraciones y confesiones sordas realizadas en la capilla privada de la hacienda, pecados inventados en su imaginación intentando escapar la rutina del condenado a cumplir.
¡Chon, prepara el carruaje! Se escuchaba a menudo y aquella voz estridente era capaz de espantar todas las aves que se encontraba en el jardín. El quitrín esperaba por las amas junto a la fuente adornada por un angelito que nunca fue negro, ni mulato como él. Las visitas tenían un itinerario establecido por las costumbres, casi siempre de un período semanal. Limosnas que se entregaban al sacerdote de la iglesia, un té protocolar en el ayuntamiento, compartido con la alcaldesa y otras damas de sociedad. Mientras intercambiaban chismes de comadres o, compartían las novedades de la moda llegada desde París o Madrid, el precio del ganado en el mercado nacional o, algún que otro verso de la Avellaneda recitado con el fervor y devoción de toda dama de abolengo. El niño nunca contestaba, partía obediente hacia el establo en busca del mejor caballo. ¡Chon, ensilla la bestia de la niña! Era pequeño y sufría el peso de la montura. Ese día, ella salía sin su acostumbrada batica blanca y el pelo había sido delicadamente tejido en una larga trenza que disimulaba con elegancia por una gorra negra. Su profesor de equitación la acompañaba entre órdenes expresadas con palabras ausentes para el niño. Otro día, la veía sufrir en el portal las instrucciones de otra dama mientras le enseñaba a manejar un ejército de cubiertos.
Marita creció satisfaciendo todos los caprichos de sus tías, nunca se supo si las miradas que dirigiera al humilde mulatico fueran de envidia o compasión. Detrás de una nota perdida en el piano, un cubierto caído al piso, un regaño por la limonada derramada sobre sus batas y hasta los enojos de su profesor de equitación, se encontraba la vista perdida de la niña hacia el punto donde estaba el mulatico. Según se comentó entre la servidumbre y pudo ser escuchado por Chon en sus visitas a la cocina, la niña había sido amamantada por la madre de él, una negra que había dedicado toda su vida al servicio de aquella familia donde trabajaron todos sus antepasados. La niña había quedado huérfana durante su nacimiento y el padre perdió la vida en uno de sus viajes comerciales a la antigua metrópoli.
Satisfaciendo los deseos o vanidades de sus tías, tres en total y que compartían aquellas propiedades de la familia, la niña fue sometida a sacrificios despiadados en todo su período de formación. La música fue sustituida por las letras al comprobarse la poca vocación o falta de talento mientras ella crecía al ritmo de sus senos. Luego, todos los intentos por incursionarla en el mundo de las ciencias fueron fracasados y atentaban contra las costumbres de los tiempos. Hubo una exploración fallida de retorno a la música, pero los ritmos y letras comenzaban a cambiar, todo lo bohemio y romántico se convirtió en una prosa agresiva. Viajó en la pintura, escultura, canto, poesía, bordados y cuanto campo estuviera disponible a la educación y formación femenina, pero en ninguno se destacó.
Vientos huracanados invadieron su tierra, ráfagas que desmembraban árboles y familias, destruían nidos, secaban ríos, sembraban odios, secaban tripas, alimentaban envidias. Marita abandonaba su conciencia de niña con la inocencia impuesta, la soledad como reinado y viejos privilegios condenados. Sus tías partieron en viajes diferentes que convergen en un solo punto con pocos metros de profundidad, ella regresó nuevamente a la orfandad. El establo se encontró vacío y el quitrín se oxidó por falta de uso, las fronteras de las cercas derrotaron viejos poderes y estuvo a punto de podar las flores del flamboyán. El recuerdo de una vida quedó limitado al espacio de un simple tinajón utilizado para guardar el agua de lluvia caída, mientras las alas del ángel blanco que adornaba la fuente que presidía el jardín, fueron cortadas para que no escapara y sirviera de testigo el día del juicio final. Chon se escapó en un ataúd diferente al de su madre y espera sepultura a solo noventa millas de su tierra. Marita quedó atrás, esperando por alguien que preparara el quitrín o ensillara su caballo de raza, las flores de su jardín se habían marchitado. El boceto de Picasso que adornó la sala voló con las aspas de un ventilador chino y un equipo de música con ecualizador marca Sansung. Los jarrones de porcelana francesa viajaron a Centro América con las joyas de sus tías y otras antigüedades que fueron patrimonio de su familia. El escudo de su imperio reposa muerto junto a otros que pertenecieron a una especie caduca y traicionada por su ego, dicen que se encuentra en Barcelona, otros aseguran que está en Castilla.
Palabras de odio viajan silenciosas por un teclado que invade el universo, envidias disfrazadas en frases amables, impotencia oculta entre diálogos de extrema sobriedad, quijotescas, barrocas, líricas, góticas. Ambición infinita por el desprecio, frustración, ausencia de amor. Quiso regresar al terreno perdido, pero el tiempo la había sepultado con paladas que luego se convirtieron en toneladas de minutos, el tiempo resultó implacable con ella y eso encendió aún más su furia. Una palabra, una frase, una simple oración la traicionó en un cuento, un relato, un ensayo, un poema escrito por desesperación, era un grito de su soledad, alguien la identificó.
-Niña, ¡mírate al espejo!, ¿qué ves?... No me digas que a Bety la fea, no seas ingenua, al final de la novela ella se convierte en linda y rica. ¿Qué ves? ¿No encuentras frente a ti a una mujer maltratada por los años?... Si fuera eso solamente, hay rasgos que no se pueden mostrar frente a un espejo…La vida es una y no como te aseguraron en la parroquia…Tal vez sí, pero yo soy materialista en este caso, prefiero vivir ésta, nadie sabe si podemos reencarnarnos en un caballo y en lugar de ensillarlo, él lo haga conmigo. ¿Qué ves? Yo sé que no te atreverás a responderme, te diré que vi yo. Una mujer saturada de odios y bigotuda, aferrada a viejas costumbres que pasaron de moda, manifestante de una desmedida tragedia con su ser y conciencia, compañera de una soledad infecunda y de un verso mudo. ¿Qué ves? Lo que yo veo y tú me ocultas, notas de una música que dejó de ser sublime y culta, un cuerpo petrificado que se niega a danzar los ritmos violentos de ahora, fuera de moda, ¿el cuerpo o la música? Pausa.
-¿Me pides un consejo? Yo, el peón de tus caballerizas, ¿a mí? ¡Afeitate! No solo el bigote, ¡rasúrate la barba! Y de paso, pasa la máquina por las piernas y sobaco. Me pediste un consejo, ¿no? Te habla la voz de la experiencia, el vulgar, el inmundo, el aventurero, el promiscuo, el ignorante, el sordo que solo identifica las notas de una tumbadora. ¿Un consejo? ¡Relájate! Sale un poco de ese teclado que funciona como manantial de odio, disfruta un poco la vida. ¡Báñate! No hay nada que se ajuste más al gusto de un cubano que una mujer limpia. ¿Cuántas horas pasas sentada vomitando odio? Descansa un poco y piensa en ti, en tu vida, la que dejaste de vivir y la que te resta por delante. Cuando te bañes trata de restregarte fuerte para que arranques de tu piel el olor que deja impregnada la envidia, busca un lugar donde distraerte. No te preocupes por la edad, siempre aparecerá alguien como tú, un náufrago de la soledad, eso es lo que te pasa. ¡Échate un poquito de perfume! El mal olor del abandono no puede eliminarse de un tirón, el perfume y la peste pueden confundir al olfato más experimentado. ¿Qué eres virgen? ¡Dios mío! A estas alturas es un grave pecado, no te preocupes, la culpa es de tus tías, ¿no eran ellas solteronas? Vamos a ver, vamos a ver… Creo que tu problema es grave, considero prudente visitar a un cirujano, ya sabes, con los adelantos de la ciencia eso se resuelve en varios minutos con anestesia local, o sea, no deben existir temores por un paro cardiaco. ¿Ya eres mujer? Perfecto, reposa dos o tres días para evitar molestias que desconoces y son muy naturales.
¿Me dijiste que ya eres señora?, bueno, ahora es necesario buscarte marido. ¡Mira! Sin complejo ninguno, despréndete de cualquier tipo de prejuicios, los tiempos han cambiado y como demuestras diariamente, tú no estás preparada. Pintorretéate, si no sabes hacerlo métete en cualquier salón de belleza y diles que vas a un baile. Mejor no digas nada, aquí no hay que brindarle explicaciones a nadie, paga y todo queda en casa. Además, nadie va a distinguir si vas a un velorio o fiesta y no es por ofenderte, ¿qué más da?
Ya te afeitaste, te bañaste, te perfumaste y para completar la obra, imagino que estés debidamente maquillada. Te repito, debes despojarte de cualquier tipo de prejuicios, olvida el siglo pasado y sitúate en el presente. Ahora viene la parte más difícil de vencer, por supuesto, pasa por el banco y saca alguna plata, todo tiene un precio en la vida y hay que pagarlo. No olvides que ya se te había ido la carreta y solo te doy un consejo. Muy bien, si quieres, guárdate la plata en los senos a la usanza de tus tías, te lo recomiendo porque imagino seas algo lenta para tu peso y Miami es muy rápida. Algo que no falla, trata de ponerte alguna que otra gangarria de fantasía, solo de fantasía. No olvides que eres gil y desconoces el ambiente del mundo que te rodea. Si te asaltan suelta rápido toda esa porquería, te lo digo para que no vayas a meter la pata y aferrarte a defender algo que no vale nada.
Si no fumas no importa, cómprate una o dos cajetillas de Marlboro, no se te ocurra estar comprando esas marcas de porquería que venden en Miami y saben a rayos. Debes tenerla porque la mayoría de los tembas fumamos, pero tampoco así de someternos a un sacrificio muy barato. Perfecto, vete para “Hoy como ayer”, está en la calle 8, te adelanto que debes pagar para entrar y luego consumir, pero si quieres pasar una noche agradable, trata de ir el día que esté el show de Malena. Si no hay entradas disponibles agarra un taxi y vete para el Café Nostalgia, se encuentra en Miami Beach, no te preocupes, los taxistas lo conocen. ¡Oh! Siempre que esté dentro de tus posibilidades trata de conseguirte un timbre, no debe ser muy grande, que sea discreto y quepa en tu cartera, pero si lo puedes llevar entre los senos o en las ligas de las medias es mucho mejor.
En cualquiera de los dos lugares pide una Margarita, tómala confiada de que no te vas a emborrachar, debes imaginarte como son los clubes cubanos y que siempre se premian los tragos. Si te mareas no importa, creo que es mejor y te ayuda a perder la vergüenza, yo sé como se comportan las primerizas. Bien, ya estás en cualquiera de esos lugares y te encuentras medio mareada, dedícate a campanear todo el salón. ¡Por Dios! Reza para que la borrachera no te de por vacilarle el marido a una cubana. Es más, desde ahora comienza a repetirte sin parar: “No debo vacilarle el marido a una cubana, no debo vacilarle el marido a una cubana.” ¿Te acuerdas de las penitencias que ponían antes las maestras? Por favor, repítelo mil veces para que se te quede grabado en el subconsciente, insisto porque yo sé perfectamente lo que es una borrachera y no deseo que te compliques.
Muy bien, adivinaste que hay un temba solano, no pierdas mucho tiempo. Guíñale un ojo, invítalo a bailar, págale un trago, tírale un besito, ¡haz cualquier cosa que llame su atención!, pero no te demores, piensa que en el salón hay otras viejas desesperadas como tú y te lo pueden levantar. Despójate de complejos y penas, antes, cuando tú eras jovencita, la costumbre era que los hombres enamoraran a las mujeres. Pero esos tiempos han cambiado y cada día que pasa la cosa se pone más difícil, no se puede adivinar del bando que juega la gente, debes ser rápida.
Supongamos que hagas un ligue, la primera pregunta, ¿para dónde voy? Yo sé que estarás nerviosa en medio de tu curda, pero todo es válido. Dile al camarero que te llame un taxi y paga la cuenta del socio también. Dile al taxista que te lleve para cualquier posada de la calle 8, puedo asegurarte que son las más baratas de Miami, aunque bueno, los viernes y sábados suben los precios, pero nada de eso debe importarte, ya te advertí que sacaras plata del banco.
¿Llegamos a la posada? Corazón, insiste en apagar las luces aunque el socio esté medio curda. Borracho y en medio de un apagón la situación puede resultar sencilla. ¡Ah! En la carpeta compra algo de bebida, ya sabes que los cubanos somos curdas, pero no se te ocurra comprar cerveza, tumba el caballo. Si te es posible, trata de comprar en el mercado negro algunas pastillas de viagra, ten mucho cuidado en no pasarte con las dosis, suénasela dentro de la bebida cuando vaya a orinar, generalmente los hombres orinan antes de ir a la cama, no olvides apagar la luz y poner un poco de música.
¡Por fin Marita! ¿Viste qué fácil? Acaba con el tipo antes de que se quede dormido, no te preocupes, el viagra está de tu parte. Grita lo que te de la gana y al volumen que desees, en Miami no están puesto para esas cosas, grita. Vas a ver cómo se te olvida toda esa vida gastada entre teclas haciendo el ridículo papel de santurrona, no te avergüences, más santas que tú forman tremenda gritería. ¡Goza Marita! y deja la bobería, el mundo se acaba, la capa de ozono crece, el planeta se recalienta, el Niño afecta la captura de peces, se acaba el petróleo, la ONU es un bayú y se aproxima una guerra santa. ¡Goza Marita, afeitate, báñate, sacúdete, grita, haz lo que te de la gana! ¿No te das cuenta que Chávez quiere enriquecer el uranio? ¡Ah! Se me olvidaba, si puedes comprarte un taladro, hazlo, puede que no te guste el alcohol. Pero por Dios, deja que la gente sea feliz como les de la gana y no jodas más en los foros, goza, el mundo se acaba.
Recibe un abrazo.. Chon.
PD.- Envíale esta nota a tus hermanitas del convento. Si no ligas nada en esos clubes, puedes pasar por el Versailles, el club de viejitos que juegan dominó en la calle 8, o, averiguar la dirección de todos los homes de Miami.
Esteban Casañas Lostal
Montreal..Canadá.
2000-01-10
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